Ramadán, el mes de los ‘Iftares’ frente a la pantalla
El noveno mes del calendario islámico lunar es el mes del Ramadán, el más sagrado para los musulmanes de todo el mundo. Constituye uno de los cinco pilares del islam y sus ritos influyen profundamente en la vida familiar, social, cultural y económica. Entre sus rituales más característicos se encuentra el ayuno o siyam: la completa abstención de comida y bebida y de relaciones sexuales desde el alba o fayr hasta el ocaso o magreb.
En el mundo árabe más concretamente, una vez se pone el sol, los musulmanes rompen el ayuno. Este es un momento de elevada interacción social en el que grupos de amigos y familiares se reúnen alrededor de deliciosos y abundantes manjares gastronómicos para disfrutar en compañía hasta la saciedad en lo que se conoce como iftar.
Quienes hayan tenido la oportunidad de viajar o de vivir en un país árabe durante el mes sagrado, conocen el gran impacto que tiene en la vida social y económica. Desde la baja energía con las que los fieles viven durante las horas de ayuno, el completo vaciado de las calles y la paralización de la vida pública a la hora del iftar alrededor de maravillosos banquetes, hasta el estallido de alegría que viven las calles y los zocos durante la noche hasta bien entrada la madrugada. Pero más allá de lo religioso, durante el último medio siglo, el iftar se ha convertido en un acontecimiento muy especial para el entretenimiento televisivo, especialmente en países árabes.
Cada año, según va acercándose el Ramadán, el runrún de los medios y las redes sociales de todo el mundo árabe va subiendo de decibelios con el debate sobre las decenas de series que se producen exclusivamente para el momento dorado de la lucrativa industria de las musalsalat, uno de los géneros más populares de la televisión en Ramadán. La musalsal de Ramadán, o en plural musalsalat, es una serie de 30 episodios, uno para cada día del mes sagrado, que con frecuencia acaban convirtiéndose en las series más vistas del año.
En las redes sociales circulan cientos de noticias sobre las enormes cifras relacionadas con el precio de producción de estas series y los salarios de los actores que participan en ellas. Nos encontramos ante un sector que solo en 2021 ha gastado en las producciones del Ramadán más de 150 millones de dólares y donde solo en Egipto se calcula que alrededor de 50 millones de personas se sientan ante la televisión después de romper el ayuno, según datos de la BBC.
La evolución de una tradición existente
Mucho antes de la irrupción de la televisión en la vida social y cultural del Ramadán, estaban los hakawatis, considerados antecesores de esta tradición: narradores que teatralizan historias y mitos en las plazas o en los cafés de las medinas de las ciudades árabes. Los más importantes actuaban en público en las principales ciudades como El Cairo, Bagdad o Damasco. Su capacidad de atracción era tal que congregaban alrededor de ellas a centenares de personas, convirtiéndose en una parte integral de la tradición del Ramadán durante siglos.
La aparición de la radio y la televisión supuso un gran golpe que acabó con la congregación de miles de personas alrededor de los hakawatis tradicionales, que pasaron primero a congregarse frente los programas especiales para la radio del Ramadán, y después frente a las pantallas de televisión, siendo relegados al más puro folclore. La irrupción de las series de Ramadán se dio más concretamente en la década de los noventa junto con la extensión de la televisión por satélite. Los índices de audiencia en Ramadán siguen siendo los más altos del año hasta bien entrada la noche, lo que supone que el precio de la publicidad en televisión se multiplica exponencialmente. Por ello, para la industria de la televisión árabe, el Ramadán es la temporada de vida o muerte, y es durante este mes donde se lanzan las series que batallan entre sí por ser las más vistas del año.
Temáticas nunca exentas de polémica
Las temáticas de las series de Ramadán a menudo generan grandes debates y controversias sociales por las polémicas cuestiones que abordan, lo que, por otro lado, es una estrategia perseguida por las productoras con el fin de atraer al mayor número posible de audiencia. Con frecuencia, las polémicas se transforman en el llamamiento a su censura o, de facto, su cese por las autoridades, pasando por los ataques verbales, e incluso físicos, a los protagonistas y directores de las series, en una zona del mundo donde la libertad de expresión, por norma general, está en constante amenaza.
Una temática muy recurrida durante el mes del Ramadán son acontecimientos tanto de la historia contemporánea del mundo árabe como de los primeros tiempos del islam o de tiempos preislámicos. Estos dramas tienden a ser controvertidos bien porque ofrecen una lectura y una narrativa de la historia que contradice la versión oficial de los Estados, o bien porque la versión oficial de un Estado contradice la de otro Estado.
Para la industria de la televisión árabe, el Ramadán es la temporada de vida o muerte, cuando se lanzan las series que batallan entre sí por ser las más vistas del año
Resulta muy común ver cómo durante el mes del Ramadán, productoras de distintos países árabes, y también otros países no árabes pero musulmanes, se lanzan a la producción de series audiovisuales sobre personajes o acontecimientos históricos concretos: figuras importantes del islam, califas o gobernantes de los principales imperios y dinastías que han dominado el Oriente musulmán, pero con lecturas y narrativas históricas completamente diferentes. Allá donde los otomanos son representados como unos héroes en las series turcas como Ertugrul, en las series árabes son presentados como unos bárbaros y colonizadores, como por ejemplo en la contraserie árabe financiada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, Mamalik al Nar (Reinos de fuego).
Acontecimientos polémicos que causaron los primeros cismas del islam entre suníes y chiíes también son ampliamente representados de maneras antagónicas por los países árabes y por Irán y resultan populares durante el sagrado mes. Mientras figuras veneradas por el sunismo tradicional son representadas desde la heroicidad y el respeto como los compañeros del Profeta o las dinastías Omeya y Abasí, las series iraníes con frecuencia las representan de manera negativa y despectiva, vanagloriando figuras históricas religiosas o acontecimientos importantes más propios de la cosmovisión chií.
No se puede hablar de series históricas de Ramadán en el mundo árabe sin mencionar la mítica serie siria Bab al Hara (La puerta del vecindario), dirigida por Bassam al Mulla y estrenada por primera vez en 2006. Bab al Hara es la serie de televisión más vista del mundo árabe que narra los acontecimientos cotidianos y los dramas familiares de un barrio de Damasco, en el periodo de entreguerras, cuando Siria se encontraba bajo ocupación francesa. Se trata de un drama histórico que incide en una narrativa anticolonial y en el carácter multirreligioso e intercultural de la Siria de la época, donde musulmanes, judíos, cristianos y drusos coexistieron pacíficamente.
Tras el éxito de su estreno, Bab al Hara se han emitido más de 10 temporadas y cuenta con seguidores muy fieles gracias a los cuales no ha dejado de situarse en el top series de Ramadán más vistas cada año.
Instrumentos al servicio de las dictaduras
Si bien las series de Ramadán desempeñan un papel importante en las sociedades árabes, ya que abordan problemas sociales y políticos en las que los espectadores se identifican con sus personajes y sus tramas, también y, sobre todo, son utilizadas como un medio a través del cual los gobiernos ejercen su influencia, blanquean sus políticas y manipulan la percepción de las masas acerca de la realidad política y social del país.
Ejemplo de ello es la serie egipcia Al Ikhtiyar (La elección) dirigida por Peter Mimi, que durante este Ramadán 2022 estrenó su tercera temporada y que gira en torno al heroísmo de la policía egipcia frente al enemigo público número uno del gobierno: la organización del depuesto presidente Mohamed Morsi, los Hermanos Musulmanes. Al Ikhtiyar reescribe episodios de la historia reciente egipcia, como el asalto de las fuerzas de seguridad a la plaza Rabia al Adawiya, legitimando la represión a organizaciones meramente políticas y justificando así la persecución y encarcelamiento de los seguidores de los Hermanos Musulmanes o cualquier tipo de disidencia política, llevada a cabo por el Estado desde la llegada al poder del mariscal Abdelfatah al Sisi.
Series de Ramadán con perspectiva de género
En los últimos años, se ha percibido un aumento de las series de televisión que tratan temáticas vinculadas a los problemas que sufren las mujeres en los países árabes. Por lo general, según el análisis de la investigadora saudí Iman Hussein, a menudo se representa a las mujeres como sujetos pasivos, víctimas y seres incapaces de poder cambiar sus realidades. Sin embargo, las series estrenadas durante el Ramadán 2022 han abordado los problemas de las mujeres desde una óptica diferente. Se presenta a las protagonistas como sujetos activos, capaces de transformar sus propias vidas y desafiantes ante las normas sociales, culturales y religiosas, enfatizando, así, su representación desde el empoderamiento.
Por supuesto, estas series no han quedado exentas de controversia. Una de las más polémicas del Ramadán de 2022 en Egipto, que ha encabezado los índices de audiencia en el mundo árabe por plantear un tema considerado tabú por ciertos sectores, ha sido Faten Amal Harby, dirigida por el periodista y director de cine Ibrahim Issa.
La serie trata sobre la historia de Faten, una mujer divorciada que lucha contra su exmarido maltratador por la custodia de sus hijos. El argumento ataca las fallas y lagunas en el Código del Estatuto Personal de Egipto derivado de la sharia que privilegia en reiteradas ocasiones a los hombres frente a las mujeres, especialmente en lo relativo a la custodia de los hijos cuando la mujer decide casarse de nuevo.
Las series de Ramadán son utilizadas como forma de protesta sobre diferentes realidades sociales; en otras ocasiones, son una herramienta de poder al servicio de la dictadura
Desde el primer día de su emisión, las redes sociales se han hecho eco de la polémica y las reacciones han sido muy diferentes, desatando una gran polarización y el pronunciamiento de importantes figuras intelectuales y culturales del mundo árabe. El debate llegó a tal punto que la primera institución religiosa oficial del país y una de las más importantes del mundo islámico, la mezquita Al Azhar, se pronunció públicamente contra la serie por burlarse de los versos del Corán y distorsionar la imagen de los eruditos religiosos.
Su director, Ibrahim Issa, conocido por dirigir series que tratan temas tabú que acaban generando polémica, se defendió alegando la importancia de criticar la realidad de las mujeres en las culturas árabes y la legislación religiosa que sobre ellas se ejerce. En una entrevista para el canal de televisión Al Hurra, afirmó que “la opinión de la corriente tradicional –en referencia a Al Azhar–, sobre estos temas favorece posiciones extremistas que anulan y destruyen los derechos de las mujeres”. Los defensores de la serie, por su parte, argumentan que la falta de renovación legislativa y la perpetuación de un sistema de normas y leyes primitivas, cuyas víctimas son principalmente las mujeres, no pueden seguir vigentes en una sociedad que pretende ser moderna y avanzada.
Otra de las series polémicas este Ramadán 2022, especialmente en la zona del Golfo, ha sido Al Asuf (Vientos fuertes), producida por el gigante mediático saudí MBC y dirigida por Muzanna al Sobh. Estrenada en 2018, se trata de un drama ambientado en Arabia Saudí desde la década de los 70.
La tercera temporada, presentada en el Ramadán de 2022, desvela las páginas oscuras de la década de los noventa en Arabia Saudí, una época en la que la vida cultural fue completamente anulada, se cerraron los cines, se cancelaron los conciertos, se detuvo y encarceló a artistas y escritores, se censuraron libros y medios de comunicación y se silenció fuertemente a toda disidencia política o religiosa que contradijese la versión oficial de las autoridades.
La polémica radica en que la serie ataca el pensamiento y la moral conservadora imperante en aquel periodo, a través de la vida de los jóvenes de la familia Al Tayán, los principales protagonistas.
Desde su estreno, se ha generado una gran controversia alrededor de la serie, porque retrata a la sociedad saudí de aquel momento como menos religiosa que en la actualidad, donde la cultura permitía, entre otras muchas cuestiones, las relaciones extramatrimoniales, algo que para los sectores más tradicionales y conservadores de la sociedad es un “falseamiento de la historia y un ataque a los valores saudíes e islámicos”.
En la serie, las mujeres aparecen representadas como personajes que luchan por transformar su realidad y reivindicar sus derechos, apoyadas en muchas ocasiones por los hombres de sus familias. Al Asuf vanagloria algunos de los acontecimientos sociales más importantes que tuvieron lugar en esa década, como las protestas contra la prohibición de las mujeres a conducir, a pesar de que este tema no se haya conocido fuera del país hasta hace poco.
La serie critica abiertamente el poder de los hombres que lideran el Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, el órgano oficial saudí que emplea la policía religiosa para hacer cumplir las normas islámicas dentro del territorio nacional y ataca la corrupción y la represión que este organismo ejerce sobre la juventud y, en especial, sobre las mujeres.
Según Abderrahman al Rashid, columnista saudí del diario Al Arab, “El ataque a las series de Ramadán críticas con el régimen establecido es un elemento típico del Ramadán al que nos hemos acostumbrado en los últimos años porque son las más vistas” y añade: “Las voces reaccionarias a esta serie tienen como objetivo todo producto cultural innovador y crítico, y precisamente esta serie arroja luz sobre un periodo de oscuridad”.
Otra serie con interesantes dosis de lucha social con perspectiva de género es la kuwaití Min sharia al Haram ila… (De la calle Haram hacia…), dirigida por Hiba Mashari, que ha suscitado amplias críticas debido a los temas controvertidos sobre los que trata, una vez más. La serie destaca por la inclusión de personajes egipcios y sirios, lo que le ha dado una mayor difusión dentro y fuera del Golfo.
Min sharia al Haram ila… muestra una amplia heterogeneidad de personajes femeninos, a través de la cotidianidad de sus vidas, y critica abiertamente el sufrimiento que viven las mujeres por la infidelidad de sus maridos, la violencia machista o la poligamia.
La polémica generada llegó a tal nivel que varios diputados de la Asamblea Nacional de Kuwait solicitaron públicamente detenerla, porque presuntamente ofende a Kuwait y contradice los valores y costumbres de la sociedad kuwaití a través de las escenas obscenas y los temas tabúes que trata.
Las musalsalat de Ramadán son un medio a través del cual se reescriben y se intentan construir nuevas narrativas e imaginarios de la sociedad y, con frecuencia, son utilizadas como forma de expresión y protesta sobre diferentes realidades sociales, como la situación de la mujer en el mundo árabe. En otras muchas ocasiones, la musalsal es una herramienta de poder al servicio de la dictadura. Probablemente, los cambios efectivos que contribuyan a la mejora de sus situaciones en la región lleven tiempo, pero paradójicamente, las series de Ramadán están contribuyendo a reconocer la existencia de la desigualdad de género y tomar conciencia de la necesidad de lucha contra el machismo en todos los espacios, desafiando con sutileza el sistema de valores sociales, culturales y religioso establecido./