Túnez: la ‘madre de todas las batallas’ contra el paro
Los resultados macroeconómicos, 5,5% de crecimiento y 2,5% de inflación, contrastan con un elevado desempleo, estimado en el 14,3% de la población activa en 2006.
Zohra Abid
Mucho antes de los tiroteos que, desde el 24 de diciembre de 2006 hasta el 4 de enero de 2007 enfrentaron en el sur de Túnez a las fuerzas del orden con un grupo de yihadistas locales –en parte infiltrados desde Argelia donde habían sido entrenados en los campos del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC)–, y especialmente después de estos tiroteos, que dieron lugar a cientos de detenciones en el entorno islamista y a varios juicios por constitución de grupos extremistas que implicaban a jóvenes licenciados superiores, los responsables tunecinos tomaron conciencia de la relación entre la persistencia del paro juvenil y el desarrollo del extremismo religioso en este sector sensible de la población.
En cualquier caso, desde entonces, el presidente Zin El Abidin Ben Alí no deja de destacar en (prácticamente) todos sus discursos y declaraciones públicas la necesidad de “ganar la apuesta del empleo”, considerado como una “prioridad absoluta” de su gobierno, y de anunciar medidas destinadas a estimular la inversión en proyectos creadores de empleo, y a reformar la enseñanza con el fin de mejorar el acceso al mercado de trabajo de los licenciados (diversificación de especialidades, creación de ramas cortas y profesionales que respondan a las necesidades del mercado de trabajo, formación más específica…).
Un desempleo relativamente elevado
Desde 1986, fecha de la adopción del Programa de Ajuste Estructural (PAS, siglas en francés), Túnez ha registrado buenos resultados macroeconómicos. Durante la última década, la tasa de crecimiento alcanzó una media anual del 5,5%. Este crecimiento fue aun más beneficioso si se tiene en cuenta que la tasa de inflación se mantuvo alrededor del 2,5% y los déficit presupuestarios interior y exterior, en un 2% y un 3% del PIB, respectivamente.
Sin embargo, estos resultados contrastan con un desempleo elevado, calculado, en 2006, en un 14,3% de la población activa, y que afecta especialmente a los jóvenes licenciados. La tasa de paro de este sector pasó del 3,8% en 1994 al 14,1% en 2006, mientras que la del paro total se estabilizó, durante el mismo periodo, en torno al 14% o 15%. No obstante, esta tasa sigue siendo alta en comparación con la de las regiones del Magreb y de Oriente Próximo (13,2%), Europa del Este y el África sahariana (9,7%), América Latina y Caribe (7,7%), los países de la OCDE (6,7%), sur de Asia (4,7%) y este de Asia (3,8%), según las estadísticas de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) publicadas el 24 de enero de 2006. Según las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INS, siglas en francés) y del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos (INES, siglas en francés), el número de licenciados en paro va a seguir aumentando y pasará de 34.500 en 2001 a 73.200 en 2009.
Por su parte, un estudio sobre la competitividad de la economía tunecina, realizado recientemente por el Banco Africano de Desarrollo (BAD), ha puesto de manifiesto un cambio importante en el perfil de los demandantes de empleo en Túnez, como resultado de una escolarización masiva tanto de los chicos como de las chicas. Según este estudio, en 2006 los licenciados superiores representaban el 70% de la demanda adicional de empleo, frente a solo un 35,3% en 2002.
Los economistas explican esta persistencia del paro, en una economía que se considera sana y dinámica, por la rigidez del mercado de trabajo (aumento de los costes y de las cargas sociales, descenso de la productividad…) y por la estrechez del mercado interior que empuja a las empresas a optimizar sus recursos humanos, y a veces incluso a reducirlos. La explican también por el débil nivel de las inversiones, condición necesaria para la creación de empleo.
Presión demográfica y crecimiento económico
La tasa de paro en Túnez se evalúa, año bueno año malo, entre el 14% y el 15%. Según el Banco Mundial (BM), esta tasa podría alcanzar el 16% en 2008, debido a la diferencia entre el número de nuevos empleos creados cada año y el aumento regular de la población activa (85.000 nuevos trabajadores para entre 60.000 y 65.000 empleos creados). Hasta ahora, Túnez ha conseguido reabsorber, mal que bien, la mano de obra adicional, fundamentalmente gracias a las reformas estructurales que permitieron reactivar las actividades económicas e impidieron el aumento del desempleo.
Sin embargo, las proyecciones demográficas hacen prever una fuerte progresión de la demanda adicional de empleo. Según las proyecciones del INS, la población activa, de edades entre 15 y 59 años, debería pasar de 2,7 millones en 1996 a 5,5 millones en 2021. Representará un 66,4% de la población total en 2011, frente a un 65,2% en 2006. En cuanto a la demanda adicional de empleos, ésta debería alcanzar 87.200 al año entre 2007 y 2016, frente a unos 80.300 en la actualidad. Al mismo tiempo, la proporción de licenciados superiores entre la población en edad de trabajar debería pasar de un 14,1% en 2006 a un 18,8% en 2011 o incluso al 23,7% en 2021. Esta evolución no dejará de traducirse en presiones en el mercado laboral.
Ahora bien, la capacidad de la economía tunecina para crear empleo no es ilimitada. Según las previsiones de los expertos, un crecimiento del empleo del 3,5% anual permitiría reducir la tasa de desempleo al 7,4% en 2010, y reabsorberlo completamente en 2021. Pero un crecimiento como éste requeriría, para un coste medio de creación de un empleo de 50.000 dinares (alrededor de 30.000 euros), un crecimiento anual del 7% al 8% del PIB durante los próximos 10 años. Sin embargo, el crecimiento tunecino no parece actualmente en condiciones de superar el umbral del 5%, tipo medio registrado desde 1997.
La teoría de los poderes públicos, basándose en un aumento del PIB de un 4,6% anual, es que la tasa de desempleo aumentará hasta el 15,2% en 2011 y al 15,3% en 2016, con un porcentaje que llegaría al 26% al final del periodo para los licenciados superiores. La tasa de ahorro se estancaría y el déficit corriente alcanzaría un 3,5% del PIB, el déficit presupuestario empeoraría y la deuda pública alcanzaría el 62,4%, frente al 60,4% actual. La “Nota de orientación para la próxima década (2007-2016)”, periodo que coincide con dos planes de desarrollo, el XIº (2007-2011) y el XIIº (2012-2016), parte de una doble observación: los cambios en el entorno internacional probablemente exacerbarán las distintas presiones sobre la economía tunecina, y la evolución demográfica del país va a aumentar las necesidades de creación de empleo en la economía.
Así pues, hasta 2016, el porcentaje medio de crecimiento de la población activa debería ser algo superior al 2% anual. La presión demográfica exige una aceleración del ritmo de crecimiento del PIB a niveles que sobrepasen el 6 %: las autoridades prevén un 6,1% para el periodo 2007-2011 y un 6,5% para los cinco años siguientes. La consecución de este objetivo permitiría duplicar la renta per cápita, que pasaría de 4.000 dinares (2.500 euros) en 2006 a 5.635 dinares en 2011 (aproximadamente 3.200 euros) y a 8.000 dinares en 2016 (aproximadamente 4.600 euros).
Túnez convergería así con los países de la OCDE cuyas rentas son más bajas (Polonia, México…). Un crecimiento así generaría 925.000 nuevos empleos en 10 años, lo que representa una media anual de 85.000 empleos durante el XIº Plan y de 100.000 durante el XIIº. Esta creación de empleo debería garantizar un índice de cobertura de un 98,2% de las solicitudes adicionales durante el XIº Plan y un 121,3% durante el XIIº. La tasa de desempleo podría entonces pasar de un 14,2% en 2006 a un 10,3% en 2016.
Los tres motores del crecimiento
Para conseguir estos resultados, las autoridades cuentan con un crecimiento de la inversión privada, que debería aumentar un 7,5% anual de media durante la próxima década, frente a solo un 5,5% durante la anterior. Ahora bien, como explicó Theodore Ahler, director del departamento del Magreb en el BM, en su paso por Túnez en julio de 2005, el porcentaje de la inversión privada en el total de la inversión en Túnez apenas ha superado, durante estos últimos años, el 13% o el 14 %.
Según este experto, si el gobierno tunecino proyecta pasar a niveles superiores de crecimiento (más del 6,5%), es imprescindible aumentar la cuota de la inversión privada hasta el 20% o incluso el 25 %. ¿Cómo aumentar la inversión privada? Los responsables del BM consideran que el Estado debe esforzarse por mejorar el entorno empresarial, estableciendo un marco reglamentario no discriminatorio, es decir, “un marco que sea claro y que se aplique a todos los participantes de la misma manera”.
En otras palabras, debería reducir lo que llaman la “incertidumbre procedente de las intervenciones demasiado duras y a menudo discrecionales del Estado”. En concreto, el Estado debe mejorar la visibilidad y la transparencia a todos los niveles, es decir, la claridad de sus intervenciones y la buena gobernanza de las empresas. Las autoridades tunecinas, que captaron el mensaje, han puesto en marcha un extenso programa de modernización de la administración pública.
Esperan tranquilizar a los inversores privados, nacionales y extranjeros, y llevar la parte de la inversión privada en el PIB desde el 22,7% en 2006 al 25,3% a finales de 2011 y hasta el 26,1% a finales de 2016, de modo que el sector privado realice en dicha fecha un 70% de la inversión interior, frente al 57% actual. En esta estrategia, las inversiones extranjeras directas (IED) deberían desempeñar un papel importante, en particular, a través del desarrollo de las concesiones de servicios públicos (centrales eléctricas, puertos…). Las autoridades cuentan también con la continuidad de la dinámica actual del consumo privado.
Éste, que contribuyó durante estos últimos años en más del 60% al crecimiento del PIB, podría incluso acelerarse ligeramente. En cualquier caso, ésa es la esperanza alimentada por los planificadores. El tercer motor del crecimiento son los intercambios comerciales, que deberían contribuir positivamente también al aumento del PIB, gracias a un crecimiento anual medio del 7% de las exportaciones y del 6% de las importaciones entre 2007 y 2016. La contribución de las exportaciones al crecimiento pasaría de un 23,9% durante el Xº Plan al 41% y 47,7% durante el XIº y el XIIº, sucesivamente.
Sin embargo, algunos economistas juzgan insuficientes estas ambiciones. Los dragones asiáticos adquirieron el estatuto de países emergentes consiguiendo, durante un largo periodo, un crecimiento sostenido de dos cifras. “Al basarse en un crecimiento del 6% al 6,5% anual durante la próxima década, Túnez no demuestra gran ambición”, dicen. Para disipar este escepticismo, en julio el gobierno tunecino firmó un convenio con Sama Dubai, una compañía de Emiratos Árabes Unidos, para la construcción de unos complejos de viviendas, comercio y servicios sobre una superficie de 830 hectáreas, propiedad del Estado, en las riberas meridionales del Lago de Túnez.
El coste total de este megaproyecto, que pretende hacer de Túnez una plataforma regional de servicios y negocios, una especie de “pequeño Dubai” al sur del Mediterráneo, es de unos 14.000 millones de dólares, es decir, casi la cuarta parte de los aproximadamente 63.000 millones de dólares necesarios para la aplicación del XIº Plan (2007- 2011). Según economistas próximos al gobierno, este megaproyecto se traducirá en un crecimiento anual adicional del 0,6% del PIB, y permitiría de este modo materializar un 10% de las previsiones del XIº Plan (6% de crecimiento anual del PIB).
Las obras para la edificación de esta “ciudad en la ciudad” durarán unos 12 años y crearán entre 8.000 y 9 000 empleos. Una vez levantada, la nueva ciudad podría generar hasta 130.000 empleos permanentes. Creará también nuevas dinámicas de las que se beneficiarán todos los sectores económicos.