Encuentros y colaboración: trazando caminos creativos en el Mediterráneo

Herman Bashiron Mendolicchio

Universidad de Barcelona

Nuestro «nosotros» está lleno de otros.

Franco Cassano

El territorio de la creatividad tiene un enorme potencial y una gran responsabilidad en la construcción de puentes entre culturas.Puesto que, en el mundo global, la cultura y el arte corren el peligro de caer en procesos de uniformización, es necesario observar y contemplar la región mediterránea no solo en su macro extensión, sino en sus micro realidades diversas, heterogéneas, ricas e inspiradoras. El arte y la creatividad nos proporcionan la imaginación, las experiencias y las herramientas necesarias para construir miles de pequeños puentes entre estas micro realidades con materiales, formatos y estéticas diferentes, en el marco de una región cuyo mar alimenta claramente la idea de encuentro, relación, contacto, fluidez y multiplicidad. En este sentido, es importante crear espacios donde establecer lazos con las diferentes dimensiones de la sociedad, interrogar el espacio público, practicar la cooperación, el intercambio y la co-creación.

    


Viajes y puentes de diálogo

El siglo xxi está cerca de completar su primer cuarto, la historia sigue en su imparable avance —con sus caminos y transformaciones impredecibles— y las diversas regiones del planeta Tierra continúan oscilando entre ciclos históricos atravesados por momentos de luz y períodos de sombra. El espacio mediterráneo no es ajeno a estas fluctuaciones de la historia: en su extenso territorio se van sucediendo continuas trasformaciones socioculturales. Como es bien sabido, la esencia de las múltiples metáforas del Mediterráneo ha girado frecuentemente en torno a la idea de «espacio de encuentros y desencuentros», la imagen de cruce y puente entre culturas y poblaciones o bien, en el reverso de esa misma imagen, lugar de choque y conflicto.

En esa imparable rueda de ciclos históricos —permanentemente atrapados entre nuevos y viejos retos, conflictos, pandemias, revueltas, crisis climáticas, migraciones masivas y otros grandes cambios de difícil previsión—, la búsqueda del diálogo intercultural sigue siendo una urgencia y una necesidad del presente.

El contexto del arte y la cultura nos ofrece ideas, visiones y ejemplos para analizar y cuestionar ese camino hacia el diálogo intercultural, así como para profundizar —desde y a través de la práctica— en esa imagen simbólica del puente. En el territorio de la creatividad aparece, de una manera cada vez más consciente, la necesidad de descubrir y crear espacios de encuentro y colaboración. 

El viaje —en su práctica, visión y metáfora— es, sin lugar a dudas, la gran herramienta activadora del encuentro. Después de haber recorrido el mundo entero, el gran reportero polaco Ryszard Kapuscinsky empezó a reflexionar sobre la cuestión del encuentro con el Otro y, según sus palabras, «al hombre siempre se le abren tres posibilidades ante el encuentro con el Otro: puede elegir la guerra, aislarse tras una muralla o entablar un diálogo» (Kapuscinsky, 2007; p.14-15).

En ese cruce de encuentros y choques entre culturas e identidades distintas, la importancia del diálogo es esencial por dos motivos. En primer lugar, porque da un valor a la identidad propia, como afirma Kapuscinski: «Cuando alguien se ve arrancado —voluntaria o involuntariamente— de su cultura, paga por ello un precio muy alto. Por eso resulta tan importante la posesión de una identidad propia y definida, y la firme convicción de que esa identidad tiene fuerza, valor y madurez. Solo entonces puede el hombre encararse a otra cultura» (Kapuscinsky, 2007; p. 22). En segundo lugar, el diálogo valora las otras visiones sin imponer la propia, como explica Agustín González: «La exclusión del Otro, la explotación del Otro, la demonización del Otro y —para expresarlo con un término que desde la Segunda Guerra Mundial tiene un significado muy preciso— la xenofobia tienen su origen en el deseo de imponer la identidad privada como identidad pública, en la voluntad de imponer la moral individual como ética social, intentando patrimonializar la sociedad en favor de un grupo o de una determinada concepción de dicha sociedad» (en Bilbeny, 2002; p. 51).

La relación, el encuentro y el diálogo con el Otro aportan, tal y como definen filósofos, antropólogos y pensadores transversales, la base para conocernos a nosotros mismos. En su Filosofía del drama, Józef Tischner escribió el siguiente pasaje: «Ya en el origen de la conciencia del yo está la presencia del tú, o tal vez incluso del nosotros. Solo en el diálogo, en la discusión y la contraposición, así como en la aspiración a crear una nueva comunidad, surge la conciencia de mi yo como ser autónomo, diferente al Otro. Sé que existo porque sé que existe este Otro. No es sino la necesidad de elevar esa experiencia, esa vivencia, a un principio generalizador lo que hace surgir la filosofía del diálogo» (en Kapuscinsky, 2007; p. 77-78).

Southmed CV, Madrassa Project, 2017.

Existe una vasta literatura sobre el encuentro con el Otro, que se extiende desde las teorías filosóficas de Emmanuel Levinas sobre la alteridad y las relaciones intersubjetivas, hasta los antropólogos difusionistas —como señala Marvin Harris, «la difusión designa la transmisión de rasgos culturales de una cultura y sociedad a otra distinta. Este proceso es tan frecuente que cabe afirmar que la mayoría de los rasgos hallados en cualquier sociedad se han originado en otra» (Harris, 1998; p. 24)—; desde el cada vez más reconocido campo de la literatura de viajes hasta los estudios sobre interculturalidad, etc. El texto Orientalismo de Edward Said, escrito en 1978, nos dio las primeras herramientas para poder reflexionar sobre la existencia real de una conducta, en este caso occidental, que persigue la creación de un Otro distinto de nosotros, de un Otro que se contrapone al yo y de una actitud que desarrolla, gracias a varias formas de prejuicio, la construcción de una identidad propia (supuestamente superior) frente a otra ajena (supuestamente inferior). Dicho mecanismo solo genera confusión y falsedad, conlleva una pérdida de la visión de la realidad y potencia un imaginario de choques y conflictos. Junto al discurso de Said, es preciso considerar y valorar las reflexiones que el filósofo canadiense Charles Taylor expresó en su texto La política del reconocimiento (2001). Taylor defiende, en contra del sistema de homologación e igualdad, la política de las diferencias y del reconocimiento del Otro. Reconocer la identidad del Otro es reconocer la propia y viceversa, más allá de construcciones ficticias y contraposiciones aparentes.

En todo este proceso complejo, el viaje se propone como una herramienta necesaria para llegar al conocimiento: «Heródoto sabe que para conocer a los otros hay que ponerse en camino, ir a buscarlos, llegar hasta ellos, salir a su encuentro; por eso no para de viajar […], anhela conocer a los otros porque comprende que el hombre lo necesita para conocerse a sí mismo» (Kapuscinski, 2007; p. 37).

La escritora y socióloga Fatima Mernissi refuerza esa idea del viaje como fuente de riqueza, recordando las palabras de viajeros, literatos y poetas del siglo ix: «Para Al-Yahiz, la estrategia del adab, que implica superarse a sí mismo “añadiendo la inteligencia del extranjero a la propia”, supone que uno evite quedarse atrapado en su ciudad natal y se obligue a sí mismo a viajar: quedarse demasiado tiempo en casa es una de las causas de la pobreza. “El movimiento crea prosperidad”, recomienda en su Libro de las metrópolis y las maravillas del mundo [Kitab al-Amsar wa ajaib al buldan]. Es esta idea clave de la estrategia adab de Al-Yahiz, viajar lejos para comunicarse con el extranjero y ser de utilidad para él mediante el intercambio de bienes, la que celebraron poetas de la corte abasí como el sirio Abu Tamman (804-846 d.C. / 188-231 de la hégira): “¡Viaja! ¡Es la única forma de renovarte!”, pregonaba por las calles de Bagdad» (Mernissi, 2008; pp. 285-286).

El intercambio, la relación con el Otro, el diálogo, son elementos necesarios para el crecimiento personal y colectivo. La búsqueda de puentes, la confrontación con la diversidad y la alteridad, el acto de compartir, ese proceso de absorción y devolución —llámese diálogo intercultural o sentido social, tal y como apunta Marc Augé— emergen como mecanismos esenciales para el desarrollo social y cultural. Según las palabras de Marc Augé, «la ideología del sistema global es también una ideología del presente, se habla del fin de los grandes relatos, de los relatos del futuro y del fin de la historia, pero el problema es que la gente necesita, ante todo, dos cosas: una posibilidad real de pensar su relación con los otros y, como consecuencia, una posibilidad real de expresar esta relación dentro de una perspectiva temporal. A esta relación la llamaré sentido: sentido social. El sentido no es el sentido metafísico, no es una referencia a cualquier trascendencia, sino la representación de la relación o de las relaciones con los otros” (Augé, 2005, p. 17). En ese camino del viaje hacia el Otro y del diálogo intercultural existe el espacio del encuentro, así como la presencia de la frontera.

Espacios de colaboración – Espacios de frontera

El aporte visionario de la creatividad y la promoción y el estímulo a la colaboración son elementos esenciales para el desarrollo de valores sociales compartidos. Los programas culturales y proyectos artísticos que veremos a continuación buscan ampliar la mirada más allá de la expresión artística individual, involucrar y reflexionar sobre su territorio geográfico de acción, establecer lazos con las diferentes dimensiones de la sociedad, interrogar el espacio público y practicar la cooperación, el intercambio y la co-creación.

El programa Med Culture,[1] financiado por la Unión Europea dentro del marco de la Política Europea de Vecindad, se ha centrado durante cinco años (2014-2019) en la posibilidad de crear y fomentar una plataforma regional de encuentro, debate, formación y desarrollo de políticas culturales en nueve países del sur del Mediterráneo. Cuestiones como el estatus del artista, la formación artística en el sector educativo, la presencia y el impacto del arte en las áreas periféricas o la movilidad cultural han marcado la agenda del programa, que cuenta entre sus objetivos primarios el fortalecer la cooperación y la creación de redes, así como apoyar el intercambio y el diálogo intercultural. La visión y la práctica artística han sido claves en este proceso de cooperación cultural transversal y, en este sentido, el programa SouthMed CV[2], derivado de Med Culture, es una buena muestra de ello. Con un enfoque sobre el valor público de la cultura en el sur del Mediterráneo, SouthMed CV —un consorcio formado por Interarts (España), BAC Art Center (Túnez), Gudran for Art and Development (Egipto), Khayal Arts & Education (Líbano), National Centre for Culture & Arts (Jordania) y la German Commission for UNESCO— ha financiado numerosos proyectos creativos «centrados en cuestiones críticas que utilizan el arte y la cultura para acercar el desarrollo sostenible a las sociedades» (Cots et al., 2018; p. 8).

Así, proyectos como Proposal for a Metropole[3], Madrassa[4] o Kibrit[5] —entre los treinta y ocho seleccionados y apoyados por el programa— despliegan un abanico de temáticas y prácticas artísticas muy diversas, explorando cuestiones como el desarrollo urbano, las transformaciones del espacio público o las prácticas artísticas sociales y colaborativas, y creando alianzas entre espacios artísticos y organizaciones culturales independientes, desde el Magreb hasta el Máshreq, unidos gracias a un gran espíritu de colaboración.

Así pues, el programa SouthMed CVha posibilitado la creación de espacios de acción concretos, así como el paso de la imaginación a la práctica lidiando con numerosos obstáculos burocráticos, sociales, económicos y políticos que muchas veces impiden la cooperación y el encuentro entre agentes culturales en el contexto sur del Mediterráneo. El estímulo a la interacción y la cooperación se encuentra entre los fundamentos del programa y los proyectos seleccionados se convierten en buenas prácticas para alimentar, en un sentido amplio y transversal, una geografía de la colaboración cultural y artística mediterránea.

Aunque es imposible detallar aquí todos los proyectos, podemos mencionar, a modo de ejemplo, el enfoque y la colaboración establecidos para el proyecto Madrassa. Las cuatro organizaciones participantes (Atelier de l´Observatoire, de Marruecos [coordinador e iniciador del proyecto]; Spring Sessions, de Jordania; Mass Alexandria, de Egipto; y ARIA – Art Residency in Algiers, de Argelia), han diseñado un programa de investigación curatorial en arte contemporáneo para explorar prácticas de artes visuales socialmente comprometidas y promover proyectos de colaboración e intercambios transnacionales. A través de visitas, charlas y talleres en Amman, Casablanca, Alejandría y Argel, los diferentes participantes del proyecto han ido explorando los ecosistemas artísticos y culturales de las cuatro ciudades implicadas, y así han adquirido el conocimiento necesario para establecer una plataforma de intercambio regional cuya proyección presente y futura va más allá de la edición apoyada por SouthMed CV.

Esta lógica de la cooperación y el intercambio está presente en cada vez más proyectos diseminados en la cartografía fluida de la creatividad en el Mediterráneo. Residencias artísticas, proyectos expositivos y eventos híbridos donde se fusionan la creación y la reflexión, actúan con determinación —pese a las múltiples fragmentaciones sociopolíticas presentes en este amplio territorio— para crear puentes de diálogo y oportunidades de intercambio.

El programa Jiser[6] (puente, en árabe) conecta, a través de acciones y proyectos, a numerosos artistas, espacios y ciudades en diferentes lugares del Mediterráneo. Su núcleo de acción e intercambio está principalmente centrado en el triángulo Barcelona-Túnez-Argel, unidas en un diálogo creativo que se lleva a cabo desde 2010, a través de las residencias de creación BCN>TNS>ALG. Con una dedicación constante en el tiempo, Jiser ha ampliado su abanico de actividades y, además de las residencias, organiza espacios de reflexión y discusión a través de programas de estilo radiofónico y programas expositivos, acercando territorios y alimentando una red de artistas jóvenes en el Mediterráneo.

En ese itinerario de conexiones creativas se podrían mencionar numerosos proyectos de dimensiones distintas, así como una constelación de artistas que contribuyen a esa construcción de puentes, cada uno desde su lugar y su visión. Así, podemos mencionar desde las prácticas artísticas del caminar que cruzan fronteras y conectan con artistas y eventos caminantes desde Prespes[7] (Macedonia Oriental, Grecia) hasta Portugal; desde proyectos centrados en la noción de comunidad en Malta hasta el enfoque sobre co-creación desarrollado en Matera 2019[8], capital europea de la cultura; desde artistas y colectivos que reflexionan sobre el espacio público y las crisis climáticas, hasta otros que reflexionan alrededor de los múltiples significados que simboliza la frontera.

El puente es evidentemente un espacio de frontera, un espacio que por un lado une y, por otro lado, evidencia la separación y la diferencia; un lugar de permanente transición, contacto y relación. El puente simboliza también ese proceso de transformación, donde se cuestiona la esencia del conocimiento y se escuchan otras narrativas, otros relatos y otros saberes.

El trabajo creativo realizado por Toni Serra (Abu Ali) (1960-2019) ha abordado visual y poéticamente estos temas y ha abierto profundos pliegues de conocimiento entre realidades y mundos distintos. Sus creaciones audiovisuales —pensamos, por ejemplo, en Fez, Ciudad Interior, donde el autor explica: «Así fui entrando en una ciudad laberíntica y compleja, en una cultura fascinante, hecha de capas de profundidad»[9]— son en sí mismas puentes, viajes iniciáticos que permiten acceder a otra cultura transitando por caminos distintos, muchas veces ocultados por las narrativas mediáticas y hegemónicas.

Pequeñas historias pueden desvelar relatos profundos, como por ejemplo la obra Pietrapertosa de Emily Jacir, un medallón de piedra de gorgoglione (un tipo de piedra que toma su nombre de un pueblo de Basilicata, Italia) que contiene la siguiente inscripción grabada en italiano y en árabe: «Has venido entre nuestra gente y tu vida está a salvo». La misma artista explica en una entrevista la historia que la obra representa, una historia de puentes culturales, de encuentros y hospitalidad: «Caminaba por el barrio de Arabata, investigando el pueblo [de Pietrapertosa] y sus habitantes, cuando unos ancianos del barrio nos vieron y nos invitaron a entrar en su casa para tomar un café o un té, y dijeron: “Ahlan wa sahlan”. Me explicaron, con gran orgullo, la importancia de la hospitalidad para la gente de la ciudad, cuya tradición proviene de su herencia árabe. Les pregunté qué significaba Ahlan wa sahlan, y así es como me lo tradujeron, esa es literalmente su traducción: “Has venido entre nuestra gente y tu vida está a salvo”. En ese momento, me sentí como en casa. Solo ese momento puede explicar lo que Pietrapertosa significa y representa[10]».

La ausencia de puentes y la simbología de la frontera marítima como lugar hostil han sido también enfoques de muchos artistas que pretenden reflexionar principalmente en torno a las múltiples dinámicas y consecuencias de las crisis migratorias. La video performance Don’t Cross the Bridge Before You Get to the River[11], obra de Francis Alÿs, simboliza una utópica construcción de un puente humano entre España y Marruecos que revela, entre referencias a los juegos infantiles y al concepto de reto, las dramáticas historias de la migración.

Conclusiones

En el proceso de construcción de puentes y de reflexión sobre su simbología, el territorio de la creatividad tiene, evidentemente, un enorme potencial y una gran responsabilidad.La cultura y el arte corren el peligro de caer en procesos de uniformización, así como de ofrecer perspectivas impuestas y elitistas que poco tienen que ver con la riqueza de las diferencias entre culturas presentes en el Mediterráneo, con una diversidad de comunidades, formas de vida, rituales, visiones, saberes y prácticas que recorren los tiempos y los espacios de esta geografía móvil.

Revisitando las reflexiones posmodernas sobre los macrorrelatos y los microrrelatos, podríamos decir que si las grandes narrativas se han acabado, también deberíamos ir más allá de la búsqueda de las grandes definiciones o las grandes redes para impulsar, en su lugar, una constelación de micro proyectos, micro formatos y micro redes donde los contextos específicos recuperen su esencia, sus características y sus microhistorias profundas, en lugar de responder a ese homogeneizador manto de globalidad. Deberíamos observar y contemplar el Mediterráneo, no solo en su macro extensión, sino en sus micro realidades diversas, heterogéneas, ricas e inspiradoras. Más allá de los grandes puentes, el arte y la creatividad nos proporcionan la imaginación, las experiencias y las herramientas necesarias para construir miles de pequeños puentes —en este sentido, la ciudad de Venecia sería una buena metáfora visual— con materiales, formatos y estéticas diferentes.

El mar entre las tierras alimenta claramente esta idea de encuentro, relación, contacto, fluidez y multiplicidad, tal y como podemos encontrar en el pensamiento meridiano teorizado por el profesor Franco Cassano: «El pensamiento meridiano es ese pensamiento que comienza a sentirse en el interior allí donde empieza el mar, cuando la orilla interrumpe los integrismos de la tierra (especialmente los de la economía y el desarrollo), cuando se descubre que la frontera no es un lugar donde termina el mundo, sino donde los elementos diferentes se tocan y el juego de la relación con el Otro se hace difícil y real. El pensamiento meridiano, de hecho, nació justamente en el Mediterráneo, en las costas de Grecia, con la apertura de la cultura griega a los discursos en contraste, a los dissòi logoi» (Cassano, 2007; p.7).

El pensamiento meridiano, así como las prácticas artísticas y los proyectos de cooperación que hemos mencionado, ponen en el centro tanto de su reflexión como de su quehacer el Mediterráneo, nos inducen a pensar sobre el valor del encuentro y la importancia de la relación con los otros, nos enseñan la amplitud del horizonte y nos sugieren una apertura hacia el viaje infinito representado por la vida. Las expresiones artísticas nos desvelan, finalmente, múltiples puentes de diálogo intercultural y nos invitan a transitar por ellos, en busca de experiencias transformadoras.

Notas

[1] www.medculture.net [último acceso: 20 de enero de 2021].

[2] www.smedcv.net [último acceso: 20 de enero de 2021].

[3] http://www.smedcv.net/proposal-for-a-metropole/ [último acceso: 20 de enero de 2021].

[4] http://www.smedcv.net/madrassa/ [último acceso: 20 de enero de 2021].

[5] http://www.smedcv.net/kibrit/ [último acceso: 20 de enero de 2021].

[6] https://www.jiser.org [último acceso: 20 de enero de 2021].

[7] Walking Art Encounters: http://icowaf.eetf.uowm.gr/ [último acceso: 20 de enero de 2021].

[8] Véase el «Manifesto della Partecipazione», Matera 2019 – Capitale Europea della Cultura: https://www.matera-basilicata2019.it/it/mettersi-in-gioco/manifesto-della-partecipazione.html [último acceso: 20 de enero de 2021].

[9] Serra, T., «Fez, ciudad interior», Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia [en línea], nº. 16 (1-2), 2011, pp. 231-46: https://www.raco.cat/index.php/QuadernseICA/article/view/247208 [último acceso: 20 de enero de 2021].

[10] McNay, A., «Emily Jacir – Interview: “I wanted the locals to show me what was important for them, what they thought I should see, what they wanted to talk about”», Studio International [en línea], 1 de diciembre de 2020: https://www.studiointernational.com/index.php/emily-jacir-pietrapertosa-gardentopia-project-matera-2019-fondazione-merz-turin-i-wanted-locals-to-show-me-what-was-important-for-them [último acceso: 20 de enero de 2021].

[11] «When Francis Alÿs tried to build a bridge to Europe», Phaidon: https://www.phaidon.com/agenda/art/articles/2019/july/30/when-francis-alys-tried-to-build-a-bridge-to-europe/ [último acceso: 20 de enero de 2021].