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Coedición con Estudios de Política Exterior
El desarrollo de la Femip, al servicio de la UpM
Hay que poner en práctica proyectos económicos ambiciosos, promover iniciativas que faciliten los intercambios y crear las estructuras institucionales precisas.
Philippe de Fontaine Vive
Cataluña es la ilustración de nuestro Mediterráneo, de sus culturas y sus lenguas, de su historia y de su poder económico. Su corazón, Barcelona, con su exuberancia urbana, sus gustos deportivos que aúnan el orgullo “sangre y oro” y los éxitos de envergadura mundial, es una ciudad con una fuerte identidad, catalana, que ha sabido convertirse en un pulmón económico para España, en un centro de negocios europeo y en un polo mediterráneo. Su aglomeración ha sabido conjugar la fuerza industrial y la vitalidad de los servicios, el dinamismo empresarial y la colaboración entre el sector público y el privado.
Para la Unión por el Mediterráneo (UpM), Barcelona es un buen ejemplo de cómo, en determinados momentos de la Historia, todas las voluntades, energías y recursos pueden converger y tender hacia una nueva visión. Esta hermosa y gran metrópolis –y viniendo de un marsellés orgulloso de su origen, es un cumplido meditado y amistoso– puede servir de referente en las dos riberas de nuestro mar común. Esto hace que sea un lugar de acogida natural para el Secretariado de la UpM. Por consiguiente, para la Facilidad Euromediterránea de Inversión y Asociación (Femip, por sus siglas en francés), de la que el 80% de las actividades atañe precisamente a los objetivos de la UpM, Barcelona también es un lugar ineludible: ahí es donde se dibujan parte de los grandes proyectos de la ribera sur del Mediterráneo.
El peso de la Femip al servicio de la UpM
La UpM progresa gracias a unos proyectos concretos, lo que convierte a la Femip, en el seno del Banco Europeo de Inversiones (BEI), en uno de los instrumentos básicos de ejecución. La Femip se ha situado decididamente dentro de una lógica de acción para el Mediterráneo: el año pasado, invirtió 1.600 millones de euros en los países socios (Argelia, Egipto, Jordania, Líbano, Marruecos, Gaza/Cisjordania e Israel, Siria y Túnez), un récord desde su creación que espera superar en 2010. Más de dos tercios de esos proyectos han sido cofinanciados por otras instituciones internacionales o europeas.
Desde su fundación en 2002, el BEI ha doblado el volumen de su financiación anual para el Mediterráneo. Pero la Femip no actúa sólo como un banquero capaz de prestar con unas condiciones ventajosas en la región; también ofrece una creciente asistencia técnica y representa más de un centenar de operaciones de cerca de 100 millones de euros entre 2002 y 2009. Desempeña un papel de incubadora de ideas, con la financiación de estudios sectoriales al inicio de los proyectos de todas las temáticas de la UpM, y de conferencias y de talleres que contribuyen a construir y reforzar la cooperación entre las dos riberas del Mediterráneo. Además tiene la capacidad de prestar apoyo al Secretariado General de la UpM en Barcelona. Los éxitos de la Femip ayudan, por tanto, a cumplir los objetivos de la UpM.
En el transcurso de la reunión ministerial conjunta del Consejo del Ecofin y de la Femip, celebrada el 7 de octubre de 2008, el BEI recibió el encargo de actuar como fuente de financiación clave en cuatro iniciativas prioritarias aceptadas por los jefes de Estado y de gobierno en la cumbre de la UpM: la descontaminación del Mediterráneo, el Plan Solar Mediterráneo, el proyecto de las autopistas marítimas y terrestres y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas. En concreto, la Femip apoya la descontaminación del Mediterráneo, con la Comisión Europea y otros socios, y prepara en estos momentos unos proyectos relacionados con la iniciativa Horizonte 2020 que rondan los 1.200 millones de euros.
Junto con el banco alemán KfW y la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), la Femip trabaja también dentro del marco del mecanismo de cooperación para el Plan Solar: entre 2010 y 2015 se asignarán 5.000 millones de euros para proyectos relacionados con las energías renovables y con la eficiencia energética en el Mediterráneo. Con la ayuda del BEI, en la cuenca mediterránea se podrá desarrollar una potencia de 20 GW de energía renovable de aquí a 2020. En el sector de los transportes, la financiación de la Femip asciende a 2.300 millones de euros entre 2002 y 2009, y lleva aparejado el desarrollo de un importante fondo, Inframed, así como de un concepto de red de plataformas logísticas euromediterráneas, Logismed.
Finalmente, la Femip apoya la “Iniciativa Mediterránea para el Desarrollo Empresarial” (IMDE), cuyo objetivo es fomentar el desarrollo empresarial y fomentar un crecimiento económico viable y duradero en la cuenca mediterránea. Bajo los auspicios de su Fondo Fiduciario, la Femip ya ha financiado un estudio de viabilidad de la IMDE. Es más, ha puesto a disposición de las pymes cerca de 1.600 millones de euros, entre 2002 y 2009. La Femip, en colaboración con el Banco Mundial (BM) y los gobiernos egipcio, francés, jordano, libanés, marroquí y tunecino, también ha propiciado la apertura en Marsella del Centro Mediterráneo para la Integración (CMI). El CMI, a través de su acción de integración económica, desempeña un papel operativo de incubadora de ideas.
Esta capacidad de la Femip para atraer nuevos medios financieros adicionales y la asistencia técnica dirigida a favorecer los proyectos nacionales y regionales, combinada con los esfuerzos de coordinación entre sus socios, constituye un valor añadido sin igual que, según la orientación que dará pronto la Unión Europea (UE) a su acción exterior, todavía puede aumentar.
Límites del éxito: restricciones externas y financieras
Pero una mirada demasiado optimista no sería totalmente justa. El autor dramático madrileño José Echegaray –quien, hecho poco frecuente, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1904 conjuntamente con Mistral, un marsellés– escribió unas magníficas páginas sobre el mérito. Así, hizo que Ramsés dijera en Un milagro en Egipto: “He sentido que de mí venía todo el poder. Y cuando no pude cumplir por mí mismo el objeto de mis oraciones, mis oraciones fueron vanas”, y que Ameni le contestara: “Es que no eran, sin duda, dignas de cumplirse”. Para algunos, con la UpM sucede algo parecido, ya que desde el inicio del Proceso de Barcelona en 1995 y el inicio del diálogo euromediterráneo, hemos oído de todo sobre el futuro poder de este bloque, sobre la importante cooperación y el desarrollo económico que se perfilaban.
Así, y a pesar de nuestros logros, estamos lejos de haber hecho realidad nuestras oraciones, por varias razones. La principal, porque cuando a los procesos diplomáticos y a las negociaciones en Oriente Próximo les cuesta progresar, los esfuerzos de cooperación se debilitan. Otras razones que se escuchan con frecuencia son: que algunos socios son prudentes frente a otras prioridades de la UE y se preguntan cómo compaginar las necesidades en el Mediterráneo con las también enormes carencias del este y el sudeste de Europa; o que las necesidades de financiación son demasiado importantes para el Mediterráneo, especialmente para desarrollar productos financieros con vencimiento a largo plazo y los préstamos a las pymes; o bien, la dificultad para poner en práctica la cooperación regional.
Los pesimistas y los que se oponen al Partenariado euromediterráneo concluyen que, finalmente, es posible que no todas nuestras ideas merezcan realizarse. Es cierto que el hecho de que hoy Europa sólo dirija cerca del 2% de sus inversiones al Mediterráneo es inaceptable. Y tampoco es admisible que se dude de cuáles son las actividades prioritarias para crear más de 22 millones de nuevos puestos de trabajo en el conjunto de los países mediterráneos de aquí a 2030, apenas suficiente, para mantener invariable el índice de desempleo con respecto al crecimiento demográfico. Pero nada más lejos de la verdad que declarar que las grandes ideas de la UpM y los proyectos de la Femip y de sus socios no llegarán a buen puerto.
La verdad es justamente lo contrario: como el proceso de paz en Palestina progresa con dificultades, hay que avanzar de otra manera y en paralelo, mediante unos proyectos económicos ambiciosos que abran nuevos mercados y generen innovaciones; como la UE se enfrenta a un contexto económico, presupuestario y financiero difícil desde 2008, hay que avanzar juntos en las iniciativas que puedan facilitar los intercambios; como falta financiación a largo plazo en el Mediterráneo y las iniciativas carecen a veces de coordinación, resulta crucial que nos atrevamos a crear las estructuras institucionales que sean precisas.
Para unas nuevas ambiciones: visión y futuras prioridades
Una de las claves del futuro éxito de la UpM consistirá en seguir avanzando mediante unos proyectos concretos para que no podamos decir de ella lo que Léon Say dijo de sí mismo con cierto humor cuando ingresó en la Academia francesa: “Caballeros, nunca he hecho nada más que discursos”. Por supuesto que no podemos movilizarnos eficazmente para unos proyectos sin tener los medios para ello. Las sumas que hay que reunir en cada uno de los cuatro ámbitos de prioridad de la UpM son importantes y es evidente que éstos tienen que permanecer en el centro de nuestra acción.
En ningún caso hay que dejar de financiarlos para satisfacer nuevas necesidades: para ello se necesitarán recursos adicionales. Pero resulta primordial entender que la cuestión fundamental, la que precisa valentía y visión de futuro, es la de las finalidades de la UpM. El tema de la financiación constituye una limitación muy real, pero depende de los medios. Con una visión fuerte y consensuada para la UpM, resultará más fácil movilizar los recursos adicionales. Para avanzar en esta visión, podemos mencionar varias ideas concretas, por orden creciente de importancia. Las primeras se desprenden especialmente de unos estudios que financia el Fondo Fiduciario de la Femip, que es la verdadera “incubadora de ideas para el Mediterráneo”: en primer lugar, la microfinanciación, cuyo potencial económico y social todavía sin explotar ha quedado demostrado en un estudio; a continuación, las remesas de dinero de los trabajadores extranjeros, que son una fuente importante y estable de financiación para los países de la cuenca mediterránea.
El BEI podría desarrollar sus ayudas en estos dos ámbitos para garantizar el desarrollo de sectores financieros inclusivos. A continuación, podemos mencionar cinco ejes estratégicos para la UpM propuestos en la inauguración del Secretariado de Barcelona: cooperación energética, seguridad alimentaria, cultura, temas comerciales e investigación. Puede que, junto con el ámbito energético, la financiación de la investigación y la innovación sea el elemento más prometedor: si la Femip proporciona sobre todo préstamos, que no son necesariamente la principal herramienta de ayuda a I+D, se podría contemplar alguna financiación duradera, por ejemplo para desarrollar parques tecnológicos o centros de investigación universitarios. Para lograrlo, es aconsejable trabajar con otros socios, en primer lugar con el BM.
El CMI de Marsella también podría usarse como centro de reflexión e integración en los temas de innovación, que ya son de su competencia. En cuanto a las prioridades culturales, nada impide reflexionar sobre unos vínculos reforzados entre las actividades de la Femip y las prioridades de trabajo del Consejo Cultural de la UpM, presidido por Renaud Muselier y que cuenta con el asesoramiento de eminentes personalidades que van desde Syhem Belkhodja hasta André Azulay, pasando por Elie Assaf o Ismail Serageldin. Los proyectos de desarrollo y de acceso a Internet podrían convertirse en ejes importantes de actividad. Finalmente, hay que mencionar dos ámbitos transversales cruciales para la futura prosperidad del Mediterráneo. El primero está relacionado con el empleo de los jóvenes.
El desempleo, cuya magnitud varía en los países mediterráneos, se encuentra siempre por encima de las medias nacionales, como señala habitualmente el PNUD. Sabemos que para que disminuya son necesarios unos índices elevados de crecimiento duradero y la desocupación de los jóvenes es un desafío a largo plazo para el crecimiento y la estabilidad. Los jóvenes constituyen la mayor reserva de dinamismo en el Mediterráneo. Mediante el reforzamiento de la formación y de la educación, pero también mediante el desarrollo de oportunidades de empleo, se puede afrontar el desafío de aumentar su índice de empleo. La Femip puede, junto con otras instituciones internacionales, fomentar la creación de unas estructuras ambiciosas para promocionar a las pymes, que son la primera fuente de empleo de los jóvenes.
La iniciativa IMDE, que se apoya en el dinamismo de la Cámara de Comercio de Milán, podría ser una herramienta para conseguirlas. Es más, los préstamos del BEI, junto con la Comisión, la AFD o el KfW, permiten un aumento significativo de las inversiones en la región, que son una fuente duradera de creación de empleos. El secretario general de la UpM, Ahmad Masa’deh, mencionó el segundo ámbito, también crucial, en su toma de posesión del cargo: al prometer que “trabajaría en pos del crecimiento y de la seguridad de la región”, tocó uno de los puntos clave del Partenariado euromediterráneo. La seguridad, elemento indispensable de las construcciones políticas y económicas, garantiza el éxito de la cooperación.
Hoy, como dijo el presidente Nicolas Sarkozy ante unos estudiantes tunecinos en abril de 2008 en una conferencia sobre la UpM, “la barbarie hace que se cierna sobre cada uno de nosotros una amenaza mortal, la civilización es un combate”. Desde esta perspectiva, el acercamiento entre las dos orillas del Mediterráneo también supone el retroceso de los extremismos. Esto atañe no sólo a la rápida necesidad de un acuerdo de paz entre Israel y la Autoridad Palestina, sino también, una vez más, a la seguridad por medio de proyectos concretos de la UpM.
En lo que se refiere a las infraestructuras de transporte que ayudan a comunicar las riberas del Mediterráneo, podría ser útil incluir una dimensión de lucha contra los tráficos ilegales y, junto con otras instituciones internacionales, ayudar a reducir los riesgos correspondientes para nuestros conciudadanos. Pero más sencillamente, mediante todos los logros que mejoran el día a día de los ciudadanos, que apoyan los derechos humanos, que destacan el valor de los gobiernos socios y que demuestran que el progreso vale para todos, la Femip y sus socios pueden contribuir a este acercamiento, a la paz y a la estabilidad.
Conclusión
El éxito de estas iniciativas no dependerá sólo de las decisiones políticas y financieras. Las grandes ideas alcanzan todo su potencial cuando la sociedad civil hace suyos los proyectos comunes. Aunque a veces sólo sea incipiente, puede contribuir a la realización de grandes proyectos sociales y a dibujar la visión del Partenariado euromediterráneo. Por tanto, para que se oigan nuestras oraciones, aludiendo a Echegaray, tendremos que trazar juntos la vía de un diálogo reforzado. Para la Femip quiere decir que hay que instalarse y trabajar lo más cerca posible de los pueblos.
Por tanto, a aquellos que piensan que el proyecto mediterráneo “hace aguas” o que está “estancado”, dependiendo de que en sus metáforas se sientan más cerca del mar o de la tierra, atrevámonos a decirles que están equivocados y que dan muestras de una cierta falta de visión histórica. El proceso ha sufrido bloqueos, retrasos y oposiciones, es verdad. Pero, ¿existe alguna gran construcción que haya progresado sin ambages, sin equivocaciones y sin fracasos? El paso largo de la Historia es el que recorre grandes distancias. El Partenariado euromediterráneo seguirá avanzando y tomando decisiones difíciles entre las numerosas y complejas prioridades que acabamos de describir.
Para acompañar a la UpM, también en Barcelona, la Femip responde presente. Más aún, la Femip está dispuesta a adaptar sus propios mecanismos institucionales con la finalidad de mejorar nuevamente su acción por el Mediterráneo y avanzar hacia una cooperación Norte-Sur más equilibrada.