¿Qué tenemos que aprender sobre el proceso de desarrollo turco?

Turquía es para la región MENA una gran fuente de inspiración para el desarrollo, más que un modelo absoluto e inmutable.

Güven Sak

Turquía ha aumentado su influencia económica y política en la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA, según sus siglas en inglés). En este sentido ¿hasta qué punto puede ser útil como modelo para la transformación económica de la región MENA? Su experiencia refleja que hay algo que no se puede pasar por alto: más importante que la integración en la economía mundial es la forma de integrarse. Teniendo en cuenta esto, Turquía es un buen modelo para los países MENA, con algunas advertencias que deben ser consideradas. El año 2011 ha estado cargado de acontecimientos para Turquía y sus vecinos. Los levantamientos populares en Túnez, Egipto, Siria y otros países árabes han fracturado los antiguos regímenes en el poder durante décadas y ahora existen oportunidades para crear más y mejores Estados democráticos. Política y económicamente Turquía tiene todavía una influencia fuerte.

Los cambios en su relación con los países MENA no solo están confinados a la política: ha habido un incremento sustancial de sus relaciones comerciales. La participación de los países MENA en las exportaciones turcas ha aumentado desde el 13% en 2000 hasta el 27% en 2011. Turquía no solo es un importante compañero comercial para la región MENA, sino que es también, junto con Israel, una de las dos potencias industriales en la región. Es interesante observar que las relaciones comerciales entre Turquía e Israel no han sido dañadas por los recientes contratiempos políticos. Incluso, después del traumático incidente Mavi Marmara, el comercio bilateral entre Israel y Turquía aumentó un 30%. Parece que en países donde el sector privado es el motor de la economía, las relaciones de negocio no están supeditadas a los cambios políticos

¿Cómo es el modelo económico turco?

Una mirada a los últimos 30 años puede darnos la respuesta. La transformación económica de Turquía empezó en los años ochenta, con las reformas de su presidente, Turgut Özal: la liberalización comercial, la reforma financiera, de precios y la convertibilidad de divisas permitieron a Turquía integrarse efectivamente en la economía global y convertirse en una potencia industrial en la región. Esta es una importante diferencia entre las economías de Turquía y los países MENA: muchos están de alguna manera aislados del sistema económico global, lo que les imposibilita beneficiarse de las redes económicas, sociales y políticas globales.

La primera oleada de reformas en Turquía, concluida en 2001 con la privatización, la disciplina fiscal y monetaria, la política bancaria prudente, la independencia de las autoridades reguladoras económicas, dio sus frutos en forma de tasas de crecimiento acelerado, diversificación de mercados, urbanización, desarrollo regional y mejoras tecnológicas. Estos son los aspectos fundamentales de la transformación económica que los países MENA deberían llevar a cabo. En 1980, Turquía y los países MENA llegaban tan solo al 23% del PIB de Estados Unidos. En 2010, Turquía, ha reducido la diferencia y ha alcanzado el 30% del PIB americano. Sin embargo, los países MENA han retrocedido: solo tienen el 18% del PIB de EE UU. El esfuerzo de Turquía por la liberalización ha sido amortizado con la industrialización del país: mientras que en 1980 la exportación de manufacturas suponía tan solo el 27% del total, en 2010 era el 82%.

En Egipto, por ejemplo, estas exportaciones se redujeron del 28% al 23%. Los datos sobre educación son también interesantes. La tasa de matriculación en educación superior en Turquía pasó del 6% en 1980 al 38% en 2010. Sin embargo Egipto, con un mayor índice de matriculación que Turquía en 1980, pasó del 11% a tan solo el 28%, mientras que Túnez y Argelia pasaron de un 3% a un 34% y 31% respectivamente. La primera oleada de reformas explica, en mi opinión, la diferencia producida en las tres últimas décadas. La diversificación es un rasgo evidente de la transformación económica turca. Esta diversificación tiene tres aspectos: tecnología, geografía y mercados.

Todos estos factores tienen también un efecto significativo en la transformación social de Turquía. En primer lugar, Turquía ha logrado modernizar en los últimos 15 años su producción tecnológica y hacerla pasar de nivel bajo a medio. En 1996, la producción de tecnología media apenas excedía el 20% mientras que la baja superaba el 55%. En 2009, tanto la producción de baja tecnología como media ocupaban un 40% de la producción total. Este desarrollo llevó a la sofisticación de las exportaciones que se tradujo en mayores beneficios y mayor nivel de vida. El siguiente desafío será mejorar su producción de alta tecnología : para ello necesitará mejorar la transferencia de tecnología, la regulación de patentes y el desarrollo de I+D. En segundo lugar, el país ha experimentado una visible diversificación geográfica de su producción industrial.

El abanico de capacidades de muchas provincias de Anatolia ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. En 2009, 24 ciudades ya habían logrado crear cinco o más empresas que formaban parte de las primeras 1.000 empresas industriales de Turquía, repartidas por todo el país a excepción de la zona este. Ya son una realidad los centros urbanos en Anatolia. Hace 50 años, tan solo el 30% de la población vivía en zonas urbanas pero tras la migración posterior a 1960, esta cifra se incrementó hasta el 75% actual. El reto es lograr que el este de Turquía cree empresas que puedan entrar entre las 1.000 principales. En tercer lugar, Turquía ha experimentado un profundo cambio en materia de exportación respecto de sus socios comerciales a lo largo de los últimos 15 años.

La participación comercial con Europa, su socio principal, ha ido bajando desde 2007, sobre todo por la crisis. Sin embargo, el incremento en la participación comercial con Oriente Medio y África bajó el nivel de sofisticación de sus exportaciones. Aunque la diversificación de mercado, puede considerarse como un desarrollo deseable, el hecho de enfocarse a los mercados occidentales donde la demanda de productos de alto coste es mayor, es esencial para una modernización tecnológica. El principal catalizador de la transformación económica turca ha sido la mejora en la conectividad. Las diferencias regionales se vieron reducidas con la construcción de vías rápidas, incrementándose el número de empresas en zonas regionales, que pasaron a pertenecer a esas 1.000 primeras empresas de Turquía. El uso de internet, que revolucionó el flujo de información en los negocios, mejoró en poco tiempo.

El acceso a internet de los hogares se incrementó de un 20% en 2007 a un 43% en 2010. La reducción en costes de información, comunicación y transporte facilitaron el comercio, la transferencia de tecnología y, finalmente, el desarrollo económico.

Avanzar en las reformas

A pesar de todo, a la hora de debatir sobre si seguir o no el modelo turco, los países MENA deben considerar algunas salvedades: aunque Turquía ha dado los pasos económicos necesarios durante los últimos 30 años, el proceso aún no ha terminado. Turquía representa un buen modelo para los países MENA listos para el cambio gracias a las impresionantes estadísticas económicas y a las similitudes culturales y religiosas, pero se necesita una segunda oleada de reformas para consolidar la primera y avanzar hasta el siguiente nivel. ¿Cuáles son estas reformas de segunda generación? Si en la primera oleada se cambió el modo de interacción pasando de las directivas gubernamentales a las reglas de mercado, esta segunda tanda de reformas está más relacionada con los problemas estructurales que impiden un fuerte crecimiento en el país.

Turquía ofrece un buen modelo para las reformas de primera generación, prerrequisito para emprender las de segunda generación. Estas reformas deben dar prioridad al impulso de las inversiones y el buen clima empresarial, la administración pública, el sistema fiscal, judicial, educativo, el mercado laboral y la sanidad. Un ejemplo: en el último informe de la Corporación Financiera Internacional (CFI), Turquía ocupa el puesto 65 en cuanto a lugar para hacer negocios, pero en otras áreas ocupa un puesto mucho más bajo, como en el de permisos de construcción (137 de 183 países), cierre de empresas (115) o pago de impuestos (75). Estas cuestiones están directamente relacionadas con la administración pública. Los problemas de funcionamiento dentro del sistema legal son otro factor que condiciona muy negativamente el clima empresarial. En Turquía, los casos judiciales simples pueden tardar varios años en resolverse.

De igual manera, el sistema educativo necesita ser reformado si se quiere aumentar la disponibilidad de mano de obra. El criterio a seguir no debe ser simplemente aumentar el número de colegios o de aulas disponibles. En lugar de eso, habría que centrarse en la formación profesional. Si se emprenden las postergadas reformas, Turquía se acercará poco a poco a las economías que la han inspirado como EE UU o Corea del Sur. En 1980, Egipto, Turquía y Corea del Sur tenían casi el mismo nivel de ingresos, pero mientras Turquía tiene un 30% del nivel de ingresos per cápita de EE UU, Corea del Sur tiene más del 60%. Turquía ha terminado con éxito su proceso de integración en la economía global.

Ahora es el turno de la región MENA. Sin embargo, hay algo que no se debe pasar por alto: más importante que la integración en la economía mundial es la forma de integrarse. Turquía tiene por delante un proceso más interesante y difícil. Tal y como sucedió con Corea en las tres últimas décadas, ha llegado el momento de su modernización. Una mayor sofisticación, producción de alta tecnología y una población más cualificada impulsarán al país en la escala de la economía mundial. Turquía es para la región MENA una gran fuente de inspiración para el desarrollo más que un modelo absoluto e inmutable. Las circunstancias mundiales en permanente cambio y la naturaleza única de cada país deben hacer que la región tome ejemplo del proceso de desarrollo turco y lo adapte a sus propias condiciones. No obstante, el experimento turco, aún sin terminar, nos puede seguir sorprendiendo con la segunda oleada de reformas.