Para promover eficazmente la paz, hay que abordar las distorsiones de los medios de comunicación

Sawsan Gabra Ayoub Khalil

Center for Intercultural Dialogue and Translation

Cornelis Hulsman

Center for Intercultural Dialogue and Translation; redactor jefe de Arab-West Report

El Center for Intercultural Dialogue and Translation (CIDT) trata, desde su sede en El Cairo, de construir puentes de entendimiento entre el mundo árabe y occidental a través del análisis de las informaciones en la prensa de ambas orillas. A continuación, conoceremos ejemplos concretos de situaciones que la prensa ha contribuido a agravar. Frente a ello, como dicen los autores, todos tenemos un papel. Debemos informarnos, ser escépticos y no aceptar nunca el lenguaje ofensivo como muestra de la libertad de expresión.   


Los medios de comunicación son un arma de doble filo. Pueden desempeñar un papel uniendo a personas de diferentes culturas y religiones, pero también profundizando divisiones, reforzando estereotipos, amplificando falsas acusaciones y ofensas, incitando a conductas racistas y extremistas, y socavando los esfuerzos para acrecentar la tolerancia y la paz. Agravan tensiones, separan comunidades y naciones, hacen creer a la gente que existe un choque de civilizaciones, e incluso preparan el camino a la violencia, tal como veremos a continuación con algunos ejemplos proporcionados por el Center for Intercultural Dialogue and Translation, con sede en El Cairo.

Con demasiada frecuencia oímos decir que deberíamos hacer caso omiso de tales distorsiones de los medios y no prestarles atención alguna. Pero eso sería esconder la cabeza como el avestruz. Las distorsiones de los medios de comunicación no son inocuas, y aunque sus efectos iniciales sean pequeños no debemos darles la oportunidad de crecer, haciendo creer a la gente en una división entre buenos y malos que luego pueda crear de hecho un choque de civilizaciones. Debemos evitar dar lugar a una predicción que lleve aparejada su propio cumplimiento, abordando el problema adecuadamente en una fase temprana.

Los tres ejemplos que daremos aquí son:

  1. Noticias que hacen creer a la opinión pública que los musulmanes atacan a los cristianos, creando autocompasión cristiana y cólera musulmana al utilizar rumores y acusaciones no investigados, y prescindir de contextos sociales, culturales e históricos.[1]
  2. Periodismo occidental tendencioso que engendra y agrava un clima envenenado entre musulmanes y cristianos en al-Kushh, una aldea del Alto Egipto donde un pequeño conflicto desembocó en una matanza que atrajo la atención internacional, haciendo creer a la opinión pública que los musulmanes atacaban a los cristianos.
  3. Uso de los medios de comunicación con el objetivo deliberado de crear tensiones para lograr otros beneficios; por ejemplo, el uso por parte de los Hermanos Musulmanes de los sentimientos religiosos para echar a un candidato cristiano en las elecciones parlamentarias.[2]

Autocompasión cristiana y cólera musulmana

El problema de los medios de comunicación occidentales, a menudo pequeñas sucursales cristianas, es su absorción acrítica de historias proporcionadas por cristianos individuales sobre persecución, sin darse cuenta o sin querer reconocer que dichas historias pueden estar motivadas por otros objetivos como el deseo de emigrar, solicitar el apoyo financiero occidental o ejercer presión política sobre las autoridades egipcias, creyendo que ello puede ayudar a alcanzar sus objetivos. Tales historias, asimismo, suelen reflejar profundos sentimientos antimusulmanes preexistentes y reforzar dichos sentimientos. La mayoría de historias sobre musulmanes que obligan a muchachas cristianas a convertirse al islam encajan en esta categoría, y crean un efecto bumerán, respuestas airadas por parte de los musulmanes que podrían reflejarse fácilmente en sus relaciones con otros cristianos que no tienen nada que ver con este tipo de información. Las afirmaciones falsas o exageradas son peligrosas debido a que desensibilizan a la gente frente a los verdaderos motivos de preocupación, como los informes de Watani sobre algunos cristianos que no pueden obtener un carné de identidad cristiano, o sobre lugareños musulmanes que tratan de echar a los ocupantes cristianos de unas tierras que antes habían sido pantanosas y que ellos llevaban años cultivando.[3]

Periodismo occidental tendencioso

El periodismo occidental tendencioso desempeñó un importante papel a la hora de separar a musulmanes y cristianos en al-Kushh. En 1998 el juego y el alcohol dieron como resultado la muerte de dos aldeanos cristianos, a la que siguió una investigación policial con los drásticos métodos de interrogatorio que suelen emplearse al tratar con clases sociales bajas. El Sunday Telegraph y algunos otros medios de comunicación occidentales no sólo criticaron esos métodos de interrogatorio, sino que hicieron afirmaciones emotivamente tendenciosas. Ello se tradujo en una serie de respuestas airadas por parte de los medios egipcios, haciendo creer a su opinión pública que los medios occidentales atacaban a los musulmanes y que los coptos contaban historias falsas que convenían a sus propósitos. En al-Kushh, dichas historias crearon un clima que causó nuevas tensiones sectarias, las cuales derivaron en la muerte de veinte cristianos y un musulmán en enero de 2000. La información sobre al-Kushh también tuvo importantes consecuencias fuera de Egipto, haciendo creer a un amplio porcentaje de la opinión pública occidental que ese era un ejemplo de los ataques de los musulmanes a los cristianos, simplificando así una cuestión compleja y reforzando los prejuicios de Occidente contra el islam.

Tensiones creadas deliberadamente

En octubre de 2005, Egipto presenció otro conflicto sectario generado por los medios de comunicación en Muharram Bik, Alejandría. Dos años antes, los cristianos habían hecho un vídeo-CD de una obra teatral eclesiástica en la que se advertía a los cristianos de que no se convirtieran al islam haciendo una caricatura de este último. El CD había tenido sólo una circulación muy limitada, principalmente en la iglesia local, y no había provocado ningún problema sectario. Pero en la campaña electoral para obtener un escaño parlamentario correspondiente a un barrio de Alejandría, algunas personas —en general se cree que eran partidarios de los Hermanos Musulmanes— descubrieron el CD y lo consideraron un medio útil para crear sentimientos contrarios al candidato cristiano. Se envió una copia del CD a al-Usbu y al-Maydan, pequeños medios impresos egipcios, lo que se tradujo en sendos artículos que, en combinación con la deliberada distribución del CD en todo el barrio, desencadenaron una serie de disturbios anticristianos que produjeron sustanciales daños materiales y el temor entre los cristianos del lugar. De nuevo esas tensiones fueron tema de información internacional, y prepararon el terreno para un ataque a tres iglesias cristianas en abril de 2006, en las que un cristiano resultó muerto. Egipto volvió a ser objeto una gran atención negativa por parte de los medios de comunicación.

¿Qué habrían de creer los lectores tanto de Egipto como de Occidente, que no conocen lo entresijos de tales historias? Obviamente, los musulmanes egipcios creen que Occidente está subrayando de manera deliberada esos incidentes debido a que así alimenta los prejuicios contra el islam y contra los musulmanes; los cristianos egipcios creen que son atacados, y los occidentales suelen creer que islam y violencia están interrelacionados. Esas imágenes distorsionadas no tienen en cuenta que en los dos últimos siglos los derechos de los cristianos egipcios se han visto mejorados en gran medida, pasando de la minoría protegida a la plena ciudadanía y la igualdad con los egipcios musulmanes pese a la oposición que sin duda existe en determinados círculos de la sociedad. Asimismo, las imágenes distorsionadas no reflejan el hecho de que musulmanes y cristianos lucharon juntos contra el colonialismo británico y contra la ocupación israelí del Sinaí, y de que en la vida cotidiana conviven perfectamente. Los incidentes mencionados son terribles y hay que abordarlos adecuadamente; pero no deben presentarse como la norma: eso sólo conduce a agravar los efectos negativos que ya han tenido.

 Resulta obvio, a partir de los ejemplos que hemos encontrado, que las tensiones sectarias están alimentadas en considerable medida por una información de los medios de mala calidad y de carácter sensacionalista, que subraya las tensiones sin proporcionar un contexto, exagera los problemas, y a menudo cita declaraciones airadas y emotivas de personas anónimas que no pueden ser contrastadas con los hechos. Pero ¿realmente a esos reporteros y activistas les importa la verdad? ¿No se protegen al citar a otros, ocultando convenientemente sus propias opiniones tras las palabras de otras personas? Si realmente les importara, tratarían de profundizar más y de encontrar una realidad más compleja que la información que estaban dando. Las historias sobre discriminación y persecución refuerzan el sentimiento de muchos cristianos egipcios de que los apuros que experimentan, debidos a la pobreza y la injusticia social que afectan a todos los egipcios, están relacionados en realidad con sus convicciones religiosas. Esta creencia de ser perseguidos y discriminados es manifestada a los periodistas, lo cual alimenta aún más las historias de persecución. Esto no ayuda precisamente a fomentar las buenas relaciones comunitarias. Pero el daño que causan tales historias no se limita sólo a Egipto: también agrava los sentimientos negativos antimusulmanes en Occidente y afecta asimismo a las relaciones entre musulmanes y no musulmanes, por ejemplo, en Europa.

¿Por qué parece que siempre surgen esas tensiones en torno a las comunidades religiosas? Egipto es una sociedad profundamente religiosa, de modo que vincular los problemas sociales a la religión y distorsionar la información por medio de ésta equivale a remover sentimientos profundos. El CIDT tiene un controvertido informe que muestra cómo en ocasiones los cristianos egipcios polemizan contra los musulmanes y viceversa (véase http://www.cawu.org, luego clic en «examples of awr reports» y después en «Polemics Report»). Sintiéndose ofendidos, ambos colectivos culpan al otro «en general» por esa ofensiva y esa falsa información que no hace sino generar más cólera. Es un circulo vicioso que hay que romper.

Todos nosotros podemos hacer algo. Leer textos de historia y de ciencias sociales, mostrarnos escépticos ante la información de los medios de comunicación, y no aceptar un lenguaje ofensivo e incitador en nombre de la libertad de expresión. La libertad de expresión constituye un gran logro y posibilita presentar una gran variedad de opiniones a la opinión pública. Hace posible manifestar explícitamente que no estamos de acuerdo, por qué no lo estamos y con qué no lo estamos. Pero el lenguaje ofensivo causa dolor, crea ira y rompe la comunicación. Y aún es peor cuando a ese lenguaje ofensivo le acompañan mentiras y distorsiones deliberadas.

En los países árabes se oye apelar a la censura, a leyes que restrinjan la libertad de expresión e, incluso, a métodos draconianos, con más frecuencia que en Occidente. Otros creen en presionar a sus propias autoridades, o a las autoridades extranjeras, por medio de manifestaciones y cosas peores, tal como pudo verse con las caricaturas danesas. Gran parte de la cólera se relaciona con el hecho de no estar acostumbrados a que se ataque lo que se considera sagrado, pero también porque la gente a menudo no sabe cómo responder, y los estallidos violentos parecen ser el único medio de desahogar su ira. Así pues, debemos mostrar que son posibles respuestas distintas, que resultan igualmente eficaces.

Los prejuicios mediáticos, sean de la clase que sean, no deben ignorarse, sino afrontarse. Los árabes suelen afirmar que se hallan indefensos frente a lo que consideran que son las invencibles maquinaciones occidentales o israelíes. Brian Whitaker comenta, aludiendo a la supuesta acusación de realizar traducciones selectivas y, por ende, distorsionadoras de los medios árabes por parte del Middle East Media Research Institute: «No es difícil ver qué podrían hacer los árabes para contrarrestar eso. Podría formarse un grupo de empresas mediáticas árabes y publicar traducciones de artículos que reflejen de forma más precisa el contenido de sus periódicos. Sin duda eso no estaría fuera de su alcance. Sin embargo, como de costumbre, posiblemente prefieren quedarse sentados y refunfuñar sobre las maquinaciones de los veteranos de la inteligencia israelí».[4]

El CIDT ha empezado a abordar esos prejuicios por medio de resúmenes sistemáticos de los medios y de críticas a éstos, además de proporcionar e intercambiar información:

  • Resúmenes sistemáticos en inglés de medios árabes a fin de romper los estereotipos en los medios occidentales y dar acceso a los lectores de Occidente a diversas opiniones en el mundo árabe.
  • Desarrollo del Centro de Documentación Electrónica con una búsqueda online en miles de resúmenes e informes de los medios, que proporcione a periodistas y estudiantes un contexto sobre cuestiones contemporáneas.
  • Desarrollo de una Red Electrónica para el Entendimiento Arabo-Occidental, que proporcione un acervo de fuentes disponibles sobre organizaciones y personas de similar mentalidad.
  • Crítica a los medios: un sistema de observación que trate de disuadir a medios, organizaciones e individuos de ir demasiado lejos al manifestar sus prejuicios.
  • Estancias y programas estudiantiles que traspasen las fronteras culturales.

No debemos quedarnos al margen proclamando que hay prejuicios a diestro y siniestro, sino promover la paz enseñando comprensión y respeto para los pueblos de diferentes culturas.

Notas

[1] La expresión «autocompasión cristiana» proviene de una entrevista con el obispo Munir publicada en Arab-West Report, 2004, semana 36, art. 28, 2004.

[2] El archivo del Centro de Documentación Electrónica contiene varios informes de Arab-West Report sobre afirmaciones falsas acerca de muchachas cristianas supuestamente obligadas a convertirse al islam, al-Kushh y los choques en Alejandría, y cientos de resúmenes de artículos de medios egipcios sobre esos temas.

[3] Watani, 4 de marzo de 2007, p. 13; Watani International, 4 de marzo de 2007, p. 1. Tenemos un expediente completo del caso, y hemos hablado con el sacerdote de la aldea.
 
[4] The Guardian, 12 de agosto de 2002.