Presentación

Senén Florensa

Presidente ejecutivo del Instituto Europeo del Mediterráneo

Relacionar globalidad y diferencia, así como percibir el espacio y las culturas en sus valores diacrónicos y sincrónicos, representa a menudo un conflicto entre las dos riberas del Mediterráneo, un mar que desde hace milenios está considerado como   puente o frontera según las circunstancias y relaciones entre los pueblos limítrofes. Las sociedades mediterráneas han mantenido históricamente contactos muy intensos, que han dado lugar a influencias notables y recíprocas pero, al mismo tiempo, dentro de esas semblanzas han surgido identidades diversas que han provocado grandes luchas y desacuerdos.

El arte y la escritura nos aportan representaciones que se recrean en visiones contradictorias que, según el momento, pueden anunciar, como en la tragedia griega, que «lo bello no es sino el comienzo de lo terrible». Esta frase del poeta alemán Rainer Maria Rilke, es evocada, dentro de la estética de la tragedia, en la exposición «Entre el mito y el espanto: el Mediterráneo como conflicto», comisariada por José Miguel G. Cortés, director del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).Esta exposición muestra obras de destacados artistas plásticos y visuales de finales del siglo xix a principios del siglo xxi, y pretende transmitir la captura personal de las diferentes épocas ofreciendo representaciones y sensibilidades muy contrastadas sobre el Mare nostrum.

La palabra, la reflexión necesaria para acompañar esta exposición del IVAM, ha tenido su espacio de análisis durante el seminario organizado por el IEMed, «El Mediterraneo como conflicto», celebrado en Valencia el 11 de junio de 2016. Las ponencias estuvieron a cargo de expertos en diferentes disciplinas que abordaron aspectos clave sobre la construcción, tanto en el pasado como el  presente, de algunos mitos y realidades. Este material escrito es el que compone el dossier del presente número de Quaderns de la Mediterrània.

Siguiendo la estructura del seminario, las ponencias están agrupadas en tres ejes: «El  mito creador de estereotipos», «El mar como frontera y drama» y «El Mediterráneo: mezcla de culturas». Las ilustraciones que acompañan los textos corresponden, en gran parte, a las obras de la exposición, con el fin de ofrecer al lector un acercamiento de lo que fue la exposición del IVAM.

Las diferentes percepciones del Mediterráneo que aparecen en este número nos ayudan a comprender mejor las facetas, las múltiples caras de este mar tan complejo, transmisor de civilizaciones a lo largo de la historia. En todas ellas podemos captar esa construcción y transmisión de un imaginario, a veces compartido, que ha sido y es revelador, como explican José Miguel G. Cortés, Maria-Àngels Roque y José Enrique Ruiz-Domènec. El primero nos presenta el porqué de la exposición, mientras que los dos últimos autores profundizan en los mitos constructores de estereotipos en nuestra cultura: Roque en relación al patriarcado como modelo de la civilización griega, donde las representaciones de mujeres aberrantes son propias de culturas a abolir; Ruiz-Domènec nos presenta la forja de los mitos románticos. Los mitos amables de la zona del Mediterráneo fueron alimentados, a lo largo del siglo xix, por los viajes que comerciantes, artistas, intelectuales y élites adineradas emprendieron en busca del «paraíso perdido». Ya en la época romántica apareció el estereotipo de lo oriental como lugar pintoresco y exótico, fuente de inspiración artística, que constituyó el principio de la popularización del turismo.

La historia reciente del Mediterráneo muestra de nuevo una relación extremadamente complicada, ya que el mar se ha convertido en una gran frontera para miles de inmigrantes del Sur que huyen de sus países buscando una vida mejor y encuentran la muerte, la hostilidad y el rechazo de la orilla norte. Las políticas migratorias europeas, como argumentan Javier de Lucas y Najat El Hachmi en sus respectivos artículos, vuelven la espalda a esos inmigrantes e impiden construir sociedades dignas. En el norte, los cantos de sirena de los populismos, espoleados por la crisis, dificultan la necesaria revisión de las políticas actuales para poder construir entre los actores de ambas riberas mediterráneas, sociedades más justas y equilibradas. También dentro del espanto del drama, Lola Bañón inicia su artículo con la cuestión sobre si algún día el Mediterráneo podrá ser sujeto político y no escenario pasivo de luchas no propias. A lo que, tras un argumentado trabajo sobre las evoluciones salafistas,  concluye que la respuesta a esa incógnita depende en cierta medida del futuro de Siria. Así, insiste en el hecho de que si el conflicto llega a hacerse crónico por la carencia de una política exterior responsable que vaya a entender las causas y atienda el conflicto humanitario de los refugiados, la expansión de las ideas yihadistas no podrá desactivarse del mismo corazón mediterráneo.

No obstante, a pesar de los nubarrones, el Mediterráneo no deja de ser luminoso. Hay briznas de esperanza para conseguir un futuro compartido entre ambas riberas mediterráneas, por lo que es deseable volver la mirada atrás y comprender la interacción entre culturas, no carentes de conflictos, que a menudo introduce un cambio de paradigma. La mezcla ha sido un elemento clave en el enriquecimiento, tanto material como espiritual, y en el progreso de la zona mediterránea. La tercera parte del dossier, «El Mediterráneo: mezcla de culturas», aporta esta inspiración a través de los artículos de Jaime Vives-Ferrándiz, Najat El Hachmi e Isona Passola. El arqueólogo, la escritora y la cineasta apuestan por la necesidad de favorecer esta mezcla que empezó hace diez milenios y continúa hoy en día, cuando artistas e innovadores crean plataformas y mercados para unir la gran potencialidad que existe en el Mediterráneo a pesar de las dificultades, como demuestran también la realizadora libanesa Dima Al Joundi y la diseñadora Anna Calvera.                          

Teniendo en cuenta las dificultades inherentes a la crisis económica, la xenofobia y el integrismo mortífero, Quaderns de la Mediterrània, apuesta hoy más que nunca por la diversidad, el diálogo en pos del entendimiento y la convivencia pacífica, como la única manera de construir sociedades dignas en ambas orillas del Mediterráneo.