Siria, la destrucción sistemática del patrimonio

Frente a los enormes daños causados por la ocupación, los bombardeos y las excavaciones clandestinas, son necesarias medidas de la comunidad internacional.

Ali Cheikhmous

Ya han pasado más de tres años y medio, y el patrimonio sirio sigue sufriendo. En Internet se difunden cientos de fotografías y vídeos; decenas de artículos e informes muestran el terrible grado de destrucción; se han organizado coloquios a escala nacional e internacional y se han tomado algunas medidas. Pero el patrimonio sirio se sigue destruyendo sistemáticamente a causa de esta guerra devastadora. Una simple comparación muestra que se ha superado la fase catastrófica que el patrimonio iraquí atravesó durante el embargo (1991-2003), y luego durante la invasión estadounidense de 2003.

En efecto, si bien en Irak, como en Siria, algunos museos han sido objeto de saqueos y algunos yacimientos arqueológicos han sufrido excavaciones clandestinas, en el país que nos ocupa han surgido otras amenazas. Estas riquezas culturales están en peligro desde 2011 y la situación de museos, yacimientos arqueológicos y monumentos históricos, de los lugares de culto, castillos y ciudadelas, es cada vez más preocupante. Algunos han sufrido desperfectos leves, y otros, especialmente los que ocupan posiciones estratégicas, daños más importantes. Un gran número han sido destruidos de forma irreversible porque, con frecuencia, se encuentran cerca de las zonas de combate, e incluso se convierten en campos de batalla y en objetivos. Estas amenazas pueden agruparse en varias categorías.

En primer lugar, desde 2011, todos los trabajos de restauración de castillos, monumentos y yacimientos arqueológicos se han detenido, y si dentro de poco no se inician estas operaciones de protección, los vestigios de varios monumentos, especialmente los que están construidos con ladrillos como las edificaciones en Ebla y el palacio real de Mari sobre el Éufrates, se verán abocados a derrumbarse porque la estructura de los muros es muy frágil y exige obras de renovación periódicas. Asimismo, desde el inicio del conflicto hemos observado la ocupación de lugares estratégicos que dominan las ciudades y los barrios rebeldes.

La instalación del ejército sirio en monumentos históricos, museos, lugares de culto y colinas arqueológicas que dominan los centros urbanos no ha dado lugar a una intervención por parte de la comunidad internacional, ni a la condena del ejército regular, para que se cumpla la Convención de La Haya de 1954. Solo la Unesco ha realizado recientemente un llamamiento relacionado con la ocupación de Palmira, Alepo y el Crac de los Caballeros. Con el agravamiento del conflicto armado, aparecieron otras amenazas: los bombardeos intencionados de los barrios históricos, la destrucción de monumentos con excavadoras y voladuras con dinamita, la falta de medidas de seguridad para proteger algunos museos, la multiplicación de los saqueos en los yacimientos arqueológicos, sobre todo en los tels, y por último, los actos de vandalismo y la reutilización de piedras antiguas.

Frente a estas amenazas, las autoridades, organizaciones y países limítrofes con Siria colaboran y han adoptado medidas concretas, especialmente contra el tráfico de objetos arqueológicos, y se han tomado otras precauciones para reforzar la seguridad de algunos museos. Sin embargo, frente a estas destrucciones masivas provocadas por la ocupación de estos lugares, los bombardeos y las excavaciones clandestinas, las medidas que se han tomado hasta el momento –insignificantes– tienen que venir acompañadas obligatoriamente de otras acciones eficaces.

Sin entrar en detalles sobre la significativa destrucción que ha sufrido el patrimonio en cada provincia (especialmente en Homs y Alepo), parece interesante destacar el caso de seis lugares arqueológicos inscritos en la lista del patrimonio en peligro de la Unesco para llamar la atención sobre los riesgos a los que están expuestos y proponer medidas concretas para protegerlos de acuerdo con la Convención de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en Caso de Conflicto Armado, y también las de la Convención de París de 1972 relativa a la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural.

Bosra

La antigua ciudad de Bosra, declarada patrimonio de la Humanidad en 1980, con la Puerta Nabatea, el teatro y los templos romanos, las iglesias bizantinas y las mezquitas que se encuentran en pleno centro del casco antiguo y datan de los primeros tiempos del islam, constituye un ejemplo excepcional de continuidad de ocupación. Bosra se ha convertido en un campo de batalla entre los rebeldes y el ejército de Bashar al Assad que bombardea la ciudad con barriles de trinitrotolueno (TNT) de 500 kilos lanzados desde helicópteros.

Hasta el momento, ocho edificios han resultado parcialmente dañados a causa de los combates y una parte de las columnas del templo romano llamado Kalybè ha quedado totalmente destruida por un obús disparado por un tanque. El palacio bizantino conocido como Palacio de Trajano, del que se conservan dos pisos, resultó parcialmente destruido por esos mismos disparos. En cuanto a la Catedral de San Sergio, que data del siglo III, un obús dañó el tejado de una de sus salas.

A estos se les añaden varios monumentos que datan de la época islámica como la Mezquita de Omar (siglo VIII), la Mezquita Mebrak al Naqah (según la tradición es el lugar donde se depositó el primer Corán), la Mezquita de Fátima, Medrest Abu al Fida, y el Hamam Menjik (siglo XIII). Los rebeldes han dinamitado varias casas para atacar a los francotiradores y se han instalado puestos de control en varios monumentos como las torres ayúbidas (siglo XII). Además, se han levantado construcciones recientes cerca de algunos monumentos antiguos y se han observado excavaciones clandestinas en la zona del cementerio.

Damasco

Varios monumentos en la ciudad de Damasco, declarada patrimonio de la humanidad en 1979, han sufrido enormes daños por los bombardeos de los aviones del régimen. En 2012, algunas casas del barrio otomano de Al Midan, en Berzeh, resultaron gravemente dañadas. Entre los monumentos más famosos parcialmente destruidos por la artillería pesada se encuentran: el museo de la caligrafía árabe, el de las artes y tradiciones populares en Qaser al Adem, la ciudadela de Damasco y la fachada occidental del patio interior de la gran mezquita de los Omeyas, en concreto el mosaico situado sobre la Gran Puerta. Además, se han instalado puestos de control en el centro de la ciudad antigua como el de la entrada de Bab Sharqi, lo que la pone en peligro en caso de enfrentamiento armado. En cuanto a la Ghouta (la zona rural de Damasco), varias casas, monumentos y lugares de culto como el templo romano de Al Dumeir o la sinagoga de Jobar han sufrido daños de distinto grado.

El Crac de los Caballeros

El tercer lugar que se encuentra en la lista del patrimonio de la humanidad en peligro es el Crac de los Caballeros, ejemplo perfecto de la arquitectura militar árabe y de los cruzados en Oriente (siglos XI-XIII). Según la documentación visual y la información que nos ha llegado, este monumento ha sido bombardeado varias veces por aviones MIG y por tanques. Algunas partes, como las torres y las fachadas, se encuentran gravemente dañadas, y otras han sufrido desperfectos de consideración.

Palmira

La ciudad de Palmira se ha convertido en una auténtica base militar del ejército del régimen, que ha saqueado el lugar sin ningún respeto por las convenciones internacionales de La Haya y de París. El caso de Palmira es muy preocupante porque unas fotos tomadas por satélites muestran que el ejército ha construido con excavadoras una carretera de dos kilómetros que parte de un puesto de seguridad, creando una trinchera a lo largo de la zona arqueológica.

También se han cavado varias trincheras y se ha colocado armamento pesado (tanques y diversos lanzacohetes) cerca de los monumentos antiguos y en varias colinas en la zona arqueológica, como por ejemplo cerca del castillo y de los monumentos funerarios que datan de los siglos I y II d.C. El objetivo de la ocupación del lugar no es proteger el yacimiento, sino todo lo contrario, ya que desde esas posiciones el ejército sirio dispara cohetes hacia la ciudad moderna, los oasis y la zona arqueológica, en la que varios monumentos, como el famoso Templo de Bel, del año 32 d.C., han resultado dañados.

La información que proviene de Palmira da cuenta del deterioro de los muros del templo y del derrumbamiento de dos columnas del pórtico del lado sur. Las fotos y los vídeos muestran que unos saqueadores han robado en la casa de huéspedes y que varios sectores, como el Campo de Diocleciano y la zona de los cementerios oeste y este, han sufrido daños y excavaciones clandestinas. Y, por último, las aduanas libanesa e italiana se han incautado de objetos arqueológicos procedentes posiblemente de Palmira.

Alepo

La metrópolis de Alepo ha sido objeto de destrucciones masivas a causa de los violentos enfrentamientos que se libran en la ciudad antigua desde hace más de dos años. La Gran Mezquita, en la que se encuentra la tumba del profeta Zacarías, ya ha sufrido importantes daños y se han convertido de nuevo en objetivo, y el minarete, que data del siglo XIII, ha quedado completamente destruido. La entrada de la ciudadela y la torre mameluca del lado norte han sido dañados. El estado de esta ciudadela es muy preocupante porque actualmente está ocupada por francotiradores del ejército del régimen, lo que hace que corra el riesgo de ser atacada por los rebeldes, que ya han dinamitado varios monumentos antiguos situados alrededor de la ciudadela, como Qaser al Seray y el Palacio de Justicia.

El viejo zoco también vivió un grave incendio en septiembre de 2012: siete zocos (es decir, unos 1.000 puestos) quedaron destruidos por las llamas, y cientos de tiendas sufrieron más tarde bombardeos y fueron el escenario de combates entre las dos partes.

Los Pueblos Antiguos y las Ciudades Muertas

El último conjunto de los lugares que figuran en la lista del patrimonio de la humanidad amenazado por los combates es el de los Pueblos Antiguos del Norte de Siria. Cuenta con ocho concentraciones principales y agrupa a unos 700 yacimientos arqueológicos romanos y bizantinos dispersos por una extensa región comprendida entre la frontera turca (la zona rural de Alepo) hasta Apamea atravesando la zona rural de Idlib en el Sur.

Estas aglomeraciones, que datan del siglo I al siglo VII d.C. y que se encontraban en general en un perfecto estado de conservación antes del conflicto, son un pequeño ejemplo que resume la tragedia siria desde hace más de tres años y medio, porque sufren las consecuencias de la guerra que se libra en la mayoría de las ciudades del país. Tras los bombardeos de los tanques y aviones del régimen sirio contra las ciudades y los pueblos de la región de Alepo y de Idlib, gran parte de sus habitantes abandono sus casas, algunas de las cuales han quedado completa o parcialmente destruidas, para refugiarse en los monumentos de los pueblos antiguos del Macizo Calcáreo. Es el caso de los habitantes de Keferuma, en Idlib, que se han desplazado a la ciudad romano-bizantina de Shensherah, cuyos edificios antiguos se han convertido en refugios.

Este desplazamiento masivo ha dado vida a estos lugares antiguos, pero se han sumado otras consecuencias a la lista, como la reutilización de las piedras antiguas para construir nuevas viviendas. Algunas zonas arqueológicas se utilizan como vertederos públicos ante la falta absoluta de recogida de residuos por parte de las autoridades. Estas ruinas tampoco han escapado a los bombardeos y a las excavaciones clandestinas realizadas por los saqueadores. Por tanto, varios yacimientos arqueológicos como Mari, Ebla, Palmira, Bosra, Dora Europos o Apamea han sido tomados como rehenes por las fuerzas armadas que no se hacen responsables de ellos y que ni siquiera alejan las armas pesadas de las zonas arqueológicas.

La información de los miembros del equipo de APSA muestra que los saqueadores excavan clandestinamente en diferentes sectores de esos yacimientos durante el día, a menudo ante la mirada de los soldados del ejército oficial o de los rebeldes, sin que estos intervengan para impedírselo. Además, a menudo se utilizan excavadoras para construir terraplenes con el fin de proteger vehículos y armamento pesado, pero también para construir carreteras o cavar trincheras que sirven de campo de entrenamiento para los soldados, como ocurre en Apamea, Palmira y Ebla. Actualmente, no es posible ninguna solución política al conflicto sirio, ya que el régimen ha decidido luchar contra los rebeldes hasta el último combatiente.

La ocupación de los monumentos históricos, especialmente de fortificaciones como las de Alepo, Homs, Palmira, Hamas, el Crac de los Caballeros, Qalat al Mudiq y otras continúa porque se han convertido en cuarteles militares e incluso han recuperado el mismo papel estratégico que tenían durante las guerras de la Edad Media. Asimismo, hay que recordar que los tesoros de algunos museos también sufren daños por los enfrentamientos y los saqueos. Algunos se han convertido en cuarteles militares para el ejército del régimen, especialmente los museos de Palmira, Homs, Der Ezzor e Idlib.

Los bombardeos de los dos bandos se siguen produciendo, incumpliendo las convenciones internacionales sobre la protección del patrimonio natural y cultural. La destrucción es espantosa, y este intenso bombardeo ha afectado gravemente al patrimonio cultural y natural sirio, pero la comunidad internacional nunca ha estado dispuesta a actuar frente a crímenes aun más graves como el uso de armas químicas. Una intervención de la comunidad internacional para proteger el patrimonio parece especialmente difícil en este contexto.