Un autor dramático español, una directora tunecina, una obra de teatro…

Zeyneb Farhat

Directora teatral, activista cultural y periodista

Obertura

 Solo para Paquita es la causa del flechazo virtual de la joven directora teatral tunecina Khawla El Hadef por el universo de su autor, Ernesto Caballero, dramaturgo y director español.

¿Dirían que se trata de un encuentro banal? No tan banal cuando la representación de Café amer, la adaptación en árabe de esa obra, provocó en el sur de Túnez la reunión de cien imanes de la gobernación de Gabes para luchar por la concienciación sobre la violencia contra las mujeres, que era necesario denunciar en sus prédicas en las mezquitas.

Los mecanismos artesanales de la creación en el Sur

Solo para Paquita cuenta la historia de una mujer que siempre acaba matando al hombre de quien está enamorada, ya que éste siempre acaba violándola. No un hombre, ni dos, ¡sino tres ! El lector se pierde en el universo de juegos de confesiones del personaje de Paquita, y ese turbio universo es lo que conmueve a la joven directora tunecina Khawla El Hadef, que se empeña en montar la obra en Túnez. Estamos en septiembre de 2006, y se pone en marcha el «clásico» mecanismo de la creación en el Mediterráneo árabe.

La única y exclusiva preocupación de esta artista es encontrar socios para adaptar el texto al árabe tunecino, interpretar la obra, diseñar el decorado, el vestuario, la iluminación… Darse prisa a fin de presentar esta fusión extraordinaria, vivida como si la «Blanca»[1] hubiera llevado hasta las puertas de Túnez interrogantes filosóficos y humanos desde Madrid.

Pronto se reúne el equipo artístico, dispuesto a trabajar la obra en El Teatro, un espacio de arte y creación, llevado por el entusiasmo ingenuo y egoísta del artista creador. Ya hay productor. Enseguida se encuentra una ecuación: trabajar sin percibir ningún euro y salir a la aventura, corriendo el riesgo de triunfar en la apuesta artística y compartiéndolo todo: los gastos, el taquillaje, las alegrías y las penas de una creación.

En febrero de 2007, el espectáculo está en marcha, a cargo de una sola intérprete, la maravillosa actriz Zohra Zammouri, en el papel de Paquita. Y la acogida es delirante.

Pronto el Instituto Cervantes apoya la obra, y más de la mitad de la subvención cubre los derechos de autor. La energía positiva se transmite, ya que la Office Nationale de la Famille et de la Planification (ONFP) propone que la obra incluya el mensaje de su programa: «combatir la violencia contra las mujeres». De ahí la gira por las distintas regiones de Túnez para presentar el espectáculo, sobre todo ante el público al que va destinado: los jóvenes. Cabe señalar que en Túnez más de la mitad de la población tiene menos de veinte años. El objetivo es promover un debate, animado tanto por los artistas como por los delegados regionales de la ONFP.

Durante la gira de Café amer por Gabes,[2] muy bien organizada por la delegación regional de la ONFP, el gobernador, primer responsable político y representante del presidente de la República en su gobernación, acepta apadrinar una reunión cuyo tema es único en su género: pedir a los cien imanes, responsables de los oficios religiosos en las mezquitas, que condenen y denuncien en sus prédicas la violencia practicada contra las mujeres.

Asistimos, por tanto, a una primicia en el mundo árabe: una obra teatral que, por una vez, tiene una consecuencia política positiva. No hay ningún auto de fe, ni acoso policial, ni sanciones económicas, sino que, por el contrario, se produce una consecuencia de lo más memorable: se toma partido a favor de la mujer víctima de la violencia ¡a través de los imanes! En Túnez, el Estado es quien nombra a estos últimos; de ahí la importancia y el peso de las «recomendaciones» y mensajes que se supone que deben transmitir a los creyentes, cada vez más numerosos, que frecuentan las mezquitas, donde se mezclan todas las generaciones y clases sociales.

Los mecanismos euromediterráneos de la creación

Imaginemos un escenario distinto para esta hermosa aventura: la directora tunecina o su productor se dedican a buscar una financiación euromediterránea y seguir los correspondientes mecanismos para la adaptación y el montaje de la obra. 

A día de hoy no se habría hecho nada: la directora aún estaría buscando el canal menos hermético en los meandros de todos los concursos u otros programas de las delegaciones de la Unión Europea para inserirse en un proyecto que se correspondiera con su adaptación de la obra, y estaría planteándosela de otro modo para que tuviera una dimensión «regional y global». Aún estaría buscando un socio del Norte, garantía de credibilidad obligatoria para solicitar una subvención de uno de los programas euromediterráneos. Habría rellenado formularios largos como un día sin pan, de los que no habría entendido ni jota. Habría agotado su energía en encontrar fuentes de financiación que cubrieran unos gastos que la traen sin cuidado, excepto en lo que se refiere a su objetivo: representar la obra y adaptar a su manera la escritura de su álter ego español.

La urgencia de la obra y el respeto a los derechos de autor

Para el creador del Sur, esa energía que siente dentro de sí se debe atrapar en el acto, con las dos manos, con gran urgencia, aquí y ahora. Porque para él es urgente decir, desvelar, contar, dudar, expresarse, posicionarse y transmitir antes de que decaiga su fuerza creativa, en lucha cotidiana contra el inmovilismo de su entorno, tenso y negativo.

Paralelamente, los mecanismos euromediterráneos para la creación artística no son siempre adecuados para el Sur. La falta de información, de expertos en gestión de proyectos culturales, de talleres en este ámbito; la ausencia de estructuras sindicales eficientes para formar y sensibilizar a los artistas ante los nuevos parámetros de la creación… Estos factores, entre muchos otros, ocasionan un flagrante desfase y una total indiferencia ante los nuevos parámetros nacidos del Proceso de Barcelona, sobre el que la mayoría de artistas del Mediterráneo árabe no ha oído hablar jamás.

Si, excepcionalmente, se abonaron los derechos de autor de Café amer fue por respeto al compromiso adquirido en Madrid, en una afortunada reunión entre la producción y el autor español, más que por respeto a la jurisdicción que se aplica a los derechos de autor. En el mundo árabe apenas se ha extendido la cultura de los «derechos de autor», que es incluso objeto de críticas por parte de los operadores culturales, quienes insistentemente declaran y firman que «piratear es un acto de resistencia cultural e intelectual». En efecto, ante la insipidez de las producciones artísticas e intelectuales locales y mundiales que florecen en el mundo árabe, sometidas a la censura, la única respuesta pragmática consiste en piratear a fin de mantenerse abierto al mundo y sentir que uno forma parte de la gran familia de artistas del planeta. Es una de las realidades del Sur, que debe captarse en su globalidad, para construir una plataforma común que asuma su dura realidad cultural y política y, al mismo tiempo, sus sueños y aspiraciones.

Artistas de ambas orillas, ¡uníos… y la Unión Europea os bendecirá!

No respetar los derechos de autor no significa en modo alguno no respetar a los autores ni sus reivindicaciones. Por ello, presentamos aquí una propuesta: la creación de un fondo euromediterráneo en la Unión Europea para hacerse cargo de los derechos de los autores del Norte cuyas obras se representasen en los países del Sur, que deberían declarar a dicho fondo sus adaptaciones.

Así se respetaría la voluntad de los artistas del Sur de ir hacia sus álter egos del Norte, sin sentirse culpabilizados por esa necesidad vital de ir hacia el otro por amor. ¡Y sin perjudicarlo por un exceso de amor!

Notas

[1] Uno de los nombres árabes del Mediterráneo.

[2] La gobernación de Gabes está situada al sureste de Túnez y ocupa una superficie de 7.166 Km2, e incluye 9 delegaciones (72 sectores) y 10 municipios.