Existe un desequilibrio bien conocido entre la formación académica de las mujeres y su presencia en el mundo empresarial como emprendedoras. En general, las mujeres emprendedoras consideran que tienen las suficientes habilidades para sacar adelante su propia empresa, pero suelen presentar carencias en el acceso al capital y el soporte financiero. En este sentido, es muy importante cultivar las relaciones que permiten el trabajo en red, que muchas veces no se cuidan porque se priorizan otro tipo de relaciones, como las familiares. Sin embargo, la pertenencia a las asociaciones de emprendeduría de mujeres permite interactuar y conocer las dificultades y oportunidades del sector o el territorio empresarial, aprender otras prácticas, estar al corriente de las novedades y fortalecer la red de clientes, proveedores, socios, etc. Se trata, por tanto, de una herramienta clave para que las mujeres empresarias se enriquezcan tanto en el ámbito personal como laboral y profesional.
Las mujeres jóvenes mediterráneas del norte de África y Oriente Medio, la región MENA, cuando proceden de un entorno familiar con un «estatus socio económico alto», tienen una formación académica envidiable, cursan estudios en las mejores universidades europeas o americanas y hablan, aparte de sus lenguas maternas, otras dos lenguas extranjeras con maestría, lo que las sitúa en un nivel muy competitivo para cualquier entorno laboral. Ahora bien, seguimos sin avanzar en el ámbito socio cultural, pues la mayor parte de esa mochila de conocimientos se estanca cuando esas mujeres alcanzan la edad de comprometer su vida personal en una vida familiar. Las desigualdades por razón de género suponen unas pérdidas de 575 billones de dólares anuales por la falta de participación de las mujeres en el mercado laboral. En Europa, tras las regulaciones globales de varias directivas europeas en estos últimos quince años, a las que hay que sumar las regulaciones nacionales para favorecer las prácticas de contratación femenina y mejorar el posicionamiento de las mujeres en puestos de decisión económica, el avance comienza a verse reflejado en las grandes compañías y corporaciones, donde las desigualdades por razón de género empiezan a reducirse.
El emprendimiento como liderazgo económico y social
Muchas de las acciones llevadas a cabo en toda la zona euromediterránea se basan en la promoción de la emprendeduría, para contrarrestar la desigualdad de más de un 60% en la región MENA de la actividad empresarial liderada por hombres con respecto a las mujeres.
Ahora bien, emprender un nuevo negocio, una empresa o una actividad por cuenta propia siempre ha tenido sus dificultades. En este sentido, las mujeres emprendedoras tienden a considerar que tienen las suficientes habilidades para llevar adelante la empresa, pero sus carencias principales son el acceso al capital y la falta de soporte financiero.
El trabajo en red: la clave
La pujanza económica y el éxito empresarial se deben, muchas veces, a una buena cadena de relaciones y, sobre todo, a una interacción inteligente de esas relaciones. Las mujeres no suelen considerar que esta parte de la vida social que alimenta las relaciones de valor es una parte clave en sus empresas o actividades profesionales y/o laborales. Se dan muchas razones para no cuidar esas relaciones, de manera que, a veces, llega un momento en el que ya no queda espacio para la vida interrelacional, lo cual es un gran error en el entorno socio económico en el que estamos inmersos.
La pertenencia a diversas cadenas de valores (asociaciones empresariales del sector o el territorio, cámaras de comercio, clubs empresariales) parece que, tradicionalmente, está ligada mayoritariamente al género masculino. Por eso mismo, no hay que dejar de lado las organizaciones de emprendeduría de mujeres, que favorecen la interacción empresarial y aportan conocimientos e información de las últimas novedades socio económicas. Tampoco debemos olvidar que lo más relevante son las interacciones entre las participantes, que permiten interactuar y conocer de primera mano las dificultades y oportunidades que el sector o el territorio atraviesan. Estas interrelaciones no son ni familiares, ni laborales, ni amistosas, pero sí son un nicho de presentes y futuros contactos con respecto a los proveedores, clientes, socios, colaboradores directos o indirectos; y constituyen, así, un elemento clave en la actividad económica del día a día que, sin duda, en el momento menos esperado pueden ser la oportunidad y solución al desarrollo de la actividad económica de la empresa, sin importar el tamaño de esta.
AFAEMME, la Asociación de Federaciones y Asociaciones de Empresarias del Mediterráneo, que ya cuenta con sesenta y tres organizaciones de veintitrés países euromediterráneos en tres continentes, surgió hace veinte años y tiene su sede en Barcelona. Nacimos con ese espíritu de interactuar, conocer e intercambiar nuestras mejores prácticas empresariales a nivel nacional e internacional, ya que esa combinación de culturas, medios y formas de hacer no solo nos enriquece a nosotras personalmente y a nuestro entorno laboral, sino que crea ligámenes a través de las experiencias compartidas en distintos proyectos, foros o debates en los que vamos participando y que permanecen en el tiempo, abriéndonos un abanico continuo y gratificante de oportunidades relacionales.
Abanderando la igualdad de género
Las necesidades y los retos en los diversos entornos de la región MENA son distintos, pero, sin lugar a dudas, la mayoría de los gobiernos son conscientes de que abanderar medidas que fomenten la inclusión y el empoderamiento de las mujeres en el entorno laboral y económico, así como dar visibilidad a esas medidas, los convierten en gobiernos más integradores, creíbles, fuertes y avanzados, lo cual beneficia a nuestras sociedades euromediterráneas en su conjunto, para que puedan ser más inclusivas y prósperas.