Un cambio a nuestro alcance. Islamofobia en los medios

1 julio 2019 | Report | Español

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slideshow image REUTERS/ Darren Staples

Presentación

Karoline Fernández de la Hoz Zeitler, Directora del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia

Con la creación, en 2017, del Observatorio de la Islamofobia en los Medios se promueve un debate ético sobre la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en el desarrollo de un imaginario colectivo actualmente repleto de estereotipos, opiniones e imágenes distorsionadas del islam. El Observatorio facilita herramientas encaminadas a invertir esa tendencia y a fomentar una cobertura responsable, mediante la difusión de mensajes positivos de diversidad e interculturalidad que ayuden a la inclusión del colectivo musulmán como parte de la sociedad europea. Normalizar la representación del islam y la comunidad musulmana es vital para la convivencia y para evitar su marginación o, en algunos casos, incluso su criminalización. Tiene sin duda efectos positivos en la lucha contra la discriminación, el discurso de odio y la penetración de idearios fundamentalistas en nuestra sociedad.

Las políticas de prevención del racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia son una prioridad del gobierno y por ello fueron vinculadas a la legislación de extranjería (Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social). Esta ley por la que se regula la integración de los inmigrantes incluye también en su artículo 71 la creación del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE), con funciones de estudio y análisis, promoción del principio de igualdad de trato y no discriminación, y con capacidad para elevar propuestas de actuación en materia de lucha contra el racismo y la xenofobia.

En este contexto, la población musulmana constituye un grupo de población a tener muy en cuenta a la hora de elaborar el diagnóstico de la situación de racismo, xenofobia y otras formas de intolerancia que se obtiene a través de estudios, informes y encuestas, tanto nacionales como europeos, que proporcionan la información para orientar las estrategias y acciones que configuran la respuesta institucional y social para combatir la intolerancia y facilitar la convivencia.

Entre los informes nacionales el «Informe sobre la evolución de los incidentes relacionados con los delitos de odio en España» elaborado por el Ministerio del Interior, pone de manifiesto que los incidentes/ delitos de odio que más han crecido son los que tienen como motivación las «creencias o prácticas religiosas», que han aumentado un 119,1% entre 2016 y 2017 pasando de 47 a 103, siendo las comunidades autónomas más afectadas Cataluña (43) y Andalucía (18).

Por otra parte, el informe de la «Evolución del racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia en España», publicado anualmente por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, que presenta los resultados del análisis longitudinal de la encuesta comisionada al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) «Actitudes hacia la Inmigración», revela que la actitud de los españoles con respecto de la inmigración es acogedora y que los españoles, en general, aceptan la diversidad y son tolerantes.

Durante mucho tiempo se ha puesto a España como ejemplo, incluso como caso excepcional en Europa, por su percepción positiva de la integración de los inmigrantes. A pesar de esta excepcionalidad aparentemente tranquilizadora respecto al modo en que la sociedad española ha conseguido asimilar un cambio importante en su composición demográfica en las últimas tres décadas, no podemos pensar que seamos inmunes a los eventos que puedan ocurrir en nuestro país o en nuestro entorno y es necesario hacer un trabajo continuo de sensibilización dirigido al conjunto de la población. De hecho, el informe mencionado muestra que la tendencia tolerante hacia la inmigración se vio alterada durante los años de la crisis económica, lo cual es comprensible al percibirla como una competencia en el terreno laboral. También empeoró después de los ataques terroristas sucedidos en 2015 en París y en 2017 en Barcelona.

La evaluación de la convivencia entre nacionales e inmigrantes también la vemos reflejada en la experiencia y los sentimientos de los propios inmigrantes. Dos estudios publicados por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, «La integración de los hijos de inmigrantes en el mercado laboral» de Rosa Aparicio y «Voces de Inmigrantes» de Tomás Calvo Buezas, que incluyen en su población de estudio jóvenes y adultos musulmanes, muestran que los inmigrantes en general y especialmente los jóvenes que han llegado de niños o son hijos de inmigrantes, tienen una fuerte vinculación con España y la percepción de que son acreedores de los mismos derechos que los jóvenes españoles. Sin embargo, muchos manifiestan que se sienten discriminados en la escuela o cuando buscan trabajo, pero la necesidad de sentirse iguales a los jóvenes españoles hace que atribuyan la discriminación a otras cuestiones. Según estos estudios, el aspecto que más valoran de España es la democracia y el Estado de derecho, algo que los nacionales muchas veces consideramos obvio o gratuito y que no vamos a perder. En segundo lugar valoran los servicios públicos, como la sanidad o la educación, que contribuyen a una sociedad más igualitaria.

A nivel europeo hay que destacar el Informe EU-MIDIS, de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA), que analiza la discriminación y victimización que sienten distintas minorías de la población europea, entre ellas los musulmanes. Este informe revela bajos niveles de concienciación de sus derechos y de conocimiento o confianza en los mecanismos para presentar denuncias. También muestra que tienen poca fe en la policía como servicio público. Este hecho es preocupante, ya que la aceptación pasiva de la discriminación y la indiferencia hacia sus consecuencias puede provocar marginalización y obstaculizar la integración social.

La integración de los musulmanes, inmigrantes o no, supone un reto para nuestra sociedad, y por ello es una prioridad para el Grupo de Alto Nivel de Lucha contra el Racismo y la Xenofobia liderado por la Comisión Europea, y se ha debatido en una conferencia específica en noviembre de 2018. Por ello también la Secretaría de Estado de Migraciones de España acoge el 25 de junio de 2019 en Madrid otra conferencia sobre buenas prácticas para combatir la islamofobia, organizada junto con la Comisión Europea y que tiene como objetivo identificar estrategias y acciones futuras de trabajo. En España tenemos la suerte de contar con una sociedad que es, en general, responsable, solidaria y que valora la diversidad, lo que de alguna manera funciona como vacuna contra el odio al diferente. Pero, para seguir avanzando en esa sociedad cohesionada, es imprescindible combatir el racismo, la xenofobia y específicamente la islamofobia. En ese esfuerzo, es esencial el papel de los medios de comunicación para construir un discurso positivo, y el de la sociedad civil y las administraciones públicas para estimularlo y proporcionar herramientas que lo faciliten. En ese sentido, es valiosa la contribución del Observatorio de la Islamofobia en los Medios, que además constituye un complemento notable a la actividad de las instituciones.

Resumen ejecutivo

Durante el segundo año de vida del Observatorio de la Islamofobia en los Medios, se mantienen sus objetivos primordiales: promover el debate sobre la responsabilidad de los medios y avanzar hacia una cobertura responsable, crear una narrativa alternativa sobre el islam y los musulmanes mediante la difusión de mensajes positivos de diversidad e interculturalidad, y contribuir así a la percepción de la comunidad musulmana como parte de la sociedad europea mientras se evita su criminalización y marginación. Así pues, la misión del Observatorio es la de observar, analizar, formar, conectar, concienciar y empoderar.

La metodología seguida por el Observatorio durante este segundo año ha continuado y se ha enriquecido de la experiencia del primero. Para ampliar su alcance, en lugar de analizar únicamente periódicos como en 2017 se ha añadido el estudio de agencias de noticias. Así pues, en 2018 se han analizado artículos – tanto noticias de información como artículos de opinión y entrevistas – de los siguientes medios españoles: El País, La Razón, Europa Press y EFE. El Semáforo de la Islamofobia sigue siendo el criterio de clasificación para valorar todos los artículos analizados.

Los resultados del análisis de 1.905 artículos periodísticos presentados en este Informe muestran una mejora considerable respecto a los datos de 2017. Como se detalla en el Informe, más de la mitad de los artículos analizados en 2018 no eran islamófobos (57% valorados en Verde), mientras que el año anterior solamente el 38% no lo eran. Esta tendencia positiva, parece indicar que la labor de sensibilización del Observatorio va surtiendo efecto. Cabe destacar que no se ha detectado una diferencia porcentual relevante entre agencias de noticias y periódicos en relación con su valoración según el Semáforo de la Islamofobia: Europa Press y El País son los medios con menos artículos islamófobos, mientras que más de la mitad de los artículos analizados de EFE y La Razón lo eran. Por otro lado, en 2018 la islamofobia de género disminuyó en los medios analizados: mientras que en 2017 el 65% de los artículos sobre mujeres musulmanas o el velo (hiyab) eran islamófobos, en 2018 lo fueron alrededor del 50%. Además, se constata una evolución positiva en el discurso sobre los refugiados, aunque también disminuye el número de artículos que tratan este tema.

No obstante, los resultados de 2018 todavía reflejan una presencia importante de islamofobia en los medios españoles, ya que el islam se sigue relacionando mayoritariamente con elementos negativos. Esto ocurre en el 73% de los artículos, aunque se observa cierta mejora puesto que en el 2017 eran casi el 90%. Entre estos elementos negativos, el terrorismo domina en 2018 la información en torno al islam: más del 60% de los artículos sobre el islam tratan este tema, seguido por la cuestión de la radicalización. Aun así, merece la pena destacar que en el primer aniversario de los atentados en Barcelona y Cambrils se detectó una ligera reducción de artículos islamófobos, sugiriendo cierta concienciación por parte de los periodistas – la misma tendencia que se había observado en 2017 posteriormente a los atentados.

Como se explica en los artículos del informe, en 2018 se han repetido los mismos errores que en 2017, que pueden llevar a un discurso de odio e incluso a delitos de odio contra los musulmanes. En primer lugar, la islamofobia está siendo normalizada e institucionalizada, puesto que no se cuestionan suficientemente los discursos islamófobos ni la repetición de generalizaciones sobre el islam. Segundo, se tiende a vincular toda la población musulmana a acciones de un grupo muy reducido que evoca el islam para justificar actos terroristas. Tercero, se sigue extranjerizando a la población musulmana, divulgando estereotipos y perpetuando la estigmatización, hecho que genera inseguridad y aislamiento entre las comunidades musulmanas. Por último, algunos de los intentos de narrativas alternativas han sido fallidos y se han acabado convirtiendo en ejemplos islamófobos, especialmente al tratar la normalidad como algo excepcional.

Mediante un análisis cuantitativo y cualitativo de la cobertura de medios españoles, así como con la contribución adicional de periodistas, analistas y expertos, el presente Informe 2018 del Observatorio de la Islamofobia en los Medios pone de manifiesto que ha habido mejoras a la hora de tratar de temas relacionados con el islam y las personas musulmanas. Esto demuestra que, aunque queda mucho camino por recorrer, el cambio está a nuestro alcance.

Introducción: Un cambio a nuestro alcance

El segundo año de trabajo del Observatorio de la Islamofobia en los Medios ha constatado el potencial que tiene la concienciación de los profesionales a la hora de reducir la islamofobia presente en los medios de comunicación. A pesar de las diferencias existentes en la muestra analizada entre 2018 y 2017, los datos estadísticos recogidos permiten demostrar una clara mejoría en la información publicada relacionada con el islam y las personas musulmanas.

En 2017 el Observatorio analizó seis periódicos (en sus versiones digitales) de los cuales hizo un seguimiento durante los cuatro trimestres del año. La conclusión en 2017 fue la constatación de una islamofobia muy presente y muy arraigada en la información publicada por estos periódicos. El balance final de 2017 se cerraba con un 62% de artículos islamófobos, entre los que se habían señalado como rojo y como ámbar según el Semáforo de la Islamofobia (véase Metodología en anexos). El informe de 2017 revelaba, pues, una realidad incontestable: la presencia preocupante de islamofobia en los medios de comunicación en España. No solo tal presencia era mayor de lo que podía preverse por parte no solo de la comunidad periodística sino de los expertos, sino que tendía a ser normalizada por el lector, muy acostumbrado a encontrarse con un imaginario en que el discurso estigmatizante tiende a recaer cada vez más sobre el islam y los/las musulmanas.

La labor del Observatorio, con una aproximación constructiva que aporta herramientas al mundo del periodismo y los medios de comunicación para representar a la sociedad en su diversidad, ha demostrado tener un impacto considerable. No solo ha servido para demostrar la existencia de islamofobia en nuestras sociedades sino que ha permitido constatar que los pequeños cambios a la hora de redactar las noticias pueden conllevar mejoras para nada desdeñables. De hecho, la intensa labor de concienciación que ha desarrollado el Observatorio a lo largo de los últimos dos años empieza a dar sus frutos en forma de una tendencia que apunta hacia una reversión: si en 2017 la tendencia mayoritaria (62%) de los artículos sobre islam y musulmanes era la islamofobia, en 2018 esta se invierte y pasa a ser de 43%.

Cabe señalar que esta tendencia positiva de mejora tiene algunos matices importantes, especialmente en cuanto a la muestra estudiada. Si bien la muestra es mayor en 2018 que en 2017 (1905 artículos frente a los 1659 analizados el año anterior), esta muestra no es totalmente comparable ya que solo se mantienen bajo observación dos de los periódicos de 2017, El País y La Razón, y el resto se sustituyen por dos agencias de noticias: Efe y Europa Press. Aunque sea pertinente señalar la pérdida de datos que esto supone para los 4 periódicos no estudiados en 2018, la muestra recogida con agencias de noticias permite constatar cómo la islamofobia presente en los medios empieza ya desde los despachos de agencias de noticias, que en la mayoría de ocasiones son reproducidos textualmente por los periódicos. Por ello, desde el Observatorio se ha trabajado durante 2018 para lograr un impacto sobre las informaciones emitidas por agencias de noticias a fin de que este impacto positivo revierta en la información reproducida por los periódicos, en un efecto positivo multiplicador.

Por otra parte, durante 2019 el Observatorio retomará la labor de monitorización de los periódicos de 2017 para obtener datos actualizados y comprobar si persiste la tendencia positiva hacia la mejora en la información sobre islam o las personas musulmanas. Finalmente, respondiendo a las demandas de los actores de la sociedad civil implicados en la lucha contra la islamofobia, en 2019 el Observatorio estudiará también el comportamiento y el grado de islamofobia existente en los comentarios de los artículos y noticias en las versiones digitales de los periódicos. Un paso más para abordar la ingente y necesaria tarea de combatir la islamofobia en el espacio online.

Es obvio que el auge de los discursos xenófobos e islamófobos en Europa no puede ni debe dejar indiferente a nadie, pues no solo afecta a sus víctimas directamente – aquellas personas que, siendo consideradas como musulmanas, son víctimas de discriminación, odio y agresiones- sino que afecta a la cohesión social, a la convivencia y al diálogo. Es por ello que debemos tejer complicidades con la multiplicidad de actores que trabajan para erradicar esta lacra de nuestras sociedades. Para ello, será esencial el trabajo en red, la complementariedad de iniciativas y el trabajo desde una perspectiva interseccional, que tenga en cuenta el modo en que interaccionan distintas dimensiones de la discriminación – género, raza, religión, clase – y cómo se construyen los discursos islamófobos. El reto es titánico pero la gravedad de los riesgos que conlleva no abordarlo – polarización social, extremismo, confrontación, desconfianza— exige una respuesta por parte de la ciudadanía que, tras la constatación y el reconocimiento de la islamofobia presente en nuestra sociedad, debe implicarse activamente en erradicarla.

Esa prensa que no nos representa

Virtudes Téllez, Universidad de Castilla – La Mancha (UCLM)

Ana I. Planet, Universidad Autónoma de Madrid – Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos (UAM-TEIM)

«La gente, aunque se lo expliques mil veces, no te va a entender. ¿Por qué? Porque está la televisión, están los periódicos que informan mal sobre todo lo que está pasando».[1]

«Lo que pasa es que nuestra gente [la comunidad musulmana] tiene que ser respetada. […] Yo, la verdad, lo que más odio son las noticias, los medios de comunicación, porque van hacia un lado y van todos juntos, van hacia otro lado y van todos juntos…».[2]

«Pero es insuficiente si después no hay un respaldo de los medios de comunicación, porque los medios de comunicación lo son todo».[3]

Estas contribuciones son fruto de una investigación realizada por el Taller de Estudios Mediterráneos de la UAM en la que se analizaba la predisposición a la acción colectiva de la población musulmana residente en Madrid. Se ha considerado específicamente la población procedente de Marruecos, sus hijos nacidos o socializados en España, así como los nuevos musulmanes [4]. La hipótesis de partida era que la musulmaneidad de estos hombres y mujeres —entendiendo por musulmaneidad una identidad colectiva según la cual son percibidos por el resto de la sociedad española— podría haberse constituido en un recurso para la acción. La investigación se ha basado en la explotación de los materiales discursivos generados en seis grupos de discusión reunidos en Madrid que se organizaron buscando la homogeneidad necesaria para que la conversación brotara de un modo espontáneo, facilitada por las experiencias comunes nacidas de ser musulmanes, de ser migrantes, por el tipo de empleo y por el nivel de formación y de estudios.

En sus conversaciones, los participantes hacen referencia una y otra vez a su condición de trabajadores y trabajadoras, de extranjeros, de ciudadanos —y, en algunas ocasiones, de musulmanes— desde donde explican y dan sentido al lugar que ocupan y al que aspiran a ocupar en la sociedad española. Su vida cotidiana como madrileños se desarrolla en diferentes espacios de la ciudad (el metro, el «cercanías», la puerta de la escuela, el lugar de trabajo, el gimnasio…), espacios donde se sienten interpelados por otros miembros de la sociedad, por instituciones (escuela, empresas) y por actores de otros escenarios (Marruecos) pero también, y de modo muy destacado como veremos, por los medios de comunicación.

Ciertamente, los participantes muestran una enorme desconfianza hacia los medios de comunicación. Reconocen la importancia que estos tienen como fuente de información sobre el islam y las personas musulmanas para el conjunto de la sociedad, aunque desde su punto de vista hay otras fuentes más fiables. Al ser esta la primera fuente de consulta, los participantes generalmente consideran que quienes hablan desde los medios deberían ser conscientes de la responsabilidad y capacidad que tienen para remediar la falta de conocimiento sobre el islam y las personas musulmanas. Afirman unánimemente que es desde los medios de comunicación y su capacidad de (re)presentar la cotidianidad desde donde se debería trabajar para revertir su sentimiento de estar vigilados y bajo sospecha en el espacio público madrileño:

Participante 6: Es que ahora mismo la gente se guía más por la televisión que por los libros.

Participante 1: Pero la televisión no dice ninguna verdad. Yo no veo la tele porque me pongo mala…

Participante 6: Por eso te digo, ahora la gente es más ignorante por la televisión, porque ya nadie lee, ya nadie busca, ya nadie pregunta…

Participante 1: La televisión te pone lo que quiere que tú creas.

Participante 6: Claro. Ya nadie pregunta, ya nadie busca conocimiento. «Tengo una duda, venga, voy a buscar un libro». No, no. Se pasan el día viendo Mujeres y hombres y viceversa…[5]

Sin embargo, las cosas no son como ellos quisieran. Los medios de comunicación son hoy por hoy transmisores de estereotipos y de estigmatización y carecen de imparcialidad. Siguiendo la anterior conversación:

Participante 6: Ahí están los prejuicios. Lo malo, los musulmanes; lo bueno, los no musulmanes. Por ejemplo, los periódicos cuando hablan de un asesinato dicen «un musulmán, un marroquí ha matado a…». Pero cuando se trata de un español, entonces… Participante 1: ¡No dicen nada!

Participante 6: Dicen «un joven».

Participante 1: Claro.

Participante 6: «Un joven ha asesinado». Pero cuando es un marroquí, dicen: «Un marroquí musulmán ha asesinado».

Participante 1: Eso siempre se especifica.

Participante 6: O el ejemplo de Palestina con Israel. Cuando un palestino hace algún acto, ponen «un palestino terrorista», pero cuando es israelí dicen «un joven israelita se ha tenido que defender para…»[6].

De ahí que exijan a los medios un cambio en su enfoque, pasando por algo que parece básico como es la mejora de conocimiento sobre el islam y los musulmanes:

Participante 5: El problema que hay con los medios de comunicación es que nosotros hemos hablado con ellos, pero los jefes de los medios no han sido capaces de desvelar la realidad de lo que nosotros hemos dicho. Por ejemplo, cuando hubo el primer atentado de París, me acuerdo que fui a la mezquita, y en las escaleras de la mezquita que son blancas, de color rojo, un color… llamativo, a mal además de eso, nos ponían de todo, ¿vale? Eso nos lo pusieron. Al día siguiente, ¿no?, se quitó, lógicamente, pero ya los medios… los medios de comunicación de hoy en día se tienen que actualizar. ¿En qué sentido? Tienen que decir tanto lo que ha dicho la parte que supuestamente somos los negativos y la parte positiva [7].

Para esa actualización de los medios, los participantes hacen propuestas concretas como diversificar las informaciones, para no mostrar sólo noticias negativas asociadas con los musulmanes y las musulmanas —como aquellas relacionadas con terrorismo—, sino también imágenes positivas —como éxitos profesionales e implicación social de personas y asociaciones de estas comunidades:

Participante 3: Nuestra asociación está abierta a todos los medios de comunicación, siempre y cuando quieran venir a preguntarnos, pero ¿cuándo ponen un máximo interés en nosotros? [Ríe con complicidad y es seguida de murmullos cómplices de fondo]. Si ha habido algún acto terrorista, o si es para decir algo negativo de la sociedad musulmana aquí en España. Si, por ejemplo, una chica se ha llevado el premio de medicina y se llama Fátima y tiene un apellido árabe… con algo así positivo de la sociedad musulmana nadie te va a llamar [8].

De todas las conversaciones mantenidas, se extraen principalmente dos elementos que cuestionan el proceder de los medios de comunicación cuando tratan temas relacionados con la comunidad musulmana. El primero es la relación que estos establecen entre el islam y el terrorismo. Los atentados terroristas tienen un carácter político y no religioso, matiz muy importante que los entrevistados dicen no encontrar en las noticias e informaciones publicadas por los medios españoles y que, además, «tapa» cualquier otra información posible:

Participante 3: A los medios de comunicación no les interesa vender que esta chica ha estudiado medicina, lo que les interesa es que su hermano es un terrorista, que ha ido y ha puesto una bomba en Atocha. Eso es lo que le interesa a un medio de comunicación. No le va a interesar una cosa positiva porque es lo que se nos ha vendido, lo que se nos está vendiendo y lo que se nos va a vender durante muchos años.

Participante 1: Pero, a ver, esos jóvenes ahora de 19 años que ni se enteran por dónde empieza la vida, […] la gente también, o los medios de comunicación, […] tienen que saber que eso es política, que no es la religión. Porque tú coges un niño de catorce años, explota una bomba. ¿Qué sabe ese niño? (Los participantes 4 y 5 dicen: «Nada») [9].

El segundo elemento es la relación que transmiten los medios entre el islam y las mujeres. Como con el terrorismo, identificar el islam con la sumisión de las mujeres es una interpretación que muestra el desconocimiento del mensaje del islam. La denuncia que hacen los participantes es que en los medios de comunicación se prescinde de la voz de las mujeres, mostrándolas de modo confuso, reduciendo su aportación a la sociedad española sólo a la cuestión del uso del hiyab:

Participante 6: Yo en mi vida he visto, o creo que sólo una vez, en una mesa de un programa de televisión donde se discuta sobre la mujer, el hiyab y la religión musulmana, que haya una chica musulmana con pañuelo en el que ella, ELLA, pueda defenderse y explicar lo que es. No he visto ni una. O sea, tú, ¿por qué hablas de un tema que no sabes? Vas a decir cosas que son erróneas. (GD3)

La idea que se va exponiendo es, en definitiva, la amalgama, la falta de diferenciación entre individuos y el escaso matiz sobre las distintas posiciones dentro de la comunidad musulmana. El hecho de que la condena a la violencia que claramente expresan en manifestaciones y comunicados no aparezca recogida en los medios permite la generación de un discurso de odio:

Participante 5: Yo creo que los medios de comunicación tienen la obligación de sacar la realidad. Hay muchísimos musulmanes que estamos en contra [acentúa esa frase] de todo lo que está pasando y es que, además, el islam no es ninguna religión de lo que está pasando… […]

Participante 4: Claro… También la tele, los periódicos, los medios de comunicación…

Participante 5: Todo genera odio.

Participante 4: Siguen hablando mal de los árabes, de los musulmanes…[10]

Participante 5: Si fuese por nosotros seríamos capaces de hacer muchísimas cosas, llegar muy alto en el mundo laboral, sobre todo el televisivo…[11]

Los medios de comunicación son parte del problema, pero también pueden ser parte de la solución. No sólo sería una tarea de los medios generalistas, sino también de los —escasos— medios de comunicación de contenido islámico. No obstante, la valoración de los participantes sobre estos medios tampoco es positiva en cuanto a la (re)presentación del islam y las personas musulmanas, dada su escasa difusión y audiencia:

Participante 4: No estaría mal que hubiese un periódico los fines de semana por ejemplo, con noticias…

Participante 2: En Telemadrid, en Granada había esa cadena…

Participante 3: el canal Granada es de musulmanes [12].

Participante 2: Sí.

Participante 4: Yo lo he visto en Telemadrid.

Participante 4: Yo sé el canal que me dices. ¡Pero en Telemadrid, el fin de semana había una chica china, una rumana y una árabe! [13]

Es a estos medios a los que les corresponde exponer otros contenidos sobre la religión y sobre otras realidades culturales: Participante 4: Este es el mensaje de la religión que se tiene que dar. Y hay que dar a conocer más cosas aparte de la religión para que no sea el único tema que llegue a la gente. Hoy en día tenemos las redes sociales, con un poco de apoyo en televisión… Los fines de semana, un día, media horita… que se haga un debate o algo, ¿sabes? Que hagan preguntas sobre la comida, sobre la religión… O algún periódico, por ejemplo, algo así que vaya cambiando.

Participante 6: Algo que enganche [14].

Pero no únicamente a los medios de comunicación les correspondería esta tarea. Para ciertos participantes, las (re)presentaciones vergonzosas sobre las personas musulmanas no son sólo realizadas por los medios de comunicación, sino por otros musulmanes y musulmanas, cuyos actos y actitudes inciden negativamente en la reputación grupal:

Participante 3: Nosotros también muchas veces nos apoyamos en el tema de qué mal nos ven los medios de comunicación, etcétera, y nos olvidamos de que hay muchas personas de origen marroquí o de origen musulmán… Y no sólo personas de fuera, nosotros mismos muchas veces hacemos cosas de cara al público de las que luego nos sentimos muy avergonzados [15].

Las actitudes negativas de algunos terminan siendo asumidas como propias por otros de los participantes, mostrándose así una incorporación del estigma desde el que se sienten percibidos por los no musulmanes. Así pues, algunos asumen como propia la tarea de empeñarse en la reversión de los estereotipos negativos a través de acciones individuales y colectivas —como la participación en las muestras públicas de dolor y repulsa a la violencia después de los atentados del 11 de marzo de 2004 (Téllez, 2011). Para esta tarea, los participantes asumen que no todos tienen la misma capacidad de actuación, y que eso depende de si son personas formadas — fundamentalmente los dos grupos cuyos participantes tienen estudios superiores, el quinto y sexto grupo de discusión— o no lo son. Ellos entienden que los primeros son los que pueden incidir más en un cambio de estereotipos en la sociedad española, puesto que cuentan con mejores habilidades expositivas y de transmisión de conocimientos.

Participante 5: Yo no, no soy especialista en esto y entonces no puedo hablar, pero sé que los medios de comunicación cuando hablan lanzan la palabra así y la gente tenemos que ser especialistas en el islam, el cristianismo, el budismo, todo para que puedas dar tu opinión porque, si no, nada más hablar del islam ya te tachan de…[16]

Para concluir, parece que efectivamente existe una coincidencia entre los participantes de este estudio a la hora de señalar la responsabilidad de los medios de comunicación en la (re)presentación del islam y los musulmanes. Esta responsabilidad, no obstante, la atribuyen tanto a la producción como a la posible solución de algunos de los problemas de esta cobertura mediática, como son la sobrerrepresentación de los aspectos negativos y la invisibilización de los aspectos positivos. Los participantes denuncian lo que parece ser una islamofobia latente presente en los medios de comunicación. No obstante, no hacen referencia durante las conversaciones estudiadas a iniciativas existentes que han estado afrontando esta situación e intentando revertirla, ya sean asociaciones —como las creadas después del 11-M, con las excepciones de la Asociación de Chicas Musulmanas – ACHIME y la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España – ATIME, que sí fueron mencionadas por los grupos de discusión— u otros organismos como la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia (PCCI) o el Observatorio de la Islamofobia en los Medios, cuya metodología y análisis están en clara sintonía con las demandas que hacen los participantes en el estudio aquí presentado.

Notas

[1] Cita extraída de los grupos de discusión, parte de la investigación llevada a cabo por las autoras. La presente cita pertenece al tercer grupo de discusión. Participante 6, mujer joven nacida en Madrid de padres marroquíes, estudios de grado medio, desempleada. Los grupos de discusión mencionados en este artículo se reunieron durante el último trimestre de 2016. Las personas que ofrecen estos testimonios fueron seleccionadas aleatoriamente en la investigación por contar con las siguientes características: Grupo de discusión 1 (GD1): Mujeres inmigrantes de primera generación (primo-migrantes) y nuevas musulmanas. Trabajadoras no cualificadas, en paro y amas de casa. Sin estudios superiores; GD2: Hombres primomigrantes y nuevos musulmanes. Trabajadores no cualificados, en paro y amos de casa. Sin estudios superiores; GD3: Mujeres nacidas o socializadas en España. Hijas de familias migrantes que trabajan o trabajaron en empleos no cualificados. Sin estudios universitarios; GD4: Hombres nacidos o socializados en España. Hijos de familias migrantes que trabajan o trabajaron en empleos no cualificados. Sin estudios universitarios; GD5: Mujeres nacidas o socializadas en España y nuevas musulmanas. Hijas de familias migrantes que trabajan o trabajaron en empleos no cualificados. Con estudios universitarios; GD6: Hombres nacidos o socializados en España y nuevos musulmanes. Hijos de familias migrantes que trabajan o trabajaron en empleos no cualificados. Con estudios universitarios.

[2] Segundo grupo de discusión. Participante 7, hombre marroquí, residente en España desde hace 16 años, con estudios primarios.

[3] Quinto grupo de discusión. Participante 6. Mujer nacida en España, con estudios superiores.

[4] Se trata del proyecto financiado por la Subdirección General de Proyectos de Investigación del Ministerio de Economía y competitividad y dirigido por A. I. Planet y A. Ramírez, con el título «Participación política, islam y transnacionalidad en el mundo árabo-islámico y en contexto migratorio» (CSO2014-52998-C3-1-P). Agradecemos a los otros integrantes del proyecto (L. Mijares, A. Ramírez, J. Lems, F. Tahiri, D. Ahmed, D. Gil, L. Ferreiro y S. Madonia) la riqueza de la investigación compartida. La interpretación del material aquí presentada es de las autoras.

[5] Tercer grupo de discusión.

[6] Tercer grupo de discusión.

[7] Sexto grupo de discusión

[8] Quinto grupo de discusión.

[9] Quinto grupo de discusión.

[10] Cuarto grupo de discusión.

[11] Sexto grupo de discusión.

[12] La discusión continúa aclarando el canal de televisión al que se refieren, haciendo alusión a Córdoba TV.

[13] Cuarto grupo de discusión.

[14] Cuarto grupo de discusión.

[15] Sexto grupo de discusión.

[16] Quinto grupo de discusión.

Entre la libertad de expresión y el discurso del odio: el olvido de la islamofobia

Nessrin El Hachlaf Bensaid, Abogada y periodista

Cuando allá por 2004 una chica de las montañas del Rif frecuentaba las aulas de la Universidad Carlos III de Madrid, corriendo entre la facultad de Derecho y la de Periodismo, ya se dio cuenta de que la misma indecisión que a ella le llevó a elegir las dos carreras era a su vez una paradójica hipérbole que traía de cabeza a la sociedad y a los estados democráticos de derecho a lo largo de la historia.

Hoy, esa pugna entre Derecho y Periodismo se plasma en la eterna discusión entre libertad de expresión y fiscalización del discurso del odio. La delimitación entre delitos de odio y libertad de expresión no es tarea sencilla, y por ello resulta imprescindible definir con precisión los primeros con el fin de evitar que su excesivo e inadecuado uso termine difuminando los límites de la segunda. Definir ambos ha sido una ardua tarea para los distintos sistemas democráticos que, comprometidos con los derechos humanos, han buscado establecer políticas integrales e intersectoriales que favorezcan un cambio de mentalidad sobre la igualdad y la diversidad. Un cambio que permita hacer frente a violencias estructurales, culturales y personales que se ejercen directa o indirectamente contra quienes sufren delitos de odio por su raza, etnia, origen, creencias religiosas, orientación sexual, identidad de género, edad o clase social, entre otras.

En primer lugar, el «discurso de odio» carece de una definición precisa, y dentro del mismo se ha incluido a lo largo de la historia desde la provocación al genocidio hasta los insultos de signo racista o sexista, desde el enaltecimiento del terrorismo hasta la negación del genocidio judío o armenio, desde la quema de cruces por el Ku Klux Klan hasta la pornografía. Existen multitud de resoluciones, recomendaciones y dictámenes que intentan dar una respuesta sobre qué debemos entender por discurso de odio. Entre ellas, una de las más recientes es la que se recoge en la Recomendación General n.º 15 de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) de 2015. Según esta recomendación, el discurso de odio debería entenderse como la promoción o incitación al odio, la humillación, el acoso, insulto, difusión de estereotipos negativos o la estigmatización o amenaza a una persona o un grupo de personas. Asimismo, el término abarca la justificación de estas manifestaciones basada en características personales como la concepción de «raza», el color, origen étnico o nacional, edad, discapacidad, idioma, religión o creencia, género u orientación sexual.

Por otro lado, la «libertad de expresión» es un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 19 señala que «todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión».

La libertad de expresión también se recoge en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que enmienda este derecho afirmando que su ejercicio conlleva «deberes y responsabilidades especiales» y que, por lo tanto, «puede estar sujeto a ciertas restricciones» cuando sean necesarias para «asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás» o para «la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas». La libertad de expresión forma parte del conjunto de derechos fundamentales reconocidos en las primeras declaraciones de derechos revolucionarias del siglo XVIII. Así pues, fue una de las primeras conquistas del constitucionalismo liberal, cuyo objetivo era garantizar un espacio de libertad del ciudadano frente a las injerencias de los poderes políticos. Y no debemos olvidar que esta libertad se fundamenta y es manifestación externa de otro derecho fundamental: la libertad ideológica. Así lo ha reconocido el Tribunal Constitucional, que considera que la libertad ideológica no se limita a una dimensión interna del derecho a adoptar una determinada posición intelectual ante la vida, sino que comprende además una dimensión externa conforme a esas ideas. Y entre las manifestaciones externas de dicha libertad figura muy principalmente la de expresar libremente lo que se piensa sin ser sancionado por ello (Sentencia TC 120/1990, Fundamentos jurídicos 10).

El ordenamiento jurídico español recoge este derecho fundamental en el artículo 20 de la Constitución atribuyendo al mismo un doble sentido, uno amplio y otro restrictivo. En sentido amplio, la libertad de expresión comprende las diferentes «libertades» que un ciudadano puede ejercer como emisor en un proceso de comunicación. Entre ellas, se contempla la posibilidad de expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante cualquier medio de reproducción (la palabra, el escrito, etc.), la libertad de producción y creación artística, científica y técnica, la libertad de cátedra y la libertad de comunicar libremente información veraz por cualquier medio de difusión (art. 20). No obstante, en un sentido más restringido, la libertad de expresión no protege cualquier tipo de manifestación externa de la posición intelectual de una persona, sino sólo la emisión de juicios personales y subjetivos (creencias, pensamientos, ideas y opiniones). Esto sería lo mismo que hablar únicamente de «libertad de opinión», como la ha denominado el Tribunal Constitucional.

Los delitos de odio en la legislación española

Tal como señala Juan Alberto Díaz López en su Informe de delimitación conceptual en materia de delitos de odio, en el ordenamiento jurídico español se han plasmado dos modelos legislativos, con una definición de «delito de odio» con origen en dos modelos doctrinales distintos: un modelo donde la sanción del «delito de odio» reafirma el principio de igualdad entre todas las personas sean cuales sean sus condiciones (animus model); y uno que refuerza la protección de colectivos tradicionalmente discriminados (discriminatory selection model). Partiendo de este marco de conceptualización, se considerarían delitos de odio en el ordenamiento español tanto aquellos motivados por el odio o el prejuicio del autor hacia una determinada condición personal de su víctima (delitos de discriminación) como aquellos que producen un efecto intimidatorio en el colectivo al cual pertenece la víctima por razón de una de sus concretas condiciones personales, con independencia de cuál fuera el móvil del autor (los estrictamente «delitos de odio»).

Es preciso recordar que en España el principal texto contra la discriminación y los delitos de odio es el Código Penal, recientemente modificado en 2015, dado que no tenemos una legislación específica antidiscriminatoria. Una reforma que ha introducido importantes modificaciones al artículo 510, que tipifica dos tipos de conductas: por un lado (y con una penalidad mayor), las acciones de incitación al odio o la violencia contra grupos o individuos por motivos racistas, antisemitas o por su ideología, religión o etnia, por razones de género, e incluso los actos de negación o enaltecimiento de los genocidios, delitos de lesa humanidad, etc.; y, por otro lado, los actos de humillación o menosprecio contra ellos y el enaltecimiento o justificación de los delitos cometidos contra los mismos o sus integrantes con una motivación discriminatoria.

Partiendo de esa conceptualización, se castiga con una pena de prisión de 1 a 4 años y multa de 6 a 12 meses a quien públicamente incite al odio, discriminación o violencia contra las personas por motivos racistas, étnicos, nacionales, de ideología, religión o creencias, orientación o identidad sexual, enfermedad o discapacidad. El Código Penal castiga con la misma pena a quien produzca y difunda cualquier clase de material que pueda usarse para realizar las acciones anteriores, promoviendo un clima de violencia, odio o discriminación hacia otras personas.

La cerrada y pormenorizada lista de actos punibles del nuevo artículo 510 del Código Penal pretende, en pro del principio de seguridad jurídica, no dejar margen de maniobra al juzgador. En consecuencia, multitud de circunstancias y condiciones sociales o personales quedan fuera de este catálogo, debiendo seguir encajándose en los delitos de injurias, calumnias, coacciones y amenazas, entre otros.

Libertad religiosa e islamofobia

Sobre la libertad religiosa, consagrada en el artículo 16 de nuestra Carta Magna, el Tribunal Constitucional ha afirmado que este artículo garantiza la libertad religiosa y de culto «de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley». Además, determina que «nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias».

El Código Penal, por su parte, diferencia los delitos de odio por motivos religiosos de los delitos contra los sentimientos religiosos. Es decir, distingue aquellos delitos basados en una motivación discriminatoria hacia la religión de la víctima de aquellos delitos en los que se han limitado otros derechos como la libertad de expresión, con la finalidad de proteger unos determinados sentimientos, una ideología o un culto religioso.

Además, nuestro texto punitivo establece una clara diferencia entre el antisemitismo y la discriminación por otros motivos religiosos. El legislador podría así dar un trato de favor a unas confesiones sobre otras y, con la excusa de proteger la dignidad de las personas de un colectivo histórica y tradicionalmente discriminado y perseguido, ignorar la realidad social del momento y, por ende, desoír a las víctimas.

En los últimos años, debido al auge de la extrema derecha en toda Europa y también dentro de las fronteras españolas, la comunidad musulmana se ha convertido en el punto de mira de los delitos de odio. El odio o la aversión existentes hacia el islam y los musulmanes se han hecho patentes con los 546 incidentes recogidos en el Informe anual sobre la islamofobia en España de 2017, de la Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia.

Amnistía Internacional publicó en 2012 el informe titulado Elección y prejuicio: discriminación de personas musulmanas en Europa, en el que se conminaba a los gobiernos europeos a tomar más medidas para combatir los prejuicios y estereotipos negativos contra los musulmanes, puesto que estos fomentan la discriminación, especialmente en el colectivo femenino.

En el año 2003 se instó a todos los partidos políticos de Europa a aplicar la Carta de los partidos políticos europeos para una sociedad no racista, firmada por el presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y el presidente del Parlamento Europeo el 25 de septiembre de ese año. Esta Carta, en la que quedaba constancia del auge del discurso del odio en Europa, instaba a los partidos políticos a que actuasen con responsabilidad cuando se tratasen cuestiones relacionadas con la raza, el origen étnico o nacional y la religión. Sin embargo, a la vista del discurso incendiario de algunos políticos en contra de unas políticas migratorias basadas en la acogida ante la llegada de refugiados procedentes de países de mayoría musulmana, la Carta se ha convertido en un instrumento meramente simbólico.

La difusión del discurso de odio en Internet

Si distinguir con claridad las fronteras jurídicas entre la libertad de expresión y la incitación al odio no es tarea sencilla, sumar a la ecuación la variable de redes sociales e Internet la complica aun más. Y es que con el auge de la comunicación digital, la facilidad de interactuar virtualmente, de crear información y de compartir infinitos contenidos a través de múltiples redes sociales hace que vivamos en un mundo sin fronteras cibernéticas, donde creamos y recibimos constantemente información de todo tipo y sin filtros. Y lejos de una información de calidad, contrastada, veraz y objetiva, surgen influencers que, a golpe de tweet, stories y otras publicaciones lanzan al ciberespacio su visión del mundo y, mediante su difusión masiva, la convierten en verdad.

Pero detrás de este icónico mundo donde todo parece de revista, se esconden seres ávidos de odio, dispuestos al «todo vale», a destacar lo imperceptible, a convertir en noticia lo anecdótico, a subrayar lo innecesario, a exterminar y atacar lo diferente y alimentar así la controversia, la intolerancia, el rechazo, el conflicto, el odio y la agresividad.

El empleo de los medios digitales para difundir mensajes de odio contra personas que forman parte los colectivos vulnerables es una realidad alarmante. Por ello, es indispensable repensar las respuestas penales en este ámbito, para evitar que las redes sociales se conviertan en un espacio de impunidad. No obstante, hay que huir del extremo opuesto, la creación un «gran hermano» que permita perseguir a quienes, haciendo uso de su derecho a la libertad de expresión, discrepen o hagan manifestaciones molestas para determinados sectores.

No podemos obviar que las redes sociales son una plataforma ideal para difundir el discurso de odio al facilitar el acceso a grandes audiencias. El Código Penal (art. 510) establece que las penas previstas se impongan en su mitad superior cuando los hechos se lleven a cabo a través de Internet o mediante el uso de tecnologías de la información. No obstante, la realidad es que la persecución, localización e identificación de los autores, así como el rastreo y la destrucción de los materiales delictivos publicados, parece resultar una tarea imposible.

Un periodismo responsable para combatir la islamofobia

Rosa Meneses, Periodista especializada en Oriente Medio y Magreb, vicepresidenta del Consejo Internacional de Reporteros Sin Fronteras (RSF) y secretaria general de RSF-Sección Española

Coincidiendo con el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Reporteros Sin Fronteras (RSF) presentó en noviembre de 2018 la Declaración Internacional sobre la Información y la Democracia. Ambos conceptos están estrechamente vinculados en nuestras sociedades por medio de un espacio global de la comunicación y la información que constituye un bien común de la humanidad y que, como tal, debe ser protegido. Con este texto se pretende establecer los principios fundamentales del ejercicio de un periodismo responsable y respetuoso, pilar fundamental de la democracia. La profesión periodística, cuando observa el código deontológico y las buenas prácticas, es un medio para contribuir al respeto de los derechos humanos, la concordia civil, la paz, la vida y la preservación de nuestro medio ambiente. Para ello, el espacio global de la comunicación y la información tiene que ser propicio al ejercicio de la libertad de expresión y de opinión, y debe respetar los principios del pluralismo, la libertad, la dignidad y la tolerancia, además de promover los ideales de la razón y el entendimiento.

Al mismo tiempo, la Declaración busca también reconocer la función social del periodismo. Según esta idea, los periodistas debemos dar cuenta de la realidad de la forma más amplia, profunda y plural posible. Así pues, tenemos la obligación moral y profesional de esforzarnos por describir incluso los acontecimientos y las situaciones más complejas buscando siempre preservar un equilibrio entre los aspectos positivos y negativos de las acciones humanas. En este sentido, la libertad y la seguridad de los periodistas, la independencia de la información y la deontología son aspectos primordiales para el ejercicio de nuestra profesión.

La Declaración de Reporteros Sin Fronteras define la libertad de expresión como «un derecho fundamental de los individuos», y este derecho «incluye el de criticar los sistemas de pensamiento —con el respeto a los derechos y la reputación del otro— y no puede ser restringido ni limitado por las creencias o susceptibilidades de otros individuos». Pero, al mismo tiempo, recalca que «no se puede utilizar la noción de libertad de expresión para justificar actuaciones irresponsables». La libertad de expresión tiene límites, que se dibujan en el respeto del otro y en el respeto de la neutralidad ideológica, política y religiosa. Responsabilidad, transparencia, respeto, información fidedigna, independencia, pluralismo y honestidad son conceptos que se incluyen en esta declaración de intenciones elaborada por RSF y a los que, a modo de juramento hipocrático, todos los periodistas debemos lealtad.

Aunque no la nombra explícitamente, esta Declaración —que se fundamenta en un periodismo responsable y que condena los discursos de odio— puede ser también un buen instrumento para luchar contra la islamofobia en los medios de comunicación. En nuestras sociedades actuales se identifican claramente y se condenan los discursos xenófobos, racistas y que alientan el odio hacia determinados colectivos y minorías. Pero en los últimos tiempos ha habido un aumento de discursos políticos desde determinadas formaciones —ampliamente difundidos por los medios de comunicación— que, en particular, fomentan el odio hacia el colectivo musulmán. Lo hacen a través de asociaciones de conceptos falsas (como inmigración y criminalidad), mediante la demonización de la religión musulmana e incluso apelando a la Reconquista para poner en pie todos los prejuicios construidos a lo largo de nuestra historia. Los mecanismos de nuestra sociedad democrática para defender los derechos de los musulmanes a menudo fallan, puesto que hay determinados prejuicios y estereotipos contra el islam y los musulmanes que se han «normalizado», que pocos cuestionan o a los que no se les da importancia. Ese es el germen de la islamofobia en nuestros días.

Esta es una tendencia al alza en Estados Unidos y en Europa. Como advertía el profesor de Relaciones Internacionales y Estudios Islámicos de la Universidad de Georgetown (EE.UU.) John L. Esposito en una entrevista con la autora de este artículo, «la islamofobia está siendo normalizada en el sentido que se pueden decir cosas contra los musulmanes y el islam públicamente (en los medios, etc.) que se amparan en la libertad de expresión, pero que no se admitirían si se refirieran a otros colectivos porque se considerarían racistas». Y eso lleva a un discurso de odio e incluso a crímenes de odio contra los musulmanes.

Según señala la Segunda Encuesta sobre Minorías y Discriminación en la Unión Europea (UE), elaborada en 2017 por la Agencia de la UE para los Derechos Fundamentales (FRA), casi uno de cada tres encuestados musulmanes indica que sufre discriminación cuando busca trabajo. El acoso por motivos de origen étnico o inmigrante es común para uno de cada cuatro encuestados musulmanes y, de ellos, casi la mitad sufrieron seis o más incidentes en el año anterior. El informe de la FRA subraya también que los símbolos visibles, como la ropa tradicional o religiosa, provocaron que uno de cada tres encuestados musulmanes experimentara discriminación, acoso o controles policiales. En el caso de los que no llevaban dicha vestimenta, el porcentaje disminuía. En otra de sus conclusiones, la encuesta muestra que los nombres, el color de la piel o la apariencia física de los individuos fueron motivo de situaciones discriminatorias para casi la mitad de las personas consultadas a la hora de buscar empleo, trabajar o recibir atención sanitaria.

Pese a estos alarmantes resultados, el estudio de la FRA expone que sólo uno de cada diez encuestados musulmanes denunció el incidente de acoso motivado por el odio, ya fuera a la policía o a otra organización o servicio. En sus conclusiones, el estudio destaca que los resultados de la encuesta revelan un«escaso progreso en términos de discriminación y delitos de odio» y afirma que «en comparación con hace diez años, cuando se realizó la primera encuesta, el porcentaje de los encuestados musulmanes que sufren discriminación sigue siendo alto, en especial a la hora de buscar trabajo. La violencia física y el acoso motivados por el odio también persisten». Los datos que aportaba la Encuesta de la FRA un año antes, en 2016, revelaban que el porcentaje de personas que se habían sentido discriminadas por su color de piel, su origen étnico o su religión era muy alto en Holanda (49%), Italia (34%) y Francia (31%), mientras que España se encontraba en el grupo de los países con menores porcentajes (21%). Estos datos, sin embargo, no deben servir para la autocomplacencia, ya que en España hay mucho trabajo que hacer para luchar contra la discriminación, el racismo y la xenofobia. En ese sentido, los datos que aporta y las conclusiones a las que llega el Informe del Observatorio de la Islamofobia en los Medios, que aquí presentamos, deben servir para la reflexión y para construir un periodismo más responsable, respetuoso y mejor fundamentado en el conocimiento de los temas que se tratan.

Porcentajes positivos: hacia una mejor cobertura del islam en España

Jordi Padilla, Coordinador de publicaciones y fondo documental IEMed

A lo largo de 2018 se han analizado poco más de 1.905 artículos periodísticos en los que aparecían las palabras clave previamente establecidas en la metodología — islam, musulmán/a/s, yihad, yihadismo, yihadista/s, islamismo, islamista/s y/o islamofobia.

La abrumadora mayoría de los artículos (88%) corresponde a noticias de información, mientras que los artículos de opinión/blogs representan un 10% y, por último, un exiguo 3% son entrevistas (Figura 1). Esta distribución se justifica por el peso y relevancia que tienen las noticias en los periódicos. Hay que tener en cuenta, además, que en 2018 se ha incluido el análisis de agencias de noticias, que normalmente presentan una proporción aún menor de artículos de opinión o entrevistas.

Figura 1. Tipo de articulo

En lo referente al ámbito geográfico al que hacen referencia los artículos seleccionados, se mantiene la división entre aquellos que hacen referencia a España, los que se refieren a la Unión Europea (UE) o los que se refieren a ambos ámbitos geográficos. Como era previsible, la inmensa mayoría de los artículos se refieren al ámbito español (87%), un 10% se refiere a la UE y un 3% a ambos.

Otro de los aspectos que se analizan de los artículos seleccionados es si las imágenes que acompañan al texto (siempre que haya imagen) ilustran correctamente el cuerpo del artículo o si, por el contrario, no lo ilustran de forma adecuada. De los más de 1.900 artículos analizados, 493 (26%) no contienen imágenes. De los 1.415 artículos restantes que sí que se sirven de imágenes para ilustrar la información, en el 86% de los casos estas imágenes ilustran correctamente la información proporcionada, frente a un 14% que lo hacen de forma estigmatizante, estereotipada o discriminatoria. Este porcentaje, aunque sea bajo, es significativo puesto que una mala selección de la imagen denota un sesgo que afectará, probablemente, al contenido del artículo.

Otra de las características analizadas en los artículos periodísticos es el «tono» del artículo, es decir, si este trata un tema de carácter positivo o si, por el contrario, hace referencia a una situación negativa. La mayoría de los artículos periodísticos sobre el islam analizados por el Observatorio hace referencia a un aspecto negativo (73%), como muestra la Figura 2. Esto no deja de tener su lógica si tenemos en cuenta que habitualmente los aspectos negativos de un acontecimiento son más noticiables que los positivos.

Figura 2. Articulos segun tono

Durante el año 2018 no se han analizado únicamente artículos de periódicos (El País y La Razón) sino también de agencias de noticias (EFE y Europa Press). La distribución entre ambos tipos de medios es prácticamente de mitad y mitad (52% de artículos de agencias y 48% de periódicos), como se aprecia en la Figura 3.

Figura 3. Articulos por tipo de medio

Sin embargo, los dos periódicos publicaron un volumen muy distinto de artículos relacionados con el islam, y lo mismo ocurre con las dos agencias de noticias. En el caso de los periódicos, se recogen 625 artículos de El País relacionados con el islam mientras que de La Razón son 281 (69% y 31%, respectivamente, sobre el total de artículos de periódico) (Figura 4).

Figura 4. Artículos por medio.

Así pues, parece que El País dedica mucho más interés a los artículos relacionados con el islam que La Razón. Este mismo esquema se repite al observar el volumen de artículos sobre el islam publicados por las agencias, ya que Europa Press presenta un número significativamente más elevado que la agencia EFE (631 y 371, respectivamente, que en porcentaje sobre el total de artículos de agencia representan el 63% y el 37%).

Por último, otra de las características sobre las que se han categorizado los artículos seleccionados es el tema sobre el que tratan. A partir de una lista de cinco temas recurrentes cuando se trata sobre el islam los artículos se han identificado y clasificado. Estos temas son los siguientes: mujer, velo/burqa/hiyab, radicalismo/radicalización, terrorismo y refugiados. Un vistazo a las frecuencias de 42 artículos por tema nos muestra que un único tema está muy por encima del resto de los demás: más del 60% de los artículos relacionados con el islam tratan de terrorismo (Figura 5). Estos resultados están directamente relacionados con el hecho de que la mayoría de los artículos sobre el islam tengan un tono negativo —puesto que las noticias sobre terrorismo difícilmente tienen connotaciones positivas (aunque puedan detectarse algunas).

Figura 5. Artículos según tema.

Hay dos temas más con una presencia significativa en los artículos (por encima del 20%): radicalización y mujer. El caso de la radicalización está muy vinculado al terrorismo, y en muchos casos son artículos que combinan ambos temas. Por otro lado, el tema de la mujer y el islam ha sido tradicionalmente otra cuestión de amplia presencia en los medios. Por último, velo/burqa/hiyab y refugiados tienen una presencia muy reducida en los artículos analizados en 2018, posiblemente reflejo de un decreciente interés mediático por la cuestión de los refugiados y una menor incidencia de acontecimientos vinculados al uso del velo. Por último, hay que recordar que existe un 28% de noticias que no corresponden a ninguno de estos temas.

Valoración de los artículos: el semáforo de la islamofobia

Tal como se explica en la metodología, los artículos analizados han sido clasificados en tres categorías, correspondientes a los tres colores de un semáforo, en relación con el grado de islamofobia que contienen: Verde (sin islamofobia); Ámbar (islamofobia pasiva) y Rojo (islamofobia activa). Los resultados de los artículos analizados muestran un balance positivo. Más de la mitad de los artículos (el 57%) son valorados en verde (Figura 6). El 43% restante se reparte prácticamente de forma equitativa entre artículos en ámbar (20% del total) y los valorados en rojo (23%).

Figura 6. Valoración de los artículos.

A continuación analizamos cómo se distribuye el semáforo de los artículos según las características observadas anteriormente: tipo de artículo, ámbito geográfico, imagen, tono y tipo de medio.

En primer lugar, y siguiendo el orden anterior, la valoración según los tipos de artículo muestra un distribución similar entre las noticias informativas y los artículos de opinión/blogs. No obstante, es relevante destacar que los artículos de opinión/blog tienen una mejor valoración que las noticias —alcanzando un porcentaje de verdes del 68%, muy superior al 55% de las noticias (Figura 7). Además, en el caso de las noticias, hay un mayor porcentaje de noticias valoradas en rojo que en ámbar, mientras que en los artículos de opinión se distribuyen de forma similar. En lo que respecta a las entrevistas —teniendo en cuenta que son muy pocos casos—, sus resultados son los más positivos, con más del 70% de noticias en verde y solo un 7% en rojo. Quizás, aventurando una hipótesis, la necesaria preparación previa y exposición directa del/la periodista ante el entrevistado/a conlleve mayor responsabilidad y, por tanto, mayor pulcritud a la hora de entrevistar.

Figura 7. Valoración según tipo de artículos.

En relación con el ámbito geográfico, hay que tener en cuenta la diferencia de volumen entre los artículos centrados en España y los focalizados en la Unión Europea (UE). A pesar de ello, resulta significativo que el porcentaje de artículos en verde sea inferior entre aquellos focalizados en la UE (45%) que en los centrados únicamente en España (58%). En cambio, no se observa casi diferencia entre los artículos valorados en rojo, y la principal brecha se produce en aquellos valorados en ámbar (29% de los artículos referidos a la UE, 19% de los referidos a España). Por último, los artículos referidos a ambos ámbitos geográficos presentan una distribución por semáforo muy similar a los artículos del ámbito español.

La valoración según el tipo de imagen que presentan los artículos muestra que, como era de prever, aquellos acompañados de una imagen que ilustra correctamente la información tienen el mayor porcentaje de verde (más del 60%) y el menor de rojo (17%), como se aprecia en la Figura 8. Los artículos sin imagen presentan una distribución de valoraciones cercana a la mitad de verde (47%) y mitad de rojo y ámbar (53%). Por último, en los artículos con imágenes que no ilustran correctamente la información, las valoraciones rojo y ámbar juntas superan el 60%, ilustrando cómo la selección errónea de la imagen se relaciona más habitualmente con la presencia de contenidos islamófobos en los artículos. A pesar de esto, lo que más destaca de esta distribución de los datos, es que ni la buena selección de las imágenes de una noticia garantiza la inexistencia de islamofobia en los contenidos ni una imagen inadecuada determina necesariamente una información islamófoba.

Figura 8. Valoración según tipo de imagen.

La valoración de los artículos según el «tono» de los artículos (positivo o negativo) evidencia que aquellos artículos con un tono positivo presentan claramente menos islamofobia, puesto que el 80% de ellos son categorizados como verde y menos del 5% están categorizados como rojo (Figura 9).

Figura 9. Tono de los artículos.

En cambio, en los artículos con tono negativo la proporción de verdes no alcanza el 50% y el porcentaje de artículos en rojo llega al 30%. Estos resultados muestran que, como parece obvio, es más fácil caer en tópicos y estereotipos cuando se trata de relatar u opinar sobre aspectos negativos que cuando la noticia se centra en algún aspecto positivo para la sociedad.

El análisis según el tipo de medio de origen, agencia de noticias o periódico, muestra unos resultados sorprendentes debido a su similitud: prácticamente no hay diferencias en los porcentajes de rojo/ámbar/verde entre los artículos de agencias y los de los periódicos (Figura 10). Así pues, parece claro que no hay relación entre el contenido islamófobo de un artículo y el tipo de medio en el que este fue publicado.

Figura 10. Valoración según tipo de medio.

Sin embargo, cuando observamos los resultados por medio (de forma individualizada) sí que aparecen elementos de análisis interesantes. Como se ha comentado anteriormente, el número de artículos referentes al islam era bastante diferente entre los dos periódicos analizados y también entre las dos agencias estudiadas. En los periódicos, la diferencia de verdes entre El País y La Razón es bastante importante: el 63% de los artículos de El País y el 46% de La Razón (Figura 11). Ambos periódicos presentan un porcentaje de ámbar prácticamente idéntico, en torno al 20%, y respecto al porcentaje de artículos en rojo, frente al 18% de El País, La Razón alcanza un 33%.

Figura 11. Valoración de los artículos por medio.

Sorprendentemente, al observar las diferencias entre la agencia de noticias Europa Press y EFE nos encontramos prácticamente con una fotocopia de la diferencia entre los periódicos analizados. Europa Press presenta unos valores muy similares a los de El País (63% verde, 19% ámbar y 19% rojo), mientras que EFE reproduce unos valores idénticos a La Razón en las noticias en verde (46%) y similares en las otras dos. Así pues, parece que la orientación editorial del periódico o de la agencia sí que tiene que ver con el grado de islamofobia que aparece en sus artículos, aunque habría que analizar en profundidad los artículos seleccionados para entrar en más detalle. En el caso de los periódicos, una posible explicación la ofrecería la temática de los artículos, ya que porcentualmente La Razón tiene más artículos centrados en terrorismo —que, a su vez tienen una mayor connotación negativa y posiblemente caigan más fácilmente en los tics de la islamofobia. Sin embargo, esta hipótesis no se puede aplicar en el caso de artículos de agencia, ya que presentan una distribución temática similar.

Por último, según el tema del artículo, las estadísticas revelan, como se observa en la Figura 12, que el mejor valorado es el de los refugiados (63% verde), aunque también es uno de los menos presentes en los artículos, ya que ha perdido actualidad respecto al año anterior. Ante la percepción de «crisis» o «problema» de los refugiados, este fue un tema muy tratado por la prensa en años anteriores. Por otro lado, el tema con peor valoración —con un 73% de noticias en rojo y ámbar— es el del radicalismo o radicalización. Destaca el hecho que un tema tan vinculado al del terrorismo presente una valoración sensiblemente peor al primero —de hecho, el porcentaje de rojo en el tema del terrorismo se sitúa en el 32%, y sumado con el ámbar llega al 55%, lejos de los valores de los artículos que abordan el tema de la radicalización. Esto sugiere que en los artículos sobre terrorismo hay un mayor cuidado con el uso del lenguaje (o un mayor componente de información) mientras que en los artículos referidos a la radicalización entran en mayor medida los juicios de valor o las opiniones. Por otra parte, los otros dos temas analizados, mujer e hiyab, presentan unos valores muy similares entre sí, en los que se observa una distribución casi al cincuenta por ciento entre los artículos en verde y aquellos en rojo y ámbar.

Figura 12. Valoración de los artículos por tema.

De estos resultados hay que extraer un elemento importante. Si de todos los temas analizados vemos que solo el de los refugiados presenta un porcentaje de verdes ampliamente superior al 50% (y ya hemos dicho que son muy pocos casos), ¿cómo es posible que en el cómputo general de artículos haya una mayoría sólida en verde? La respuesta la encontramos en los artículos que no están identificados con ninguno de los temas analizados, los cuales muestran una distribución del 80% en verde y solo un 4% en rojo. Así, pues, se impone una reflexión sobre la selección de temas para la metodología de análisis de los próximos años, pues el interés temático de los artículos está determinado sin duda por la actualidad, especialmente en el ámbito social y político.

Evolución en 2018

El número de artículos analizados en cada trimestre varía de los 321 en el primer trimestre a los 627 en el tercero. El segundo presenta un número (538) más cercano al tercero, en lo que parece ser en un ascenso continuado por trimestre, aunque en el cuarto trimestre vuelve a bajar el número de artículos hasta los 419. Haciendo un análisis mensual, los artículos analizados se sitúan entre los 100 y 200, con la excepción del mes de agosto, que alcanza los 303 artículos (Figura 13). Este pico, que coincide con el aniversario de los atentados en Barcelona y Cambrils (2017), es el que hace que el tercer trimestre presente el mayor número de artículos.

Figura 13. Artículos por mes.

La evolución por tipo de artículo por trimestre muestra cómo en el tercer trimestre (el de mayor número de artículos) la proporción de artículos de opinión es superior (14%) a los otros dos (9% en el segundo y 10% en el tercero, mientras que en el primer trimestre el porcentaje de artículos de opinión es casi inexistente, con un 4%), como se puede observar en la Figura 14. El aniversario de los atentados de Barcelona y Cambrils parece conformar los datos del tercer trimestre, más cuando al observar los datos mensuales vemos que es el mes de agosto el de mayor porcentaje de artículos de opinión. Es decir, en el aniversario se multiplicaron los artículos de opinión sobre el tema mientras que en el resto del año se mantuvieron en un porcentaje más similar.

Figura 14. Tipos de artículos por trimestre.

En lo referente al ámbito geográfico no hay muchas diferencias por trimestre: la mayoría de los artículos hacen referencia a España, hecho que se repite a lo largo de los trimestres. Destaca que en el segundo trimestre el porcentaje de artículos sobre Europa es ligeramente más alto que en los otros trimestres, probablemente por algunos atentados ocurridos en Bélgica y en París que captaron la atención periodística.

En el uso de imágenes se han observado variaciones en los distintos trimestres. Los dos primeros trimestres presentan muchos menos artículos sin imágenes que los dos últimos. En este punto destaca que en el primer trimestre el uso inadecuado de las imágenes es el más alto (27% de los artículos con imágenes), mientras que en el segundo y cuarto trimestres este porcentaje es sustancialmente inferior al del primer trimestre (14% y 13%, respectivamente). El porcentaje de artículos con imágenes que no ilustran correctamente el cuerpo del artículo en el tercer trimestre es el más bajo (8%).

La observación de la evolución de los artículos según su «tono» muestra que el primer y el tercer trimestre presentan unos resultados similares, con un porcentaje de artículos positivos por debajo del 20%, mientras el segundo y el cuarto trimestre presentan un porcentaje mayor de artículos con tono positivo, por encima del 30% (Figura 15). Una posible interpretación de estos resultados sería que en un contexto de menos artículos como es el primer trimestre hay una probabilidad más alta de que se publiquen aquellos con un tono negativo —no obstante, en el tercer trimestre, en el que se han seleccionado más artículos, este efecto se ve contrarrestado por el aumento de artículos vinculados al terrorismo coincidiendo con el aniversario de los atentados en Barcelona y Cambrils.

Figura 15. Artículos por tono y trimestre.

Por tipo de medio sí que se observa una evolución diferente entre periódicos y agencias. Mientras el número de artículos publicados por las agencias es relativamente estable (oscila entre 199 y 285) por trimestre, el número de artículos en periódicos oscila mucho más —pasando de 82 en el primer trimestre hasta los 352 del tercero, para volver a bajar en el cuarto hasta los 220 (Figura 16). Estas oscilaciones podrían interpretarse como parte del diferente comportamiento entre agencias y periódicos, en que los periódicos seleccionan y destacan unos artículos u otros en función de su línea editorial.

Figura 16. Artículos por tipo de medio y trimestre.

Sin embargo, la observación de los resultados por medio y trimestre muestra que las oscilaciones en el número de artículos vienen determinadas por las que se producen en el número de artículos sobre el islam publicados en El País (Figura 17).

Figura 17. Artículos por medio y trimestre.

Este periódico pasa de publicar tan solo 29 artículos en el primer trimestre (el número más bajo de todos los medios) a 181 en el segundo trimestre (los mismos que Europa Press), pasando a 264 en el tercer trimestre (prácticamente 100 artículos más que Europa Press) y bajar a 151 en el cuarto trimestre, manteniéndose como el medio analizado con más artículos publicados. No se puede afirmar que el cambio en la dirección de El País (en junio de 2018 Antonio Caño cedió la dirección a Soledad Gallego-Díaz) explique esta evolución (ya que el número de artículos aumentó antes de que se produjera este cambio), aunque sí parece claro que se consolidó un mayor interés por parte de este periódico hacia los artículos relacionados con el islam. En comparación, los otros medios presentan una evolución menos brusca y más similar entre sí. La diferencia más destacable, aparte del volumen de artículos, es que Europa Press tiene un máximo de artículos en el segundo trimestre, mientras que EFE y La Razón tienen su máximo en el tercer trimestre y bajan ligeramente en el cuarto. En este punto destaca que el número de artículos publicados por La Razón, que siempre estaba por debajo de los de la agencia EFE, acaba igualando a la agencia en el cuarto trimestre tras un proceso de lenta convergencia trimestre por trimestre.

La evolución de los artículos por tema presenta una distribución con muy pocas variaciones a lo largo del año. Los cambios entre trimestres son poco significativos y los temas se mantienen en los tres grupos que comentábamos en el análisis de las frecuencias. En primer lugar, un tema muy destacado (el terrorismo) se mantiene como el más presente en todos los trimestres y a mucha distancia de los demás — aunque a lo largo del año se aprecia un ligero descenso en el porcentaje de artículos sobre este tema. En segundo lugar, en relación con dos temas con un peso similar (mujer y radicalización), destaca el hecho de que el tema mujer presente un evolución ligeramente ascendente a lo largo del año, mientras que los artículos sobre radicalización tienen una evolución más errática. Por último, los otros dos temas (hiyab y refugiados) presentan unos exiguos porcentajes a lo largo de todo el año.

Por último, la evolución de la valoración de los artículos según el semáforo por trimestre presenta muy pocos cambios a lo largo del año (Figura 18). Es el primer trimestre el que tiene un resultado un poco diferente a los demás: el porcentaje de artículos en verde está en el 51%, mientras que en los otros tres trimestres oscila entre el 57% y el 59%, es decir, prácticamente no hay cambios. De la misma manera, la suma de artículos en rojo y ámbar es más alta en el primer trimestre (49%), mientras que en el resto oscila entre el 41% y el 43%.

Figura 18. Semáforo por trimestre.

El cambio más destacado (aunque siempre en un margen muy pequeño) es la distribución entre artículos en ámbar y rojo. Mientras en el primer trimestre se distribuyen prácticamente mitad y mitad, en el segundo el porcentaje de artículos en rojo es muy superior al de artículos en ámbar, mientras en el tercero la tendencia se invierte y los artículos en ámbar presentan una ligera mayoría sobre los artículos en rojo, para volver a cambiar en el cuarto trimestre con una ligera mayoría de artículos en rojo.

Evolución de las valoraciones

La evolución de las valoraciones por tipo de artículo está muy determinada por el volumen de artículos en cada categoría. Las noticias de información constituyen la gran mayoría de los artículos analizados, mientras que los artículos de opinión y las entrevistas presentan valores mucho más bajos, especialmente las últimas. Además, en el primer trimestre el número de artículos de opinión es tan bajo como el de las entrevistas. Cuando analizamos las valoraciones por trimestre y tipo de artículo (Figura 19), observamos que el porcentaje de noticias en verde permanece ligeramente por encima del 50% de forma prácticamente constante. Los resultados de los otros dos tipos de artículos son, en cambio, mucho más cambiantes.

Figura 19. Evolución de porcentaje de noticias en VERDE por tipo de articulo.

Destaca especialmente el porcentaje de verdes en el primer trimestre para los artículos de opinión, que es bajísimo, mientras que en el resto de trimestres está por encima de las noticias. No obstante, parece evidente que este resultado depende más del poco volumen de artículos de opinión en el primer trimestre que del contenido de estos.

Por ámbito geográfico, los artículos reproducen lo visto en el apartado anterior: los artículos que hacen referencia a España tienen una valoración con menos variaciones a lo largo del año, mientras aquellos que hacen referencia a Europa o a ambos territorios varían más a lo largo del año, especialmente con respecto al primer trimestre —probablemente debido al pequeño volumen de artículos.

En cuanto al uso de las imágenes en los artículos, sí que hay cambios a lo largo del año según la relación entre las imágenes y los artículos. Cuando las imágenes ilustran correctamente la información proporcionada en los artículos, el porcentaje de artículos en verde se mantiene muy estable a lo largo del año y además en valores altos, por encima del 60%. Por otro lado, los artículos con imágenes que no ilustran adecuadamente la información experimentan un ligero descenso en sus porcentajes en verde (que pasan del 44% al 28%). Los artículos sin imágenes presentan un porcentaje en verde cambiante, en crecimiento hasta el tercer trimestre (que alcanza un 62%) para descender en el cuarto trimestre volviendo a los valores que tenía en el primer trimestre (46%). Hay que tener en cuenta que el número de artículos sin imágenes es más pequeño en el primer y cuarto trimestre, lo que podría explicar en cierta manera esta mayor variabilidad.

La evolución de los artículos por «tono» presenta cierta estabilidad en todos los trimestres excepto en el tercero, tanto en los artículos positivos como en los negativos. En los de tono positivo (Figura 20) se observa una mayoría abrumadora de artículos en verde en todos los trimestres. No obstante, el tercer trimestre presenta el valor más bajo (73%) en relación con los otros tres (todos por encima del 80%). Curiosamente, este valor no es fruto del aumento de los artículos valorados en rojo (5% o menos en todos los trimestres) sino del aumento de los artículos en ámbar en este trimestre (23%, mientras que en el resto no pasan del 16%). A esta evolución se añade el hecho que los artículos de tono negativo (Figura 21) presentan el mayor número de artículos en verde en el tercer trimestre (56%), mientras en el resto de trimestres no pasan del 46%.

Este trimestre coincide con el aniversario de los atentados de Cambrils y Barcelona, hecho que parece tener un efecto positivo y ocasiona que los medios hagan un mayor esfuerzo para no caer en la islamofobia. No obstante, en los artículos de tono positivo calificados en verde (más escasos en el tercer trimestre que en los demás), este efecto no se produce. Podemos apuntar que la reducción de artículos positivos se deba a una sobrerrepresentación de los negativos vinculados al terrorismo y que la mayor presencia de aspectos negativos en los medios pueda tener un efecto sobre los artículos referidos al islam.

En cuanto a la variación según el tipo de medio, hay que destacar que tanto las agencias como los periódicos presentan una evolución diferente por trimestre. En los periódicos, el primer trimestre (que, como ya habíamos señalado, cuenta con un volumen de noticias mucho más bajo que el resto de los trimestres) presenta una valoración mucho peor que el resto de trimestres (porcentaje de verdes en el 35% mientras que en el resto no baja del 56%). El segundo y cuarto trimestre muestran los mejores valores mientras que el tercero es ligeramente peor (en este caso no por un aumento de los artículos en rojo, que se mantiene estable durante los tres trimestres, sino por un aumento de las noticias en ámbar). En lo referente a las agencias, la evolución es más estable en los cuatro trimestres con peores resultados en los trimestres segundo y cuarto, curiosamente a la inversa de los artículos de los periódicos. Analizando la evolución medio a medio se observa que las dos agencias de noticias presentan una evolución muy similar, aunque desde puntos de partida diferentes. Así pues, en la evolución del porcentaje de rojo por medio vemos que la agencia EFE presenta valores superiores a Europa Press en todos los trimestres, pero que evolucionan de forma muy similar, es decir, en el segundo trimestre ambas agencias bajan el porcentaje de artículos en rojo, suben en el tercero y vuelven a bajar en el cuarto.

En lo que respecta a los periódicos, sí que se observan evoluciones muy diferentes (Figura 22). El País presenta una evolución del porcentaje de noticias en rojo que parte de unos valores importantes en el primer trimestre (52%), para bajar en el segundo trimestre (18%) y seguir bajando ligeramente en los trimestres siguientes (16% y 15%). El sorprendente resultado del primer trimestre puede deberse a lo que destacábamos de la evolución de los artículos en El País, ya que en este trimestre el número de artículos seleccionados era ínfimo (mucho menor que cualquier otro medio en cualquier trimestre), lo que puede producir resultados poco significativos. Por otra parte, se intuye cierta tendencia a una peor valoración en situaciones con poco volumen de artículos sobre el islam y las comunidades musulmanas.

La Razón presenta una evolución de la valoración mucho más estable (el porcentaje de artículos en rojo siempre se sitúa entre el 28% y 37%), con un ligero descenso entre el primer y el segundo trimestre para luego iniciar un ligero ascenso hasta el cuarto trimestre (que presenta prácticamente el mismo porcentaje que el primer trimestre). Estos resultados son en general peores que los de El País, aunque es significativo que La Razón sea el medio que publica menos artículos relacionados con el islam (excepto en el primer trimestre) y que el trimestre que mejor resultado presenta (el segundo, con un 28% de artículos en rojo) sea en el que se seleccionaron más artículos relacionados con el islam.

Al analizar cómo han evolucionado las valoraciones de los artículos según el tema debe hacerse hincapié en el hecho que el bajo número de artículos que tratan sobre refugiados o hiyab puede conducir a errores de análisis por la alta variabilidad que presentan de un trimestre a otro. En segundo lugar, los otros temas muestran una evolución marcadamente diferente entre sí. El tema más numeroso, el terrorismo, evoluciona con ligeros cambios a lo largo del año: un porcentaje de verdes alrededor del 40% excepto en el tercer trimestre, cuando alcanza el 52% (Figura 24). Este porcentaje puede estar relacionado con el aniversario de los atentados en Barcelona y Cambrils y un mayor cuidado al tratar este tema. Los otros dos temas con un número elevado de casos, mujer y radicalismo, presentan una evolución ligeramente diferente. El tema mujer presenta un porcentaje de artículos en verde en ascenso trimestre a trimestre, pasando del 36% del tercer trimestre al 61% del cuarto. Esta evolución parece mostrar una sensibilización progresiva en relación con el tema de la islamofobia de género. El tema de la radicalización, en lo referente a los porcentajes de artículos en verde, ofrece una evolución estable (entre el 24% y el 30%) ascendente hasta el tercer trimestre para descender en el cuarto. Las variaciones un poco más marcadas se presentan en los porcentajes de artículos en rojo (Figura 25), aunque estos combinados con los porcentajes de artículos en ámbar mantienen la estabilidad que se refleja en los datos en verde y que hacen de los artículos referidos al tema de la radicalización los peor valorados —como ya habíamos visto en apartados anteriores, mostrando que no se trata de ningún fenómeno coyuntural.

De 2017 a 2018: evolución esperanzadora

Comparar los resultados de 2017 con los que acabamos de ver de 2018 es un ejercicio muy interesante, pero debe realizarse con las debidas precauciones puesto que no estamos trabajando con «poblaciones» comparables al no tener los artículos analizados el mismo origen en ambos años: en 2017 tratábamos con artículos de seis periódicos y en 2018 con los artículos de dos de estos periódicos y de dos agencias de noticias. Por lo tanto, al estudiar las diferencias entre años es difícil discernir si estas se deben a un cambio de conducta de los medios o a diferencias propias del origen de los artículos.

El número de artículos analizados ha aumentado, desde los 1.600 en 2017 hasta 1.905 en 2018. La mayoría en ambos años son noticias de información, aunque el porcentaje de estas es mucho mayor en 2018 (88%) que en 2017 (más del 73%). Esto se debe probablemente, como ya se ha mencionado, a que hay una menor presencia de artículos de opinión en las agencias de noticias. Lo mismo ocurre cuando comparamos el porcentaje de artículos sin imagen, que también es mayor en el 2018 que en 2017. Un elemento interesante es la comparación de los resultados de lo que hemos denominado el «tono» de la noticia: en ambos casos son mayoría los artículos de tono negativo, pero parece haber una tendencia a incluir más artículos de tema positivo en 2018 (27% versus 13%). Sin embargo, viendo la evolución de los datos por trimestres no puede hablarse de un aumento lineal.

Figura 26. Evolución de los artículos por mes y periódico.

En relación con el medio de comunicación, podemos comparar la evolución en estos dos años de La Razón y El País. En 2017, La Razón publicó 367 artículos sobre el islam, mientras que El País solo 231. En cambio, en 2018, la situación cambia radicalmente: La Razón publica 281 artículos sobre este tema mientras que El País alcanza la cifra de 625. Si observamos la evolución del número de artículos por mes en estos dos años, vemos que el descenso de artículos de La Razón parece responder más a la casi inexistencia de picos de artículos (probablemente ligados a situaciones extraordinarias). Por su parte, El País se mantenía por debajo de La Razón (excepto en el tan mencionado agosto de 2017) y cambia totalmente de dinámica a partir de abril de 2018, publicando un volumen de artículos mucho más alto —no solo de forma puntual, como en agosto, sino también a lo largo de todos los meses hasta finales de 2018 (Figura 26).

En cuanto a los artículos por tema, aparte de que la distribución es muy similar hay que destacar un par de cuestiones. En primer lugar, el hecho de que los temas del velo y los refugiados, que ya eran los menos presentes en 2017, hayan disminuido aún más su presencia en 2018 hasta su casi desaparición. En segundo lugar, que el porcentaje de artículos que no encajan en estos temas pasa del 15% en 2017 al 28% en 2018.

La comparación entre los dos años según la valoración de los artículos (Semáforo de la islamofobia) no deja lugar a dudas: se ha mejorado ostensiblemente en el tratamiento del islam en los medios. Se ha pasado de un 62% de los artículos con algún componente islamófobo (activo o pasivo) en 2017 a un 43% en 2018. Sin duda, es una clara mejoría y una muestra de que los medios avanzan hacia una mejor cobertura informativa respecto al islam y los musulmanes, aunque todavía queda mucho por hacer.

Para ahondar más en la comparación, el análisis debe centrarse en los dos periódicos que han sido monitorizados durante los dos años: El País y La Razón. Los datos de la suma de los artículos de estos dos periódicos y su distribución según su valoración del grado de islamofobia para los dos años son tan claros como la comparación del conjunto de artículos: en 2018 la mejora en relación con la islamofobia es evidente —el porcentaje de artículos en rojo se ha reducido a la mitad, mientras que los artículos en verde, que eran tan solo un cuarto de los artículos publicados sobre el islam y los musulmanes en 2017, ahora son mucho más de la mitad (Figura 27). No hay duda de que estos dos periódicos, que eran de los que sacaban los peores resultados en el análisis de 2017, han experimentado un cambio de tendencia en 2018.

Figura 27. Semáforo de la islamofobia (periódicos)

Para comprobar si este fenómeno es global o está sesgado por la evolución de uno de los dos periódicos hemos comparado los datos por periódico, año y valoración según el semáforo de la islamofobia. Como se puede observar en la Figura 28, la tendencia a la mejora está presente en ambos periódicos. El País presenta la mejora más significativa, con un aumento del porcentaje de artículos valorados en verde, que sobrepasa el 60%, y con una reducción importante de artículos en rojo y muy especialmente de artículos en ámbar. Hay que recordar que en 2018 aumentó considerablemente el número de artículos relacionados con el islam en El País, hecho que ha podido contribuir a incluir artículos con un mayor tono «positivo» que, como ya hemos visto, presentan un porcentaje de artículos en verde mucho mayor. Los datos de El País no deberían desmerecer, no obstante, la evolución de la valoración de los artículos de La Razón. Este periódico también ha visto cómo aumentaban significativamente los artículos valorados en verde, acercándose al 50%. Lo más destacable de este periódico es, sin duda, el importante descenso de los artículos en rojo, que en 2017 alcanzaban el 50%, muy por encima del resto de periódicos analizados, mientras que en 2018 disminuyó hasta el 33%.

Figura 28. Semáforo por periódico y año.

Este análisis de la cobertura de los medios españoles de temas relacionados con el islam y las comunidades musulmanas en 2018 pretende, una vez más, concienciar a los medios de comunicación y a la sociedad española en general de la importancia de prestar atención a los contenidos islamófobos que, aunque tiendan a disminuir, todavía están presentes en los medios de comunicación. Se pretende, así, reforzar la necesidad de aplicar medidas para combatir estas narrativas, conscientes o inconscientes, desde los propios medios de comunicación, con el objetivo último de llegar a obtener a un Semáforo de la islamofobia que marque el 100% de los contenidos en verde, sin rastro alguno de islamofobia.

¿Hacia un periodismo no binario?

Laura Amate Biedma, Mónica Carrión Otero, Analistas del Observatorio de la Islamofobia en los Medios

En la sección de seguimiento y análisis del Observatorio de la Islamofobia en los Medios comenzamos el año 2018 introduciendo cambios en los elementos de seguimiento que se recogen en la Metodología. De los seis diarios nacionales que se estudiaron en 2017 (El País, El Mundo, La Razón, La Vanguardia, eldiario.es y 20 minutos), en 2018 mantuvimos dos con líneas editoriales diferentes a modo de seguimiento (El País y La Razón) e introdujimos dos agencias de noticias, también nacionales (EFE y Europa Press) ya que, como señalaba Miguel Ángel Bastenier, los medios de comunicación «en ocasiones se ven o creen verse obligados a cubrir espacios informativos importantes con material exclusiva o básicamente de agencias» (Bastenier, 2001: 55).

A lo largo de 2018, haciendo el seguimiento del tratamiento informativo del islam y de las comunidades musulmanas tanto de España como del resto de los estados de la Unión Europea, pudimos observar que pocas veces una nota de prensa de agencia se transforma en una noticia propia en las redacciones de los diarios. Los despachos se publican tal y como los envían las agencias, de ahí que sea habitual encontrar noticias idénticas en 20 minutos o La Vanguardia en las que no se ha modificado el cuerpo del artículo, a veces ni siquiera el titular. Como consecuencia de esta dinámica informativa, los hechos se relatan bajo el prisma de aquellos medios, las agencias, de los que parte la información.

En algunas ocasiones las fuentes empleadas son primarias, aunque en la mayoría de los casos las fuentes son las propias instituciones y organizaciones oficiales. Las versiones de los hechos que transmiten gobiernos, instituciones y organizaciones no gubernamentales parecen tener una validez incuestionable para las agencias de noticias que, a su vez, cuentan con el crédito de la prensa generalista, lo que da lugar a un encadenamiento de interferencias en la transmisión de la información, en la que entran en juego intereses políticos, institucionales, personales, empresariales, etc. El resultado es que las noticias que no interesan se obvian y las que sí interesan se abordan atendiendo principalmente a las fuentes oficiales, reproduciendo por consiguiente un discurso en ocasiones islamófobo que termina por calar en la opinión pública. Este contexto es el primer mensaje discriminatorio con el que debe lidiar el lector, aunque no es el único. Los estereotipos y la distancia inherentes al modo en el que la sociedad concibe por lo general a los musulmanes son producto de la reproducción no cuestionada de ese discurso institucional generalizado, pero también consecuencia de la dinámica de trabajo de las propias redacciones.

Como afirma Jake Lynch, [1] «el periodismo no puede permitirse aparecer menos informado que su público» (Lynch, 2010: 191), sobre todo teniendo en cuenta que, para gran parte de ese público, los medios de comunicación son la única fuente de información sobre muchos temas, entre ellos el islam y la propia comunidad musulmana.

Observaciones a partir del análisis de agencias de noticias

• Temática de las piezas informativas: las noticias valoradas como islamófobas en nuestro semáforo (rojas y ámbar) son en su mayor parte aquellas que tienen que ver con el terrorismo, tanto las notas que cubren detenciones de presuntos miembros de supuestas células terroristas como las que relatan las sesiones de los juicios a esos detenidos u ofrecen perfiles de personas buscadas, detenidas o en proceso de juicio.

• Institucionalización de las fuentes: en muchas de estas noticias, en las que se habla de terrorismo, el sesgo islamófobo no es autoría directa del periodista, sino que se debe a la inclusión de textos originales de organismos oficiales. Ponemos como ejemplo esta noticia: «La Audiencia Nacional juzga a una célula yihadista que planeó atentar en Barcelona en 2015», [2] en la que los datos que retoma el redactor, y que hacen de ella un ejemplo de malas prácticas, proceden de un escrito de la Fiscalía, como el propio periodista especifica. Muchos de estos textos institucionales, cuyo análisis no compete a este proyecto, incurren en los mismos errores que detectamos en la prensa, como el uso erróneo de la terminología y el empleo sistemático de una retórica que cae en un falso cientificismo con el que los escritos pretenden dar credibilidad y fuerza a la información o a los argumentos que esgrimen.

• Información no relevante y dramatización de la información: a veces, en una tentativa de dar colorido a las crónicas y hacerlas más atractivas para el lector, los redactores sucumben a la tentación de incluir la información más sensacionalista o alarmista. Valga como ejemplo esta noticia de abril de 2018 de la agencia Europa Press, «La fiscal destaca la veracidad del testigo protegido y asegura que los presuntos yihadistas iban a “pasar a la acción”» [3] en la que, por ejemplo, se incluyen grabaciones de las personas que están siendo juzgadas que solo contribuyen a fomentar los prejuicios y la alarma social. «Alzamos nuestras espadas para defender la verdadera religión»; «la cárcel para él es como un paraíso, porque entra en ellas por luchar por el islam»; «os vamos a degollar como borregos y daros como dádiva a Dios, a Alá»; u otro en el que se da la «bienvenida a los muyahidines que van a hacer la Yihad». Este tipo de enunciados perpetúan la idea de que el islam mantiene una estrecha relación con la violencia, el terrorismo y el choque de civilizaciones, generando miedo infundado en la sociedad.

Errores comunes detectados

• Referirse al islam en mayúsculas.

• Mantener el empleo de «Estado Islámico» sin explicitar que es un grupo terrorista, ni referirse a él con comillas o añadiendo el adjetivo «autoproclamado».

• Mal uso de la terminología como en esta noticia de marzo: «A juicio dos miembros de Dáesh que tenían contacto directo con yihadistas de Siria», [4] de la Agencia EFE, en la que hablan de «los detenidos por motivos islamistas».

• Hablar del califato como de una realidad política: «En el año de la caída del Califato, uno de cada cinco países fue escenario del terrorismo»,[5] «Teixidor incluye la historia de una familia con dos hijos pequeños que dejó Cataluña y se marchó a vivir al califato».[6]

• En las noticias de agencias, los redactores suelen introducir información que puede provocar la estigmatización de determinados colectivos; se explicita, por ejemplo, la nacionalidad o el grupo étnico (o si no son de un país de mayoría musulmana se matiza que son «conversos al islam») de los detenidos en noticias sobre arrestos o juicios a presuntos terroristas incluso desde el titular, como en el caso de la noticia «Más de la mitad de los yihadistas detenidos en España son marroquíes»,[7] de la Agencia EFE.

No obstante, no todo es negativo. En el caso de las agencias, el análisis cualitativo también ha marcado en nuestro semáforo muchas noticias verdes, es decir, libres de islamofobia, debido al amplio abanico de temas que cubren estos medios. Muchas de esas noticias positivas no abordan asuntos relativos a las personas musulmanas o al islam, sino que estos aparecen como dato secundario (noticias de viajes a destinos con pasado islámico, entregas de premios), si bien es cierto que también hay notas que informan de asuntos que conciernen directamente a la comunidad musulmana de nuestro país y de la Unión Europea, como por ejemplo, de iniciativas contra la islamofobia o de políticas municipales para combatir esta forma de racismo.

Volviendo a dos periódicos en fase de seguimiento

En el gráfico siguiente se puede observar la trayectoria de los dos medios de los que se hizo un seguimiento comparativo a lo largo de dos años consecutivos (2017 y 2018): El País y La Razón.

A través del análisis cualitativo se constata una tendencia a mantener el mismo tipo de errores que ya se detectaron en 2017:

• Información sensacionalista: una de las principales diferencias con respecto a las malas prácticas de los artículos de las agencias es que el islam va, casi siempre, vinculado a artículos relativos a casos de terrorismo (atentados, desarticulación de células terroristas, detenciones y juicios a presuntos implicados, etcétera), mientras que en los diarios, cualquier tema puede ser aprovechado para darle un sesgo sensacionalista. Al sesgo islamófobo institucional, que cae muchas veces en el sensacionalismo y la exageración, y que reproducen las agencias aportando el suyo propio, se le añade a veces el corte discriminatorio del propio periódico, así como el del mismo periodista, generando una concatenación de mensajes discriminatorios que es lo que recibe el lector en la pieza final.

«“Con la ‘z’, oración de los musulmanes”, inquirió el presentador Christian Gálvez, ante miles de telespectadores, aquella tarde de febrero de 2015. “Zalá”, exclamó el entonces inspector de policía Luis Esteban (Zaragoza, 1972). Tras más de 50 programas, el agente se hacía con los 354.000 euros del rosco del programa de televisión de Telecinco Pasapalabra. Tres años después y a más de 600 kilómetros de distancia del estudio en el que consiguió su particular gesta, no es raro que en el abundante léxico de Esteban se cuele esta palabra cuando asiste a los más de 4.000 inmigrantes ilegales, muchos de ellos musulmanes, que su equipo atiende cada año. Y la combina con otras que usa con mayor frecuencia: ‘narcotráfico’, ‘yihadismo’, ‘hachís’, ‘ilegal’, ‘frontera’, ‘cocaína’ e incluso ‘tiroteo’». Así arranca un artículo de El País (09/05/2018) firmado por Jesús A. Cañas y titulado «De concursante de ‘Pasapalabra’ a azote de los traficantes de hachís»,[8] en el que el periodista traza un supuesto perfil neutro del ganador de un concurso de televisión, y uno no tan neutro de Algeciras y de la zona de Gibraltar, de la comunidad musulmana y la población emigrante, a las que vincula con la delincuencia y el narcotráfico.

• Titulares sensacionalistas e imágenes inadecuadas han seguido siendo una constante en 2018. A modo de ejemplo, el diario El País reúne muchas de las prácticas que vamos a destacar en los párrafos siguientes: «Escenas de matrimonio yihadista: “Mi mujer debe parir muchos hijos y obedecerme. La Audiencia Nacional condena a dos parejas musulmanas por adoctrinamiento terrorista. Una de las mujeres se iba a casar con un converso portugués para viajar a Irak a unirse al ISIS”»[9]. El artículo fue publicado el 27 de septiembre de 2018 y lo firma Fernando J. Pérez.

• Información secundaria estigmatizante: es frecuente la inclusión de información no relevante que señala a la comunidad musulmana o a sectores de la población de confesión musulmana, como la comunidad marroquí o parte de la población migrante. Un ejemplo de ello es el artículo «Yihadistas infiltrados como inmigrantes»[10] de J.M. Zuloaga y publicado en La Razón, el 13 de octubre de 2018, en el que ya desde el titular se señala a un colectivo entero sobre el que se siembra la sospecha del terrorismo.

• Uso de estereotipos negativos y generalizaciones: de la misma forma que ocurre con el terrorismo, cualquier tema es «aprovechable» para reforzar los manidos estereotipos sobre la comunidad musulmana, a la que se percibe y se hace ver como monolítica, incapaz de adaptarse, inferior, bárbara, irracional, primitiva, sexista y sin valores comunes a otras culturas. La campaña del #Metoo llevó a dos articulistas de La Razón a escribir sendos artículos sobre esa movilización feminista en los que se introducían algunos de esos estereotipos. Lucas Haurie decía en el artículo «Machado viene de macho»[11] publicado el 10 de enero de 2018: «Mientras en Francia, un centenar de intelectuales y artistas —todas mujeres, con la divina Catherine Deneuve a la cabeza— se han visto obligadas a publicar un manifiesto contra el puritanismo lampante, un genuino estupro moral, que allí se relaciona directamente con la penetración del Islam en la otrora libérrima república». También en La Razón, Julio Valdeón, decía en su artículo «Como mujeres no nos reconocemos en este feminismo»[12] del 11 de enero de 2018: «No digamos ya de la tolerancia que generalmente exhiben ciertos sectores de la progresía intelectual hacia una religión, el Islam, que será muchas cosas, pero no, desde luego, baluarte de la liberación femenina».

• Uso y abuso o mal uso de terminología perteneciente a la doctrina islámica: una práctica que se repite sobre todo en los artículos vinculados a cualquier tema relativo al terrorismo y que contribuye a consolidar la imagen estereotipada de los musulmanes como enemigos agresivos, amenazantes y aliados del terrorismo y del choque de civilizaciones.

Como dice Luz Gómez en su artículo «La islamofobia de los números y las letras»[13] acerca del uso de tecnicismos: «El recurso al vocabulario propio de la doctrina islámica confiere a los textos un aura de conocimiento especializado. Sin embargo, esconde una estrategia de manipulación y extrañamiento que sitúa al islam en el espacio de lo incognoscible, o cuando menos, de lo que es ajeno a la comprensión general en español».

Ponemos como ejemplo un artículo de Silvia Ayuso para El País del 23 de febrero titulado «Francia replantea su combate contra la radicalización yihadista tras dos intentos fracasados»[14] en el que los términos islámico, islamista, yihadista aparecen hasta diez veces, incluido el titular, pese a que el plan del gobierno francés del que habla la noticia y que lleva por nombre «“Prevenir para proteger”. Plan nacional de prevención de la radicalización»,[15] no haga referencia a ninguna religión.

La vinculación de la sinrazón y la violencia con el islam o con cualquier concepto vinculado a esta religión como la profesión de fe, las mezquitas, los imanes, etcétera, sigue siendo una práctica extendida. El 14 de octubre de 2018, el escritor y premio Nobel Mario Vargas Llosa, articulista habitual de El País, escribía una columna de opinión sobre el atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo titulado «La desaparición de lo ordinario»[16] en la que describía la escena del ataque de la siguiente manera: «No perdió el sentido. No podía moverse y, mientras se desangraba, vio a los dos terroristas, los hermanos Kouachi, ir matando y rematando a todos los presentes, mientras repetían, como un mantra, ¡Allahu Akbar! ¡Allahu Akbar! Sus ojos no podían creer lo que veían».

Como se recoge en diferentes textos sobre deontología periodística, es posible denunciar y condenar la violencia sin herir los sentimientos de un grupo social en particular, evitando este tipo de asociaciones y generalizaciones erróneas entre actos de barbarie y conceptos que tienen un significado muy importante para una parte de la sociedad.

• La extranjerización de los musulmanes que consolida en el imaginario colectivo la asociación del islam y lo musulmán con lo extranjero. En las noticias sobre casos de terrorismo, suele indicarse casi siempre el origen del terrorista o presunto terrorista aunque tenga un pasaporte español (español de origen marroquí) y si hay un ciudadano español «con siete apellidos españoles», se indica inmediatamente que se trata de un converso como si el hecho de su implicación se deba básicamente al hecho de haberse convertido al islam. «Otro de los investigados, Adrián F. (alias Rachid) es un hombre que se convirtió al islam —y se radicalizó— de la mano de Es Satty cuando éste pasó por la mezquita de Castellón. Adrián mantuvo contacto con el imán hasta julio de 2017» dice este artículo firmado por Jesús García y Óscar López-Fonseca en el artículo «La policía rastreó a 40 personas del entorno de la célula de Ripoll. Los agentes sospecharon que familiares de los yihadistas y amigos del imán conocían los atentados»,[17] publicado por El País el 28 de noviembre de 2018.

Esta pieza es un ejemplo de lo que se apuntaba anteriormente, la gratuidad del empleo de determinados términos que pueden señalar a una comunidad entera o herir sus sentimientos: la palabra imán aparece hasta ocho veces y la palabra mezquita aparece en un ladillo con el siguiente titular: «La mezquita de Ripoll, bajo sospecha».

• Tentativas fallidas de narrativas alternativas: también son comunes las tentativas de narrativas alternativas que lamentablemente acaban cayendo en errores que las convierten en ejemplos islamófobos, bien por tratar la normalidad como excepcionalidad («Musulmán y empleado de la mayor fábrica de juguetes sexuales de Europa»,[18] artículo publicado por Sara Rosati en El País, el 16 de mayo de 2018), o bien por confundir términos (árabe-musulmán) y extranjerizar a la comunidad musulmana de nuestro país, aunque el objetivo en principio sea el de romper estereotipos («Árabes en España: ni todos machistas, ni ellas sumisas. Y tampoco terroristas»,[19] publicado por Sara Rosati en El País el 18 de mayo de 2018).

Sin embargo, durante 2018 también se han detectado ejemplos de buenas prácticas y artículos que trasmiten una visión más plural en la que no hay cabida para los estereotipos sobre las personas musulmanas. Entre ellos cabe destacar:

• La publicación de un bueno número de artículos de calidad que dieron visibilidad a la diversidad de las personas musulmanas y visibilidad al feminismo, especialmente en este 2018, un año de reivindicación de la mujer. Algunos ejemplos de buenas prácticas son los artículos «Feminismo de caminos diferentes»,[20] «¿Por qué llevas velo, Aisha?»,[21] «Astou Ndour, el verso libre de España»,[22] «Sabrina Mahfouz: la lucha contra los clichés en Reino Unido»,[23] todos ellos publicados en El País.

Por parte de La Razón, «La ultraderecha marcha en Berlín contra Merkel y el islam»,[24] «Halal, un pasaporte al mercado musulmán»[25] y «Cataluña lidera la islamofobia en 2017»[26] son algunos artículos que destacan por abordar el universo islámico desde un punto de vista distinto del habitual, alejando a los musulmanes de los estereotipos construidos en torno a ellos y apostando por narrativas alternativas que reflejen los problemas de la sociedad de confesión musulmana.

• Aunque, tal como se ha señalado anteriormente, la mayor parte de las prácticas islamófobas de la prensa se detectan en los artículos que tienen que ver con temas relativos al terrorismo, a lo largo de 2018 también han surgido ejemplos positivos en los que este fenómeno era tratado desde un ángulo completamente objetivo, evitando vincular terrorismo y religión.

En este sentido destacamos el excelente trabajo de los reportajes realizados por Àngels Piñol, a través de los que consigue un relato coral en el que están presentes las voces de todas las personas que vivieron de un modo directo los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017. Los reportajes (texto y vídeo) fueron publicados por El País con motivo del primer aniversario de esos atentados.

En el caso de las referencias a la radicalización, es habitual su uso a la ligera, concebida mayoritariamente como algo intrínseco al islam, como un comportamiento potencial en cualquier persona musulmana que puede activarse de la noche a la mañana. De hecho, en muchos artículos, así como en comunicados de los aparatos de seguridad y de los órganos judiciales fuentes de esos artículos, se emplea a menudo el concepto de «radicalización exprés». Y aun así, la idea de la radicalización ha sido tratada en varios casos, como por ejemplo, «¿Cómo evitar la radicalización de los ciudadanos?»,[27] artículo de Daniel Gómez publicado en El País el 7 de noviembre de 2018.

• Finalmente, cabe señalar que se ha constatado que algunos artículos funcionaron como plataformas de denuncia en temas como la cultura o el tratamiento de la población migrante, como sucede con «La diversidad racial en las series españolas, asignatura pendiente»,[28] de Eneko Ruiz Jiménez en El País del 9 de junio de 2018 y en «Fresas sin explotación ni acoso sexual»,[29] artículo de Pastori Filigrana publicado en El País el 8 de junio de 2018.

Algunas recomendaciones tras dos años de análisis

• Cuidar el lenguaje, haciendo un uso correcto de la terminología. Este es un problema que podría resolverse introduciendo en los manuales de estilo una serie de pautas que todos los redactores debieran respetar, como ha sucedido ya con otros temas de importancia social como la violencia machista o el racismo.

• Dada la gran variedad de temas que pueden cubrir las agencias gracias a los medios de los que disponen, cabe animar a las mismas a seguir apostando en las redacciones por las narrativas alternativas que puedan favorecer otra imagen de la comunidad musulmana en España y en Europa, y por tener en cuenta las voces de esta comunidad en cualquier cobertura que la concierna.

• Evitar reproducir sin cuestionarse la información institucional, evitar la información que cae en la exageración y en el morbo y optar por ceñirse a datos más objetivos.

• Documentarse y ampliar conocimientos. El islam es uno de esos temas sobre el que todos parecemos tener una opinión bien formada, pese a la realidad prácticamente inabarcable del concepto. Apelando a la responsabilidad de los medios como principal o única fuente de conocimiento sobre la comunidad musulmana, este aspecto es especialmente relevante.

• Tomar conciencia de las consecuencias de publicar informaciones islamófobas. Es necesario que los profesionales de la información asuman la responsabilidad que tienen, directamente relacionada con la influencia que ejercen los medios de comunicación en la sociedad. El deber del periodista es proporcionar las herramientas al lector para que piense por sí mismo, teniendo siempre en cuenta que influirá notablemente en la creación de la opinión pública. Asumir la islamofobia como un problema que crece, en parte, gracias a la prensa, es un paso indispensable para alejarnos de esa forma de racismo.

• Cumplir el código deontológico de cada medio [30]. En términos generales, los principios editoriales de la mayoría de los medios de comunicación garantizan precisión e imparcialidad, respeto por los individuos y sensibilidad a la hora de contar. El Código Deontológico de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España), aconseja que «el periodista extreme su celo profesional en el respeto a los derechos de los más débiles y los discriminados» e insta a «abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona» (FAPE, 2017).

El Grupo Prisa, al que pertenecen el diario El País y la Cadena Ser, establece en sus principios generales que «el respeto y atención a las minorías (étnicas, religiosas, políticas, lingüísticas, etcétera) es condición básica de la democracia y un valor de primera magnitud» (Cadena Ser, 2017: 28).

En el Libro del estilo urgente de la Agencia EFE se recuerda que «la ética periodística, los valores que rigen las sociedades democráticas y el respeto a los derechos individuales delimitan el espacio de lo que puede ser convertido o no en noticia, y de qué forma debe hacerse» (EFE, 2011: 51). Además, la agencia asegura que es una «obligación del periodista» evitar «cualquier tipo de discriminación por razones de religión, origen, situación social, cultura, etnia, sexo o cualquier enfermedad o discapacidad» (EFE, 2011: 385).

Pese a la exigente normativa reflejada en los libros de estilo de los distintos medios de comunicación, estos, en la práctica, no siempre cumplen con lo estipulado en sus códigos deontológicos. Un buen número de piezas informativas de temática islámica están muy lejos de cumplir con los valores universales de los que están cargados los libros de estilo. Resulta incoherente que desde los libros de normas se inste a los profesionales a respetar a los individuos y sus creencias, a contribuir a la integración social de las minorías o a potenciar la difusión de sus logros y que, sin embargo, según los resultados de las estadísticas del Observatorio de la Islamofobia en los Medios, predomine la islamofobia en las noticias sobre el islam. Es de extrema importancia que los medios de comunicación incorporen en sus libros de estilo información actualizada sobre el islam, con una perspectiva ética que incluya a los musulmanes como parte de nuestra sociedad pero, además, es necesario que los periodistas pongan en práctica, en cada línea, los valores profesionales que se reflejan en los libros de estilo.

Notas

[1] Profesor del Departamento de Paz y Conflicto de la Universidad de Sidney y uno de los pioneros del periodismo de paz.

[2]. Europa Press (22 de enero de 2018). «La Audiencia Nacional juzga a una célula yihadista que planeó atentar en Barcelona en 2015». Recuperado de https://www.europapress.es/nacional/noticia-audiencia-nacional-juzga-partir-manana-celulayihadista- planeo-atentar-barcelona-2015-20180121114034.html

[3] Europa Press (26 de abril de 2018). «La fiscal destaca la veracidad del testigo protegido y asegura que los presuntos yihadistas iban a “pasar a la acción”». Recuperado de https://www.europapress.es/nacional/noticia-fiscal-destaca-veracidadtestigo- protegido-asegura-presuntos-yihadistas-iban-pasar-accion-20180426153451.html

[4] EFE (5 de marzo de 2018). «A juicio dos miembros de Dáesh que tenían contacto directo con yihadistas de Siria», La Vanguardia. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/vida/20180305/441282305354/a-juicio-2-miembros-daeshque- tenian-contacto-directo-con-yihadistas-de-siria.html

[5] EFE (21 de febrero de 2018). «El yihadismo en 2017: Más de 13.600 víctimas mortales en 1.459 atentados», El Confidencial. Recuperado de https://www.elconfidencial.com/ultima-hora-en-vivo/2018-02-21/el-yihadismo-en-2017-masde- 13-600-victimas-mortales-en-1-459-atentados_1447162/

[6] EFE (17 de febrero de 2018). «Anna Teixidor, experta en yihadismo: “Hay que reconstruir lo que pasó en Ripoll”», La Vanguardia. Recuperado de https://www.lavanguardia.com/vida/20180217/44845463541/anna-teixidor-experta-yihadismohay- que-reconstruir-lo-que-paso-en-ripoll.html

[7] EFE (21 de febrero de 2018). «Más de la mitad de los yihadistas detenidos en España son marroquíes», El Confidencial.
Recuperado de https://www.elconfidencial.com/ultima-hora-en-vivo/2018-02-21/mas-de-la-mitad-de-los-yihadistas-detenidosen-
espana-son-marroquies_1447246/

[8] J.A Cañas (21 de mayo de 2018). «De concursante de “Pasapalabra” a azote de los traficantes de hachís», El País. Recuperado de https://elpais.com/politica/2018/05/09/diario_de_espana/1525880583_969319.html

[9] F.J. Pérez (27 de septiembre de 2018). «Escenas de matrimonio yihadista: “Mi mujer debe parir muchos hijos y obedecerme», El País. Recuperado de https://elpais.com/politica/2018/09/26/actualidad/1537981205_664245.html

[10] J.M. Zuloaga (13 de octubre de 2018). «Yihadistas infiltrados como inmigrantes», La Razón. Recuperado de https://www.larazon.es/espana/yihadistas-infiltrados-como-inmigrantes-BG20151022

[11] L. Haurie (10 de enero de 2018). «Machado viene de macho», La Razón. Recuperado de https://www.larazon.es/ local/andalucia/machado-viene-de-macho-CC17406253

[12] J. Valdeón (11 de enero de 2018). «Como mujeres no nos reconocemos en este feminismo». La Razón. Recuperado de https://www.larazon.es/cultura/como-mujeres-no-nos-reconocemos-en-este-feminismo-KC17407184

[13] L. Gómez (19 de julio de 2017). «La islamofobia de los números y las letras. Observatorio de la Islamofobia en los Medios». Recuperado de http://www.observatorioislamofobia.org/2017/07/19/la-islamofobia-los-numeros-las-letras/

[14] S. Ayuso (23 de febrero de 2018). «Francia replantea su combate contra la radicalización yihadista tras dos intentos fracasados», El País. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2018/02/23/actualidad/1519400978_778152.html

[15] CIPDR (Comité interministériel de prévention de la délinquance et de la radicalisation) (28 de febrero de 2018). «”Prevenir para proteger”. Plan nacional de prevención de la radicalización». Recuperado de https://www.gouvernement.fr/ sites/default/files/contenu/piece-jointe/2018/02/2018-02-23-cipdr-radicalisation.pdf

[16] M. Vargas Llosa (14 de octubre de 2018). «La desaparición de lo ordinario», El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/10/13/opinion/1539430923_197224.html

[17] J. García (28 de noviembre de 2018). «La policía rastreó a 40 personas del entorno de la célula de Ripoll», El País. Recuperado de https://elpais.com/ccaa/2018/11/27/catalunya/1543343169_964639.html

[18] . S. Rosati (16 de mayo de 2018). «Musulmán y empleado de la mayor fábrica de juguetes sexuales de Europa», El País. Recuperado de https://elpais.com/politica/2018/04/13/diario_de_espana/1523634437_436674.html

[19] S. Rosati (18 de mayo de 2018). «Árabes en España: ni todos machistas, ni ellas sumisas. Y tampoco terroristas», El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/05/14/planeta_futuro/1526308299_831665.html

[20] Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid (23 de julio de 2018). «Feminismo de caminos diferentes», El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/07/20/masterdeperiodismo/1532102477_381356.html

[21] H. Llanos (2 de abril de 2018). «¿Por qué llevas velo, Aisha?», El País. Recuperado de https://elpais.com/cultura /2018/07/26/actualidad/1532627255_071001.html

[22] F. Sáez (24 de septiembre de 2018). «Astou Ndour, el verso libre de España», El País. Recuperado de https://elpais.com/ deportes/2018/09/23/actualidad/1537694010_358785.html

[23] A. Nogueira (24 de septiembre de 2018). «Sabrina Mahfouz: la lucha contra los clichés en Reino Unido», El País. Recuperado de https://elpais.com/cultura/2018/09/22/actualidad/1537635045_096359.html

[24] R.G. del Barrio (28 de mayo de 2018). «La ultraderecha marcha en Berlín contra Merkel y el islam», La Razón. Recuperado de https://www.larazon.es/internacional/la-ultraderecha-marcha-en-berlin-contra-merkel-y-el-islam-EE18490370

[25] E. Genillo (4 de junio de 2018). «”Halal”, un pasaporte al mercado musulmán». La Razón, Recuperado de https://www.larazon.es/sociedad/halal-un-pasaporte-al-mercado-musulman-LL18576692

[26] (5 de marzo de 2018). «Cataluña lidera la islamofobia en 2017», La Razón. Recuperado de https://www.larazon.es/ local/cataluna/cataluna-lidera-la-islamofobia-en-2017-CM17822990

[27] D. Gómez (7 de noviembre de 2018). «¿Cómo evitar la radicalización de los ciudadanos?», El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/11/06/planeta_futuro/1541536114_949113.html

[28] E. Ruiz (9 de junio de 2018). «La diversidad racial en las series españolas, asignatura pendiente», El País. Recuperado de https://elpais.com/cultura/2018/05/22/television/1526986963_388873.html

[29] P. Filigrana (8 de junio de 2018). «Fresas sin explotación ni acoso sexual», El País. Recuperado de https://elpais.com/ elpais/2018/06/07/mujeres/1528396330_755399.html

[30] Laura Amate Biedma, El código deontológico periodístico sobre el islam: análisis comparativo de libros de estilo y propuesta inclusiva frente a la islamofobia, Universidad Autónoma de Madrid, 2018.

Referencias

Agencia EFE, Libro del estilo urgente. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2011.

Amate, Laura, El código deontológico periodístico sobre el islam: análisis comparativo de libros de estilo y propuesta inclusiva frente a la islamofobia. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 2018.

Cadena SER, En antena: Libro de estilo del periodismo oral. Barcelona: Taurus, 2017.

FAPE, «0», 22 de abril de 2017. Recuperado el 15 de julio de 2018 de http://fape.es/home/codigo-deontologico/

Conclusiones. En la buena dirección de un largo camino

Los datos que arroja el segundo informe del Observatorio de la Islamofobia en los Medios siguen reflejando una muy importante presencia de la islamofobia en los medios españoles, aunque también una mejora considerable con respecto a los datos de 2017 que invita al optimismo. Sin duda, la mejor noticia que nos deja el informe de 2018 es la tendencia positiva de las estadísticas. Si en 2017 el 62% de los artículos analizados tenía algún componente islamófobo (activo o pasivo), en 2018 desciende al 43%. Aunque sigue siendo un número muy importante, es sin duda un dato esperanzador. La islamofobia flagrante, marcada en rojo en nuestro Semáforo de la Islamofobia ha descendido de un 30% a un 23% en el total de la muestra. La inclusión de EFE y Europa Press en esa muestra nos ha permitido acceder a datos muy importantes, ya que las agencias son fuentes de difusión básica para todo tipo de medios y si en la redacción de sus notas transmiten mensajes islamófobos, la labor multiplicadora hará que ese mensaje negativo se expanda. Los datos siguen siendo preocupantes ya que casi la mitad de los despachos son islamófobos pero, como indicábamos más arriba, por debajo de los niveles de 2017.

La comparativa de los dos periódicos que hemos mantenido en observación (El País y La Razón) es esperanzadora puesto que ambos rotativos han registrado una mejora considerable: de un 25% de noticias ejemplo de buenas prácticas en 2017 a un 58% en 2018. El periódico del grupo Prisa es el que ha mejorado más notablemente, sobre todo teniendo en cuenta que cerró el año 2017 con prácticas islamófobas en cerca del 80% de los artículos que analizamos. El cambio en la dirección del periódico (en junio de 2018 Antonio Caño fue sustituido por Soledad Gallego-Díaz). Ese cambio no solo se ha constatado en el descenso de la islamofobia en la redacción, sino también en un aumento de casi el 100% de artículos publicados sobre el islam en 2018, un año en el que no se produjeron grandes atentados terroristas en Europa, un tema que, como veremos a continuación, suele copar la información sobre islam.

Como avanza Jordi Padilla en su análisis de las estadísticas de 2018, estos dos datos pueden explicar la mejora de los indicadores: al haber un mayor número de noticias y más noticias positivas que el año anterior, y dado que casi el 80% de las noticias positivas están marcadas como verdes, el resultado sería esa tendencia positiva. Esta tendencia, sobre todo en el caso de un periódico como La Razón, presente en la evolución del Observatorio desde su creación, nos hace pensar que la labor de sensibilización del Observatorio va surtiendo efecto, aunque todavía estemos muy lejos de los niveles de sensibilización en los medios de otras formas de discriminación como el machismo, el racismo o la LGTBIfobia. Y es que, aunque hayan mejorado los datos, cuando se habla del islam en los medios españoles el número de noticias negativas sigue siendo abrumador (un 73% en 2018) y mientras desaparecen temas sociales como el de los refugiados, el terrorismo sigue siendo el asunto estrella (el 60% de las noticias publicadas).

También hay que tener en cuenta que la Metodología del Observatorio solo observa la forma de escribir del periodista y no si el lenguaje de las fuentes que este utiliza es islamófobo. En este punto hay que hacer una llamada de atención ya que en muchas ocasiones se ha detectado que las fuentes de información, con frecuencia provenientes de instituciones públicas, contienen expresiones islamófobas cuando no discursos claramente racistas hacia la comunidad musulmana. Y es que las versiones de los hechos que dan gobiernos, instituciones y organizaciones no gubernamentales parecen tener una validez incuestionable para las agencias de noticias, que a su vez cuentan con el crédito de la prensa generalista, lo que da lugar a un encadenamiento de «interferencias» en la transmisión de la información en la que entran en juego intereses políticos, institucionales, personales, empresariales, etc. Y es ahí donde el buen periodismo no debe bajar la guardia y ser crítico con los organismos o personas que difundan un mensaje contrario a la inclusión y la convivencia.

Como recuerda Rosa Meneses en su artículo Un periodismo responsable para combatir la islamofobia citando a J.L. Espósito, «La islamofobia está siendo normalizada, llevando a un discurso de odio e incluso a crímenes de odio contra los musulmanes». Un límite del discurso del odio difícil de definir, como nos ilustra Nessrín Bensaid en el artículo de este informe Entre la libertad de expresión y el discurso del odio: el olvido de la islamofobia:

«La pugna entre Derecho y Periodismo se plasma en la eterna discusión entre libertad de expresión y fiscalización del discurso de odio […]. Definir ambos ha sido una ardua tarea para los distintos sistemas democráticos. [… ] En España el principal texto contra la discriminación y los delitos de odio es el Código Penal, recientemente modificado en 2015, dado que no tenemos una legislación específica antidiscriminatoria».

A la espera de un mayor desarrollo legislativo de esta cuestión cabría volver a conceptos más fundacionales del periodismo, y aquí citamos de nuevo a Rosa Meneses: «La profesión periodística, cuando observa el código deontológico y las buenas prácticas, es un medio para contribuir al respeto de los derechos humanos […]. Los periodistas debemos dar cuenta de la realidad de la forma más amplia, profunda y plural posible». O incluso explorar nuevas formas de hacer periodismo como las que proponen Jacqui Ewart y Kate O’Donnell, responsables del proyecto australiano Reporting Islam: International best practice for journalists. Para configurar su propuesta, que han bautizado como «periodismo transformador», se basan en tres formas de hacer periodismo, a saber, el «periodismo de paz», el «periodismo constructivo» y el «periodismo de soluciones», tres enfoques que ofrecen vías diferentes para cambiar el modo en el que se redactan noticias y artículos sobre el islam y las personas musulmanas, frente a aproximaciones binarias o con el conflicto como base.

El «periodismo de paz» es un concepto que surge de los estudios sobre paz y conflictos como un periodismo de apoyo que parte de la autoconciencia crítica del periodista y pone el énfasis en cuestiones como la no violencia, la resolución de conflictos, la construcción de la paz, la mediación y la reconciliación.

Los otros dos conceptos, el «periodismo constructivo» y el «periodismo de soluciones», están relacionados con el «periodismo de paz» y se centran en técnicas de psicología positiva para involucrar al público lector, mejorar el bienestar individual y social y, por último, dirigir la atención a soluciones disponibles a determinados problemas para que se produzca un cambio.

Estas tres aproximaciones tienen un importante punto en común: el periodista es percibido como un elemento activo, no como un actor pasivo.

La institucionalización de la islamofobia de la que habla Esposito en su vertiente mediática tiene un efecto sobre las comunidades musulmanas estudiado a nivel internacional por académicos como Gabriele Marranci o Khaled Beydoun, que crea un sentimiento de estigmatización, así como de inseguridad y aislamiento social. A pesar de que, como expone Karoline Fernández en el prólogo de este informe, la situación en España respecto al racismo y la xenofobia es todavía positiva, no debemos obviar la irrupción del discurso de ultraderecha de los últimos meses en las instituciones públicas españolas. En medio de esta tendencia preocupante, los medios deben tener en cuenta que desempeñan un papel muy importante, y así lo perciben los musulmanes que viven en España, como se desprende del artículo de este informe Esa prensa que no nos representa, de V. Téllez y A.I. Planet, fruto de una investigación de dos años fundamentada en grupos de discusión con comunidad musulmana:

«Los medios de comunicación son hoy por hoy transmisores de estereotipos y de estigmatización […] Los medios de comunicación son parte del problema, pero también pueden ser parte de la solución»: « […] es desde […] donde se debería trabajar para revertir el sentimiento [de la población musulmana] de estar vigilados y bajo sospecha en el espacio público».

Recomendaciones para seguir avanzando

A pesar de la buena noticia de la tendencia descendente de la islamofobia en los medios españoles que marca el presente informe, el análisis cualitativo de los artículos islamófobos detecta los mismos errores que se cometieron en 2017, a saber:

1. La normalización de la islamofobia a través del no cuestionamiento de discursos islamófobos y la repetición de generalizaciones donde «el islam dice esto» o «el islam opina aquello», convirtiendo a más de 1.800 millones de personas en un solo individuo que, como ya hemos dicho, es mayoritariamente objeto de noticias de contenido negativo.

2. En la línea de esta tendencia a unificar, se sigue tomando la parte por el todo al vincular a toda la población musulmana las acciones de un grupo infinitesimal que evoca el islam para justificar actos terroristas.

3. Esta sinécdoque sigue extranjerizando a la población musulmana a pesar de que la mitad son españoles de nacionalidad, divulgando estereotipos y perpetuando una estigmatización que genera sentimientos de inseguridad y aislamiento en las comunidades musulmanas.

4. Especialmente a tener en cuenta son las tentativas fallidas de narrativas alternativas que acaban cayendo en errores que las convierten en ejemplos islamófobos, generalmente por tratar la normalidad como excepcionalidad generando un sentimiento de exotismo ante situaciones que no son extraordinarias entre las personas musulmanas.

Para revertir esta mala praxis retomamos algunas de las recomendaciones que proponíamos ya en el Informe 2017, así como en nuestros análisis en la web:

1. Cuidar el lenguaje haciendo un uso correcto de la terminología.

2. Evitar reproducir sin cuestionarse la información institucional.

3. Tomar conciencia de las consecuencias de publicar informaciones islamófobas y explorar otras formas de hacer periodismo inclusivo.

4. Cumplir el código deontológico de cada medio.

Normalizar la diversidad de las personas musulmanas y tener en cuenta sus voces más allá de su religión.

A vueltas con una definición: ¿qué es la islamofobia?

Pedro Rojo y Mónica Carrión

Al igual que otros fenómenos complejos y transnacionales como el terrorismo o el racismo, la definición e incluso la propia existencia de la islamofobia se mueven a menudo en un territorio gris no exento de polémica. Si nos atenemos a la acepción que ofrece la Real Academia Española de la palabra fobia, «temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión», podríamos caer en el error de eximir de toda culpa a quienes cometen actos islamófobos, incluido el empleo de una narrativa incitadora al odio, ya que las fobias son consideradas más un trastorno del comportamiento que un sentimiento de desprecio basado en la ignorancia y en la falta de empatía de las que nace el miedo al otro.

En cualquier caso, el extenso uso de la palabra islamofobia hace muy complicado revertir un término cuya primera aparición documentada se remonta a 1910 en un artículo del africanista francés Maurice Delafosse titulado «L’état actuel de l’islam dans l’Afrique occidentale française». Ese mismo año se produce el primer intento de definición del fenómeno que nos ocupa. Fue el también francés Alain Quellien, en su artículo «La politique musulmane dans l’Afrique occidentale française», quien habló de la islamofobia en estos términos:

Los prejuicios contra el islam han estado siempre muy presentes en Occidente y en la civilización cristiana, y así sigue siendo. Para muchos, el musulmán es el enemigo irreconciliable del cristiano y del europeo, el islam es la negación de la civilización y lo mejor que puedes esperar de los mahometanos es barbarie, mala fe y crueldad [1].

Desde entonces han aparecido múltiples definiciones de islamofobia entre las que destacamos la del Consejo de Europa, que la considera

(…) el temor o los prejuicios hacia el islam, los musulmanes y todo lo relacionado con ellos. Tome la forma de manifestaciones cotidianas de racismo y discriminación u otras formas más violentas, la islamofobia constituye una violación de derechos humanos y una amenaza para la cohesión social [2].

Recogiendo el testigo de Fred Halliday, Fatiha El Mouali se adentra en un controvertido espacio en el que la islamofobia es vista más como un «ataque no contra el islam en cuanto que fe, sino contra los musulmanes como personas» [3]. En el capítulo del libro Combatir la islamofobia. Una guía antirracista (Icaria Ed., Barcelona, 2016), que firma bajo el título «Testimonio: la islamofobia tiene cara de mujer», Fatiha El Mouali la define como

(…) toda manifestación de intolerancia religiosa hacia los musulmanes, y es también una especie de racismo cultural que parte de una posición de superioridad a la hora de marcar la diferencia entre una cultura hegemónica (occidental), y otra a la cual se le atribuye todo tipo de diferencias y carencias.

En este punto resulta importante recordar que islamofobia y racismo no coinciden completamente. Cuando limitamos un fenómeno tan complejo como la islamofobia a la discriminación de personas que racialmente se perciben como musulmanas, es decir la lectura más ligada a la xenofobia o a la maurofobia, estamos negando la diversidad del corpus de practicantes del islam, tanto geográfica como étnica, cultural o racialmente, y por lo tanto negando que musulmanes blancos, ya sean conversos o históricos como los musulmanes bosnios, u otros musulmanes como los del África subsahariana, que no son automáticamente reconocidos como tales, sufren ataques islamófobos. No necesariamente todos los comportamientos racistas son islamófobos, ni viceversa.

El otro aspecto que resta valor a la complejidad de la islamofobia, cuando se la identifica con racismo, es el componente ideológico. El ataque sistemático al islam en cuanto que ideología proviene tanto de esferas antirreligiosas o secularistas como desde sectores mediáticos que entienden, tal como hemos visto en el análisis de los artículos monitorizados en 2017, el islam como una religión bárbara, retrógrada y contraria a los valores democráticos occidentales. Otro interesante acercamiento al tema es el que hace de forma más general Adela Cortina en su libro Aporofobia, el rechazo al pobre (Madrid, Paidós, 2017), obra en la que se cuestiona si el rechazo a ciertos sectores de la sociedad viene dado por su aspecto o por el peso de su cartera; en el caso que nos ocupa no parece que sufra el mismo rechazo el millonario cargado de petrodólares del Golfo que un migrante marroquí llegado a la Península en patera.

Más allá de determinar en qué grado el racismo, la maurofobia, la xenofobia o la aporofobia son componentes de la islamofobia, es importante entender cómo se gesta esta en el imaginario. El escritor y filósofo Santiago Alba Rico, en su artículo El peligro islamofóbico y la responsabilidad institucional, http://www.Observatorioislamofobia.org

/2017/05/25/peligro_islamofobico_responsabilid_institucional/, escrito con motivo del lanzamiento del Observatorio, explica este fenómeno como «resultado de una doble operación ideológica» que consiste en primer lugar en

(…) constituir un objeto de conocimiento manejable y adverso: el Islam con mayúsculas concebido como una unidad al mismo tiempo negativa e inasimilable que «hablaría» con una sola voz y dictaría a 1.500 millones de seres humanos, repartidos por todo el planeta, una conducta incompatible con «nuestros» valores occidentales.

En segundo lugar, se incluye en ese «falso objeto de conocimiento» a «todos aquellos individuos que, de manera un poco arbitraria, se “reconoce” como musulmanes». Esta segunda operación «implica una racialización del otro, cuya diferencia como en el caso del racismo o del machismo aparece visible e “incrustada” en el cuerpo, donde no podemos modificarla». Es decir, convertir al otro en un objeto manejable y dominable.

Aunque el fenómeno puede parecer novedoso y haya empezado a ser más visible en las sociedades occidentales en las últimas décadas, sobre todo a partir de los atentados del 11-S, ganando aún más fuerza en los cinco últimos años tras los atentados perpetrados en varias ciudades europeas y la crisis en la gestión de la llegada de refugiados a la Unión Europea, lo cierto es que la islamofobia, como apunta Alba Rico, hunde sus raíces en un pasado colonial europeo que patentó esa lógica de convertir al otro en un objeto para dominarlo.

Pero la islamofobia no es un mero fenómeno discursivo, sino que ese «hablar mal de los otros» deriva en delitos de odio [4]. En este sentido, Amparo Sánchez Rosell, presidenta de la Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia, en el prólogo del citado libro Combatir la islamofobia. Una guía antirracista (Barcelona, Icaria, 2016) , afirma que

(…) la islamofobia alimenta conductas de odio, discriminación, hostilidad e incluso agresiones y violencia; se expresa mediante discursos prejuiciosos, ofensas, mensajes de aversión y también fanáticos que construyen escenarios donde pueden ser cometidos delitos o crímenes de odio, incluidos crímenes contra la humanidad.

Podemos concretar la definición del delito de odio en un acto delictivo cuya motivación se basa en los prejuicios:

Todos los delitos de odio se caracterizan por estar compuestos de dos elemen – tos; el primero consiste en que se comete un acto constitutivo de infracción penal según el derecho penal ordinario y el segundo consiste en que el autor elige intencionadamente a su víctima o a su objetivo en función de una «carac terística protegida».

Una característica protegida significa una identidad colectiva común, como puedan ser raza, religión, etnia, nacionalidad o cualquier otra característica [5].

Precisamente ya en el informe anual de 2016 elaborado por la Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia en España, se denunciaba un repunte de la islamofobia política e institucional protagonizada por representantes de partidos políticos de distinta ideología, y del discurso islamófobo. Pero también se alertaba del incremento de la violencia de los crímenes de odio perpetrados contra musulmanes, que han dejado víctimas, y del aumento de la islamofobia de género, que se concretaba en un aumento del número y la gravedad de los ataques contra mujeres percibidas como musulmanas, al igual que hemos visto cómo en la prensa los artículos más claramente islamófobos son los que hablan sobre la mujer o el velo.

Islamofobia de género

La investigación de Itzea Goikolea Amian define la islamofobia de género como «un término que hace referencia a las actitudes xenófobas e islamófobas que también se mezclan con discursos sexistas y misóginos y que oprimen, discriminan y se ceban doblemente en las musulmanas que en los musulmanes» [6]. La escritora y activista Brigitte Vasallo clasifica la islamofobia de género dentro de las manifestaciones de violencia estructural:

La violencia ejercida hacia mujeres racializadas o culturalmente racializadas es violencia estructural pues viene reforzada y legitimada tanto por el sistema racista como por el sistema patriarcal. Es violencia racista con marca de género, pero también es violencia machista con marca racista. Incluso cuando la ejercemos mujeres blancas, pues lo hacemos legitimadas y alentadas por los mecanismos de las desigualdades racistas [7].

La islamofobia de género, cuyo «objeto» es la «musulmana» a la que se ataca y/o se protege «por su sumisión» no se trata tampoco de un fenómeno de nuestra época, como recuerda Alberto López Bargados, profesor de antropología social en la Universidad de Barcelona, en su artículo Conceptualización de la islamofobia, http://www.Observatorioislamofobia.org/2017/07/31/conceptualización_ la_islamo fobia/ para el Observatorio de la islamofobia en los medios:

Conviene recordar aquí hasta qué punto el argumento de la emancipación de las mujeres oprimidas por la religión musulmana y patriarcal fue durante la época colonial como lo sigue siendo en la actualidad una coartada que justificó un conjunto de estrategias de dominación destinadas a someter a las poblaciones musulmanas. Bajo el yugo colonial, el discurso islamófobo auspiciado por las metrópolis se ocultó, como lo ha hecho muchas veces desde entonces, bajo una retórica liberadora e incluso vagamente feminista. No nos llevemos a engaño: hoy como ayer, el cuerpo de la mujer es el principal campo de batalla en que se libra la lucha por la legitimidad de numerosas perspectivas islamófobas. De ahí la necesidad de abordar con especial cuidado esas retóricas salvacionistas, a menudo transversales, en las que tienden a coincidir izquierdas y derechas. De ahí, también, la obligación de denunciar con firmeza una posición falsamente emancipadora que antes que nada presupone la incapacidad de las mujeres musulmanas para decidir sobre su propio cuerpo.

Combatir la islamofobia de género empieza por entender que «intentar dictar cómo se visten las musulmanas es machista, da igual que se quiera imponer el velo, la burka o prohibirlos», como defiende David Karvala en el capítulo FAQ contra la islamofobia del citado libro coral Combatir la islamofobia. Una guía antirracista, quien critica que las sociedades musulmanas se contemplen desde el prisma de los tópicos, evitando ver o que se vea la pluralidad de las mismas, donde también hay cabida para corrientes feministas islámicas que argumentan que «su religión no justifica la opresión de las mujeres en absoluto, que esa opresión tiene sus raíces en las estructuras sociales y políticas, no en el islam en sí».

Como hemos visto, la pluralidad de acepciones, matices y sentidos que recoge la palabra islamofobia debe entenderse de forma abierta, no dogmática y cambiante. Tan cambiante como los componentes que la conforman, que se van moldeando a golpe de los acontecimientos y las reacciones que se derivan de los mismos.

Notas

[1] Citado en Fernando Bravo López, «Towards a definition of Islamophobia: approximations of the early twentieth century», Ethnic and Racial Studies, vol. 34, n.º 4, pp. 556-573, 2011. DOI:10.1080/01419870.2010.528440.

[2] Islamophobia and its consequences on Young People, European Youth Centre Budapest, 1-6 de junio de 2004, informe a cargo de Ingrid Ramberg.

[3] Fred Halliday, «Islamophobia reconsidered», Ethnic and Racial Studies, vol. 22, n.º 5, 1999, pp. 892-902.

[4] «El aumento en el contenido de odio online tiene un efecto directo en los delitos de odio racistas offline». Jason Chan, Anindya Ghose y Seamans, Robert, «The Internet and Racial Hate Crime: Offline Spillovers from Online Access». MIS Quarterly, vol. 40, n.º2, 2016, pp. 381-403; NET Institute Working Paper n.º 13-02. [en línea] Disponible en: https://ssrn.com/abstract=2335637, citado en Olga Jubany; Malin Roiha, Las palabras son armas. Discurso de odio en la red, Barcelona, Edicions de la Universitat de Barcelona, 2018.

[5] Herramientas de recogida de datos y monitorización de delitos de odio (guía práctica), Madrid, Subdirección General de Información Administrativa y Publicaciones, 2017. Se trata de la traducción al español de la guía de la Oficina para las Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (ODHIR) de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) [en línea]. Disponible en: http://www.empleo.gob.es/oberaxe/ficheros/documentos/herramientasRecogida DelitosOdio.pdf [Acceso: 14-06-2018].

[6] I. Goikolea, «Conversas al islam: agencia, piedad y feminismo», Píkara, revista online, 2013 [en línea] Disponible en: http://www.pikaramagazine.com/2013/07/conversas-al-islam-agencia-piedad-y-feminismo-2/ [Acceso: 14-06-2018].

[7] B. Vasallo, «La islamofobia de género como violencia machista», Píkara, revista online, 2016 [en línea] Disponible en: http://www.pikaramagazine.com/2016/03/la-islamofobia-de-genero-como-violencia-machista/ [Acceso: 14-06-2018]].