El camino hacia la unidad europea consiste en trazar un sentimiento de pertenencia a una comunidad, más allá de los desafíos políticos y económicos. La idea de integración europea debe partir de un sistema de valores comunes que tenga en cuenta la diversidad cultural y religiosa del continente para inscribirse en un marco constitucional. La cohesión europea, con su multiplicidad de estados-nación, sentimientos nacionales, lenguas, ideologías, historias y valores, conlleva múltiples y difíciles obstáculos a corto plazo. Sin embargo, en la definición del espacio común se ha apelado a las etapas históricas que contaron con una gran adhesión: el Imperio Romano, la cristiandad medieval y la República de la Letras durante la Ilustración. Al observar esta herencia no debemos olvidar que Europa necesita tanto la tradición religiosa como la laica para la formación de los derechos humanos y el espíritu común.

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