Una nueva tendencia matrimonial en Turquía: el «matrimonio de pantalla»

Gozde Demirel

Universitat Rovira i Virgili, Tarragona (España)

En Turquía, la televisión juega un papel fundamental como medio de comunicación de masas, ya que supone la principal fuente de información y entretenimiento de la sociedad. La aparición de los canales privados en los años 90 ha dado lugar a una asombrosa proliferación de programas que pretenden emparejar a sus concursantes. El objetivo es, en teoría, encontrar una persona con quien contraer matrimonio, pero en realidad la mayoría de hombres y mujeres que acuden a estos programas sólo buscan exhibir su intimidad y tener unos minutos de gloria en pantalla. La mayoría de las familias turcas siguen con entusiasmo estos concursos y no dudan de las buenas intenciones de las cadenas de televisión. Lo que éstas pretenden, no obstante, es simplemente continuar la farsa para mantener sus audiencias.

Introducción

La televisión es el instrumento de comunicación de masas más importante de nuestra era, ya que nos trae el mundo a casa. En la televisión, imágenes y sonido se combinan para crear programas y anuncios (Butler, 2009: 5). Y el aspecto más importante de su éxito estriba en emitir el sonido y las imágenes con armonía. Esta acción atrae y fascina a la audiencia. En consecuencia, el tema en el que se centra la televisión no es importante, puesto que atrae a la audiencia de todas formas. A raíz de todos los avances tecnológicos y comerciales de nuestra época, la televisión se convierte en la fuente de entretenimiento más importante. Sobre todo en los países donde este instrumento es relativamente nuevo, como Turquía, el tiempo que se pasa frente al televisor es tiempo que se sustrae a otras actividades. Por ejemplo, en este país el 20 % de población ve la televisión más de cinco horas al día. De ahí que podamos decir que la gente adquiere su conocimiento general a través de la televisión. Por lo tanto, debido al nivel superficial de conocimiento de los medios de comunicación, la información adquirida no refleja la realidad.

En Turquía la televisión fue introducida en 1968 por la emisora pública Corporación de Radio y Televisión Turca (TRT). En diciembre de 1971 se inició una programación de televisión de ámbito nacional, que en aquel tiempo unió las áreas de Ankara, Estambul e Izmir (Mutlu, 2008: 181). La Corporación de Radio y Televisión Turca, como ente público, continuó sus emisiones en régimen de monopolio, con sus propias políticas, hasta la década de 1990. La política de emisión de la TRT, en general, se basaba en los valores occidentales, y de hecho no resultaba posible encontrar ningún programa que reflejara los valores de la opinión pública. Desde la creación de la moderna República en Turquía, la cultura elitista de Occidente se ha revelado una cultura popular. La representante de dicha cultura en el ámbito mediático era la TRT pero, para las periferias que no eran conscientes de tales valores, esos programas resultaban muy difíciles de entender e interpretar. La gente, que vivía el período de transición entre las viejas y nuevas tradiciones —una transición relativa a la transformación de valores tradicionales en valores modernos—, a menudo se encontraba atrapada entre los valores de la superestructura y los suyos propios. Las personas que vivían en las zonas rurales eran todavía las guardianas de sus valores, y buscaban programas relacionados con sus gustos. En este contexto, les resultaban extraños los programas que emitía el monopolio de la TRT. Esta brecha se salvaría con la puesta en marcha de los canales privados a comienzos de 1990.

El primer canal privado turco, Star TV, empezó a emitir en 1990. Esta novedad dio origen a la dualidad entre la TRT y los canales privados, una distinción que se refleja asimismo en la política de difusión. Pese que a los artistas y músicos oficiales con una buena formación musical trabajan para el Estado en calidad de funcionarios, los canales privados empezaron a emitir programas de temas arábigos y música popular bajo el nombre genérico de programas de entretenimiento. Esta situación desplazó el interés de la audiencia hacia los canales privados, y éstos acudieron a los artistas populares (Yildiz, 2004: 174). La gente empezó a sentirse más cercana y a mostrar mayor interés por los canales privados, que emiten con sus propios valores. Si observamos estos programas, podemos ver que tienen una base arábiga y están más cerca de la cultura popular. Poco después, en 1994, se legista la emisión de canales privados, y su número empieza a incrementarse con rapidez.

A primera vista, esta rápida alteración del ámbito de los medios de comunicación fue uno de los factores más importantes que afectaron a la relación entre la televisión y la familia, pero los cambios significativos se vivieron en la estructura de la familia turca. Básicamente gracias a Turgut Özal —que fue un líder político turco, decimonoveno primer ministro en 1983 y octavo presidente de Turquía en 1989— y su expansión de la liberalización, en Turquía cambiaron muchas cosas, y algunos hechos, como el aumento de la migración de las áreas rurales a las urbanas o las distorsiones urbanas, fueron resultado de estos elementos emergentes. Como resultado, la cultura suburbana y la música arábiga se convirtieron en los representantes más importantes del mercado de los medios de comunicación. Los canales, que vigilaban estrechamente esos cambios, establecieron los contenidos de los programas basándose en las propiedades de la cultura arábiga y popular, y de ese modo obtuvieron un éxito enorme en un breve período. En suma, mientras la estructura de la familia está cambiando, la tecnología y los medios de comunicación han actuado como agentes de esos cambios.

Sociedad turca y programas de entretenimiento

Los efectos de los medios de comunicación de masas en el cambio social han sido objeto de varias investigaciones. Es obvio que la televisión configura la cultura social e influye en ella. En los últimos veinte años, especialmente en el ámbito cultural, la velocidad del cambio social ha aumentado cada vez más. La televisión, como medio de comunicación de masas más común y barato, se convierte en el principal portador de la cultura popular en términos de cambios culturales.

 La cultura popular es una cultura pública común, y entraña las creencias comunes y las prácticas compartidas de la sociedad. Por otra parte, la cultura de masas es un proceso que utiliza las técnicas de manipulación para mantener el poder y no permitir la creatividad. En Turquía, sobre todo en los años 90, con la expansión de los canales privados, se incrementaron los cambios en los ámbitos culturales, y la transmisión de la cultura popular ganó intensidad (Yildiz, 2004: 175). En los últimos años, los programas magazine han aumentado en todos los canales de televisión, y se puede decir que son el producto de esa cultura popular. Estos programas, que se han estado emitiendo en casi todos los canales, provocan una corrupción cultural disfrazada de función cultural. Por consiguiente, día a día va desapareciendo la línea que separa la vida privada, la vida íntima, y la vida pública y oficial.

Sebnem Soyguder expresa muy bien la causa de ello: «especialmente en Turquía, el populismo aumentó en el período 1970-1980 debido a los golpes militares», y estos programas son el producto de esa tendencia social generalizada (2003: 89). También en este período se ha incrementado el número de canales privados, y la sociedad turca ha empezado a entrar en una época de liberación tras el represivo ambiente militar. De nuevo, como declaraba Soyguder: «en este período, la sociedad se encontró con la industria del entretenimiento y empezó a alejarse de los productos de la superestructura» (2003: 90).

Por consiguiente, la gente se siente cercana a los productos de la cultura popular. El concepto de popular, en términos generales, se valora en función de dos características: ser «de propiedad pública» y «ampliamente aceptado y consumido». Mientras que la primera definición de este concepto se ve como positiva, el segundo sentido parece negativo debido a que comporta distorsión y banalidad cultural (Yildiz, 2004: 175). Como ya es sabido, los motivos de este punto de vista negativo están relacionados con los valores producidos por los medios de comunicación; a saber, el éxito, la glorificación de los buenos, el timo del hágase-rico-rápidamente, la fama y la competencia por los elogios. Cuando todos estos valores se combinan con el entretenimiento, aparece una nueva ideología visual (Kose, 2006: 64).

Turquía era sólo un paso más en el avance de los reality shows estadounidenses y europeos hacia la dominación global, con las emisoras importando formatos —Gran Hermano, Supervivientes, Operación Triunfo— y las audiencias alcanzando cifras que aseguraban la producción constante de nuevos espectáculos (Vick, 2005). Entonces Pelin Akat tuvo su revelación. Pelin Akat es la persona que importó esos programas a Turquía. Su éxito se centró especialmente en los programas matrimoniales, que tituló, por ejemplo, ¿Quieres ser mi novia?, y luego vendió su formato al mundo entero. Era la nueva dimensión del reality show «chica conoce a chico», que pasaba a ser «chica conoce a chico, y a la madre del chico». Estos reality shows aspiraban a mostrar la importancia de las decisiones familiares en el matrimonio de los hijos. El final de temporada atrajo al 74% de la audiencia televisiva (Vick, 2005). En Turquía, los programas matrimoniales mantienen siempre su actualidad, y cuentan con un enorme porcentaje de audiencia televisiva. Desde 2003 hasta hoy el tema ha sido objeto de formatos muy diversos, pero la nueva era se inició con Esra Erol, presentadora de este tipo de programas.

La nueva tendencia matrimonial en Turquía: los reality shows matrimoniales y la problemática de los participantes

Desde hace algún tiempo, podemos encontrar tres programas distintos en varios canales privados. En ATV, Esra Erol’da Evlen Benimle [«Cásate conmigo, con Esra Erol»] se emite todos los días laborables desde las 15:00 hasta las 18:30 horas. Es decir, que la emisión ocupa más de tres horas diarias, con un total de 17 horas semanales. Otro se emite en Star TV, S’Zuhal Topal’la İzdivaç [«Matrimonio, con Zuhal Topal»] entre las 11:10 y las 15:00 horas. Su emisión ocupa, pues, cuatro horas al día, y veinte horas semanales. También la Fox tiene un programa matrimonial: Songül Karli y Uğur Arslan presentan el programa Su Gibi [«Como el agua»], que se emite todos los días laborables de 12:15 a 15:00 horas. La programación diaria de la Fox dedica, pues, dos horas y 45 minutos a este programa matrimonial, lo que representa unas 12 horas por semana.

Star TV, ATV y Fox dedican en conjunto 50 horas por semana a programas matrimoniales. Como podemos ver, éstos ocupan un lugar de enorme importancia en la televisión. Normalmente, la televisión es un dispositivo que lo consume todo. Pese a ello, los tres canales emiten en directo, un total de 10 horas diarias. ¿No es curioso que no tengan ningún problema en encontrar personas que buscan pareja?[1] Quiero decir que, por lo visto, ¡en mi país hay mucha gente que quiere casarse!

Cualquiera que tenga entre 18 y 90 años puede participar en esos programas. Las condiciones que piden son: no estar casado, no estar imposibilitado, y tener trabajo (un requisito para los candidatos masculinos). Cada día, sólo para dos de esos programas, hay cuatro mil personas esperando su turno. Alrededor de la mitad de esas cuatro mil personas no pueden ser tenidas en cuenta por razones tales como «estar en paro» o «no estar oficialmente divorciado». Cada día, 14 personas, evaluadas entre las dos mil restantes, tienen la posibilidad de salir en pantalla. Cada semana, 70 personas aparecen en una emisión en directo. A veces, el presentador del programa va a pedir la mano a la familia, y la boda se celebra en el estudio. El 59% de las personas que solicitan el matrimonio son hombres, y el 41% mujeres. El 20% de los aspirantes tienen entre 18 y 25 años; el 35%, entre 26 y 40, y el 45% restante, más de 40. Podemos decir con certeza que los programas matrimoniales en televisión presentan un grave problema social. Ninguno de ellos aspira a casar a los candidatos, sino que pretenden usarlos como elementos de entretenimiento.

 Casi todos ellos tienen el mismo contenido: el estudio está lleno de hombres y mujeres de varias partes del país. Éstos se presentan, y explican su situación y lo que están buscando; después, si gustan a alguien del público, los realizadores le invitan al estudio, y entonces ambos empiezan a hablar con una pantalla entre ellos que luego se quita. Esra Erol pregunta:

—¿Ha notado la corriente? ¿Entonces le gusta?

—¡No he notado nada! —Eso significa que no ha notado la corriente, es decir, que no le gusta.

—¡Pues habrá que buscar a alguien más!

          Y mientras se retiran, alguien canta una canción, alguien llora, y los abuelos y las abuelas bailan en el escenario.[2] Después vuelve de nuevo la pantalla, y la insensata conversación en un turco más bien pobre; y vuelta a hablar de la corriente:

—¿Y con éste, ha notado la corriente?

—Ya sabe que lo que yo quiero es un hombre con ojos azules y pelo castaño; desde luego, ha de tener trabajo y casa: no quiero pagar alquiler.

—¡De acuerdo, de acuerdo! ¿Dónde hay otro candidato? ¡Venga, a bailar, a bailar!

Hombres y mujeres que no tienen ninguna idea acerca de sí mismos y que nunca se han visto unos a otros solicitan participar en esos programas. Algunos de ellos los consideran un último recurso para casarse. Llegan cargados de emociones e imaginaciones. Por desgracia, no han entendido que están en un reality show, y luego, para esta clase de personas, vendrá la decepción, porque ellos se lo creen, creen a los presentadores. Por ejemplo, diversas encuestas públicas han mostrado que en Turquía la gente cree a Seda Seyan —una cantante y presentadora de un programa femenino, casi del mismo formato— más que al presidente del país.

¿Por qué estas personas actúan así? ¿Por qué buscan a su pareja delante de 70 millones de espectadores, exponiéndose a toda clase de insultos? ¿Por qué el matrimonio, que es aceptado como una institución respetable, se presenta en un formato tan deslavazado? Por otra parte, resulta difícil entender por qué los mismos pseudointelectuales que describían el matrimonio concertado como una forma anticuada de matrimonio hoy no dicen nada sobre este «matrimonio de pantalla». Lo que está claro es que a los medios de comunicación no les interesa el matrimonio; lo que quieren es ganar dinero y aumentar los porcentajes de audiencia.

Si examinamos esos programas en su aspecto positivo, podemos decir que constituyen una dimensión nueva y moderna de los matrimonios concertados, un hecho muy frecuente en nuestra sociedad. Pero conviene dejar claro que esos programas se corresponden sólo hasta cierto punto con el concepto de matrimonio concertado. Y ello porque el primer principio del matrimonio concertado se basa en el conocimiento directo o indirecto entre los padres de los candidatos al matrimonio. En el «matrimonio de pantalla», en cambio, nadie puede asegurar la autenticidad de la información que se da, y durante la emisión la gente puede mentirse mutuamente, o puede esperar algo distinto, y luego la imagen con la que se encuentra puede ser más negativa de lo que pensaba, con lo cual sobreviene una enorme decepción. Sin embargo, la cuestión más importante a debatir es la desesperación de la gente. Casarse en los programas matrimoniales es como ganar a la lotería: se necesita suerte. Hay algunas parejas que se han conocido en esos programas y luego han tenido un final de cuento de hadas, pero es una posibilidad remota.

¿A qué propósito sirven los programas de boda?

La estructura familiar de la sociedad turca ha cambiado. Como se sabe, las familias se dividen en varios tipos según sus condiciones sociales, económicas y locales. Las familiastradicionales extensas, por una parte, y las nucleares, por otra, son los dos tipos comunes de familia en Turquía. La familia extensa tradicional generalmente significa que hay tres generaciones conviviendo juntas: abuelos, hijos adultos y nietos, junto con sus esposas y sus hijas solteras, mientras que una hija casada se convierte en miembro de la familia del marido y vive con ella. Se trata de una unidad de producción y consumo, junto con la propiedad común. Actualmente este tipo de familia se está haciendo cada vez más raro, y la familia nuclear, paralela a la industrialización y la urbanización, ha venido a reemplazar a la familia tradicional. La familia nuclear está formada por el marido, la esposa y los hijos solteros, y se adapta mejor a la moderna vida social en Turquía.[3] Pero este cambio también ha tenido otros efectos, puesto que vivimos en una época en la que la gente trata de encontrar otras maneras de superar la soledad. Y esta nueva tendencia de los programas de boda se convierte en su vía de escape. Debemos evaluar muy bien el propósito al que han servido estos programas.

¿Los realizadores realmente piensan en un bienintencionado «que nuestra gente se case, que nadie se quede solo», o en la búsqueda de porcentajes de audiencia? A su vez, los participantes ¿acuden allí con emociones simples y puras, o ponen sus miras en hacerse famosos o en exhibirse en público? ¿La gente realmente da una información exacta sobre sí misma? ¿Sus familias realmente los apoyan? ¿Qué oportunidad real tienen de llegar a conocer a la persona con la que se encuentran allí? Todo esto es muy importante, ya que el matrimonio representa una decisión seria, y cuando las familias entran en juego, pueden surgir muchos y muy diversos problemas.

Lo más impresionante es que las familias se lo creen, envían a sus hijos porque les merecen confianza, y a veces incluso los acompañan hasta el estudio. Desde tiempo inmemorial, Turquía ha dado una imagen de comunidad cerrada; pero en estos cinco últimos años nos hallamos en un período de mutación, y resulta increíble que nos hayamos acostumbrado a compartir todo lo que vivimos. Las vidas privadas de la gente pueden ser muy fácilmente descifradas en la pantalla, al tiempo que valores tales como la confidencialidad y la privacidad se eliminan de la sociedad. Ahora las familias, sin el menor escrúpulo, pueden enviar a sus hijas a esos lugares para encontrar a un príncipe sobre un caballo blanco.

Por otra parte, tampoco debería descartarse que la persona pueda sentirse realmente sola, que no tenga un ambiente donde conocer a personas del sexo opuesto, y quiera casarse y para ello asista al programa. Desde este punto de vista, éste sirve a un buen propósito. Pero en cualquier caso, unir a personas y ayudarlas a tomar una decisión tan importante sobre su futuro entraña, de hecho, una responsabilidad enorme. Y ello, porque cada persona acude al programa con unas expectativas de matrimonio distintas; unas expectativas que pueden ser materiales o morales. Si examinamos con detalle esos programas, veremos que muchos de los que participan están definitivamente en una situación límite. Especialmente cuando las mujeres explican sus motivos, cuentan que quieren una casa, una buena vida, y buscan a un marido que pueda cuidar de sus hijos. No es fácil ser alguien que busca pareja en un programa de televisión. Dadas las circunstancias, debería sopesarse la psicología de la persona, ya que es toda una hazaña. La persona puede sentir realmente una necesidad desesperada y puede tener que recurrir a este método. Desde este punto de vista, también puede considerarse que sirve a un buen propósito. Sin embargo, considerándolo desde otra perspectiva, las decisiones que se toman a toda prisa, sin conocerse mutuamente, sin conocer a las familias y bajo la influencia de los comentarios de otros, dan lugar a un tipo erróneo de matrimonio. Y ello porque el matrimonio es una cuestión de paciencia: es fácil dar el paso, pero luego resulta doloroso seguir. Por lo tanto, es necesario tomar mejores decisiones.

Notas

[1] Eyüboglu, A., «Evlilik programları kime ne kazandırıyor?», http://www.haberkonseyi.com/yazarlar/ali-eyuboglu/176-evlilik-programlari-kime-ne-kazandiriyor.

[2] Bayraktar, M.,«Evlilik Programlari Furyasi», http://www.mesajhaber.com/artikel.php?artikel_id=1508, 17 de abril de 2010.

[3] Yenen, S., Turkish Odyssey, http://www.turkishodyssey.com/turkey/culture/people.htm.