El movimiento del feminismo islámico en Marruecos: nuevos caminos hacia una deconstrucción del arcaísmo de las representaciones socioculturales

Aicha Barkaoui

Profesora e investigadora, FLSH-Ain Chock, Universidad Hassan ii, Casablanca.

Wafaa Ziti

Docteure en littérature, FLSH-Ain Chock, Université Hassan ii, Casablanca.

El feminismo musulmán lleva muchos años combatiendo contra la opresión sexista en una lucha que, en muchos casos, como el de Marruecos, nació en un contexto colonizador, en el seno de los movimientos nacionalistas y reivindicativos de la primera mitad del siglo xx. Desde entonces, podemos apreciar claramente en ese feminismo una corriente más específica de feminismo islámico, basado en una justificación de la religión que deconstruye la exégesis patriarcal. Ello supone una relectura de los textos sagrados con vistas a la profunda renovación del pensamiento musulmán a partir del género como instrumento de análisis. Alentado por figuras tan importantes como Fatema Mernissi o Aïcha Belaarbi, el feminismo islámico reivindica la necesidad de contemplar el islam dejando a un lado la discriminación de sexos, lo cual resulta tan beneficioso para las mujeres como para los hombres, unas y otros atrapados en las injusticias y los estereotipos instaurados en la sociedad actual.


Con el fin de poner en valor el lugar de las mujeres en la sociedad, las feministas musulmanas siguen combatiendo contra toda opresión sexista, racista e islamófoba, en un esfuerzo por mostrar que el feminismo y el islam no son incompatibles. Ciertamente, en los países del Magreb, los movimientos feministas organizados, muy estrechamente ligados a los movimientos nacionalistas, se gestaron en un contexto de colonización (1920-1940), y enseguida se posicionaron en favor de la emancipación de las mujeres y la promoción de la igualdad de sexos, a partir de la denuncia y el rechazo, como un alegato y una fuerza que se propuso, desde el principio, romper los tabúes, especialmente con respecto a los derechos civiles, socioeconómicos y políticos (1980-2000). En Marruecos, los movimientos feministas seculares y conservadores se apoyaron en un referente religioso que preconizaba la Ijtihad, lo cual abocó al establecimiento de la Mudawana (2004)1 y la nueva constitución (2011), pero estos textos legales coexisten con una desigualdad sacralizada en nombre del islam.

A partir de los años ochenta, el concepto del llamado feminismo islámico, concebido por un grupo de académicas, surge, en primer lugar, en Irán, y se compromete a contemplar una relectura de los textos religiosos para llegar a una mayor comprensión y una mejor aplicación de dichos textos, siempre teniendo en cuenta el contexto sociopolítico. Este feminismo islámico aboga por una igualdad de sexos condicionada por una justificación de la religión que deconstruye toda exégesis patriarcal.

En Marruecos, observamos la existencia de un feminismo secular, islamista e islámico a la vez: el primero aboga por una igualdad de sexos basada en el referente universal de los derechos humano articulado con las referencias religiosas, mientras que el segundo se inscribe, más bien, en una concepción complementaria de los sexos a partir de las referencias religiosas. En cuanto al feminismo islámico, podemos decir que ha ganado visibilidad en estos últimos años, defendiendo la emancipación de las mujeres a partir de una relectura de los textos religiosos. Si la lucha y el camino para llegar a la igualdad de sexos son largos, también lo son los medios y los discursos que nos permiten llegar.

El islam, en cuanto que religión, orienta la vida de los musulmanes y las musulmanas, «organiza la comunidad sobre los fundamentos de la igualdad, la justicia y la dignidad».2 Sin embargo, también abarca una enorme cantidad de lecturas, enfoques e interpretaciones, con diversas maneras de comprender los textos del islam. En este sentido, cabe preguntarse si una relectura femenina del islam, hoy más que ayer, puede tener la oportunidad de erigirse en punto de partida de una verdadera y profunda renovación del pensamiento musulmán.

Hoy en día, el llamado feminismo islámico, que fue objeto de nuestro estudio en el marco de una tesis doctoral, intenta desarrollar un movimiento fundamental sobre la cuestión de las mujeres en el islam, basado en la comprensión y en respuesta a los desafíos de la época para definir una visión de las posibles reformas para mejorar y cambiar las sociedades. Este feminismo admite un discurso constructivo y rechaza el discurso defensivo o apologético,3 siempre consciente de las interferencias entre religión y política, que son un modo de controlar la vida e imponer límites a las mujeres, lo cual engendra frustraciones tanto para estas como para los hombres en el terreno religioso.

En Marruecos, este movimiento feminista recoge los escritos de Fatema Mernissi,4 que datan de los años ochenta, así como una serie de hechos, acciones y actitudes procedentes de hombres y mujeres en favor de la igualdad entre ambos en materia legal. Estas mujeres intelectuales, comprometidas ainstancias de Asmaa Lamrabet,5 Aicha Belaarbi6 y otras militantes7 repartidas por todo el país, tomaron partido por un cambio social que debía comenzar por cercar las grietas del discurso religioso, múltiple y variado, sobre las mujeres musulmanas. Los trabajos de estas feministas islámicas pueden hacer que surjan conflictos, dudas, inestabilidad e inquietudes a la hora de afrontar las posibles maneras de comprender las diferencias entre hombres y mujeres, las polaridades entre lo femenino y lo masculino, las jerarquías sociales, las identidades fijas y los hechos naturales; de ahí la necesidad de apoyarse en los estudios de género,8 que nos permiten reconsiderar las categorías hombre-mujer, las cuales pueden parecen inmutables y ajenas a la historia.

Este feminismo emplea el sistema de pensamiento de deconstrucción y subversión para revisar las relaciones sociales de sexo en la lectura patriarcal mediante el género como herramienta de análisis. En este sentido, la investigación científica y académica en el seno de las universidades marroquíes se ha inscrito en esta dinámica, instaurando una serie de estudios sobre género en másteres y formaciones doctorales asociadas a diversos departamentos y disciplinas, como la sociología, el derecho, o la economía, entre otros, para promover las relaciones sociales de sexo.

Nuestro trabajo de investigación ha podido demostrar que, en Marruecos, la militancia en femenino es plural, y se reparte entre intelectuales, universitarias y activistas; e incluso podemos encontrar a mujeres, de tendencias tanto laicas como islámicas, que quieren desvincularse de la religión, a imagen y semejanza del feminismo hegemónico occidental; y todas ellas se inscriben en el marco de la defensa por los derechos de las mujeres desde dos culturas distintas.

Las militantes de tendencia islámica reconocen la riqueza de la religión como una liberación salvadora y destacan por las diversas expresiones de resistencia de las mujeres que se expresan y practican el islam en la vida cotidiana marroquí. Todas sus reivindicaciones se asientan sobre los principios y valores del islam, y consideran que la problemática de la renovación en el terreno cognitivo religioso es importante, con lo cual se inscriben, mediante una subversión y un acto de trascendencia, en las profundidades del sistema religioso musulmán. Esta forma de militancia que llamamos «feminismo islámico» se inició de manera bastante restringida, pero no tardó en ganar terreno para cristalizarse como un movimiento con sus características, necesidades y objetivos propios. Según nuestro análisis cuantitativo a partir de un cuestionario sobre una muestra de 302 personas9 pertenecientes a la población marroquí residente en Casablanca, una primera constatación se abre camino, mostrando un déficit inquietante de conocimientos religiosos en las generaciones más jóvenes, lo cual supone una creciente incapacidad de apropiarse del patrimonio cultural, científico, teológico, político y de la civilización. Para los actores sociales, nuestro cuestionario constituyó una oportunidad de adquirir los conocimientos necesarios para comprender el mundo en que viven, y que este conocimiento pudiera ayudarlos, de algún modo, a distanciarse de los discursos identitarios para respetar, así, las conciencias y el afán educativo por una ciudadanía basada en el respeto a los demás. En este sentido, se trata de una ocasión para paliar el desconocimiento de la religión, considerada como una parte del patrimonio de la humanidad, pero a partir de una deconstrucción de los discursos tradicionales, una disociación entre saber y creencia. Esto conlleva un desplazamiento de significados susceptible de desestabilizar a la mayoría, sobre todo a los jóvenes en busca de una identidad que les permita recuperar sus destrezas, su modo de estar en el mundo, y que contenga fe, amor, paz del alma en armonía con el cuerpo, todo eso que se perdió con el imperialismo, el modernismo y el universalismo hostigados por el control y el poder. Si la búsqueda de argumentos, respuestas y soluciones en los referentes religiosos y culturales se reafirmó en la muestra de nuestro estudio, es interesante señalar el efecto de la pasividad por parte de los hombres, que consideran que la cuestión de los derechos de las mujeres en el islam no les concierne en primera instancia.

Es cierto que esos hombres definen el feminismo como un movimiento que defiende los derechos de las mujeres, pero no admiten que ese mismo feminismo tenga la voluntad de deconstruir todas las representaciones estereotipadas de las mujeres, o del cuerpo de las mujeres, representaciones que han sido creadas y vehiculadas por una sociedad patriarcal y siempre han dominado los modelos de la sociedad, la religión y la política hasta hoy en día. Algunos de esos hombres, incluso, distan mucho de aceptar un feminismo islámico cuyo fin sea reapropiarse de los textos con un enfoque femenino, para restituirles lo que la esencia del islam ha defendido siempre en cuestión de dignidad, justicia, derecho e igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, basta confrontar a los sujetos con realidades sociales alejadas de sus esquemas cognitivos para tomar conciencia de las desigualdades y discriminaciones basadas en el género.

Por otra parte, además de esgrimir discursos del islam que han glorificado a las mujeres, hay que acercar a los hombres a los hechos y a la vida cotidiana para que deduzcan por ellos mismos que las mujeres aún están muy lejos de haber adquirido sus derechos legítimos. Ellas son las más afectadas por toda clase de discriminaciones, ya sea en el ámbito privado o en público.

Nuestra muestra refleja una microrrealidad que servirá de base con vistas a una aceleración de la reforma religiosa, esta vez con un trabajo de grupo entre hombres y mujeres especializados en diversos temas. Las mujeres sabrán señalar las diversas lagunas que no se han considerado hasta ahora porque, pese a ser ellas las personas afectadas, estaban ausentes en el momento de la toma de decisiones.

El principio de la unicidad de Dios, Tawhid, presente en todas las tradiciones religiosas y cuyo significado es «no hay más Dios que Dios», nos empuja a reflexionar en torno a la existencia de una sola superioridad divina, así como al hecho de que toda forma de dominación que pudiera instaurar una relación de dominado/dominante no podría surgir, esencialmente, de esta fuente coránica, islámica y divina. Este concepto coránico impone la igualdad entre seres humanos con respecto a sus derechos y deberes; y para que esa igualdad pueda realizarse, debe activarse un sistema que contenga, a la vez, humanismo, razón y ciencia.

El feminismo islámico se ha desarrollado en mitad de esa oleada de desorientación mencionada más arriba. Para las feministas islámicas, el objetivo principal pasa por deconstruir la relación de dominación estructural de los hombres sobre las mujeres; y es que el fin de esa dominación supondrá tantas ventajas para los primeros como para las segundas, puesto que las mujeres siempre se han visto tratadas como inferiores, pero los hombres, por su parte, siempre se han visto muy masculinizados y virilizados.

Los hombres están encerrados, igual que las mujeres, en el yugo de una norma general en detrimento de su propia subjetividad: las feminizaciones y las masculinizaciones. Este yugo crea injusticias que afectan tanto a los hombres como a las mujeres. Así, el feminismo islámico propone una lectura del Corán a partir de una visión igualitaria, pero, para cambiar las tradiciones, mentalidades y supersticiones, hay que imponer esas lecturas y estar dispuestos a trabajar en los cambios, adoptando los conceptos de subversión y deconstrucción para proponer un programa adecuado y tener verdaderas hojas de ruta.

En el contexto marroquí, las intelectuales musulmanas adoptan un enfoque feminista que demanda un conjunto de estrategias, a saber, la adopción de un enfoque lingüístico, la crítica de los relatos procedentes de las circunstancias de la revelación de versículos y la propuesta de una lectura contextual que exige considerar el cambio del contexto económico y social de la época contemporánea. Todo ello ayudará a atajar los debates fútiles para centrarse en los verdaderos problemas sociales.

A partir de ahí, podemos deducir que este movimiento feminista, al querer romper las barreras instauradas por el patriarcado, el poder y la dominación masculina, nos lleva a un trabajo de reflexión, activismo y militancia, ya que moviliza, a la vez, los ámbitos universitario y asociativo a través de la herramienta del género como categoría de análisis, que es transversal y se adapta a todos los terrenos de la investigación.

Bibliografía

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