Globalización es un término que actualmente forma parte de nuestro vocabulario cotidiano aplicado a contextos económicos, sociales o culturales. Pero son los medios de comunicación de masas los que responden mejor a la globalización y a la actual civilización técnico-económica en la que todas las culturas del planeta están inmersas, lo crean o no. Los expertos que colaboran en este número convienen en la dificultad de la comunicación y están de acuerdo en que, si bien las imágenes pueden servir para potenciar aspectos positivos, también pueden sublimar los negativos.
¿Cómo podemos encontrar el equilibrio entre crítica y empatía cuando analizamos sociedades distantes de la nuestra? Es evidente que la percepción del «otro» viene determinada por nuestros propios valores y, en este sentido, el analista Francis Ghilès considera paternalistas las posturas que, a fin de evitar etiquetas racistas, tratan de mostrarse dóciles ante los ideales y la cultura de los pueblos no europeos. Para este autor, eso les impide distinguir entre el bien y el mal. La realidad es, pues, subjetiva por definición, y dependemos de la opinión y la experiencia personal del periodista.
McLuhan avanzó que el medio es el mensaje y pronosticó una cultura planetaria. Desde este punto de vista, los medios audiovisuales son puentes virtuales entre culturas. La tecnología utilizada por los medios en una sociedad determina la manera en que los individuos reflexionan y se comportan; no obstante, los códigos semióticos se resisten. En un estudio sobre los medios de comunicación en el Mediterráneo, Michelangelo Conoscenti llega a diferentes conclusiones: reconoce que los lenguajes audiovisuales de muchas naciones y programas de televisión presentan elementos comunes debido a la práctica de «copiar». El autor afirma que, cuando una persona o una institución imita a otra, algo se transfiere entre ambas, y puede transferirse una y otra vez hasta el punto de adquirir una identidad propia. Pero la difusión de elementos y estereotipos estilísticos, tanto si son positivos como negativos, no sólo depende de la televisión, sino también de otros medios y de otras experiencias que forman parte de nuestra vida diaria. Además, la producción de imágenes no es neutral, sino que es la consecuencia de un proceso culturalmente marcado. Es el resultado de las alternativas elegidas por el creador entre la cantidad de opciones combinadas ofrecidas por el código de los medios de comunicación; en consecuencia, también son significativas las exclusiones que el proceso implica. El uso de opciones y exclusiones está condicionado, a su vez, por unos factores socioeconómicos y políticos que apuntan a mecanismos de selección complejos.
¿Estamos, pues, ante un trampantojo, en el que la ilusión óptica muestra aquello que se desea mostrar o hacer percibir? Trampantojo es la palabra con la que se denomina en español el trompe-l’oeil, técnica pictórica de perspectiva utilizada desde el Renacimiento y sobre todo en el Barroco. Suelen ser pinturas realistas creadas deliberadamente para engañar al ojo creando una confusión entre la realidad y la ficción. Cuando hablamos de audiovisuales, ¿estamos hablando de una ilusión óptica que nos lleva a percibir la realidad erróneamente? La ilusión óptica aplicada a los audiovisuales nos sirve muy bien como metáfora, ya que dicha «ilusión» no está sometida a la voluntad y puede variar entre una persona y otra.
En este sentido, Cornelis Hulsman y Sawsan Gabra Ayoub Khalil nos manifiestan que las distorsiones que aparecen en los medios de comunicación no son inocuas, por lo que, aunque sus efectos iniciales sean pequeños, no debemos darles la oportunidad de crecer ni de hacer creer a la gente en una división entre buenos y malos que luego dé lugar a un choque de civilizaciones. ¿Pero el trampantojo es realmente tan efectivo? ¿Todos entran en el juego de su magia? Si nos atenemos a estudios llevados a cabo por las llamadas ciencias de la información y de la comunicación, el receptor de mensajes es menos maleable de lo que se cree, ya que es capaz de reinterpretar o de rechazar el mensaje si no corresponde a sus propios códigos. Pero, por supuesto, existen argumentos, códigos o símbolos que se asientan en un corpus de ideas y maneras de pensar fundamentado en una creencia general preestablecida. Esto lo podemos aplicar tanto a las cadenas occidentales como a las recientes cadenas árabes.
Noha Mellor afirma que las grandes cadenas internacionales árabes buscan el mercado panárabe, ya sea nacional o de la diáspora, por lo que dichos medios tienden a centrarse en la política regional antes que en las temáticas locales de las distintas sociedades. Así, pese a las diferencias entre los países árabes en cuanto a aspectos étnicos, religiosos, de clase y de género, los medios informativos regionales y los canales de noticias por satélite intentan dirigirse a una audiencia lo más amplia posible, concebida como una «comunidad imaginaria». Los periodistas no tratan las noticias de carácter local ni aquellas que cubren aspectos sociales ya que consideran que no les conducirán a la fama, por lo que priman las informaciones políticas, que no requieren un trabajo de investigación. Para ser justos, manifiesta Mellor, tampoco los medios informativos occidentales (ya sean europeos o norteamericanos), que han constituido el modelo formativo de muchos periodistas árabes de los nuevos canales, dan mejor ejemplo. No obstante, hablar de «medios de comunicación árabes» entraña una generalización y, como expresa el periodista marroquí Driss Ksikes, ello nos impide hacernos una idea de la complejidad de todo un mosaico de medios vía satélite –Al Yazira, Al Manar, Al Arabia, Al Hurra, etc.–, dirigidos a distintos públicos y a un mercado cada día más amplio, dadas las numerosas realidades emergentes que configuran el universo actual de personas que hablan o comprenden el árabe.
El espejo de las mil realidades o el trampantojo que quiere mostrarnos una visión sublimada. En este sentido, Maria Dolors Massana revisa el dicho según el cual «vale más una imagen que mil palabras», ya que en televisión no es siempre cierto: la CNN norteamericana y la cadena catarí Al Yazira hicieron saltar en pedazos el mito de la superioridad incuestionable de la imagen al ofrecer dos relatos gráficos simultáneos pero radicalmente diferentes de la guerra de Irak.
Por esta razón, hemos creído conveniente publicar varios análisis que atañen no sólo a las cadenas televisivas sino también a la prensa, como es el caso de las caricaturas del periódico danés Jylland-Posten. Alain Blomart comenta una encuesta respondida por expertos en la que se ponen de manifiesto las reacciones que suscitaron las caricaturas en diversos países. Pedro Rojo analiza la visión que se tiene de España en el mundo árabe, que depende del tratamiento de la agenda política por parte de los medios; los ejemplos citados se centran especialmente en la prensa marroquí. Ibrahim Nawar, Tona Gusi, Virginia Montañés y Elena Zambelli reflexionan sobre la manera en que los medios de comunicación –ya sea la prensa escrita o los audiovisuales– abordan los temas de género. Una de las ventajas de las redes profesionales de mujeres es que permiten realizar unos análisis llevados a cabo por ellas mismas en los que convergen diferentes perspectivas culturales y realidades políticas, a partir de la puesta en común de las distintas experiencias profesionales. En los encuentros de las profesionales del periodismo se constata que, hoy por hoy, la visibilidad de las mujeres en los medios de comunicación del Mediterráneo es aún baja, altamente estereotipada, y que su tratamiento siempre suele ir vinculado a los aspectos más problemáticos de la integración, derivados de la inmigración.
En este número de la revista, dedicado al tema «Medios de comunicación y percepciones mutuas», no podíamos obviar las diferentes propuestas que, especialmente en estos últimos años, se han ido formulando y que intentan reforzar el Proceso de Barcelona y el espíritu que conlleva. De hecho, la visibilidad de Euromed no se ha impuesto de una manera urgente y perentoria hasta estos últimos años. La necesidad de compensar el déficit de información y de comunicación ha impulsado a la Comisión Europea a emprender una serie de iniciativas –coloquios, seminarios, encuentros– y a poner en marcha una task force sobre los medios, un marco informal de concertación y debate entre los propios periodistas de ambas riberas para poder desarrollar ideas operativas. La entrevista realizada por el periodista Hichem Ben Yaïche a Thomas McGrath, miembro de la Unidad Mediterráneo encargada de la información para la región Euromed, explica ampliamente estos objetivos. Complementa esta información el periodista Domingo del Pino, destacado mediterranista que lleva décadas dedicado al diálogo entre las culturas, quien esboza las esperanzas depositadas en la task force, pero que también es crítico con el tiempo perdido y los innecesarios malentendidos. Shada Islam, Bettina Peters y Aidan White se refieren al ineludible compromiso de un periodismo ético para que no se siga produciendo el eterno malentendido entre Oriente y Occidente, descrito por Tahar Ben Jelloun en su colaboración.
Como en los anteriores números de Quaderns de la Mediterrània, el «Dossier» se ve complementado por la sección «Panorama de actualidad», centrada esta vez en los testimonios directos de profesionales que han vivido en las zonas candentes de las guerras de Oriente Próximo. El testimonio de la periodista Giuliana Sgrena, secuestrada en Irak cuando cubría la guerra, y las reflexiones del diplomático Ignacio Rupérez y del periodista y reportero de televisión Joan Roura a partir de su experiencia personal, nos ayudan a entender el malestar que se ha producido en las relaciones entre Oriente y Occidente a raíz de la tragedia iraquí.
En la sección «Panorama cultural» ofrecemos una breve monografía sobre Turquía, el vecino bisagra entre Oriente y Occidente. A través de la historiografía, Miguel Ángel de Bunes nos muestra cómo surgieron, sobre todo en los siglos XVI y XVII, las visiones estereotipadas de Oriente y Occidente que aún perviven en nuestros días. La expansión del Imperio Otomano en la Edad Moderna crea la necesidad de identificar y diferenciar a escala popular los bandos ideológicos emergentes. Por ello hemos creído interesante complementar este trabajo con el llevado a cabo por Alain Servantie, quien ha rastreado, a propósito de la eventual adhesión de Turquía a la Unión Europea, todos los cómics que reflejan fobias inconscientes y temores imaginarios, propios de una educación eurocéntrica, más que de una apreciación mesurada de la actual realidad turca. El artículo elaborado por Pablo Martín Asuero sobre el redescubrimiento de los sefardíes en Turquía por parte de la diplomacia española durante el siglo XIX, en el que se narran los avatares sufridos hasta el decreto de admisión de dichos judíos como españoles sin patria en la segunda década del siglo XX, pone de manifiesto la ignorancia de esa cultura en el otro extremo del Mediterráneo, y los subsiguientes exclusiones y reencuentros. Cierra esta breve monografía una bibliografía reciente sobre Turquía y una reseña sobre la última obra del Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk. El número concluye con las habituales secciones de libros, música, alimentación y una selección de recursos en Internet vinculados al dossier monográfico.
No cabe duda de que los puentes virtuales representados por los medios de comunicación de masas –radio, canales de televisión (tanto vía satélite como los otros) e Internet– pueden superar las fronteras y generar un espacio «intermedio», es decir, un espacio de intermediación que se conciba y utilice –hablando en términos antropológicos– como un momento de intercambio con el «otro» y, al mismo tiempo, como un lugar para experimentar lenguajes comunes. En la actualidad, todos los vecinos que comparten el Mediterráneo necesitan entender que la coexistencia es posible, aunque haya una diversidad de lenguas, religiones y costumbres. Desde este punto de vista, los medios representan, sin duda, una oportunidad, pero también constituyen un reto, ya que la generación más joven está mucho más inclinada a absorber contenidos e ideas a través de los códigos audiovisuales. No obstante, la eclosión de producciones televisivas, especialmente cuando no viene precedida por una educación adecuada sobre la parcialidad de los lenguajes audiovisuales, puede dar lugar a la proliferación de simples trampantojos.