La economía verde: una oportunidad alternativa
Sabah Chraibi
El cambio climático no es una fatalidad, sino obra del hombre; allí donde el ser humano actúa, puede reaccionar. Los riesgos que crea el calentamiento climático ya son medibles en función de amenazas seguras y requieren por tanto nuevos comportamientos. La cuestión del clima es compleja, pero se pueden aportar soluciones mediante la inteligencia colectiva y la solidaridad universal.
Los debates sobre el nivel de financiación de las acciones de atenuación y las de adaptación no pueden ocultar una evidencia transversal común: la innovación. El ingenio del ser humano genera nuevas ideas de desarrollo, que matizan la búsqueda desaforada de crecimiento. Aquí es donde deberán enmarcarse las estrategias de atenuación y de adaptación.
El futuro pertenece a todos los seres humanos. Debemos invertir en la juventud, que sufre el desempleo, pero que rebosa de ideas transformadoras. Es indispensable que los jóvenes formen parte de una visión intergeneracional, compartida y corresponsable que reconcilie al hombre con la naturaleza.
Planeta o tierra, poco importa cómo llamemos al astro o al entorno –dejaremos el debate a los filósofos– pero es el lugar en el que vivimos, y debemos respetarlo y protegerlo.
La transformación de la economía mundial en una economía ecológica es uno de los principales retos del desarrollo sostenible en los próximos años. Son los jóvenes de la generación actual quienes tendrán que enfrentarse a esos retos y quienes tendrán que crear nuevas oportunidades de empleo.
Economía verde: una definición con varios enfoques
A falta de una definición internacionalmente admitida, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha adoptado una que la convierte en un concepto lo bastante amplio y flexible para englobar distintos enfoques nacionales y locales:
“La economía verde es una economía que mejora el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas. A nivel práctico, se puede considerar que, en una economía verde, el aumento de los ingresos y la creación de empleo se deben a la inversión pública y privada que permite un mejor uso de los recursos, una disminución de las emisiones de carbono, de los residuos y de la contaminación, y la prevención de la pérdida de biodiversidad y del deterioro de los ecosistemas. Estas inversiones, a su vez, son posibles gracias al aumento de la demanda de productos y servicios que respetan el medio ambiente, a la innovación tecnológica y, muy a menudo, a las medidas fiscales y sectoriales correctoras adoptadas para garantizar que los precios reflejen correctamente los costes medioambientales”.
El empleo frente al desafío del desarrollo sostenible
Hoy en día, la cuestión del desempleo en Marruecos, como en otros países, es fundamental y es una prioridad para todos los responsables políticos.
En un año, entre junio de 2013 y junio de 2014, se perdieron 11.000 empleos en la industria y en el sector artesanal en Marruecos. El desempleo urbano ronda el 14%, el de los jóvenes supera el 19%, y el número total de desempleados es de más de 1,1 millones. Estos dos últimos años, estas cifras llegan incluso al 22% en la franja de entre 15 y 24 años.
La situación económica y social y estos miles de desempleados exigen soluciones inmediatas. Ya hay que pensar en nuevos modelos económicos pertinentes con la exigencia de crear empleo. La transición hacia una economía verde, eficiente en recursos y con bajas emisiones de carbono es una excelente oportunidad para reducir la tasa de desempleo.
– Economía circular y empleos verdes: las alternativas posibles
Los modelos de la economía circular, un concepto económico que se enmarca dentro del desarrollo sostenible y de la economía verde, ofrecen numerosas ventajas: creación de nuevos puestos de trabajo, reubicación de recursos, disminución de los residuos y mayor uso de las energías renovables.
A lo largo de la última década, se han creado entre tres y 4,2 millones de empleos verdes en Europa.
En la competencia mundial que existe hoy en día por lograr una economía verde, Marruecos tiene un potencial considerable ya que dispone de empresas líderes en el continente africano tanto en materia de energía, como de ingeniería ecológica, de tratamiento de aguas o de residuos, de economía circular y de eficiencia energética.
Por tanto, hay que identificar los empleos directamente relacionados con las actividades de la economía verde; analizar las evoluciones de los empleos por profesión; estudiar la evolución de las contrataciones y de la movilidad de puestos de trabajo; conocer las oportunidades de creación de actividades; presentar una oferta de formación que responda a la exigencia de aumentar las cualificaciones y de apoyo a las empresas ecológicas; comprender la relación entre el empleo y la formación en los trabajos de la economía verde y medir el impacto de esta nueva economía sobre el empleo.
Los trabajos verdes son empleos cuya finalidad y cuyas competencias sirven para medir, prevenir, dominar y corregir los efectos negativos y los daños al medio ambiente. Son trabajos cuya finalidad no es medioambiental, sino que incorporan nuevos “eslabones de competencias” para tener en cuenta de forma significativa y cuantificable el aspecto medioambiental en la actividad laboral.
También se considera que las especialidades necesarias para la gestión de residuos, el eco-diseño, la investigación sobre sustitutos de los productos químicos peligrosos y el desarrollo de formas de reciclaje innovadoras son ámbitos concretos que ofrecen cada vez más posibilidades de empleo.
En África se desarrolla la formación en agro-ecología como iniciación en las prácticas del compost, del mantillo y de la fitodepuración, y este regreso a la tierra y al respeto al medio ambiente es un vivero de empleos y una promesa de seguridad alimentaria.
Las mujeres no se quedan atrás y participan en buena medida; las mujeres que cultivan y que guardan las tierras recuperan las prácticas ancestrales e innovan. (Ver las 100 innovaciones verdes seleccionadas por la Agencia Francesa de Desarrollo, AFD, en África).
La aparición de nuevas formas de produción (menos recursos naturales, más reciclaje), de construcción (edificios que producen su propia energía), de trabajo (gestos ecológicos), de gestión de las empresas en su entorno y de venta (explicando al cliente el etiquetado medioambiental de los productos) son algunas vías verdes para lograr una economía positiva. Sin embargo, se observa en general una falta de personal con una cualificación específica que la economía verde necesita para desarrollarse.
– Formación y desarrollo de las competencias para el empleo verde y el desarrollo con bajas emisiones de CO2
Tal como ha subrayado Christiana Figueres, secretaria general de la Convención- Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), “las señales políticas fuertes son uno de los principales motores para el empleo verde, y las inversiones que crean empleo verde han sido más importantes en los países que han establecido unos objetivos políticos claros. No se trata solo de estudiar el cambio climático, sino también de entenderlo. Es fundamental incluirlo en los programas educativos, pero también debe formar parte del propio ADN del concepto de educación. No es simplemente otra clase a la que hay que asistir; se trata de entender cómo todo lo que estudiamos se ve afectado de forma transversal por el cambio climático. Se trata de entender la transformación para estar en disposición de influir en ella”.
No hay un modelo universal para la formación sobre la adaptación al cambio climático. El desafío es adaptar la formación a unas necesidades específicas. Otro es asegurarse de que se incluya a los jóvenes.
Hoy en día, la necesidad más urgente es consolidar una legislación y unas políticas adecuadas que fomenten los productos y los servicios verdes.
Es necesario elaborar estrategias y planteamientos a largo plazo para la educación sobre el cambio climático a fin de favorecer la transformación de la sociedad y del comportamiento a través de la educación formal e informal.
El uso de las tecnologías de la información y de la comunicación para promover, reforzar, hacer seguimiento y comunicar los datos sobre la educación en cambio climático son algunos de los medios sobre los que hay que incidir.
Es prioritario favorecer un desarrollo resiliente al cambio climático a través de las competencias y la formación para la adaptación otorgando autonomía a grupos estratégicos de movilización con el fin de luchar contra el cambio climático.
Ofrecer formación que fomente los conocimientos compartidos y la cooperación sobre las transferencias de las tecnologías verdes resulta eficaz.
Hay que impulsar la vía de la investigación y el desarrollo con convicción e invertir capital en ella.
En Marruecos, el Instituto de Investigación para la Energía Solar y las Nuevas Energías (IRESEN) ha destinado 22 millones de dirhams a la investigación y al desarrollo en el ámbito de las energías renovables y el tratamiento de aguas, a través de proyectos en los que participan empresas y universidades nacionales e internacionales. Varios expertos de la Agencia de Cooperación Internacional coreana, de la Universidad de Berkeley y de la Universidad Hamad Ibn Khalifa de Catar han compartido sus experiencias en el aumento de la cualificación y la transferencia de tecnología.
Colaboración públicoprivada
La economía circular permite cumplir el objetivo de pasar de un modelo de disminución de los efectos a un modelo de creación de valor positivo en los ámbitos social, económico y medioambiental. Este proceso exige que se revise toda la cadena de consumo.
En la economía circular participan los sectores de la manufactura o de la gestión de residuos, pero también los territorios. Es un proceso muy transversal en el que hay que integrar sobre todo a la población y a las empresas. Esto requiere tiempo, pero estas transformaciones son fundamentales. La transformación de la economía en una economía circular, social y solidaria sostenible se hará más o menos rápido, según el tamaño y la voluntad de las estructuras. Algunos sectores intervienen más, como el de la construcción, que vive unos importantes cambios, sobre todo a causa de las nuevas normativas térmicas para mantener la eficiencia energética.
Los desplazamientos también se ven afectados por el proceso de transición ecológica. Así, los actores económicos tienen que elaborar unos planes de desplazamiento menos contaminantes. Por otra parte, a los grandes grupos les resulta más fácil adaptarse a las nuevas normativas y establecer procesos de desarrollo sostenible. No obstante, muchas pymes y otras estructuras ya están a la vanguardia, y una alianza sectorial podría permitir una cooperación inteligente.
En Marruecos, MASEN (empresa privada con capital público) pone a disposición de las empresas, de las administraciones locales, de los poderes públicos y de la población en general sus conocimientos y su asesoramiento para permitirles progresar en su estrategia medioambiental. Además, ayuda a financiar proyectos, desde la investigación hasta la ejecución, y lo hace en los siguientes ámbitos: gestión de residuos, preservación del suelo, eficiencia energética, energías renovables, calidad del aire y lucha contra el ruido.
Cooperación internacional: un desafío mundial
El programa de infraestructuras en África requiere una estrategia regional dado que un gran número de sus economías tiene un PIB inferior a los 10.000 millones de dólares (31 países), hay países sin litoral (15 países) y sin ríos transfronterizos (60 cuencas) y un reparto desigual de los recursos naturales y de los centros de población.
África necesita producir cada año 7.000 MW de electricidad, pero solo ha instalado 1.000 MW a lo largo de los últimos años. Menos del 5% de las tierras agrícolas están irrigadas, se ha explotado menos del 10% del potencial hidroeléctrico y solo el 58% de los africanos tiene acceso a agua potable.
La cooperación Sur-Sur está en marcha. El fondo soberano de inversión Ithmar Capital tiene como objetivo apoyar las estrategias sectoriales nacionales y la inversión en todos los sectores productivos de Marruecos para dinamizar la inversión y reforzar la colaboración entre el sector público y el privado.
A través de Ithmar Capital, Marruecos y el Banco Mundial han firmado, al margen de la Cop 22, un memorándum de entendimiento para crear la primera plataforma de inversión verde en todo el continente, la Infraestructura de Crecimiento Verde para África (GGIF Africa).
Entre la Cop 21 y la Cop 22 se ha acelerado la búsqueda de vías verdes en la que participan numerosos actores: instituciones, empresas, asociaciones y autónomos.
En Marruecos y en otras partes, todo el mundo coincide en reconocer que el desarrollo sostenible y la economía verde serán los futuros motores de la creación de empleo.