Los diferentes programas de colaboración entre la Unión Europea y los países del sur del Mediterráneo relacionados con la juventud siempre han otorgado una prioridad absoluta a la educación y la integración de los jóvenes en la vida social y económica de la región. Así, desde la constitución del Foro Mediterráneo de la Juventud en 1998, se han venido realizando una serie de progresos bastante importantes que han permitido que los jóvenes de ambas orillas tengan la posibilidad de desarrollar sus expectativas y mejorar sus posibilidades de acción social. No obstante, todavía hay que trabajar mucho para dar a estos jóvenes más oportunidades para integrarse y participar verdaderamente en la gestión de los fondos públicos, sobre todo a aquéllos cuyas condiciones de vida son más difíciles.
Si los desafíos del siglo xxi nos imponen la instauración de la paz, la seguridad y la estabilidad en el espacio euromediterráneo, también exigen la consolidación de los principios democráticos comunes por medio de herramientas realistas, basadas en los derechos humanos y la democracia. Para conseguirlo, es necesario contar con los jóvenes, dado que ellos constituyen el grupo más afectado por los cambios sociales, económicos y regionales. Este hecho hace que todos los actores e interventores en el ámbito de las políticas mediterráneas se vean obligados a considerar este dato en los planes de desarrollo. De todo lo dicho se sobreentiende que «la juventud» es la fuerza humana más importante y que gracias a ella se llevan a cabo todos los programas y proyectos de desarrollo.
Actualmente, la cuestión de «la juventud» en el Espacio Mediterráneo (Europa y el Mediterráneo del sur) despierta cada vez más interés entre los diferentes actores (políticos, económicos y sociales), todo ello en vista de su importancia en la construcción de la sociedad, y en la realización de los distintos desafíos que plantean tanto el desarrollo como la democracia… Porque la juventud constituye el futuro y la apuesta del espacio mediterráneo.
Es verdad que, en vista de su crítica situación, y de los complejos y graves problemas que en su inmensa mayoría se derivan de las diferentes crisis regionales y mundiales, que, aunque varían de un país a otro, presentan unas situaciones relativamente extendidas por toda la orilla sur del Mediterráneo, en los países implicados, la cuestión de «la juventud» se ve afectada por una problemática de exclusión, con una ausencia evidente de políticas claras para la integración de los jóvenes en la vida pública. Este hecho es tanto más llamativo cuanto que la participación de los jóvenes es prácticamente inexistente en las diferentes iniciativas de desarrollo económico y en la orientación de programas que participan en la implantación de los valores de tolerancia, democracia y ciudadanía.
En estos progresos y desafíos, los jóvenes aparecen como eje principal en el espacio mediterráneo. Gracias a los avances vinculados a los programas (en especial, a los europeos) de apoyo económico, social y educativo en favor de los jóvenes en el marco de la Política Europea de Vecindad, así como a las iniciativas que acompañan el partenariado euromediterráneo (principalmente de la sociedad civil), los gobiernos e instituciones de los países implicados en este partenariado (la Unión Europea y los países de la ribera sur del Mediterráneo) han considerado que la educación y la integración de los jóvenes en la vida social y económica son prioridades absolutas.
No obstante, es preciso ir más allá. Para una mejor transparencia y una mejor escucha, es sumamente necesario construir una política de diálogo con los socios así como con la sociedad civil, pero contando también, en primer lugar, con las organizaciones de jóvenes en la elaboración de los programas y los planes nacionales. Su participación sería muy importante de cara a organizar la puesta en marcha de estos últimos en el marco de la Política Europea de Vecindad y de la colaboración euromediterránea. Su participación también sería crucial a la hora de establecer las concertaciones durante todas las etapas de la reforma; es decir, en la:
— Implantación de programas de desarrollo.
— Implantación de políticas que conciernen a los jóvenes.
Por último, su participación sería determinante para la creación de empleo, sobre todo en vista del elevado índice de paro —en diferentes grados— existente entre los jóvenes pertenecientes a esos países y dada la falta de servicios sociales destinados a ellos. Hoy día, las políticas que atañen a los jóvenes tienen que ofrecerles más oportunidades para integrarse y participar en el desarrollo y la gestión de los fondos públicos.
La Unión Europea y los países del partenariado mediterráneo han insistido en la necesidad de llevar a cabo una estrecha cooperación en el ámbito de la educación y la cultura a través de la revisión común de los programas y métodos educativos (en especial, el programa Tempus), mediante el desarrollo de las reglas del saber y, por último, mediante el reconocimiento mutuo de las respectivas capacidades y competencias. Este trabajo ha sido realizado con objeto de:
- Reforzar el espíritu y los valores democráticos.
- Promover la igualdad de género.
- Estimular positivamente a los jóvenes fomentando la tolerancia y la amistad entre los estados y pueblos del espacio euromediterráneo.
- Mejorar la comprensión recíproca entre los jóvenes. En este sentido, se han creado varios programas cuya finalidad consiste en concretar los contenidos destinados al intercambio cultural entre jóvenes, como, por ejemplo, Euromed Juventud, Tempus, etc.
Todo ello con el fin de:
- Facilitar la creación de redes entre las distintas organizaciones de jóvenes.
- Promover los intercambios de información y las experiencias entre los diferentes actores en el ámbito de la juventud, o en el desarrollo de los recursos humanos.
- Mejorar la calidad de las instituciones y organizaciones educativas.
Paralelamente, la reunión preparatoria (Bruselas, 6 de febrero de 1998) y la reunión constitutiva del Foro Mediterráneo de la Juventud (Malta, 14 de mayo de 1998) constituyeron una buena ocasión para sentar las bases de trabajo en el marco del FMJ, con el objetivo de dar unas nuevas dimensiones a:
- La problemática de la juventud.
- Las organizaciones de jóvenes en el espacio mediterráneo.
Todo ello para acceder a los diversos y múltiples servicios a través de los programas y las ópticas que conciernen los ámbitos de la formación, el refuerzo pedagógico, el intercambio de experiencias y la puesta en práctica de programas educativos homogéneos y evolucionados a favor de los jóvenes para fomentar su participación en la sociedad, a fin de que cuenten con los medios necesarios para desarrollarse y ser independientes. Y todo ello, en un espacio geográfico que se caracteriza por el pluralismo lingüístico, religioso, social y cultural, en el que cabe señalar la emergencia de nuevas posibilidades de trabajo y apoyo a los programas de los jóvenes.
Sin embargo, y a pesar de esta presentación, los resultados no siempre son tan visibles debido a que no reflejan las expectativas de la juventud (especialmente, las de aquélla que sufre más), ya se encuentre en el norte o el sur del Mediterráneo. Para modificar positivamente y de un modo duradero esta triste constatación, es muy necesario que los Estados implicados pongan en marcha unas políticas ambiciosas, y que se cree un nuevo aire de trabajo entre, y con, los diferentes componentes de la sociedad civil de ambas partes del Mediterráneo, a fin de:
- Dar un nuevo impuso al Foro Mediterráneo de la Juventud, así como a la Plataforma Euromed Jeunesse (actualmente en punto muerto).
- Elaborar programas de desarrollo y políticas para jóvenes.
- Aumentar los presupuestos destinados a proyectos de jóvenes y/o de organizaciones juveniles.
Por otra parte, la celebración del último Foro Civil Euromed que tuvo lugar en Marsella el 31 de octubre de 2008 representó una ocasión para intercambiar puntos de vista sobre los diversos asuntos relacionados con los jóvenes de la zona euromediterránea, y también constituyó una ocasión para incluir en su declaración final, una serie de expectativas y aspiraciones en vistas a la construcción de un espacio mediterráneo tolerante, justo y diversificado. Eso nos anima hoy a:
- Continuar el diálogo y seguir buscando los medios para llevarlo a cabo.
- Dinamizar los distintos programas destinados a los jóvenes.
- Activar las organizaciones de jóvenes del Espacio Mediterráneo, movilizando el Foro Mediterráneo de la Juventud con el objeto encontrar unos agentes sólidos y activos, así como el apoyo económico, educativo y social necesario para los jóvenes del Mediterráneo, sobre todo para los de la ribera sur.
Por último, será necesario darles las facilidades necesarias para que puedan asumir su responsabilidad, y apoyar lo máximo posible a las organizaciones de jóvenes en la elaboración y ejecución de los programas destinados a ellos. Esta reflexión es también un punto de vista que comparten numerosos profesionales y voluntarios que participan activamente en las organizaciones juveniles, y su objetivo final es contribuir al debate y aportar respuestas concretas cuyos beneficiarios deben ser, en primer lugar, los jóven