Yasemin Samderelli (Dortmund, Alemania, 1973) es una guionista y cineasta alemana de origen turco. Su película Almanya: Bienvenido a Alemania ha tenido un gran éxito tanto en su propio país como en el extranjero. El filme se centra en los cambios que se producen en la vida de una pareja turca que emigra a Alemania en busca de trabajo, y unos años después, junto con sus hijos y nietos, regresa a su aldea natal de vacaciones. La película es una conmovedora reflexión sobre la inmigración: la nueva experiencia que afrontan los emigrantes, las dificultades que tienen que superar (las distintas costumbres, la lengua…) y su esfuerzo por alcanzar una vida mejor. Asimismo, el filme explora aquello a lo que los emigrantes tienen que renunciar y los recuerdos que quedan atrás cuando se emprende una nueva dirección.
Sergi Doladé: La contraposición entre lugar de nacimiento y país de residencia se explora en tu última película, Almanya: Bienvenido a Alemania (2011), que se ha exhibido en numerosos festivales cinematográficos internacionales e incluso se ha distribuido en otros países tras su éxito en Alemania. ¿Cómo reaccionó a ella el público alemán en un primer momento? ¿Y cómo está respondiendo a la película el público internacional?
Yasemin Samderelli: Los alemanes demostraron una vez más que su sentido del humor es mejor que su reputación. Muchos de ellos realmente disfrutaron viendo su propia cultura a través de los ojos de esta familia turca. Les gustó la confusión. Y a la comunidad turca le encantó el hecho de que retratáramos a una familia turca normal en lugar de mostrar otra vez violencia extrema y discordia. Algunos ancianos turcos, hombres y mujeres, dijeron que para ellos resultaba muy emotiva, ya que veían muchas de sus propias historias y emociones en la pantalla.
S.D.: Eres coautora del guión junto con tu hermana Nesrin. ¿Cómo fue el proceso creativo y de trabajo, y cómo equilibraste las dos visiones en la historia?
Y.S.: Actualmente Nesrin y yo llevamos trabajando juntas casi veinte años. Puede parecer descabellado, pero es la verdad. Cuando me fui a estudiar cinematografía, yo tenía diecinueve años, y Nesrin catorce. Ella siempre ha sido una escritora de gran talento, e incluso en aquella primera etapa me ayudaba con mis guiones. Simplemente hemos seguido trabajando y escribiendo juntas a lo largo de todos estos años. Así que formamos un buen equipo.
S.D.: La figura del padre está muy presente en la película, aunque también la madre es importante. ¿Fue esto algo intencionado desde el principio, o bien ambos personajes fueron evolucionando durante la confección del guión por alguna razón concreta?
Y.S.: Creo que los personajes siempre tuvieron una gran fuerza, incluso en el primer borrador del guión. Lo que definitivamente queríamos mostrar era que la imagen del padre intolerante, violento, no es la única verdad. Queríamos mostrar una figura del padre/abuelo más realista. Que un hombre no esté siempre contento con el modo en que cambian las cosas en su familia no significa que la violencia sea la única forma de reaccionar. Conozco a muchas personas como el personaje de Hüseyin. Por otra parte, queríamos mostrar que el hecho de que una mujer lleve pañuelo no significa que no tenga nada que decir en la relación. Ése es otro cliché. Un pañuelo no significa necesariamente que esa mujer sea una víctima.
S.D.: ¿Hay alguna motivación ideológica o política detrás de esta encantadora comedia?
Y.S.: Sí, nuestro objetivo era hacer una buena película, y así seguirá siendo en el futuro. Somos cineastas, narradoras de historias y, lógicamente, el objetivo de todos los cineastas es hacerlo lo mejor posible.
S.D.: Aunque el contenido político no resulta muy dominante en el filme, hay un cierto equilibrio entre la historia reciente y el presente. ¿Qué ventajas tiene hacer una comedia de esta manera concreta?
Y.S.: Digámoslo de este modo. Pongamos que empiezas una frase como esta: hoy quiero dar una conferencia sobre el problema XY, que está acarreando un montón de sufrimiento. O empiezas diciendo: permítanme contarles una historia asombrosa. Esta historia es tan maravillosa, tan conmovedora, que olvidarán todo lo que les rodea, hasta sus propios problemas… ¿Qué funciona mejor?
S.D.: ¿Cómo se te ocurrió la estética de la película? Parece que el filme tiene cierto tono ingenuo o kitsch. ¿A qué se debe?
Y.S.: Sí, la película tiene una belleza muy subjetiva, casi de cuento de hadas, en algunas partes. Otras son bastante realistas. Aquí, de nuevo, la historia y los personajes conducen a una cierta estética. Queríamos mostrar la realidad subjetiva de los personajes. Cuando, por ejemplo, mi abuelo solía decirme de pequeña que un día secuestró a mi abuela, yo, obviamente, me lo imaginaba todo en mi cabeza. En mi cabeza mi abuelo era un apuesto príncipe, y mi abuela, por supuesto, la muchacha más bonita del pueblo. Investigamos mucho, y yo estuve examinando un montón de metraje en súper ocho que mi abuelo había rodado en los setenta, y entonces supimos qué aspecto queríamos que tuvieran las cosas.
S.D.: En la película se confrontan la vida y la muerte, así como la familia y la cultura. ¿Son estos temas dramáticamente esenciales para ti?
Y.S.: Bueno, es difícil decirlo. Forman parte de la vida, de modo que también pueden formar parte de historias, pero no necesariamente. Estoy segura de que se pueden contar muchas grandes historias que no traten de estos temas y aun así hacer grandes películas.
S.D.: El filme retrata una aldea mágica de Turquía. ¿Es así como imaginabas el país de tu familia cuando eras pequeña? ¿Es esa la imagen que ellos tenían, o es una imagen creada por ti?
Y.S.: Nosotras buscábamos un lugar que fuera universalmente hermoso. Queríamos mostrar que, cuando recuerdas tu infancia, siempre parecen ser recuerdos hermosos, paisajes hermosos. De modo que, una vez más, eso es algo que se halla más vinculado a la historia y la subjetividad de la narración. Una vez que encontramos esa pequeña aldea, no tuvimos que hacer demasiado. Sólo quitamos unas cuantas antenas, pero el resto aparece tal como es en realidad. No obstante, entonces tienes que saber dónde colocar la cámara, qué lentes usar, etc.
S.D.: No era lo mismo serun Gastarbeiter[1] en los sesenta que serlo hoy en día. ¿Cuáles son las principales diferencias y similitudes?
Y.S.: La gran diferencia es que en aquellos días la gente sabía que Alemania necesitaba Gastarbeiter para volver a salir a flote. Después de la guerra, la economía crecía con rapidez, y la gente lo sabía. Y además, en ese momento Alemania necesitaba trabajadores. Hombres que estuvieran dispuestos a trabajar en la construcción, en las minas, etcétera. Hoy el paro es mucho más elevado y la industria ya no necesita más «trabajadores». Ahora necesitan a personas altamente cualificadas, pero mucha gente no entiende que el Gastarbeiter de hoy día pueda tener un origen totalmente distinto. Son ingenieros y expertos en tecnología de la información, etcétera. Así que, por una parte, tenemos un desempleo elevado, y, por otra, necesitamos a los nuevos Gastarbeiter. Esto produce un montón de frustración, ya que mucha gente cree que el gobierno debería asegurarse de que la gente que vive en Alemania tenga trabajo, pero está claro que la industria busca a gente cualificada. Así que básicamente hay menos necesidad de personas que no tengan altas cualificaciones, pero son éstas las que están en paro. Ése es un dilema que el gobierno tiene que afrontar y al que tiene que encontrar soluciones.
S.D.: Naciste en Dortmund, en el seno de una familia turca. ¿Cuál es hoy tu relación con Turquía?
Y.S.: Lamentablemente, ya apenas veo a mi familia de Turquía. Quisiera poder verles más a menudo y saber más sobre Turquía. Pero la gente también olvida que hace falta mucho tiempo para estar realmente al día en dos culturas. Apenas logro estar al día en la política y la cultura de Alemania. Amo mis raíces, y éstas forman una parte importante de mi identidad, pero también tengo que decir honestamente que el centro de mi vida es Alemania.
S.D.: Alemania tiene un plan de integración nacional desde 2005 y se define como un país que acoge a los inmigrantes. ¿Qué opinas de la política intercultural de Alemania?
Y.S.: Bueno, eso, obviamente, es fácil de decir, pero la realidad es distinta. Un turco que viva en Alemania todavía no puede tener los dos pasaportes. Mientras el gobierno alemán todavía obligue a los inmigrantes a escoger entre sus dos culturas, significa que no han entendido mucho. Es como pedirle a un niño que escoja entre su madre y su padre. Eso no está bien. Todo ser humano debería tener derecho a tener dos pasaportes y dos identidades.
S.D.: En Alemania hay grandes creadores de origen turco, como Fati Akin y Emine Sevgi Ozdawa. ¿Cómo ves este proceso de creatividad intercultural?
Y.S.: Creo que es un proceso bueno y saludable. Simplemente muestra que hoy la gente procedente de la emigración turca está avanzando, formando parte cada vez más de todos los sectores de la sociedad.
S.D.: ¿Crees que la creatividad puede desempeñar un papel importante en el proceso de integración?
Y.S.: Pienso que la creatividad está desempeñando un papel importante en todos los procesos de la vida. Pero no es más importante que otros ámbitos. Por ejemplo, ¿hace un abogado turco más o menos por una sociedad que un futbolista famoso como Mesut Özil? Éste aparece más en los medios de comunicación y eso, obviamente, tiene un impacto en la sociedad. Los famosos están en los medios y, desde luego, así influyen en la sociedad dando una imagen determinada, pero por eso mismo no debemos olvidar que hay muchas otras personas que hacen un buen trabajo cada día siendo médicos, vendedores de kebab, disc-jockeys o lo que sea. Tenemos que reconocer más a los pequeños héroes.
S.D.: El hogar es a menudo un asunto del corazón y la mente. Tal como la realidad es subjetiva, ¿también el hogar lo es? ¿Dónde está tu hogar?
Y.S.: Creo que tu pregunta revela en gran medida la respuesta en sí misma. Para mí, el hogar es allí donde están mi familia y mis amigos, en mi caso, Alemania.
S.D.: ¿Cuál es el papel de un cineasta hoy en día?
Y.S.: Ante todo, hacer buenas películas. Sé que suena un poco banal, pero hacer una buena película requiere mucho, porque implica que debes conocer lo que se ha hecho antes y saber que repetir lo que los otros han hecho no va a dar necesariamente como resultado una buena película. Es más probable que sea al revés. Tienes que reflexionar sobre la vida y preguntarte por qué el público debería hacer el esfuerzo de salir de casa y pagar bastante dinero por sentarse en una sala oscura llena de extraños. Tienes que saber que en ese oscuro cine el público debe sentir una conexión entre ellos y la gente que sale en la pantalla. Y en el mejor de los casos, enamorarse de los personajes de la pantalla y sus aventuras.
Notas
[1] El término significa «trabajador invitado», y alude a los inmigrantes que se trasladaron a Alemania Occidental en las décadas de 1960 y 1970 en busca de trabajo en el marco de un programa.