El Mediterráneo: gente, libros y conmemoraciones

Claudine Rulleau

Periodista y escritora, Francia

Este 31 de mayo es la fecha límite para enviar los manuscritos de los relatos cortos que optan a los premios concedidos por el Foro de las Mujeres del Mediterráneo de Marsella a todas aquellas que escriben y que hasta la fecha no se han visto publicadas. Cada año tiene su propio tema; en 2006, fue el de «El tiempo que pasa», y este año se ha elegido el de «Las máscaras». No se trata de textos necesariamente francófonos, contrariamente a lo que suele suceder en la inmensa mayoría de los certámenes literarios que se organizan en Francia; cada autora escoge la lengua en la que desea expresarse para redactar entre 12.500 y 20.000 palabras como máximo. El año pasado se recibieron en torno a doscientos relatos cortos procedentes de diez países de la cuenca mediterránea: Argelia, Bosnia, Bulgaria, Croacia, España, Francia, Líbano, Marruecos, Túnez y Turquía. El Foro publica cada año una colección con los textos premiados.[1]

En Argel, promovida Capital de la Cultura árabe 2007, se anuncian un gran número de manifestaciones, en las que colabora, entre otros, el Instituto Cervantes. Según Eduardo Calvo, su director, no sólo con el objetivo de dar testimonio de un pasado histórico común entre España y Argelia –el de «la romanización y la arabización»–, sino también con el de poner de relieve la excelencia de las relaciones entre ambos países. El Ministerio argelino ha anunciado la edición de 1.000 libros y el rodaje de ochenta películas, así como la puesta en marcha de representaciones teatrales, exposiciones, etc. Y aunque bien es verdad que abundan los escépticos, no lo es menos que todo el mundo se siente feliz de que, por fin, pueda pasar algo, con la esperanza de que un gran viento de libertad inunde el país. El marroquí Driss Ksikes, escritor y director delsemanario Nichane, y el tunecino Taoufik Ben Brik, también periodista y escritor, han escogido el diario Le Monde para hacer públicas sus angustias y temores. «Plumes sous haute vigilance» («Plumas bajo alta vigilancia») es el título que el primero de dichos escritores ha dado a su artículo[2] sobre los frenos que se imponen en su país a la expresión periodística o literaria. Por ejemplo, en palabras de Ksikes: «No hay ninguna prohibición formal contra los intentos de ciertos periodistas, como Ignace Dalle, en Los tres reyes,[3]pero ningún librero se atreve a hacer un pedido de esas obras». Y el segundo plantea una pregunta: «¿Quién tiene el valor de seguir escribiendo en Túnez?» Y responde con rabia: «El presidente Ben Ali ha mutilado el órgano más precioso de los tunecinos: la lengua […]. Ya no hay teatro, ni poesía, ni novelas, ni música, ni danza… En todo el sur.»[4] El estado de la edición en los países implicados confirma estas palabras, que, naturalmente, las autoridades consideran excesivas; sin embargo, el último «Magreb de los libros» –un salón que se celebra anualmente en París desde hace trece años y que presenta a autores y obras de, y sobre, el Magreb– lo confirma. A pesar de que la tendencia se va invirtiendo lentamente, la gran mayoría de las obras siempre se publican y distribuyen fuera del Magreb. Y no se trata de cuestionar la valentía de sus editores y editoras, sino de constatar que las dificultades encontradas –precio de coste de los libros, falta de apoyo financiero, el mal estado del mundo de la impresión, la distribución y la red de libreros, así como las coacciones administrativas y aduaneras– constituyen unos serios frenos para el desarrollo de la actividad. No obstante, cabe destacar un poco de aire fresco: el encuentro de treinta y seis poetas reunidos en el sur argelino, en Timimoun, del 7 de diciembre de 2003 al 2 de enero de 2004, para cantar el desierto –a veces tan lejos y a veces tan cerca de las orillas mediterráneas–, ha propiciado el nacimiento de un himno en esos «mares interiores»: el de los Poètes des déserts («Poetas de los desiertos»).[5]

En la propia Francia, el pleito promovido por la Gran Mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia contra el director de un semanario satírico, Charlie Hebdo, por causa de la publicación de ciertas caricaturas juzgadas ofensivas para el profeta Mahoma, ha desencadenado polémicas y debates, y ha suscitado una gran inquietud respecto a una posible amenaza contra la libertad de expresión y publicación. La sentencia absolutoria pronunciada por el tribunal, el 22 de marzo, a partir de una argumentación muy fina y matizada, que recordaba, de paso, que nadie está obligado a comprar o a leer tal o cual publicación, supuso un alivio para todos los editores, que no sólo consideran que la sentencia sentará jurisprudencia en la materia en Francia, sino que desean, además, que pueda servir de inspiración para otras legislaciones más restrictivas.

Durante ese tiempo, una novela egipcia ya mencionada aquí,[6] El edificio Yacobián,[7] tras haber cabalgado por la orilla sur, ha alzado el vuelo hasta la orilla norte y se ha lanzado al vasto mundo.En los países árabes el libro ha sido un best-seller y se ha traducido, o está en curso de traducción, a una veintena de lenguas, entre las que se cuentan el español, el catalán, el francés, el griego, el italiano, etc. El director egipcio Marwan Hamed ha sido el encargado de adaptarlo al cine; la película, que lleva el mismo título que la obra, se ha presentado en el Festival de Berlín. Hijo de un jurista, que también fue un famoso escritor, el autor, Alaa al Aswany –nacido en 1957–, es un dentista políglota que domina perfectamente el francés y el español. Para él, «escribir es la cosa más importante de mi vida». Alaa al Aswany considera que en su país no hay censura respecto a los libros, y que los problemas que tuvo con la censura, antes de la publicación de la novela, estuvieron motivados por algunos artículos políticos.

A través de la evolución del hábitat de un antiguo y prestigioso edificio de El Cairo, Alaa al Aswany describe la evolución de su país: tiene nostalgia del Egipto tolerante, abierto y modernista anterior a la década de 1970, es decir, antes de que el puritanismo y el rigorismo llegados de Arabia Saudí modificaran las sensibilidades y las percepciones. Entre la gran cantidad de personajes cuyas vidas se entrecruzan en el edificio, hay uno cuyo destino conmueve especialmente al lector. Las humillantes condiciones de la existencia de un joven, trabajador, brillante y lleno de esperanza, le conducirán a abrazar la causa del terrorismo islamista. Este itinerario singular coincide con el de otros personajes bastante parecidos que comparten esa misma preocupación en algunas obras de ciertos escritores magrebíes.[8] Según Yasmina Khadra, seudónimo de un oficial argelino que dejó las armas por la pluma, algunos creen que para los árabes y los musulmanes el terrorismo es como una segunda naturaleza. Sin embargo, para Khadra son precisamente estos últimos quienes sufren más y a los que se trata de aislar en su tragedia; según este autor, es muy urgente deshacer el «malentendido» que existe entre Oriente y Occidente.

Cambiando de tema, y aprovechando que en este número se habla sobre los medios de comunicación, saludemos el nacimiento en el mundo árabe de una nueva revista literaria semanal, un suplemento del diario El Bayan de Dubai. En sus 16 páginas tienen cabida tanto las obras en árabe como las escritas en lenguas extranjeras. Se parece mucho al célebre Akhbar El Adab («Novedades literarias») de Egipto, creado por Gamal Ghitani, reportero y novelista de gran talento.

De camino, una no puede por menos que interrogarse por el futuro de la literatura, del libro y de los libreros en todo el mundo. ¿El libro en papel va a continuar existiendo? ¿O está amenazado por el libro electrónico, que se puede descargar? ¿Y los libreros? ¿Están condenados a desaparecer? ¿Cómo deben adaptarse? Aunque, bien mirado, hablar de «todo el mundo» quizá sea correr demasiado. En numerosas regiones del planeta, el libro en papel no siempre llega a todas partes, o lo hace con muchas dificultades, y encontrar un librero sigue siendo algo que pertenece al mundo de los sueños. Entonces, ¿por qué no saltarse esa etapa? Pero ¿con qué? Aunque el hecho de descargar una obra podría ser un medio de llevar el libro al lector, por lo general las regiones de las que estamos hablando no tienen ni las infraestructuras, ni las redes, ni los ordenadores, ¡y en ocasiones ni la electricidad necesaria para que el sistema funcione!

No podemos olvidarnos del merecido homenaje que le debemos al escritor marroquí Driss Chraïbi, desaparecido el pasado 1 de abril; son cincuenta años de escritura, de crónicas, de emisiones radiofónicas, y de una veintena de novelas.[9] Chraïbi deseaba que los europeos, y en especial los franceses, «aceptaran la parte mediterránea que hay en ellos». ¡Ojalá su deseo sea escuchado y se vea cumplido!                                                                       

Finalmente, convendría destacar la conmemoración del aniversario de las «disputas» del filósofo Ramon Lull en Bugía (la actual Bejaia argelina). Una exposición itinerante (cuya inauguración estuvo a cargo de Su Majestad la Reina de España) se ha desplazado desde la Biblioteca Nacional de Argelia a Barcelona y, finalmente, hasta Palma de Mallorca, con manuscritos y documentos preciosos pertenecientes a la época de ese primer introductor del diálogo entre las culturas del Mediterráneo. En efecto, Llull –hijo de colonos catalanes y nacido en Palma de Mallorca después de la conquista de la isla en 1230– se ha convertido en el paradigma de la ciencia y del debate multicultural, multiconfesional y multilingüístico. Paralelamente a la exposición, y en el marco de la celebración del Año de la Ciencia, los días 24 y 25 de abril tuvo lugar en Barcelona un seminario titulado «Ramon Lull y el universo científico musulmán. Ciencia y pensamiento en el diálogo de las culturas mediterráneas hoy»; en su transcurso se intentó buscar, en la obra del filósofo mallorquín, aquellos valores y experiencias que puedan ser de utilidad en el mundo contemporáneo, un mundo trastornado por numerosas confrontaciones fruto de la ausencia de diálogo, y de un conocimiento superficial y estereotipado de la realidad del «otro».

Notas

[1] Para más información sobre el concurso y la adquisición de la obra (10 €), pueden dirigirse a Forum Femmes Méditerranée, 74, rue Longue des Capucins, F – 13001 Marsella. Tel.: 33 4 91 91 14 89. Correo electrónico: ffm13@wanadoo.fr.

[2] Le Monde, 9 de febrero de 2007.

[3] Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2006.

[4] Le Monde,  23 de febrero de 2007.

[5] Argel, Fondation des Déserts du Monde, 2006.

[6] Quaderns de la Mediterrània, n.º 6, 2006.

[7] Alaa al Aswany, Ediciones Maeva, 2007.

[8] En especial, Habib Tengour, Le poisson de Moïse, París, Paris-Méditerranée, 2001; Yasmina Khadra, Las golondrinas de Kabul, Madrid, Alianza Editorial, 2004; El atentado, Madrid, Alianza,2007, y Les Sirènes de Bagdad, París, Julliard, 2006.

[9] A partir de su primera novela, fechada en 1954, la obra de Driss Chraïbi ha sido publicada por diversas editoriales francesas y traducida en numerosos países.