Euro-Med Media Task Force: un instrumento para la comprensión entre las diferentes culturas del Mediterráneo

Domingo del Pino

Periodista especializado en el mundo árabe, España

Desde septiembre de 2005 un grupo llamado Euro Med y los Medios se reúne regularmente, con el patrocinio de la Comisaria Europea para las Relaciones Exteriores y la Política de Vecindad, Benita Ferrero-Waldner, para debatir e identificar las razones del distanciamiento cultural entre las orillas Norte y Sur del Mediterráneo. Entre sus funciones está sugerir políticas y proyectos para invertir esta tendencia. 


Los trabajos del grupo, dirigidos desde la Comisión Europea por Thomas McGrath, han sido financiados con cargo a los 10 millones de euros del Programa de Información y Comunicación Regional de la Comisión, y con el apoyo financiero de otras agencias de la Comisión, de la Presidencia y de varios países miembros.

La primera reunión llevó al mar Muerto, en Jordania, a periodistas de los entonces 33 países que componían el Partenariado Euromediterráneo. El objetivo inicial de ese encuentro, que fue seguido por otro en Marsella en octubre y un tercero en Barcelona en noviembre –en ocasión del décimo aniversario de la Conferencia de Barcelona de 1995–, era debatir las causas de las dificultades que debe superar la información europea para llegar a todos sus destinatarios, principalmente los del Sur.

En las sucesivas reuniones que tuvieron lugar, el grupo «Euromed y los medios de comunicación» original se transformó en una especie de cuerpo consultivo de la Comisión Europea denominado Euro-Med Media Task Force, que –siempre bajo la dirección de la comisaria Ferrero-Waldner– ha debatido los principales problemas de la comprensión intercultural y ha elaborado proyectos concretos que contribuyan a remediarlos. Cabe mencionar entre ellos el trabajo en red de periodistas de la región Euromed, políticas de información y visibilidad; formación de periodistas; igualdad de género; libertad de prensa y creación de prensa independiente; seguridad de los periodistas en el ejercicio de su cometido; y combate del racismo, la xenofobia y la exclusión.

Tras la instauración del grupo Euromed, se produjo una importante crisis entre el norte y el sur del Mediterráneo a propósito de las caricaturas del profeta Mahoma publicadas por el periódico danés Jyllands-Posten, que incidió notablemente en el curso de los debates y estuvo muy presente en la reunión celebrada en El Cairo en febrero de 2006. En dicha reunión se constituyó definitivamente un grupo de treinta periodistas de ambas orillas del Mediterráneo, en el que ambos sexos están proporcionalmente representados. Como han afirmado los patrocinadores del comisariado de Benita FerreroWaldner: «El ethos central del grupo Euromed y los Medios es comprometer a los periodistas en la resolución de problemas comunes y particulares del mundo euromediterráneo en relación con los medios y con la información.»

En las reuniones posteriores, en cada una de las cuales se ha debatido alguno de los problemas concretos que separan al Norte y al Sur, la EuroMed Media Task Force ha propuesto más de setenta actuaciones a patrocinar por la Comisión para hacer frente a los diferentes problemas identificados. La primera de esas reuniones tuvo lugar en noviembre de 2005 en Barcelona, al mismo tiempo que los encuentros organizados con motivo del décimo aniversario de la Conferencia de 1995, que dio el pistoletazo de salida a lo que luego se ha dado en llamar Proceso de Barcelona. El tema de la conferencia fue «Los medios de comunicación y el Mediterráneo: recoger información, formar a la opinión pública, hacer frente a las percepciones negativas».

En el siguiente encuentro, celebrado en El Cairo en febrero de 2006, se debatieron temas que ocupan un lugar primordial en las preocupaciones de la Comisión en este ámbito: información y visibilidad; enseñanza del periodismo; trabajo en red, intercambios, visitas; libertad de expresión y medios independientes; medios racistas y xenófobos; igualdad de género, y seguridad de los periodistas en el ejercicio de su profesión.

De El Cairo pasamos a un encuentro crucial en Viena en mayo de 2006, durante la presidencia austriaca, dedicado a «Racismo, xenofobia y los medios. Por el respeto y la comprensión de todas las religiones y culturas». Además de la comisaria Ferrero-Waldner y el secretario de Estado austriaco de Asuntos Exteriores, Hans Winkler, participaron el relator especial de la ONU sobre formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia, el secretario de la Comisión contra el Racismo y la Intolerancia de la Comisión Europea, la directora del Centro Europeo para el Monitoreo del Racismo y la Xenofobia, representantes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, así como el secretario general de la Federación Internacional de Periodistas.

La siguiente reunión, organizada en Malta en marzo de 2007, estuvo destinada a debatir las iniciativas de acción retenidas por la Comisión a propuesta de la Euro-Med Media Task Force en esas siete áreas antes mencionadas. En mayo, esta última se volvió a reunir en Dublín bajo el lema «Prevenir la incitación al terrorismo y la radicalización. ¿Qué papel juegan los medios de comunicación?». El encuentro resultó particularmente interesante, puesto que por primera vez incluyó, junto a los periodistas de la Euro-Med Media Task Force y del área euromediterránea, a especialistas de la lucha antiterrorista.

En Berlín, en junio, al finalizar la presidencia alemana de la Unión, se cerró el ciclo de debates ocasionales de esta primera etapa del trabajo de la Euro-Med Media Task Force, consagrada a «Los medios y la comprensión intercultural: desafíos y respuestas». Cabe señalar que esta primera fase debe concluir en julio con una reunión en Salónica, en la que se estudiarán formas concretas de colaboración con el objetivo de llevar a cabo los proyectos que la Comisión Europea decida finalmente financiar.

Una cuestión quedó clara en las intervenciones de los diferentes ministros que han presidido los encuentros y en la de la comisaria Ferrero-Waldner: el deseo de la Comisión de suscitar una reflexión de los periodistas sobre sus propias responsabilidades y la de los medios que les emplean en el creciente desencuentro entre Norte y Sur. El desánimo de algunos quedó patente en la reunión de Berlín cuando el consejero del rey de Marruecos y ponente del encuentro, André Azoulay, dijo con cierto dramatismo que, como combatiente por la paz desde hacía muchos años, tenía la sensación de haber fracasado en su empeño.

En Viena, Hans Winkler, secretario de Estado austriaco de Asuntos Exteriores, ya había advertido que: «El derecho a la libertad de expresión debe, no obstante, ser ejercido con responsabilidad, especialmente cuando están en juego los derechos y los sentimientos de los demás.» Muy influido aún por las repercusiones de la publicación de las caricaturas de Mahoma, el encuentro de Viena había dado lugar a intervenciones muy contradictorias, entre ellas la de Dudu Diene, relator de la ONU sobre racismo, para quien «la instrumentalización política y la banalización del racismo, caracterizada por una creciente influencia de las plataformas políticas racistas de la extrema derecha en los programas políticos de los partidos democráticos, la legitimación intelectual del racismo y la xenofobia por universitarios y periodistas y el aumento de las manifestaciones violentas de discriminación y xenofobia han dado lugar a la aparición de nuevas formas de racismo y a un aumento de las expresiones legales, políticas y populares de intolerancia y discriminación hacia los musulmanes en Europa, especialmente después de los ataques del 11-S contra Estados Unidos».

El secretario general de la Federación Internacional de Periodistas, Aidan White, aunque reconoció que existe una falta de contextualización y de calidad en parte de los medios, advirtió contra una mayor interferencia de los gobiernos en los mismos e insistió en que la regulación ética es un asunto colectivo y exclusivo de los periodistas profesionales.

Unos meses más tarde, en mayo de 2007, el secretario de Estado para Europa de Alemania dijo, al inaugurar la sesión de Berlín, que el Proceso de Barcelona es un partenariado único entre la UE y sus socios mediterráneos y que, a pesar de las críticas y del «justificado escepticismo que suscita, tenemos la obligación con nuestros ciudadanos de reducir el diferencial económico y de prosperidad entre Norte y Sur». Según el ministro, el diálogo cultural «no nos impedirá creer en la universalidad de los derechos humanos», y pidió a los periodistas que apoyaran la paz y la cooperación, y que se opusieran al odio, a la violencia, a la intolerancia y a aquellos que pretenden tener la verdad absoluta.

Los medios de comunicación han sido reconocidos como instrumentos de intercambio intercultural y vehículo principal para promover la conciencia de la interculturalidad y la necesidad de entendimiento, pero ¿han contribuido a ese debate abierto y justo o lo han perjudicado? ¿Han ayudado en la lucha contra los prejuicios y las ideas preconcebidas o han provocado intolerancia y racismo? ¿Cuál es la responsabilidad de los gobiernos, de los propietarios y editores de los medios y de las autoridades reguladoras en la gestión de las noticias, del reportaje y del debate? ¿Dónde están las fronteras entre libertad de expresión e intolerancia que pueden atenuar o inflamar los elementos que influyen en la comprensión intercultural? ¿Quién decide sobre esos límites?

Para la comisaria Ferrero-Waldner, la tolerancia es la clave del entendimiento intercultural, y uno de los mayores desafíos a los que debemos hacer frente todos es evitar que se cumpla la profecía del choque de civilizaciones, ya que ante todo estamos ante un «choque de ignorancias, y nuestra responsabilidad es velar porque esas ignorancias no se conviertan en algo más alarmante». La diferencia, el «otro», dijo, no debe ser visto como una amenaza, sino como un bien. Después reconoció que los periodistas son actores principales en el diálogo entre culturas, y que las imágenes culturales que crean y transmiten, así como la manera en que presentan a las otras culturas, son factores muy importantes en la formación de las percepciones públicas de las diferencias.

A pesar de que los periodistas del Norte y del Sur ven los problemas de modo muy distinto, cabe destacar de estos encuentros auspiciados por la comisaria europea de Relaciones Exteriores y Política de Vecindad el elevado grado de convergencia entre las aspiraciones y expectativas de los más de quinientos periodistas del norte y del sur del Mediterráneo que en estos tres años de encuentros han participado en ellos, ya sea de forma esporádica o permanente. La fuerza de la Euro-Med Media Task Force y, a través de ella, el posible éxito de los objetivos de la Comisión radican en esas aspiraciones compartidas.

No obstante, los periodistas de ambas orillas del Mediterráneo tenemos que superar nuestra escasa predisposición a la autocrítica y a la crítica, y tal vez olvidar de una vez por todas el mito que perdura desde que Edmund Burke, en su relato sobre los héroes, llamara por primera vez a la prensa «cuarto poder». Otros mitos, como el de que una imagen vale más que mil palabras, nos acompañan y nos minusvaloran desde que a mediados del siglo pasado surgiera la televisión. Es un mito en el que parece creer también la Comisión Europea, que favorece unos informativos de imágenes sin palabras.

La CNN norteamericana y la cadena catarí Al Yazira hicieron saltar en pedazos el mito de la superioridad incuestionable de la imagen al ofrecer, por ejemplo, dos relatos gráficos simultáneos, pero radicalmente diferentes, de la guerra de Irak. Sin abandonar el mito de la supremacía de la imagen, se vuelve de nuevo al viejo mito del cuarto poder, ahora que profesionales del periodismo y sociólogos hablamos de un quinto poder –el de los periodistas a la hora de dirigirse directamente a la opinión pública–, probablemente tan inexistente como el cuarto.

Los tiempos presentes no se prestan a consideraciones de este tipo. La evolución de los medios ha reducido considerablemente el papel y la influencia de los periodistas en beneficio de la capacidad de influencia de sus medios. Como muchos señalaron en los diferentes encuentros celebrados, la responsabilidad de los desencuentros no es sólo de los periodistas, que transmiten lo que los políticos, los partidos, los gobiernos, y los hombres y mujeres de la sociedad en que viven les dicen. Sin eludir la responsabilidad que nos corresponde, los trabajos del Centro Europeo para el Monitoreo del Racismo y la Xenofobia han demostrado que el discurso racista y xenófobo de los partidos de extrema derecha europeos ha permeado los partidos democráticos y de izquierda. La Euro-Med Media Task Force de la Comisión Europea tal vez deba tomar en consideración esa realidad en sus futuros trabajos.