¿Cómo definir en las artes las relaciones entre Norte y Sur o entre Oriente y Occidente?, se pregunta Néstor García Canclini al explorar la actual relación entre el arte, los artistas y la sociedad: «Los artistas no quieren hoy ser vistos como representantes de culturas nacionales. Más bien buscan insertarse en redes que enlazan a Nueva York con Londres, São Paulo, Pekín, Dubai y unas cuantas ciudades más que están conectadas todo el año (no sólo cuando hay bienales o ferias) por las redes digitales que permiten interactuar desde cualquier punto del planeta». Con estas palabras, el antropólogo argentino se adhiere a los análisis culturales y geopolíticos llevados a cabo en las dos últimas décadas por James Clifford, Sara Thornton, Arjun Appadurai y David Morley, los cuales reflexionan sobre el carácter transnacional en los artistas actuales.
El problema planteado por los nuevos lenguajes, las nuevas formas de expresión y las nuevas tecnologías ha llevado, en todas las culturas, a interrogarse sobre los orígenes, la relación entre la modernidad y la tradición, la utilización de las nuevas tecnologías y la reconstitución de los contenidos del arte en el sentido tradicional del término. No obstante, si bien las distintas épocas anteriores generaron narrativas que hoy son difíciles de aplicar (imperialismo, colonialismo, etc.), hoy día subsisten procesos de dominación y vínculos asimétricos, desiguales, entre países o culturas que requieren nuevas aproximaciones. Aunque las tecnologías de la información y la comunicación colocan a los artistas en una transnacionalización ideal, ésta no siempre se puede llevar a cabo, dadas las dificultades para obtener visados que favorezcan la movilidad. El arte y la cultura mantienen muy bien su propio valor creativo, partiendo de la premisa de que las culturas son dinámicas y, por lo tanto, integran los mestizajes especialmente artísticos. No obstante, existe un valor de dominación económico o político que puede marginar o crear espacios considerados periféricos hasta que son observados y relacionados. El cine, el teatro, los audiovisuales, los diferentes formatos plásticos fluyen ante nuestra mirada cuando se consigue establecer un canal de comunicación. Ante la intolerancia y los estereotipos culturales debidos al desconocimiento, el arte es más efectivo que la política a la hora de crear mensajes y generar empatía entre emisores y receptores.
Quaderns de la Mediterránea, en su estrategia de aproximar tendencias, deshacer estereotipos y propiciar un mayor conocimiento entre las dos orillas del Mediterráneo, titula el presente dossier «Arte y comunicación». Se trata de una aproximación reflexiva, pero en algunos aspectos pragmática, sobre el arte, los artistas y el papel de la comunicación, con la voluntad de incidir en estos conceptos más allá de los elementos locales o de civilización.
Los artistas producen emociones estéticas y éticas en sus obras, actuando como mediadores que intentan transmitir, magnificar o denunciar de una forma directa y humana, enlazando con el misterio o el enigma. Por ello, nuestro dossier incluye trabajos de académicos que han hecho sus investigaciones en las artes plásticas y la arquitectura no sólo de los siglos XIX y XX en los países de Oriente Medio y el Magreb, sino también de artistas europeos de los siglos XX y XXI. Así, obtenemos reflexiones de analistas y artistas con el objetivo de crear unos artículos que vayan más allá de los tópicos recurrentes del orientalismo, el colonialismo o las áreas de civilización. Y es que el Mediterráneo es una zona dispar donde comparten espacio diferentes países y culturas, un laboratorio con referentes adscritos a civilizaciones históricas que, en vez de tratarse como elementos que han entretejido importantes nexos creativos que se han influido mutuamente, son vistos como referentes irreconocibles y enfrentados. Porque aunque actualmente se valora el patrimonio cultural, especialmente como fuente de ganancias económicas gracias al turismo cultural, hay una cierta alienación, no exenta de tópicos sobre las civilizaciones pasadas, que actúa como si la cultura no fuese un mosaico complejo con piezas perceptibles e imperceptibles, pero vivas.
Este número que presentamos cuenta con varios ejes que no hemos querido compartimentar excesivamente ni en la geografía ni en el tiempo. Los analistas y los artistas mezclan sus textos de forma aleatoria para crear visiones contrapuestas de forma circular entre pasado y presente. Unas veces los analistas hablan de los artistas; otras, los artistas ofrecen textos de reflexión y combate. Algunos artículos son fruto del Congreso Mundial de Estudios sobre Oriente Medio y el Norte de África (WOCMES, según las siglas en inglés), que tuvo lugar en Barcelona en julio del 2010, reunidos en un panel bajo el título «Métodos, enfoques y temas de las investigaciones actuales sobre las artes visuales en Oriente Medio y el Magreb». Este panel estuvo dirigido por AnnabelleBoissier y Silvia Naef, que explica en este número de Quaderns de la Mediterrània las razones de la realización del mismo con una base académica sólida. Por un lado, Naef menciona la urgencia de reconocer una realidad —la del arte moderno— que existe desde hace más de un siglo en los países de Oriente Medio y el Magreb. Por otra, existe la necesidad de que dicho arte sea tenido en cuenta como un fenómeno en sí mismo, como un producto de la modernidad, y no como un apéndice del arte islámico, algo que todavía sucede con demasiada frecuencia. Así, publicamos los trabajos de Martina Becker, Nadia Radwan, Cécile Boëx, Fanny Gillet-Ouhenia, Émilie Goudal, Anas Soufan y Joan Aicart, que tratan las evoluciones históricas de artes tan diversos como el cine, la pintura, la escultura o la arquitectura, centrándonos especialmente en Siria, Egipto, Turquía y Argelia. En estos trabajos se acomete la importancia de las academias y los profesionales, así como la singularidad de los artistas, partiendo de situaciones políticas en evolución pero también de la vinculación de los artistas con los elementos artísticos locales y la tecnología transnacional.
Quizás uno de los tópicos más relacionados con el arte haya sido el del Orientalismo como ideología, más como resultado de una visión colonialista que propia del artista. Otro de los tópicos es el que ignora la modernización de países musulmanes como Turquía, Egipto o Damasco. Esta modernización incidió de manera muy importante en la creación de escuelas artísticas y también en la afluencia de artistas y arquitectos extranjeros que reintrodujeron antiguas manifestaciones artísticas de estos países, produciendo así una hibridación.
Otra línea de reflexión de este dossier de Quaderns de la Mediterrània viene dado por los propios artistas, como Michelangelo Pistoletto o Abraham Lacalle, cuyas aportaciones escritas analizan la realidad social del artista y su vinculación estética personal en el entorno mediterráneo. También contamos con una serie de artículos escritos por analistas, ya sean críticos de arte, intelectuales o representantes de centros culturales, que hablan de un artista para ejemplificar unos valores estéticos relaciónales. De entre los primeros, destacamos la propuesta de Pistoletto de crear una red intercultural de cooperación entre instituciones, artistas, arquitectos, escritores e investigadores de los países del área mediterránea, orientada al desarrollo de proyectos sociopolíticos en favor de una transformación social responsable. Los diversos ámbitos del arte, la cultura, la religión y las ciencias vinculados a la red colaboran en la realización de proyectos y acciones en los que la creatividad diseña nuevas perspectivas para toda la sociedad. Por su parte, Abraham Lacalle insiste en que la producción artística no puede ni debe clasificarse según los innumerables lugares comunes que existen acerca de la sensibilidad mediterránea, la cual supuestamente debe mantener unas características fijas y bien definidas en las que todos podamos reconocernos. En el fondo, afirma Lacalle, estas características no son sino un peso histórico que, tal vez, los artistas deban sacudirse para poder desarrollar un trabajo más libre y una mayor creatividad. Para el artista malagueño, la identidad mediterránea está en constante movimiento y pertenece a un subconsciente colectivo lleno de imágenes que constituyen sólo una parte de la trama que sustenta la producción artística.
Entre las aportaciones que retratan a algunos artistas representativos por su capacidad comunicativa, Maria-Àngels Roque se introduce en el mundo fascinante de Mariano Fortuny Madrazo, cuyo espíritu emprendedor, influido por una educación cosmopolita, lo llevó a crear obras innovadoras de una gran originalidad en los campos de la luminotecnia, la escenografía, la fotografía o la estampación. Desde su atalaya de Venecia, ciudad en la que residió, empleaba sus profundos conocimientos para asimilar los distintos orientes en su estética y en las emociones que pretende transmitir. Por su parte, Edward W. Said utiliza como ejemplos discursivos las obras de Jonathan Swift y T.S. Eliot para introducir el mundo de la artista palestina Mona Hatoum y el valor de su estética amenazante y denunciadora, vinculada a unos objetos reconocibles en la memoria pero inservibles. Vicenç Altaió, por su parte, nos habla del joven Miquel Barceló antes de convertirse en un gran artista internacional y de su obra, en la que ya reaparecen los temas clásicos de los pintores barrocos, así como los combates estéticos de los artistas de la primera mitad del siglo XX. De esta manera el artista mallorquín ha sido, desde sus inicios, un pintor que ha transgredido los límites de su contemporaneidad. Valentín Roma analiza en su artículo la capacidad de Antoni Miralda para transmitir en numerosos proyectos la memoria inmaterial, así como el desplazamiento de las fronteras entre lo público, lo común y lo propio, para lo que el artista catalán utiliza lenguajes como la ceremonia ritual, el desfile o el banquete. De este modo, Miralda crea nuevas formas de patrimonialización y participación que rechazan los tradicionales y estrictos espacios museísticos para convertirse en espacios sin muros que cuestionan numerosos arquetipos culturales.
Desde un ámbito disciplinar, el historiador José Enrique Ruiz-Domènec nos presenta diversas épocas históricas, mostrando la importancia de las ideologías pero también las dificultades de éstas para incorporarse plenamente en el arte. Por ejemplo, cuando el cristianismo se convierte en la religión oficial de Europa, y el arte se propone integrar lo sagrado del dogma, pretende no estar sometido a la influencia clásica. No lo consigue del todo porque el estilo, y el gusto, imponen una ley silenciosa que ha marcado el devenir de las obras de arte en el mundo mediterráneo desde casi mil años antes, con independencia del territorio cultural y religioso en el que nos situemos. El filósofo Rafael Argullol recorre las diferentes semánticas aplicadas al arte y manifiesta que, si queremos volver a la dimensión de la negociación, la mediación y los valores compartidos, debemos recordar que en las diferentes concepciones del arte es muy importante preservar la relación entre el arte y el enigma. Porque el arte no es sólo comunicación, ni acumulación de datos, sino aquello que permite hablar directamente, sin mediadores. Para el filósofo, el arte constituye una infinita interrogación plural y multilateral, que siempre contendrá nuevos ángulos que hay que explorar. Por ello, el artista actúa en el presente, pero hace algo más; lo construye a partir del pasado y en vistas al futuro.
La crítica de arte Elena Morató coincide con diversos autores al presentar los peligros de la instrumentalización del arte, cosa que ha sucedido con frecuencia en las sociedades totalitarias. Por otro lado, afirma que actualmente al arte se le otorga el privilegio de la trasgresión, prerrogativa que le ha servido para adentrarse en un camino que comparte con otras disciplinas, apropiándose de sus métodos y tesis. No tanto con el fin de que se desvanezcan las fronteras entre artes plásticas, artes escénicas y cine, un proceder totalmente asumido en nuestros actuales esquemas de arte, sino de cara a la incursión de éste en disciplinas que nada tienen que ver con él. Considera Morató que el papel del arte como interlocutor social, validado por su presencia en las principales muestras y foros internacionales, es su auténtica aportación en la sociedad de los inicios del siglo XXI. En esto coincide con Herman Bashiron, que confirma que en la actualidad, las obras artísticas están concebidas para despertar las emociones del espectador, así como su sentido crítico hacia las problemáticas existentes. Por todo ello, destacados artistas con vocación solidaria impulsan proyectos culturales, exposiciones de arte o intercambios de movilidad entre artistas en busca de un posible lenguaje y una creatividad común en la región como es el caso de Love Difference – Movimiento Artístico por una Política Intermediterránea, dirigido por Michelangelo Pistoletto. El objetivo fundamental de estos proyectos es la transformación social y cultural por medio del arte y el redescubrimiento del Mediterráneo como área de efervescencia creativa y patrimonial.
Completa este dossier la entrevista efectuada por la excomisaria de la Bienal de Venecia Rosa Martínez a la artista egipcia Ghada Amer. El interés de la obra de esta artista se manifiesta como una síntesis entre la tradición oriental y occidental, las bellas artes y la artesanía. Sus pinturas, vídeos e instalaciones representan una reflexión íntima sobre la mujer y su situación en la sociedad actual. El uso de códigos propios de la pintura abstracta, cuya tradición es claramente masculina, permite a la artista egipcia ocupar un terreno históricamente negado a la mujer para integrar en él un universo femenino. Mediante este proceso de reapropiación e hibridación, la obra se convierte en un territorio nuevo, con significados distintos. De este modo, Amer busca no la igualdad entre el hombre y la mujer, sino la independencia de lo femenino, la voz que permita expresar la diferencia sin rendir cuentas a la tradición de poder masculino.
Cierran este dossier un artículo sobre las actuales series televisivas turcas que inciden en las tendencias sociales de este país y la reseña de la última obra de Iain Chambers, Mediterranean Crossings: The Politics of an Interrupted Modernity. Esta obra constituye un magnifico colofón del presente número de Quaderns de la Mediterrània. En ella, el autor propone otro pensamiento, otro futuro, otro sentido de la modernidad, un enfoque que eluda aquella «colonización de las mentes» que no permite un tratamiento complejo y una apropiación crítica de la realidad histórico-cultural del Mediterráneo.