Ramon Llull y las fábulas cabileñas

Tassadit Yacine

Etnóloga, École des Hautes Études en Sciences Sociales, París

Los animales como objeto de investigación aparecen poco en la creación literaria e intelectual, pero no siempre ha sido así, como se puede comprobar en la Edad Media y en los siglos posteriores. Antaño, el animal tenía un gran protagonismo como proyección del hombre. Así era en la época en la que Ramon Llull escribió el Libro de las bestias, incluido dentro del Libro de las maravillas, y meditó sobre las relaciones políticas y sociales de su universo social y cultural. A través de la recopilación y el estudio de fábulas orales cabileñas he podido  conocer a este autor y descubrir el especial interés que sentía por el mundo de los animales; un mundo que, lejos de separar las dos orillas del Mediterráneo, las unía. La reflexión en torno a «Na Renart» (la guineu catalana) y el chacal cabileño favoreció mi iniciación a la cultura catalana y a sus representaciones del mundo, que en algunos puntos podían coincidir con las cabileñas, como, por ejemplo, el modo de elección de un rey, al que, tanto en la historia de Ramon Llull como en los cuentos cabileños, se escoge por votación.

Esta publicación, editada en homenaje a uno de los grandes sabios del Mediterráneo, me permite volver a las intrigas del Chacal y ver de manera muy precisa cómo una de las sociedades del sur del Mediterráneo pudo resistir ante la dominación cultural de numerosos invasores, y el interés que manifestó por el personaje del Chacal como símbolo de esa manera de ser que consiste en estar en el juego sin formar parte de él. Para entender el apego mostrado a este animal es importante analizar su función en el espacio y descifrar sus atributos reales y ocultos.

Chacal en el espacio de los animales

Las fábulas, como su nombre indica, hacen hincapié en la sátira. Son, ciertamente, una representación del mundo social, pero los autores tienen el objetivo de exagerar los rasgos de una sociedad, ocultándolos tras la risa y la burla, lo verdadero y lo falso. Así, el narrador denuncia el orden establecido con el mínimo riesgo, tal y como indica René Khawam a propósito de Ibn Al-Mouqaffa.[1] En tanto que reflejo de la sociedad, la fábula remite a unas estructuras sociales y mentales determinadas en el espacio y en el tiempo. ¿Se puede definir la posición de un elemento tan importante de esta estructura, encarnado por Chacal, prescindiendo de los otros animales que componen el conjunto del espacio? La posición de Chacal sólo es comprensible si la definimos relacionalmente. No se trata de estudiar la posición de todos los animales, sino, cuando menos, la de aquellos que se oponen al protagonista, como el león, el erizo y el asno. 

La selva: un espacio definido

Se puede decir grosso modo que la sociedad animal está jerarquizada como la humana. Va del más salvaje al más domesticado. Pero en el interior de estas dos categorías asistimos, una vez más, a una nueva redistribución que va del salvaje al domesticado. Los animales salvajes viven en el bosque y, así, han conservado todos los atributos del salvajismo: el jabalí, la hiena, el cuervo, la cigüeña, el sapo, la rana, el erizo, el zorro, la serpiente, la alondra y la perdiz. Los demás son los que han renunciado al salvajismo primitivo y se han dejado domesticar: el gato, el perro, el galgo, el gallo, el carnero, la oveja, la gallina, la vaca, el macho cabrío, la cabra, el cordero, el camello, el asno, el mulo, el caballo y el buey. Estos animales suelen llevar un sobrenombre que destaca una peculiaridad física: Cuellilargo para el camello, Zanquilarga para la cigüeña, Hocicuda para la hembra del jabalí, Rabona para la liebre.[2] Chacal puede atribuir una identidad a los demás en función de algunas de sus acciones o defectos: la perdiz ventosea, a la cabra le huele el aliento, la vaca es cornuda, el camello es un comedor de hierba. La presencia de los animales está en función del clima. En esta región sólo se encontrarán animales familiares: el cerdo está ausente por razones religiosas anteriores al islam. Algunos animales se desconocen, como el oso y el ciervo, por lo que no desempeñan ninguna función. Es sorprendente que no aparezca el mono, que aún vive en Argelia (y en la Cabilia, por añadidura).

Chacal, cuya postura consiste en estar con todos y a la vez contra todos, se define relacionalmente respecto a:

  • el poder supremo «natural» del león
  • los otros animales, ya sean más débiles (la liebre, la alondra) o más fuertes (la camella, el mulo, la hembra de jabalí…)
  • sus semejantes (los demás chacales) 
  • los que son débiles físicamente pero superiores «intelectualmente»; por ejemplo, el erizo, que compensa su debilidad física con la fuerza de carácter y la astucia

El significado de las estrategias de Chacal sólo es inteligible si lo situamos en su universo natural, que funciona como un espacio social compartimentado.[3] Con el fin de comprender mejor las posiciones jerárquicas de los diferentes animales, los presentamos en las siguientes tablas:

León, dominante-dominante

Características
FísicasMoralesSimbólicas 
 Fuerza
Belleza
Virilidad
Bravura
Bigote
Ojo
Cola (penacho)
Potencia
Generosidad
Rectitud      
Dios
Rey
Director
Amo
Hombre  
Luz
Sol
Oro
Vida

Chacal, dominante-dominado

Dominante y protector

Características
FísicasMoralesSimbólicas 
Delgado
Débil
Impotente
Negro
Ligero
Doble Salvaje
Astuto
Ágil
Discreto
Servil
Pícaro
Farsante
Disimulador Perverso
Cínico
Profeta
Ministro
Consejero
Director, amo
Hombre, morabito
Intérprete
Cambista
Traductor
Intermediario
Barquero, intelectual 
Juez, abogado
Procurador, policía
Poeta
Mujer dominante  
Sombra
Noche
Cobre
Plomo
Otoño
Frío
Muerte    

Chacal, dominado y protegido

(Chacal, encarnación de la naturaleza reprimida)

Funciones
RealesSimbólicas 
Pastor
Extractor de agua Sepulturero
Circuncidador  
Buhonero
Aedo
Brujo
Monedero falso
Diablo
Homosexual
Mujer
Mujer astuta
Judío Esclavo
Traidor
Renegado
Hipócrita
Avaro
Pequeño
Engañoso
Ingrato
Vagabundo
Ladrón
Falso
Impuro
Impotente
Estéril
Mancillado
Mujer de chacal = chacal por partida doble

El león, nniyya positivo, o la representación del poder absoluto

Los animales se presentan con caracteres intrínsecos, tanto para sí mismos como para los demás. Esos mismos caracteres determinan su destino. León es físicamente hermoso, grande y fuerte. En bereber, para denominarlo, se usan los términos izem, ar,[4] iher,[5] aghilas,[6] ayrad, sbegh,[7] belhiret.[8] Dada su posición real y mítica, se le atribuyen orígenes diversos. El león nació de un rayo de sol cuando Sidna NnuÌ (Noé) seleccionaba las especies. Otra leyenda dice que el león es en realidad un hombre (ihbil), el antepasado del hombre que sigue siendo salvaje. Sin embargo, en el mundo salvaje el león es el más cercano al hombre. Tal vez por este motivo los cabileños del grupo de los At Sidi Braham dicen que el león es inofensivo[9] (para el hombre) y que cada uno de sus ojos encarna sentimientos humanos (un ojo tiene miedo; el otro, vergüenza). Asimismo, el repertorio de cánticos rituales nupciales o de guerra contiene una plétora de adjetivos laudatorios (izem bu tissas, izem bu lhib: el hombre valiente que inspira temor y respeto) que asocian el hombre valeroso al león, y la mujer, a la leona (tasedda).[10] Así, el rey león preside la asamblea. Está socialmente predestinado a esta función. Para justificar su posición, León (símbolo de dominación suprema) debe ser de origen noble, puro: «Es el rey de los animales», dice Chacal, «no puede haber casa más noble […].» También debe ser culto: «Pero tú, hijo de una gran familia», dice Chacal a León, «tienes que saber leer.» La generosidad y la magnanimidad también forman parte de las cualidades requeridas. A cambio de la protección de León, los otros animales aportan su fuerza de trabajo; uno, el jabalí, le sirve de lecho, (por su naturaleza salvaje); otro, el chacal, de cobertor (por su inteligencia) y otro, la liebre, de almohadón (por su amabilidad y dulzura). El asno se encargará de transportar madera; el zorro y el chacal extraerán agua…

Cada uno de los animales está llamado a prestar un servicio en función de sus cualidades y defectos físicos o intelectuales. Pero no nos equivoquemos: la fuerza física sólo aparece para realzar la del espíritu. El chacal, el zorro y el erizo serán objeto de numerosos cuentos; no así el camello, el buey o el jabalí. Asimismo, no basta sólo con la acción, sino que ésta debe ir acompañada de la inteligencia, pero en el sentido de cálculo que, en lengua cabileña, se incluye en el  vocablo tiherci. Si el término cabileño ha conservado sus distintos significados, lo mismo sucede con su equivalente francés, ruse [«astucia»].

Aun cuando el significado que el sentido común le atribuye sea reduccionista –pues ruse remite a marrullería y engaño–, este concepto sigue profundamente enraizado en su contexto histórico, pese a la distancia respecto a sus condiciones de aparición.

Su uso se remonta a 1518, es decir, un período en el que los bestiarios eran muy apreciados. La astucia, en su sentido primario, se incorpora al universo de las fábulas ya que está en estrecha relación con el mundo de los animales y la caza. En este contexto significa medio de huida, subterfugio mediante el que un animal intenta huir de sus perseguidores. Aunque rico a nivel semántico, el vocablo está lejos de su contexto antropológico de aparición: gracias al diccionario Littré, el lector puede descubrir la dimensión polisémica del término: artificio, cautela, agudeza, habilidad, malicia, sutileza, engatusar, maniobrar, embaucar, tergiversar.

Por su riqueza de significados, este vocablo puede remitir a significados contradictorios. Lo mismo sucede con el término tiherci, usado en lengua cabileña[11] en el sentido negativo y el positivo.[12] Para entenderlo, a menudo debemos contraponerlo a nniyya (necedad, ignorancia, candor), su contrario y complemento que encontramos en los mitos originarios.

Tiherci y Nniyyase nos presentan como dos amigas que van juntas:[13] «Érase una vez Nniyya y Tiherci, que tenían hambre. En los alrededores no había nada de comer ni de beber.  Entonces Tiherci le pidió a Nniyya que le esperase. Tiherci se alejó y volvió un poco más tarde con comida. Comieron y bebieron, bebieron y comieron, cuando vieron un hombre armado con un bastón que se dirigía hacia ellas. Nniyya, sorprendida, preguntó qué sucedía. El hombre le respondió: “TiÌerci me ha robado…” Y Tiherci respondió: “Yo no te he robado y pongo por testigo a la propia Nniyya.” Tiherci cogió a Nniyya en un aparte, la puso al corriente y la amenazó diciendo: “No puedes desautorizarme, hemos comido en la misma mesa.” Y desde ese día Tiherci y Nniyya van siempre juntas.»

Aún hoy nniyya designa la lentitud, la torpeza y la honestidad exagerada. N obstante, está muy presente en los rituales y todo lo que rodea el mundo religioso y sagrado. Si no se tiene una fe profunda, se desaconseja visitar a un santo o un vidente.[14]

La siguiente tabla ilustra la riqueza de ambos conceptos:

ChacalLeónAsno
tiherci Positivotiherci Negativonniyya Positivonniyya Negativo
MaliciaEstratagemaCandorIngenuidad
AstuciaCálculoGenerosidadDesinterés
Inteligencia VivacidadVicioBondadNecedad
EspontaneidadNerviosismo ExcitaciónMesura PonderaciónPesadez
Habilidad EficaciaTrampa RoboAutenticidad Honestidad Destreza    Torpeza
 Mala feBuena feTransparencia
AgilidadPrecipitaciónCalmaLentitud Letargo
Duda HeterodoxiaIncredulidad HerejíaCreencia OrtodoxiaCredulidad Beatitud
Verdad RealidadSimulacro MentiraVerdad LucidezFranqueza
MovilidadEstabilidadEstabilidadInmovilidad
JuegoArtificioNaturaleza 
CreatividadIlusiónRealidadNecedad
ElasticidadSinuosidadRectitudRigidez

Observemos que uno y otro oscilan de un polo positivo (o percepción óptima del concepto) a un polo negativo, con todos los matices que cabe distinguir al pasar de uno a otro. Ambos polos sólo pueden constituir puntos de referencia para la comprensión del conjunto del sistema. Recordemos que los términos tiherci y nniyya están muy vivos en la práctica social y se utilizan profusamente para referirse a los hombres. La sabiduría popular incita a la mesura, pues el exceso, ya sea en uno u otro sentido, perjudica necesariamente al individuo y la sociedad. En resumen, se puede decir que la ideología cabileña da preferencia a la nniyya, dado que es garantía de éxito, pero si y sólo si no se cae en el exceso. En efecto, el colmo de la nniyya (rectitud, bondad) consiste en ser prisionero de dichas cualidades hasta el punto de llegar a la idiotez, la necedad… llamada  significativamente nniyya taghiult.

León representa a nniyya, y Chacal, a tiherci. Para tiherci se trata de jugar malas pasadas a nniyya hasta despojarla de su posición. El león y el chacal se encuentran entre los dos universos: el civilizado y el salvaje. El primero, porque gobierna a todos: a los animales domésticos, a los animales salvajes y, en ocasiones, a los hombres. El segundo, porque se halla en ambos campos a la vez. Por lo tanto, podemos considerar a León y Chacal como figuras ambivalentes que pertenecen tanto a un mundo como al otro. León es la encarnación por excelencia del orden, del poder, de la norma. ¿Acaso no afirma el sapo que «un pueblo sin rey es como un mazo sin mango»? De todos modos, basta con seguir detalladamente los actos de León para darse cuenta de que la justicia y el orden preconizados no tienen nada de equitativo. Pero lo son porque la ley así los reconoce, una ley establecida por el soberano con arreglo a su libido dominandi. No sucede lo mismo con Chacal, que no esta respaldado por ninguna ley. Es un simple súbdito, es el consejero del rey. Chacal pone su inteligencia y sus actos al servicio de un sistema inicuo. El reparto del botín no deja lugar a dudas al respecto. Pobre y débil, sin beneficiarse de los mismos privilegios que León, Chacal puede burlarse del mundo y la ley. Cuando no ignora la ley, la desprecia reduciéndola a su más simple expresión. En sus acciones, pero también en sus discursos, Chacal demuestra que los buenos principios se pueden transformar en verborrea.

Notas

[1] Abdallah Ibn Al-Mouqaffa, Le Pouvoir et les Intellectuels ou les aventures de Kalîla et Dimna, presentado y traducido por René Khawam, París, Maisonneuve et Larose, 1985,pp. 12-13.

[2] Por eso es cobarde. En el lenguaje popular del Mediterráneo se da a menudo un desplazamiento semántico entre la cola y los testículos. En Francia, al igual que en España, los testículos simbolizan el valor. ¿Acaso no decimos acojonado para referirnos a alguien acobardado? El valiente es el que tiene huevos. En efecto, la asociación huevos/testículos es muy corriente: entre los cabileños (imellalen, imellaqen, igellayen) y entre los bereberes de Marruecos, el femenino tigellay es la denominación de huevo, en tanto que su homólogo masculino se refiere al testículo. En otros universos semíticos (como en el Líbano), los huevos designan los testículos y el término no es tabú. Es hasta afectuoso. Efectivamente, los cabileños asocian al miedoso con el conejo o la gallina, con el gato callejero (este último es enclenque y tiene fama de merodear en torno al fuego). Las madres no deben dar de comer a sus hijos hígado de gallina ni de conejo en ningún caso. De una mujer tímida se dice que tiene lehya n tewtult (el pudor de la coneja), y de una mujer muy dulce (algo que se asocia con la falta de valor y firmeza) se afirma que tiene hígado de gallina, tasa n tyazit.

[3] Geneviève Fraisse, Muse de la raison. Démocratie et exclusion des femmes en France, París, Gallimard, 1995, p. 342.

[4] Que se encuentra en los topónimos Azru Bbwar (la Roca del León), en la Cabilia marítima (en Tigzirt-sur-Mer) y en Taourirt Bbwar (en Azazga).

[5] Tiaret viene de tihert (femenino de iher). Orán, de Wihran (los de los leones).

[6] Sidi Aghilas cerca de Cherchell.

[7] Préstamo del árabe que se encuentra en algunos cánticos rituales.

[8] Término utilizado en la región de Bugía para distinguir la faceta doméstica del león en posición à
a izem, el salvaje.

[9] En oposición al tigre, llamado aghilas. El término aghilas es la denominación en otros dialectos del propio león. En la región de Bugía al león se le llama izem aghilas. Boulifa considera que este término se refiere a la pantera.

[10] En la antigua Grecia los dioses se protegían con una piel de león, y las diosas, con una piel de leona..

[11] Pierre Bourdieu, Esquisse d’une théorie de la pratique, París-Ginebra, Droz, 1972.

[12] Hassan Jouad, «Le langage lmaâna, esthétique de l’implicite», Études et documents berbères, 6, 1989, pp. 160-171.

[13] Igual que lekdeb/tidet (mentira/verdad) laâceq/lbatel (justicia/arbitrario)…

[14] Los mozabitas conservan una plegaria llamada nniyya, que se puede rezar en bereber o árabe: Lhamdu llah, en loor de Dios. Luego la siguiente nniyya: « Me acerco a ti, padre mío, con mi intención, para lo que necesito / Te rezo cuatro rak’a entre las plegarias de mediodía […]», en Anne-Marie Goichon, La vie féminine au Mzab, t. 2, París, Geuthner, 1931, p. 19.