En septiembre de 2006, EuroMeSCo realizó una encuesta sobre la crisis de las caricaturas en dieciocho países del Partenariado Euromediterráneo (Francia, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Italia, España, Estonia, Lituania, Hungría, Turquía, Argelia, Marruecos, Túnez, Autoridad Nacional Palestina, Egipto, Jordania, Líbano e Israel)..
El Instituto Europeo del Mediterráneo recibió el encargo de realizar un informe que reuniera las respuestas de un experto de cada país del Partenariado Euromediterráneo con vistas a sintetizar las reacciones de los diferentes países con arreglo a varios aspectos (reacciones de los gobiernos, papel de los medios de comunicación, reacciones de las comunidades extranjeras, debates políticos, religiosos, culturales y académicos, papel de la Unión Europea y del Partenariado Euromediterráneo, etc.). Antes de sintetizar los resultados obtenidos, es importante delimitar el contexto previo a la crisis de las caricaturas en los diferentes países.
Como consecuencia de la encuesta efectuada por EuroMeSCo, podemos sintetizar las reacciones y las actitudes de los distintos países en función de los diez aspectos que se trataron.
Las reacciones oficiales
Dinamarca manifestó una posición radical en defensa de la libertad de expresión influida por el Partido del Pueblo Danés, que presentó la crisis de las caricaturas como una amenaza para los valores daneses e identificó a los musulmanes –y no a un grupo de musulmanes radicales– con el enemigo.
Otros países de la Unión Europea defendieron también la libertad de expresión pero con muchos más matices; Francia añadió que era necesario dar muestras de responsabilidad y prudencia (motivada no sólo por el miedo a que la numerosa comunidad musulmana se radicalizara, sino también por el de que volvieran a producirse motines a escala nacional y sus relaciones internacionales se vieran perturbadas); Alemania, así como Estonia y Hungría, dieron tanta importancia a la libertad de religión como a la de expresión, e Italia y España, por las razones políticas vistas más arriba, apelaron a la moderación y al diálogo. Por su parte, el gobierno belga prefirió no expresar una postura oficial porque las elecciones estaban al caer y el voto musulmán comenzaba a tener una cierta influencia.
Todos los países del sur del Partenariado Euromediterráneo (Argelia, Túnez, Egipto, Jordania, Líbano, etc.) condenaron las caricaturas, apelando al respeto y a la moderación, y sosteniendo que la libertad de expresión tiene límites. El gobierno marroquí hasta llegó a organizar una manifestación cuyo eslogan era el siguiente: «Sí a la libertad de expresión, no al desprecio de las religiones.» Por otra parte, el caso de Turquía debe contemplarse con especial atención, ya que la actitud que mostró dicho país a favor del diálogo no violento se explica por su papel de coimpulsor de la Alianza de Civilizaciones.
Por su parte, el gobierno de Israel optó por la prudencia, evitando reaccionar de manera oficial para no verse implicado en la crisis.
El debate político
En el debate político se encontraron las mismas prioridades que en las reacciones oficiales. En todos los partidos de los países de la Unión Europea se observó un consenso sobre la libertad de expresión, pero es posible que cada país tuviera, además, otras prioridades: el respeto a las religiones en Francia y Estonia, la responsabilidad y la tolerancia en Italia y Lituania, etc. Asimismo, algunas veces se pudo comprobar la existencia de diferencias de prioridades en el seno de un mismo país por razones políticas o confesionales; por ejemplo, en Alemania y Hungría, los partidos no laicos insistieron más en el respeto y la libertad de religión que en la libertad de expresión; en España, el partido conservador de la oposición (Partido Popular) se presentó como el defensor de los valores occidentales (y, en consecuencia, de la libertad de expresión), mientras que el gobierno (socialista) se mostró más moderado y sensible a los límites de la libertad de expresión; el mismo debate político tuvo lugar en Italia, donde los partidarios de un discurso abierto sobre el islam se opusieron a los que defendían un discurso cerrado.
En cuanto a los países del sur del Partenariado Euromediterráneo (Turquía, Argelia, Túnez, Egipto, etc.), todos los partidos estuvieron de acuerdo en cuanto a la condena de las caricaturas, el respeto a las religiones y los límites de la libertad de expresión. La única diferencia fue a veces de orden político, como, por ejemplo, en el Líbano, donde la crisis de las caricaturas constituyó un motivo de enfrentamiento entre los pro sirios y los antisirios; por otro lado, en ciertos casos, como en Egipto, cabe destacar la existencia de una llamada al boicot de los productos daneses por parte de los conservadores.
Un elemento importante, y válido para todos los países sin excepción, fue que la crisis de las caricaturas ni tuvo ningún impacto sobre los programas de los partidos, ni influyó en el debate político después de la crisis.
El debate religioso
En primer lugar, es necesario destacar que en todos los países sin excepción se produjo una condena de las caricaturas por parte de las autoridades musulmanas. No obstante, cabe señalar que, hasta en los países del Partenariado con mayoría musulmana (Turquía, Túnez, etc.), la mayoría de las veces esta condena estuvo acompañada por una actitud de moderación y de desestimación de la violencia por parte de las autoridades religiosas, aunque bien es verdad que algunas veces, como en el caso Egipto, hubo grupos que pretendían endurecer las relaciones con Dinamarca y que predicaban una retórica radical. Las manifestaciones que se organizaron en Europa (en Londres, Bruselas, París, Berlín, Düsseldorf, Berna, Barcelona, etc.) a iniciativa de las comunidades musulmanas fueron pacíficas y no dieron lugar a grandes movilizaciones, contrariamente a las que se organizaron en los países de mayoría musulmana en febrero de 2006.
Las restantes comunidades religiosas (católicas, protestantes, judías) de todos los países, incluido Israel, se sumaron a la posición musulmana, apelando al respeto, a la sensibilidad respecto a las creencias y al uso responsable de la libertad de expresión. Asimismo, se pudo comprobar la existencia de un consenso sobre la condena de la violencia por parte de las autoridades religiosas, especialmente en Alemania, Italia, Lituania, Turquía, Túnez e Israel.
Por último, es importante observar que el país de donde emanó la polémica (Dinamarca) vivió un debate en el seno de su comunidad musulmana: los numerosos musulmanes daneses consideraron que el debate estaba monopolizado por los imanes y, no sintiéndose representados por ellos, crearon una nueva organización: la de los Musulmanes Democráticos.
Las actitudes de la población
En la Unión Europea, podemos decir que, aunque por regla general la población de ciertos países (como Francia) desaprobó las caricaturas, encontrándolas agresivas, la opinión pública de numerosos países (como Dinamarca, Estonia, Lituania y España) se mostró bastante moderada, e incluso se pudo detectar una diversidad de opiniones entre la población (sobre todo, los católicos); es decir, entre, por una parte, quienes se negaban a que se desacreditara la religión y, por otra, los partidarios de la libertad de expresión. Y a veces esos sentimientos llegaron a estar tan mezclados que se vieron acompañados por una mala imagen del islam difundida entre la sociedad (como en el caso de Dinamarca, Italia y España, donde se desarrollaron actitudes reticentes frente a la llegada masiva de extranjeros).
En otros países del Partenariado (Turquía, Argelia, Túnez, etc.), imperó un sentimiento general de ofensa a la religión, aunque a veces el tono de la reacción difirió con arreglo a la educación, al nivel social y a la tendencia política. Este sentimiento de indignación se tradujo en manifestaciones (en Turquía, Marruecos, Egipto, Palestina, Jordania y el Líbano), que en ocasiones se vieron acompañadas por actos de violencia contra las embajadas de Dinamarca y de Noruega.
Las comunidades extranjeras
Entre los integrantes (de origen magrebí u otro) de las comunidades musulmanas de los países de la Unión Europea se alzó una condena unánime contra las caricaturas y la falta de respeto al islam. Por otra parte, conviene saber que en varios países (Francia, Alemania, Dinamarca, Italia y España) las comunidades extranjeras son, o se sienten, víctimas de discriminación social y de prejuicios. En cambio, en Bélgica parece que la integración de los musulmanes en las estructuras del país explica en parte las posiciones moderadas que estos últimos adoptaron durante la crisis.
Finalmente, en la inmensa mayoría de los casos la polémica de las caricaturas no suscitó medidas políticas respecto a esas comunidades, salvo en Italia, donde durante la crisis se creó el Consejo Musulmán.
El debate de los medios de comunicación
Lo primero que destaca es que, mientras que los periódicos de ciertos países (Dinamarca por supuesto, pero también Francia, Alemania, España, Italia, Hungría, etc.) decidieron publicar las caricaturas –o por lo menos algunas– en nombre de la libertad de expresión e información, los periódicos de otros países se negaron expresamente a reproducirlas (Estonia, Turquía, Marruecos, Túnez, etc.). Hubo también otros países en los que, aunque el gobierno prohibió la publicación de las caricaturas, ciertos periódicos desafiaron la prohibición, como sucedió en Jordania y sobre todo en Argelia, donde sus directores o redactores jefe fueron encarcelados en aplicación de un artículo del Código Penal que castiga las ofensas al Profeta.
Lo segundo que llama la atención es que en varios países (por ejemplo, en Francia, Alemania, Dinamarca y España) hubo una diferencia de trato entre, por una parte, la televisión y la radio, y la prensa escrita, por otra; por lo general, las primeras se mostraron más sensacionalistas (insistiendo en la violencia en los países de mayoría musulmana y, a menudo, mezclando de un modo confuso a los radicales y a todos los musulmanes); en cambio, en conjunto la prensa escrita se mostró más prudente, dando preferencia a analizar la crisis. Hay que señalar que, en ocasiones, la diferencia mediática se daba más bien entre los medios de comunicación asociados al gobierno (como en Italia y en Argelia) y los medios de comunicación independientes. En otros países no hubo ninguna diferencia entre los diferentes medios de comunicación (Estonia, Turquía, Marruecos, Túnez, Israel, etc.).
En tercer lugar, y en lo referente a los temas que se trataron en los medios de comunicación, hay que señalar que los más frecuentes –sin importar el país– fueron los siguientes: la libertad de expresión y sus límites, el respeto a las religiones, los conflictos en Oriente Próximo, la teoría del choque de civilizaciones o el diálogo entre éstas; asimismo, en ciertos países de mayoría musulmana, como Egipto, se abordó el tema de la incomprensión del islam en Occidente. Con menos frecuencia, como en el Líbano, se mencionaron los temas de la instrumentalización política de la religión o del carácter racista de las caricaturas, y en Jordania hasta llegó a hablarse de una «nueva cruzada antimusulmana».
El debate cultural
Asimismo se suscitó un debate en los medios artísticos y literarios de ciertos países; en Francia, sobre la libertad de expresión y la blasfemia; en Alemania, sobre la libertad de expresión; en Marruecos, sobre la reacción violenta inadecuada, y en Turquía, Egipto y Jordania, sobre los límites de la libertad de expresión y el respeto a las sensibilidades religiosas. En Dinamarca, los escritores se movilizaron con rapidez y publicaron un manifiesto en el que recordaban que las minorías étnicas venían siendo discriminadas desde hacía años.
En cambio, en numerosos países (Italia, España, Lituania, Argelia, Palestina, etc.), no hubo debate en los círculos artísticos, o por lo menos éstos no fueron invitados a participar en el debate mediático (como sucedió en Túnez).
El debate académico
Pocos fueron los países en los que el debate académico dejara sentir su influencia en la opinión pública: Alemania (por la visión objetiva e internacional de sus expertos), España (donde tuvieron una buena difusión en los medios de comunicación) y Egipto (donde los profesores de la Universidad de Al Azhar se mostraron muy activos durante la crisis). Pero en la inmensa mayoría de países tuvo muy poca influencia.
En cuanto a los temas abordados en el debate académico, podemos mencionar, entre otros, la blasfemia, la libertad, los límites de la libertad de expresión, la representación del profeta, la laicidad, la teoría del choque de civilizaciones y la violencia en Oriente Próximo.
El papel del Partenariado Euromediterráneo y de la Unión Europea
Podemos decir que casi ningún país de la Unión Europea o del Partenariado Euromediterráneo apeló a dicho Partenariado. En la crisis de las caricaturas, en el conjunto de países se percibió a la Unión Europea como débil, dividida y ausente.
Implicaciones y soluciones para el futuro
A continuación se incluyen algunas lecciones extraídas de la crisis, así como varias sugerencias propuestas por los expertos a los que se ha entrevistado para redactar este informe:
- tiene que haber más eficacia y unidad en la política exterior de la Unión Europea;
- se necesita una mayor presencia de las instituciones y más transparencia en la gestión de esa clase de crisis;
- se impone una reflexión por parte de la Unión Europea sobre la noción de libertad de expresión y sobre sus límites eventuales;
- es preciso un diálogo interreligioso entre Occidente y el mundo musulmán;
- hay que luchar contra el racismo y los estereotipos;
- hay que elaborar programas escolares y de televisión que combatan los estereotipos y que tiendan a dar a conocer mejor el mundo árabe;
- los medios de comunicación y los políticos deben dar muestras de responsabilidad ética;
- hay que crear planes de comunicación de crisis para los medios de comunicación;
- tiene que haber mejores políticas de integración de las comunidades musulmanas en los países europeos;
- se impone un debate sobre la necesidad o inutilidad de la censura y de las restricciones legales para proteger las creencias religiosas.
Para concluir, destacaremos los rasgos principales que caracterizaron los comportamientos de los diferentes países del Partenariado Euromediterráneo con ocasión de la crisis de las caricaturas de Mahoma:
- En todos los países de la Unión Europea, la palabra clave del debate político fue la libertad de expresión; sin embargo, aunque el gobierno danés defendió esa postura sin ninguna clase de concesiones, los gobiernos de otros países, en cambio, la defendieron con más matices, combinándola con otras prioridades, como las del respeto al otro, la libertad de religión y el diálogo (según las tendencias políticas de los diferentes partidos y sobre todo según las sensibilidades religiosas). Por su parte, las actitudes de los europeos estuvieron divididas entre los partidarios del respeto a la religión y los partidarios de la libertad de expresión sin límites. Este último punto de vista puede relacionarse con los prejuicios difundidos sobre los musulmanes en varios países de Europa que cuentan con una minoría importante de musulmanes (entre el 1 y el 10%).
- Los límites de la libertad de expresión y del respeto a las religiones fueron las palabras clave en todos los países del sur del Mediterráneo; tanto los gobiernos como las autoridades musulmanas expresaron ese punto de vista, así como el rechazo a publicar las caricaturas (salvo excepciones) y la condena de la violencia. Por su parte, los habitantes de los países del sur del Mediterráneo por regla general también se mostraron a favor del respeto a la religión (con más o menos dosis de indiferencia o indignación).