Desde hace más de un cuarto de siglo, el Festival de Fez de las Músicas Sagradas del Mundo trabaja en su voluntad de transmitir un mensaje esencial que va más allá de los avatares políticos y sociales del momento para enraizar con gran fuerza la cultura en lo más esencial de la vida: el humanismo, el respeto por las diferencias de todos, así como de la naturaleza, siempre mediante la escucha y la empatía solidaria. Así, el Festival de Fez de las Músicas Sagradas del Mundo y su Foro animan los bellos lugares patrimoniales de la ciudad. Arraigado en el diálogo entre culturas a través de los conocimientos, la escucha, la profundidad y los intercambios tradicionales de saberes, creencias y modos de vida, este festival y su Foro son espacios y oportunidades de relacionarse entre las personas, las sociedades, las religiones y los sentidos que unos y otros otorgan a sus vidas.
Desde hace más de un cuarto de siglo y durante ocho días al año, el Festival de Fez de las Músicas Sagradas del Mundo y su Foro animan los bellos lugares patrimoniales que hay en la ciudad. Arraigado en el diálogo entre culturas a través de los conocimientos, la escucha, la profundidad y los intercambios tradicionales de saberes, creencias y modos de vida, este festival y su Foro son espacios y oportunidades de relacionarse entre las personas, las sociedades, las religiones y los sentidos que unos y otros otorgan a sus vidas. Así, en los lugares históricos más emblemáticos de la ciudad se organizan sesenta espectáculos y conciertos y una veintena de conferencias inspirados en el tema de la edición.
Animada día y noche, la villa de Fez es una fiesta. La población local y nacional vive, de este modo, experiencias extraordinarias en compañía de cientos de visitantes, a menudo habituales, procedentes de varios países. Entre el norte y el sur del Mediterráneo, entre Europa y África y entre Oriente y Occidente, el festival extiende vínculos y construye puentes. Música, animaciones, danzas místicas o conferencias, eventos todos ellos cuestionados por la profundidad de las ideas y el sentido de las convicciones, interpelan a la espiritualidad.
Mediante un recorrido por toda clase de formas lúdicas y alegres creativas y artísticas, las espiritualidades religiosas se revisitan del mismo modo que las espiritualidades profanas. El festival tiende puentes mediante miradas espirituales principalmente entre el islam, el judaísmo y el cristianismo.
Organizado por las principales instituciones nacionales y financiado por grandes patrocinadores públicos, territoriales y privados, el Festival de Fez hace gala de una gran ambición de reconocimiento de otras culturas y sociedades a través de su conocimiento y sus encuentros. Alentado por el respeto hacia otras culturas y toda clase de diferencias, este punto clave del humanismo rinde homenaje a la historia marroquí en toda su profundidad, impregnada de judaísmo durante más de tres mil años, de cristianismo durante más de dos mil años y de islam, durante más de mil años. Ese Marruecos plural, pese a las épocas y tentaciones de amnesia y rechazo, es el país que el festival contribuye, asimismo, a consolidar, en beneficio de la libertad y la poesía humanista de las lenguas, las artes y las creencias, tan distintas unas de otras. Los espectáculos, los conciertos y las conferencias son los vectores de todos esos mensajes y símbolos.

Las Noches sufíes se conciben como veladas que se alargan desde las once de la noche hasta las dos de la madrugada, cuando finalizan todos los espectáculos en las siete plazas de la ciudad, de sábado a sábado. Durante esas veladas, las cofradías sufíes más importantes del mundo ofrecen de forma gratuita sus cantos místicos, danzas y trances.
El público se deleita así con los cantos de las cofradías de Fez, Meknes, Salé, Marrakech, Taroudant, Chefchaouen, El Cairo, el Nilo, Bagdad, Jerusalén, Persia, India, Senegal y diversas variantes de música qwwali. Este público, numeroso y atento, descubre de esta forma que, detrás de los cantos, las danzas y los trances de estas cofradías populares que habitan en el corazón de las medinas se ocultan saberes ancestrales, profundos, interrogadores y serenos, siempre en busca de los sentidos más hondos de todas las cosas.
Músicas y espectáculos
En el marco del tema elegido por el consejo de administración, el director artístico elabora su programa y lo presenta a la presidencia de la Fondation Esprit de Fès. Cada sesión expresa, así, la implicación de varias formas de creatividad, variantes musicales y numerosas sensibilidades. Las distintas categorías de público pueden aprovechar entonces los espectáculos para conocer mejor las músicas y los cantos espirituales marroquíes de esencia judía, amazigh, árabe, musulmana, cristiana, hindú, budista y profana. Las programaciones tan ricas de las otras culturas ofrecen, asimismo, músicas clásicas europeas, cantos de tierras muy variadas y de géneros desconocidos en Marruecos, portadores todos ellos de valores y significados vinculados a culturas muy distintas unas de otras.
Tomemos como ejemplo las ediciones xxiii, xxiv y xxvdel festival para ilustrar estos propósitos, y descubrir las posibles lecturas que podemos hacer de ellas, conforme a nuestros objetivos.
Las veladas inaugurales de las tres sesiones corren a cargo de una grandiosa creación de dos horas de duración, que presenta un espectáculo sintético de toda la semana y destaca el tema elegido para el festival.
La edición xxiii, «El agua y lo sagrado», se celebró del 12 al 20 de mayo de 2017
La elección del tema del agua con respecto a lo sagrado y las espiritualidades pretende recordar su lugar primordial en la vida, el equilibrio ecológico, el ciclo de las estaciones, las características de las altitudes, los continentes y la evolución de las civilizaciones. De ahí que todas las creencias, religiones politeístas, deístas y monoteístas, así como todas las filosofías «verticales» y trascendentales consagren esa dimensión central del agua, inseparable de cualquier búsqueda de espiritualidad. El agua es la fuente de la vida.
La creación de la velada de inauguración del día 12 de mayo, «Spirit on the Water, de la source à l’océan», constituye un himno a la fluidez, la vinculación del espíritu a la materia a través del agua, partiendo de la montaña al mar y pasando por las llanuras, los campos, los bosques, las ciudades y las fuentes.
La humanidad se cuestiona y enfrenta a una serie de retos tanto por sus virtudes como por sus vicios, sus golpes y sus sufrimientos.
La velada de inauguración de esta edición tuvo como invitado de honor a China. El sábado actuó la ópera Wu Du Zhejiang, ancestro de la ópera china. La rehabilitación de este género, cuyo origen se remonta a más de cuatrocientos años y actualmente se encuentra condenado a desaparecer, permitió mostrar, a través de la danza y la música, unas creencias de más de tres mil años de antigüedad, contemporáneas de las míticas dinastías Shang y Zhou y de sus divinidades.
Otros espectáculos, tomando el agua como pretexto, mostraron culturas tan ricas y variadas como las prestaciones de Marlui Miranda (alma de la selva amazónica brasileña), la caravana amorosa de Etiopía, los cantos del Alto Atlas y Atlas Medio marroquí, el Matrouz de Simon El Baz sobre música, el teatro callejero y los cuentos judeo marroquís, la bella mezcla Songhaï: de l’Andalousie gitane à la tradition mandingue, Espagne, Mali, Grande-Bretagne [Shonghaï: de la Andalucía gitana a la tradición mandinga, España, Mali, Gran Bretaña], o la película Des hommes et des dieux [Hombres y dioses], sobre el asesinato de los monjes de Tibhirine, en Argelia, y rodado en Toumliline (Marruecos), cerca de Azrou, en los vestigios de los pabellones del monasterio benedictino. Todas estas músicas, danzas y creaciones muestran, más allá de las diferencias, la profundidad de los humanismos, las culturas, los valores y las creencias: son poderosos símbolos que atraviesan todas las ediciones.
La edición xxxiv, «Saberes ancestrales», se celebró del 22 al 30 de junio de 2018
Además de la bella creación de inauguración concebida y coordinada por el director artístico, Alain Weber, esta edición brindó una serie de frescos magníficos. Podemos citar, en este sentido, los siguientes momentos cumbre: las Tres cartas de Sarajevo, del gran músico Goran Bregovic, que rindieron homenaje a Ohrid (Macedonia), la Jerusalén de los Balcanes, mediante magníficas composiciones en que la música clásica medieval se armonizó admirablemente con las músicas árabes orientales, las músicas asiáticas y las mediterráneas y balcánicas. El Soweto Gospel Choir encandiló al público con la fuerza, las emociones y la belleza de sus cantos y coreografías.
Los cantos espirituales sufíes, ortodoxos, gregorianos, hebreos, andaluces, jesuitas bolivianos y de Zanzíbar, Karachi o Rajastán animaron las bellas plazas de Bab-al-Makina, los jardines de Boujloud, el complejo ben Youssef y otros riads de Fez. Sami Youssef cantó y bailó en el marco del sufismo y el jazz «espiritual, como el de Coltrane e incluso Miles Davis». Para él, el misticismo es, ante todo, una cuestión de espíritu.
La gran tradición de que goza la música andaluza en la ciudad de Fez iluminó una velada acompañada por la orquesta del maestro Mohamed Briouel. El pájaro de fuego: músicas y poemas místicos de Oriente y Occidente, concebido por Gérard Kurkdjian, brindó su esencia de respeto y puente entre culturas. El gran músico y compositor catalán Jordi Savall ofreció en el festival dos creaciones magistrales: el primer espectáculo recreó, a través de un circuito musical, los viajes de Ibn Battuta (que tuvieron lugar entre 1333 y 1354) desde Marruecos a las estepas rusas, pasando por Constantinopla, el golfo Pérsico, Anatolia, Pakistán, Afganistán, Bengala, Indonesia, China y, de regreso, por Cerdeña y Andalucía para acabar descubriendo el reino de Tombuctú y el imperio de Mali. Esta creación, generosa y grandiosa, constituye un himno a la música y el arte que atraviesa las culturas y creencias, las fecunda y vincula entre sí mediante la riqueza universal que siempre ha supuesto, y supondrá, la movilidad de las ideas, culturas y religiones a partir de la movilidad de los seres humanos.
La segunda creación de Jordi Savall nos permitió descubrir su extraordinario trabajo en cuanto que investigador en musicología, que permitió rehabilitar y salvar la desaparición de las músicas que forman parte del patrimonio universal en la época comprendida entre los años 900 y 1850. El proyecto ORPHEUS xxi, en el marco del programa Europa creativa, permite la integración de músicos profesionales refugiados en Europa, lo cual confirma que la música es un puente entre culturas que fortalece la solidaridad y la empatía, más allá de las lenguas y nacionalidades. En el magnífico complejo cultural de la Salina real de Arc-et-Senans, en Francia, declarado patrimonio mundial de la UNESCO y brillantemente dirigido por Hubert Tassy, Jordi Savall pudo crear esa obra mientras disfrutaba de una residencia.
La edición xxv, «Fez en la confluencia entre las culturas», se celebró del 14 al 22 de junio de 2019
Esta edición, que contó con la participación de más de treinta países, consagró el cuarto de siglo de vida del Festival de Fez de Músicas Religiosas del Mundo gracias a un excelente programa. En homenaje a la ciudad de Fez, la confluencia entre culturas brindó mensajes contundentes y perennes acerca del poder de las artes, la música, la danza y toda clase de creaciones artísticas, así como de los vínculos orgánicos entre las culturas, pues todas ellas surgen de la necesidad esencial de otorgar un sentido a la vida, la muerte y los misterios que ambas encierran. Al superar las vicisitudes y los intereses individuales, las culturas conforman una trama llena de misterios, dudas y esperanzas.
El aliento y la mística de Maimónides (Moisés ben Maimón), el gran filósofo judío andaluz del siglo xii, inspiraron en gran medida el lema «Fez, gran libro abierto», que ilustró la creación inaugural. El humanismo es único y se conjuga de múltiples maneras según los contextos y períodos determinados. El resto es efímero y prosaico.
Resulta difícil describir la belleza y sustancia de los sesenta espectáculos tan variados y unidos por la búsqueda de una expresión espiritual de los que fuimos testigos. Desde los cantos sagrados de Irlanda, Persia y Azerbaiyán, pasando por el grupo canadiense Les Voix Humaines, el grupo Areej Sufi Ensemble de Omán, los cantos montañeses del conjunto vocal serbio Svetlana Spajic, la cantante marroquí Cherifa Kersit, el músico Youssou N’Dour y Col Kolé, alemán que mostró las nuevas facetas de la música judía en la bella sinagoga restaurada de Slate al Fassiyine, hasta la gaita española de Carlos Núñez, los cielos de la plaza Bab-al-makina ofrecieron veladas de una dulzura excepcional. El joven artista Sami Yusuf, comprometido en varias luchas en favor de la paz y contra el hambre, hunde su inspiración en las fuentes del sufismo y la gran espiritualidad oriental abierta, respetuosa y humilde. Lo mismo puede decirse del gran cantante Marcel Khalife, que se reencontró con su público fiel de los años ochenta del siglo pasado, a la vez que encandilaba a los jóvenes con sus novedades y su «actualizado» talento.
De esta forma, los temas y las interrogaciones comunes se vinculan a través de los cantos, las músicas, los cuentos, las escenografías y las danzas que las conferencias del Foro retoman en forma de debates que ofrecen ideas contundentes, argumentos y contradicciones. En ellas reina la escucha, el respeto y la necesidad de conocer a los otros y reconocerse en ellos sin tratar de dominarlos o convertirlos a las propias creencias.
El Foro
El Foro del festival se celebra durante tres días, de las nueve de la mañana a las tres de la tarde, y cuenta con una veintena de conferenciantes procedentes de distintos países.
Foro sobre «El agua y lo sagrado», celebrado los días 13, 14 y 15 de junio de 2017
Uno de los mayores retos que afronta el mundo, y seguirá afrontando en los próximos años, es el calentamiento climático. Las implicaciones del mismo sobre la vida humana, animal y vegetal tienen un peso enorme. Todas las cuestiones que atañen al agua están relacionadas con el clima y sus perturbaciones, ya sean lluvias, nieves, glaciares, océanos, ríos, inundaciones, capas freáticas, irrigación o agua potable para abastecer las pequeñas y grandes aglomeraciones humanas. Con el aumento de las desigualdades sociales entre las naciones y en el seno de los países, los retos climáticos constituyen las variables más determinantes de los desequilibrios ecológicos, económicos y sociales de nuestro planeta.
En esta ecuación global, el agua es probablemente el impulsor más poderoso, sensible y frágil a la hora de comprender y actuar sobre la vida y las condiciones materiales, espirituales, económicas y sociales de su plenitud y duración, así como de su debilitamiento. Sin agua no hay forma posible de vida sobre la tierra.
La Conferencia de Marrakech (COP 22), que tuvo lugar del 17 al 25 de noviembre de 2016, ya mostró la importancia y la gravedad de la cuestión del agua en los equilibrios fundamentales del universo, la tierra, la vida y las sociedades. El agua y el calentamiento global son los motores a través de los cuales la humanidad puede salvaguardar la armonía y perdurabilidad de los ecosistemas o bien dejarlos morir para siempre.
Después de dos conferencias inaugurales, los ejes del Foro se articularon en torno a tres temáticas: «Las dimensiones espirituales del agua», «Exigencias del desarrollo sostenible» y «El agua en los ecosistemas frágiles».
Foro sobre los «Saberes ancestrales», celebrado los días 23, 24 y 25 de junio de 2018
La elección de este tema está inspirada en la virtuosa restauración que se lleva a cabo en los monumentos, edificios patrimoniales y referentes culturales de la medina de Fez. El tema constituye una perspectiva básica para el Festival de Fez de las Músicas Sagradas del Mundo y un marco para su foro.
No se trata de contemplar los saberes tradicionales en el sentido más corriente del término, es decir, en su acepción de legados, patrimonio y conocimientos: se trata de explorar las culturas, las prácticas, las artes y los oficios que conforman una serie de comportamientos cotidianos y formas de vida, así como las relaciones que se transmiten de generación en generación.
El objetivo, pues, no es rescatar el pasado y repetir las «glorias de los ancestros», sino rendir homenaje y participar de la vivacidad, la perdurabilidad y el genio de los saberes que cambian sin alterarse, que evolucionan adaptándose y se adaptan conservando tanto su «espíritu» como su «alma». Es un universo en que la vida cotidiana, la vida de este mundo, está íntimamente relacionada con los oficios creativos: arquitectura, artesanía, costura, vestimenta, decorados, madera, artes culinarias, músicas, cantos, danzas, jardines, riads o ceremonias.
Estos saberes, que cimientan y estructuran culturas, formas de vida y comportamientos, son portadores de símbolos y códigos y están cargados de valores. Inscritos en el funcionamiento de las medinas y los pueblos desde siglos atrás, los saberes legados por los ancestros están sometidos a dinámicas sociales de reformas, apertura, mezclas, agresiones, imitaciones, competencia y desfiguración. No todos han desaparecido; algunos han sabido trascender los flujos y reflujos del tiempo, las mutaciones en la disposición del espacio, las metamorfosis engendradas por la movilidad de las poblaciones y las rupturas creadas por las brechas sociales y culturales. Erigidos a lo largo del tiempo, constituyen un preciado capital que se ha ido construyendo, refinando y consolidando con el paso de los siglos.
Dichos saberes expresan la riqueza de las mezclas entre culturas y de las interacciones entre formas de vida, religiones y espiritualidades. Conducidos por un extraordinario ingenio, renuevan constantemente su vitalidad, su frescura y su juventud. No les alcanzan ni la ceguera, ni la usura ni la obsolescencia. Rebeldes a las modas fluctuantes y pasajeras, reinventan a cada momento su estética y su inmersión en las solicitudes de la vida, tanto en Marruecos como en otros lugares.
En todos los componentes de la civilización humana, por muy complejos y enredados que sean, las dimensiones de los cultos y las culturas son saberes transmitidos por «ancestros» y realizados de distinta forma por los pueblos y las sociedades. Desde los antiguos imperios a los estados más modernos y contemporáneos, las variantes de los apoyos políticos y religiosos de los poderes que se han ido sucediendo en todas las tierras del mundo están conformadas a partir de las experiencias transmitidas por la educación, la formación, el entorno próximo y lejano, y todo ello las condiciona e influye. No todos los saberes se han transmitido, y cuando lo han hecho, nunca ha sido del mismo modo. Muchos han desaparecido, y aún quedan otros por desaparecer. Muchas prácticas sociales y progresos producidos por el genio de los humanos y de la naturaleza se han visto corrompidos, destruidos, quemados, despreciados y olvidados, pero la humanidad, por encima de todo, conserva una fantástica memoria colectiva.
Ciertos grupos humanos valoran mejor estos saberes que otros, y viven estos relevos de la civilización de un modo más formal, más visible. Muchas veces, las comunidades se alejan de esos saberes y reniegan de ellos, ocultándose tras los prejuicios de la «modernidad» y el conformismo. Pero los saberes ancestrales contienen una esencia y un contenido universales, así como grandes dosis de sacralidad, perdurabilidad y espiritualidad que pueden ser religiosas, litúrgicas, devocionales, místicas o profanas. Todas ellas son determinantes en nuestras vidas, nuestros miedos, esperanzas, sueños, imaginarios, utopías y mitos colectivos e individuales, en grado variable según las sociedades, épocas y lugares específicos.
Las músicas sagradas y espirituales del mundo, de todo el mundo, así como de cada cual, tienen una base ancestral que puede ser proclamada y perpetuada o, bien al contrario, disminuida. Este relevo artístico y cultural se encuentra en el centro de los vínculos sociales, y desempeña una función integradora de las distintas épocas, generaciones o géneros musicales. Vehicula la cristalización de aquellos valores reales o míticos con los que se identifican las sociedades.
Podemos encontrar los saberes ancestrales bajo múltiples y diversas formas en todas esas sociedades. Algunos grupos humanos los valoran y rehabilitan, mientras que otros los descuidan, pero siempre constituyen la fuente de la civilidad, la sociabilidad, los oficios, las creencias y las creaciones.
Con esta celebración de los saberes ancestrales, la Fondation Esprit de Fès pretende rendir homenaje a las inmensas virtudes de estas espiritualidades, fruto del ser humano que se respeta a sí mismo y a los demás, humilde, sereno y fecundo a través del testimonio de la vida que vincula a una generación con la siguiente. Se trata de algo muy bello que trasciende, pues, las generaciones, los lugares, las fortunas y las diferencias.
Esta condensación de culturas y genios humanos que se vive a diario durante una semana es, sencillamente, un himno a la espiritualidad y a su universalidad.
Tres ejes permiten estructurar las intervenciones en este foro: «Estéticas y simbolismos», «Modos y marcos de vida en sociedad» y «Artes y creatividades».
Foro sobre «Fez en la confluencia de las culturas», celebrado los días 15, 16 y 17 de junio de 2019
En el marco del Festival de Fez de las Músicas Sagradas del Mundo, el Foro de Fez se celebró los días 15, 16 y 17 de junio de 2019. El tema principal de esta xxv edición —«Fez en la confluencia de las culturas»— es un himno a la cultura, la música y la ciudad de Fez, que ofrece este magnífico evento desde hace ya un cuarto de siglo.
La confluencia de las culturas consagrada por este bello itinerario del festival constituye nuestra fuente de inspiración, es el aliento que nos permite debatir y escuchar a personalidades eminentes que irradian, con sus ideas y creaciones, esa cultura de la paz, ese valor de respeto y reconocimiento de todo cuanto alimenta las formas de vida virtuosas de la espiritualidad.
Se trata, en suma, de celebrar todo aquello que otorga un sentido a nuestros conocimientos, a la vez que valida la conciencia humanista.
La cultura «no quiere ni fuego ni guerra ni sangre», sino que traza una y otra vez el largo y difícil camino elaborado por miles de años de comercios, guerras y movimientos mezclados de población e ideas, todo lo cual hace que unos y otros convivan con el resultado de patrimonios comunes de la humanidad.
Todas las culturas, por muy específicas y excepcionales que nos parezcan, son pequeños brotes —frágiles y preciosos— de este capital compartido.
Más allá de las formas, funcionalidades y tipologías de las culturas, todas estas participan de la necesaria gestación de nuestra humanidad en sociedades conectadas unas con otras a través de sus préstamos, sus proximidades, sus conflictos y sus diferencias. No son eslóganes ni mascotas de las que presumir. Se trata de un imperativo global por el bien de todos y cada uno de nosotros, convencidos como estamos de que la cultura tiende puentes duraderos y perennes que todas las sociedades pueden utilizar en su propio interés en función de sus ritmos y expresiones.
Aunque las creencias, lenguas, historias y formas de vida, así como los usos y costumbres sean distintos, no por ello dejan de ser fuentes inagotables de sabiduría, paz y prosperidad potenciales. Con el fin de explorar algunos de los principales contornos de esta oportunidad que las culturas ofrecen a la humanidad, el Foro de Fez está configurado en torno a tres ejes: «El conocimiento antes que el juicio, la idea antes que la opinión», «Las necesidades fundamentales de un diálogo entre culturas» y «Modos de vida en las ciudades tradicionales (medinas y otras) y valores espirituales de respeto subyacentes».
El Festival de Fez de las Músicas Sagradas del Mundo se celebra desde hace más de un cuarto de siglo con la voluntad de transmitir un mensaje esencial que va más allá de las vicisitudes políticas y sociales del momento, con el fin de arraigar mejor la cultura en lo más esencial de la vida: su humanismo y respeto de todas las diferencias entre los seres humanos y en la naturaleza, todo ello mediante la escucha y la empatía solidaria.
Así pues, la espiritualidad, religiosa y no religiosa, constituye un puente entre las sociedades, los pueblos y las lenguas.