Las comunidades cristianas de Oriente Medio solo pueden entenderse como grupos de ciudadanos cuya pertenencia a su patria y su país está fuera de toda duda, todos ellos profundamente arraigados en su marco histórico y social. La expansión del cristianismo comenzó durante el Imperio romano y se extendió a lo que hoy son los territorios de Armenia, Siria, Irak, Irán e India. Los disturbios vinculados a los cambios políticos, la discriminación y el ascenso del islamismo, sobre todo durante las últimas dos décadas, han contribuido a desestabilizar la condición cristiana en la región. Así, la emigración masiva de poblaciones cristianas está estrechamente ligada a todas estas tragedias. A pesar de las dificultades actuales a las que se enfrentan, los cristianos orientales no pueden imaginar su futuro sin una participación cada vez mayor y más activa en el seno de sus sociedades.
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