Iniciativa de Periodismo Ético. Unos medios de comunicación de calidad en defensa de la diversidad y el pluralismo

Bettina Peters

Educadora especializada en periodismo y responsable del proyecto de cooperación mediática entre Europa y los países del sur del Mediterráneo

Shada Islam

Periodista y especialista en multiculturalismo y medios de comunicación en Europa

Aidan White

Secretario general de la Federación Internacional de Periodistas

Este artículo trata de los orígenes de un proyecto y programa que aspiran a concienciar a los periodistas sobre los retos que afrontan al informar desde un mundo cada vez más polarizado, dominado por el extremismo en la religión y la cultura, la desconfianza en la política tradicional por parte de la opinión pública, y la creciente preocupación de las diversas comunidades con respecto a su futuro y a las relaciones con sus vecinos.

Se ha escrito con posterioridad a la publicación de las polémicas caricaturas de Dinamarca, en 2005, y especialmente después de los encuentros de profesionales de los medios organizados por la Federación Internacional de Periodistas en febrero de 2006, las reuniones de expertos en medios de comunicación de Oslo y Bali, promovidas por diversos responsables de medios noruegos y por los gobiernos de Noruega e Indonesia, y otros eventos de naturaleza similar impulsados por el Consejo de Europa, la Unión Europea y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Las propuestas de actividades prácticas desarrolladas en este artículo se centran, en particular, en los retos que afronta el periodismo en Europa y en los países del sur del Mediterráneo.

Periodismo ético

Retos del contexto actual

Son éstos tiempos difíciles y estimulantes para los periodistas. Además de la cobertura de guerras cada vez más complejas, conflictos civiles, terrorismo, relaciones exteriores y desarrollos económicos, reporteros y redactores se enfrentan a la abrumadora tarea de escribir y comentar unos cambios sociales que tienen lugar en todo el globo. Seguir el ritmo de la rápida transformación de unas sociedades antaño mayoritariamente homogéneas en vibrantes y variopintas comunidades multiétnicas y multirreligiosas es ciertamente difícil; pero también fascinante.

El cambiante paisaje social y cultural a menudo se traduce en fricción y en tensiones en la medida en que unas comunidades con culturas, religiones y tradiciones distintas se adaptan para convivir. Al mismo tiempo, no obstante, la mezcla cada vez más diversa y generalizada en todo el mundo de gentes, razas y religiones ha desencadenado un nuevo dinamismo político, económico y cultural en todo el globo. No resulta difícil ver la cara más oscura de los actuales trastornos sociales.

Al cambiar las sociedades, la intolerancia está en alza, resurgen el racismo y la xenofobia como peligros potentes, y los partidos políticos antiextranjeros ganan popularidad. En Europa, por ejemplo, los ataques a los grupos minoritarios no blancos constituyen una deprimente rutina en muchos países, lo que se traduce en un aumento del extremismo en las propias comunidades minoritarias.

Hay toda una serie de polémicas recientes que resaltan esas tendencias. Entre ellas se incluyen la publicación en 2005 de las caricaturas del profeta Mahoma, los ataques y la violencia racistas en las calles de Francia y el Reino Unido, la ira provocada por el asesinato del cineasta Theo van Gogh en los Países Bajos, y el creciente sentimiento antiinmigración y antimusulmán en muchos países, así como la oposición a la futura adhesión de Turquía a la Unión Europea.

Además, aunque los políticos de la mayoría de las democracias insisten en que están comprometidos con la libertad de prensa, periodistas de todas partes del mundo son objeto de presiones por parte de gobiernos y políticos que tratan de amordazar la libertad de prensa en nombre de una supuesta «guerra contra el terror».

La campaña antiterror se ha convertido, de hecho, en una conveniente cortina de humo para muchos gobiernos, que tratan de aplicar medidas enérgicas contra diversos grupos disidentes acusados de dar voz a visiones extremistas o de representar a organizaciones terroristas.

Al mismo tiempo, extremistas y fanáticos de numerosos países intentan silenciar a la opinión moderada atacando y profiriendo amenazas de muerte contra periodistas. Esta violencia resulta especialmente galopante en los países en desarrollo –en especial los países islámicos–, atrapados entre los valores enfrentados de modernidad y conservadurismo. En muchos estados de Oriente Próximo, la guerra por ver quién habla en nombre del islam –los moderados o los radicales– es moneda corriente, y a menudo se libra en las calles.

Los retos a la libertad periodística se están abordando todavía con más intensidad por parte de los reporteros del mundo árabe y musulmán, donde los medios de comunicación son objeto de una presión aún mayor por parte de los gobiernos y los grupos extremistas. La publicación de las caricaturas del profeta Mahoma en algunos periódicos árabes, por ejemplo, llevó al arresto de los directores de dichos periódicos. Algunos de ellos fueron juzgados, multados y, en algunos casos, encarcelados.

Este proceso ha venido a aumentar las tensiones ya existentes y ha generado una nueva mentalidad intolerante en muchos países en donde el pluralismo democrático aún no se halla plenamente maduro. Al mismo tiempo, en la medida en que las fuerzas económicas llevan a millones de personas a atravesar las fronteras en busca de un trabajo decente y de prosperidad, las realidades sociales revelan una atmósfera de creciente incertidumbre en torno al valor del multiculturalismo y la tolerancia.

El papel de los medios de comunicación –reflejar las opiniones de todos y proporcionar la materia prima de la información para unas sociedades conformadas por un mosaico de lenguas, religiones y culturas, con diferentes perspectivas históricas– jamás ha resultado tan difícil, o peligroso.

El asesinato en enero de 2007 de Hrant Dink, un periodista turcoarmenio que hablaba abiertamente, representa un triste ejemplo de la cultura de intolerancia predominante en Turquía y en muchas otras partes del mundo, donde se silencia a los reporteros por cuestionar las opiniones establecidas.

Los niveles sin precedentes de asesinatos de periodistas y trabajadores de medios de comunicación, muchos de ellos víctimas específicas de extremistas políticos y religiosos, alcanzaron un punto culminante en 2006, según la Federación Internacional de Periodistas, con 155 muertes. El trabajo de los medios y la causa de la libertad de expresión jamás habían estado tan cuestionados.

Pese a ello, muchas personas, en Europa y otros lugares, siguen viendo la diversidad cultural y étnica como motivo de celebración y orgullo, además de un importante recurso económico. En Europa, diversos gobiernos hasta ahora indiferentes dedican cada vez más atención a fomentar los derechos de las minorías, a luchar contra la discriminación y a combatir los prejuicios. Se habla de discriminación positiva para ayudar a encontrar empleo a los jóvenes norteafricanos. Y asimismo –lo que resulta aún más significativo–, diversos grupos minoritarios europeos antaño cohibidos están adquiriendo cada vez mayor confianza en sí mismos y mayor firmeza en la medida en que van abandonando los años de silencio y exclusión que se habían autoimpuesto para ocupar su lugar legítimo en la sociedad.

En otras partes, incluidos los países islámicos, diversos grupos de la sociedad civil antaño silenciados también están haciendo oír su voz con confianza. Las demandas de reformas, acceso a la educación y derechos de las minorías y de las mujeres están en alza en muchos países. Bajo la presión en favor del cambio, los gobiernos están abriendo poco a poco los sistemas políticos, introduciendo la democracia y reconociendo los derechos legítimos de las mujeres y los grupos minoritarios.

En este sentido, puede ser oportuno presionar a los gobiernos –especialmente a través del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con su mandato de pacificación y resolución de conflictos– para que adopten una política clara con respecto a la necesidad de que los estados miembros de las Naciones Unidas fomenten la tolerancia y el diálogo, creando condiciones para la libertad de expresión y, en especial, para la eliminación de los obstáculos legales al ejercicio de un periodismo libre, profesional e independiente.

La respuesta de los medios: hasta ahora, no muy buena

La mayoría de los periódicos, emisoras de radio y televisión, y otros medios de comunicación, sin embargo, no han sabido asumir el reto de retratar la revolución social global. Lejos de suscitar el debate mediante la concienciación, de ayudar a combatir los prejuicios y de engendrar la comprensión intercomunitaria, un importante porcentaje de los principales medios de comunicación han contribuido a avivar los fuegos de la intolerancia y el racismo.

En Europa, muchos periódicos siguen comprometidos con la concepción anticuada y obsoleta de un continente donde todavía se ve a «inmigrantes y extranjeros» como exóticos foráneos que han traído ideas y costumbres peligrosas al ámbito europeo. Y lo hacen pese a las crecientes pruebas de que hace falta más, y no menos, inmigración de personas de los países vecinos para subsanar la escasez de mano de obra y para mantener los niveles de vida en una región cuyas poblaciones están envejeciendo y cuya tasa de natalidad se mantiene estática.

Sin embargo, y como han mostrado las críticas públicas al discurso racista exhibido en varios episodios recientes de la serie televisiva británica Celebrity Big Brother, esta parcialidad de los medios europeos no siempre refleja las realidades de las sociedades de Europa, cuya población parece ser cada vez más tolerante frente a las minorías.

Pocos periodistas, no obstante, han tratado de reflejar la transformación racial y étnica de Europa o de mostrar interés en subrayar las numerosas y fascinantes facetas de una naciente Europa multicultural. Por desgracia, muchos medios han tomado el camino más fácil, y más triste, de fomentar, en lugar de contrarrestar, la parcialidad y los prejuicios. En todo el continente, un régimen de artículos inexactos, incendiarios y parciales –que dan preeminencia a quienes se adhieren al discurso del odio y la retórica populista y antiextranjera– está exacerbando el racismo y alentando la intolerancia.

No sorprende la información sensacionalista en la popular prensa «tabloide». Lo deprimente, en cambio, es que muchos periódicos serios no hayan sabido dar cabida a los argumentos contrarios y a quienes abogan por una visión del mundo menos histérica y maniquea. Los medios de comunicación europeos –incluyendo las emisoras de radio y televisión, y los medios de información a través de Internet– se han mostrado especialmente incapaces o reacios a proporcionar una imagen fidedigna de la importante minoría musulmana europea, de 20 millones de personas.

Pero los problemas no sólo se ocultan tras el rótulo del «choque» de las culturas religiosas. La reciente ampliación de la Unión Europea incorporó a millones de gitanos, creando el grupo de mayor tamaño dentro de las comunidades minoritarias con su propia historia de discriminación sistemática a escala nacional.

Sin embargo, no todo son malas noticias. En toda Europa hay cada vez más reporteros que cuestionan los prejuicios. Las emisoras, especialmente las que tienen un mandato de servicio público, están centrándose cada vez más en las cuestiones relacionadas con las minorías en sus programas. Pese a ello, el hecho de informar sobre las minorías siempre de forma alarmista y casi histérica no constituye un fenómeno exclusivamente europeo. En todo el globo hay diarios culpables de dar una visión simplista y unilateral del Otro. Tal información sensacionalista puede que ayude a vender periódicos en un contexto mediático cada vez más competitivo, pero también ha contribuido ha crear un clima cada vez más temeroso entre las distintas comunidades.

No a los nuevos códigos de conducta periodísticos; sí al periodismo ético

La crisis global surgida en torno a la publicación de las caricaturas del profeta Mahoma ha intensificado las demandas de un nuevo código de conducta para los periodistas. Éste, sin embargo, ha sido enérgicamente rechazado. Los periodistas coinciden en oponerse a los obstáculos a las libertades de prensa y se mantienen inflexibles en su opinión de que no debe haber nuevas normas, códigos o reglamentos. Los políticos y los gobiernos no deben entrometerse en los asuntos de los medios de comunicación.

Pocos pueden dudar, no obstante, de que en un mundo asediado por los conflictos –tanto en el seno de las propias sociedades como entre unos países y otros– la necesidad de un periodismo informado y profesional nunca había sido mayor. Escribir sobre sociedades más complejas y diversas requiere un manejo delicado y cuidadoso. Ello no significa negarse a informar sobre los conflictos, sino asegurarse de que los artículos que tratan de tales cuestiones se escriben con el mismo cuidado, objetividad e imparcialidad que se dan a otras. Asimismo, hay que procurar evitar incitar al odio y perpetuar la parcialidad.

La buena conducta periodística requiere, por ejemplo, que se cuestionen las políticas gubernamentales y que se llame al orden a los políticos cuando éstos propaguen la intolerancia, la xenofobia y las opiniones racistas. Hay que cuestionar y poner a prueba los presupuestos negativos generalizados sobre los inmigrantes. Hay que reflejar las dos versiones de la historia. Hay que explicar, por ejemplo, el contexto de los disturbios raciales: los sentimientos de frustración engendrados por el creciente desempleo y las políticas de contratación racistas de algunos empresarios. Las acciones de un extremista o de un grupo de ellos no deberían llevar a la anatematización de comunidades enteras.

Muchas de estas normas se incluyeron en la declaración de principios sobre la conducta de los periodistas adoptada por el Congreso Mundial de la Federación Internacional de Periodistas en 1954. Dicha declaración señala muy claramente que «el periodista debe ser consciente del peligro de que los medios potencien la discriminación y debe hacer todo lo posible para evitar facilitar esa discriminación basada en la raza, el sexo, la orientación sexual, la lengua, la religión, las opiniones políticas u otras, y los orígenes nacionales o sociales».

En estos tiempos difíciles y temibles hay que dar a esos principios más sustancia y potencia. Aunque actualmente muchos periodistas se esfuerzan por mantener un nivel elevado, los grupos mediáticos, en feroz competencia por ganar lectores y espectadores, y en su intento de afrontar los cambios revolucionarios producidos en el mercado de los medios de comunicación, están recortando los puestos de trabajo a tiempo completo y reduciendo su inversión en formación y en periodismo de investigación.

Cuestiones que exigen un debate y una respuesta

En estos tiempos tan estimulantes, los periodistas que aspiran a realizar su tarea lo mejor que puedan tienen que abordar toda una serie de cuestiones difíciles, pero urgentes. Entre ellas se incluyen:

  • debatir la «autorregulación» para asegurarse de que ésta se contempla como otra manifestación más de un juicio editorial sólido antes que como una forma de autocensura;
  • averiguar la manera de alentar a los periodistas a estar mejor informados a fin de evitar la manipulación por parte de extremistas o políticos poco escrupulosos;
  • garantizar la imparcialidad y la aplicación de unos principios básicos de periodismo ético cuando se cubran asuntos de gran tensión relativos a delincuencia, inmigración, relaciones comunitarias, creencias religiosas o terrorismo en un momento de fuerte inquietud entre la opinión pública;
  • emprender acciones prácticas para mejorar los medios de calidad y eliminar los prejuicios en el seno de la industria, incluyendo la incorporación de minorías en las salas de prensa;
  • discusión de tales cuestiones complejas con otros grupos de la sociedad civil y responsables políticos sin comprometer la independencia editorial.

Una nueva campaña para concienciar y fomentar el diálogo

Dados los retos que afrontan los periodistas en todas partes del mundo, ha llegado el momento de poner en marcha una nueva campaña global que una a dichos profesionales, así como a los editores y las emisoras de radio y televisión, con el objetivo de fortalecer la libertad de prensa, reforzar un periodismo de calidad y consolidar la independencia editorial.

Tal iniciativa de periodismo ético aspirará a fortalecer los valores democráticos a través del diálogo y a concienciar sobre el papel que desempeña el periodismo informado a la hora de crear comprensión allí donde hay división, venga ésta definida por la lengua, la cultura, la etnicidad o la creencia religiosa. Subrayará tres principios éticos en la práctica del buen periodismo: el respeto a la verdad, la independencia editorial y la necesidad de minimizar los daños. La iniciativa se centrará en el fomento de un diálogo global entre los medios de comunicación como elemento esencial y valioso de cualquier estrategia destinada a evitar los malentendidos culturales, y a alentar la pacificación y el desarrollo.

El mensaje de esta campaña será claramente que los gobiernos no deben inmiscuirse en los asuntos periodísticos. Pero sí pueden, en cambio, crear un entorno que favorezca la libertad de los medios de comunicación eliminando los obstáculos a la libertad de prensa y mejorando el estatus de quienes trabajan en el periodismo. A fin de garantizar el éxito, la tarea habrá de centrarse en identificar las raíces de la división, el potencial de conflicto y los déficits de información que contribuyen a crear malentendidos entre los diversos grupos de la sociedad.

Asimismo, la iniciativa deberá crear estructuras de diálogo entre los representantes de los medios de comunicación, los gobiernos y los miembros de la sociedad civil a fin de superar esas deficiencias. Y lo que es más importante: habrá que dar prioridad a la implementación de acciones prácticas destinadas a mejorar el rendimiento de los medios a través de una mejora en la formación, la contratación y la práctica diaria en las salas de prensa.

La Iniciativa de Periodismo Ético: programa de actividades

El objetivo es fortalecer los valores democráticos a través del diálogo y el periodismo ético, además de concienciar sobre el papel que desempeña el periodismo informado a la hora de crear comprensión allí donde hay división, venga ésta definida por la lengua, la cultura, la etnicidad o la creencia religiosa. El diálogo y las iniciativas conjuntas prácticas en las que participen periodistas de distintas comunidades constituyen el núcleo de la campaña.

Comité de campaña de la Iniciativa de Periodismo Ético

Se propone crear un pequeño comité de campaña para desarrollar el trabajo de ésta y colaborar conjuntamente con el asesor y el director de campaña. El comité debería incluir a tres o cuatro asesores, profesionales de los medios que hayan trabajado en este ámbito y que puedan servir de enlace con las organizaciones de profesionales de los medios de comunicación.

Conferencia Euromed para poner en marcha la Iniciativa de Periodismo Ético

Como primer paso se ha propuesto iniciar oficialmente la campaña en una conferencia de editores, periodistas y organizaciones de prensa de Europa y la región mediterránea en el segundo semestre de 2007. El objetivo de la conferencia es lograr la adhesión de los principales medios de comunicación a la iniciativa y acordar un programa de trabajo práctico. La conferencia contará con la participación de periodistas y editores de los principales medios de comunicación impresos y emisoras de radio y televisión, además de representantes de las organizaciones de periodistas. Se propone organizar la conferencia de forma que coincida con una reunión de ministros de la Unión Europea y los países del Mediterráneo durante la presidencia portuguesa de la UE.

Manual para periodistas, editores y responsables de programación

Se editará una publicación que subraye las buenas prácticas y que proporcione consejos e ideas útiles a fin de alentar una cultura basada en un juicio sólido y considerado en las salas de prensa. Ello se llevará a cabo en colaboración con asociaciones de periodistas, editores, emisoras de radio y televisión, y otras organizaciones que trabajen en el ámbito de los medios de comunicación y los derechos de las minorías. El objetivo de la publicación es el de servir de guía y dar consejos prácticos a los profesionales de los medios de comunicación; no imponer normas sobre cómo informar, sino fomentar unos niveles de calidad y un juicio editorial sólido.

Red de información

Utilizando los recursos existentes a través de partenariados, se propone crear un sitio web donde se recopile información sobre iniciativas ya existentes que fomenten un periodismo de calidad en el diálogo intercultural, se proporcione a los periodistas enlaces a otros sitios web de recursos y de información, y se cree un foro para el intercambio de información entre los periodistas y el resto de profesionales de los medios.

Una iniciativa denominada «Nuevos horizontes: salvando distancias», actualmente en proceso de creación, consiste en un sitio web donde se fomenta el diálogo entre quienes toman las decisiones –intelectuales, líderes empresariales, funcionarios públicos, periodistas y miembros de la sociedad civil, además de estudiantes– en toda una serie de temas políticos, comerciales y culturales, lo que puede ayudar a fomentar la comprensión y contribuir a eliminar las percepciones erróneas entre Occidente y el mundo musulmán.

El sitio web estará en inglés y en árabe. Se pedirá a un número de colaboradores, que oscilará entre seis y diez, que escriban sobre temas relacionados con las distintas formas de salvar las actuales distancias que separan a gentes, culturas y religiones. Cada mes se publicarán una media de cuarenta a cincuenta artículos. El sitio estará abierto a todos los usuarios, y los medios informativos podrán utilizar sus artículos sin cargo alguno. Se actualizará dos veces por semana a fin de cubrir un número suficiente de temas. Otro recurso online actualmente existente es www.eu4medjournalists.eu, que incluye una red y un foro en el que participan periodistas de los diez países del sur del Mediterráneo. La red está ya en funcionamiento, y puede utilizarse como base para el sitio web de la Iniciativa de Periodismo Ético.

Seminarios de formación para periodistas

El mejor resultado de cara a comprender mejor las diferentes culturas y fomentar un juicio editorial sólido y considerado en un entorno formativo puede alcanzarse formando a periodistas procedentes de diferentes culturas y contextos en cuanto a unos temas y habilidades profesionales diversos. La formación se centrará en la toma de decisiones editoriales, cómo se seleccionan y presentan las noticias, sin perder de vista al mismo tiempo los temas y cuestiones noticiables sobre los que normalmente informan los periodistas. Al final de cada sesión de formación, los periodistas contarán con un material producido conjuntamente para ser publicado o transmitido por sus medios. Al colaborar juntos en equipo con profesionales de distintas culturas, países y contextos, y al subrayar las diferentes opciones periodísticas que los periodistas y sus editores adoptan cuando producen noticias, la formación generará una mayor conciencia acerca de los procesos de toma de decisiones editoriales y una mayor voluntad entre los periodistas de cuestionar sus opciones. Asimismo, la formación sobre la gestión de las salas de prensa con los redactores incluirá sesiones acerca de cómo crear un espacio de debate y mejores mecanismos para la toma de decisiones editoriales.

Controlar las violaciones del periodismo independiente y ético mediante inspecciones e informar sobre asuntos de importancia ética

A través de partenariados con las estructuras ya existentes, la campaña controlará las violaciones de las pautas éticas establecidas por los códigos de conducta periodísticos. El sitio web de la campaña será la herramienta para recopilar esta información. La campaña se centrará en mostrar cómo evitar las violaciones y en cómo producir una mejor calidad en la información.

Proyectos de hermanamiento

Además de los seminarios de formación, el programa respaldará proyectos de hermanamiento entre organizaciones mediáticas a fin de facilitar el intercambio de material periodístico y las visitas de trabajo entre periodistas de los medios que intervengan. Se identificará a los potenciales participantes en el hermanamiento entre organizaciones mediáticas a través de las organizaciones de editores y de emisoras de radio y televisión, así como a través de los programas de formación y el sitio web del proyecto. Se partirá de las iniciativas ya existentes.

Biblioteca de pensamiento sobre periodismo

El actual debate suele adolecer de falta de ideas y de una argumentación intelectual rigurosa. Para aumentar el nivel del debate y dar prioridad en la agenda de la campaña a unas decisiones editoriales meditadas y de calidad, se propone crear, en el sitio web de dicha campaña, una biblioteca de pensamiento para periodistas.

La Iniciativa de Periodismo Ético encargaría a una serie de conocidas y respetadas figuras que trabajen en el periodismo o en los estudios sobre los medios de comunicación la redacción de ensayos sobre las cuestiones clave que actualmente afronta la profesión. Entre ellas se incluirían:

  • Libertad de expresión y derechos religiosos: ¿unidos u opuestos?
  • Primera enmienda o artículo 10: ¿una decisión de los periodistas?
  • Informar sobre la emigración: ¿beneficios económicos, retos culturales?
  • Las palabras también son armas: el impacto del lenguaje en la información.
  • Ver para creer: las decisiones editoriales y el impacto de las imágenes mediáticas.
  • El dinero habla a través de los medios: voces privadas y valores públicos.
  • Periodismo ciudadano: los blogs, ¿la voz del pueblo?
  • Guardianes inmóviles: ¿puede la opinión pública influir en los medios de comunicación?

Estos ensayos servirían para suscitar la discusión en el estamento profesional, respaldar a quienes desean debatir las decisiones editoriales y proporcionar un contexto que estimule la reflexión en el debate público.

Mecanismos de relaciones con las instituciones públicas y organismos donantes

En conjunción con la conferencia inicial, se propone organizar una mesa redonda entre organizaciones de periodistas, editores e instituciones públicas y organismos donantes a fin de debatir las iniciativas de la campaña y obtener nuevas inversiones y respaldo para los medios de comunicación y grupos de periodistas en esta labor. La mesa redonda permitirá además un intercambio abierto entre periodistas e instituciones públicas acerca del mejor modo de abordar el racismo, la xenofobia y la intolerancia religiosa, así como los diversos papeles que desempeñan los medios de comunicación y los gobiernos en este ámbito.

Por último, la iniciativa servirá también como un potente recordatorio a los periodistas de que su tarea clave es la de proporcionar una información precisa, de manera objetiva, rápida e independiente, a una opinión pública que aspira a comprender las complejidades y los retos del mundo actual.