Presentación

Josep Ferré

Director general del Instituto Europeo del Mediterráneo

«No sabemos hasta dónde puede llevarnos la pandemia causada por el Covid-19, que en este año 2020 ha sacudido a la humanidad. Esta debe reaccionar ante la desgracia que actualmente alcanza al mundo entero y encontrar maneras de compartir para conseguir su salvación». Estas palabras del escritor Tahar Ben Jelloun pertenecen al texto publicado en este número de Quaderns de la Mediterrània, dedicado al «Diálogo intercultural: reconocernos en la cultura del Otro», que presentamos en un momento en el que conmemoramos los 25 años del Proceso de Barcelona.

La propuesta de compartir no es nueva: también se lanzó en el hoy lejano 28 de noviembre de 1995, durante la Conferencia Ministerial Euromediterránea, cuando, mediante la firma de la Declaración de Barcelona, los quince países miembros de la UE y los doce países socios mediterráneos se dotaban de un nuevo marco para desarrollar sus relaciones bilaterales y regionales. Una alianza innovadora, basada en unos valores comunes y unos principios de coparticipación, diálogo y cooperación, con el objetivo de crear una región mediterránea de paz, seguridad y prosperidad compartida. Era la política de cooperación que Europa lanzaba hacia el sur mediterráneo —en paralelo a la que también se promovía para acercar a los países del Este y Europa Central, y que en 2008 daría lugar a la Unión por el Mediterráneo (UpM)—.

A lo largo de estos veinticinco años, los desafíos han sido muchos, así como la labor realizada que, sin embargo y en perspectiva, no ha sido todo lo amplia que hubiésemos deseado, ni suficiente. Una de las principales consecuencias del Covid-19 es el aumento de las desigualdades a nivel social, sanitario, económico y educativo, no solamente entre diferentes países, sino también en el interior de cada uno. Estas desigualdades sociales han agravado la precariedad de algunas de las capas más vulnerables de nuestras sociedades, como la población de origen inmigrante, las mujeres y los jóvenes en riesgo de exclusión. En el presente número, dedicado al diálogo y el reconocimiento mutuo, queremos centrarnos en nuestro futuro común, teniendo bien presente el difícil contexto actual y sobre la base de todo lo construido en los últimos veinticinco años.

Somos conscientes de la necesidad de cumplir los Objetivos del Desarrollo Sostenible a partir de la Agenda 2030, y solo nos quedan diez años. Para todo ello, la sociedad civil y los movimientos sociales son una pieza clave como catalizadores de los cambios que nuestras sociedades precisan y que interpelan tanto a las ciudadanas individuales como a los gobiernos locales, regionales y nacionales y las organizaciones internacionales. Sin una transformación de nuestras propias sociedades que lleve paulatinamente a modos de vida más sostenibles, no podremos alcanzar las metas propuestas para 2030. El Covid-19 hace que seamos conscientes de haber iniciado una nueva era, así como de la necesidad de dejar los egoísmos y desencuentros de las naciones y los individuos para actuar unidos, no solo contra la pandemia, sino también contra todo aquello que nos impide evolucionar como género humano comprometido. ¿Cómo hallar un diálogo positivo que nos ayude a vencer los grandes desafíos si no nos conocemos ni nos reconocemos?

En este dosier participan una veintena de especialistas académicos y representantes activos de la sociedad civil de ambas riberas que nos alertan sobre algunas dinámicas actuales y nos ofrecen sus recomendaciones. El remedio, como apuntan, no es aislarse y levantar muros, sino mantenerse unidos y participativos. El dosier está estructurado en dos partes transversales: «Tiempos de transformación y resiliencia» e «Identidades y tradiciones compartidas» con las que hemos intentado esbozar elementos complementarios de ambas riberas. Debemos reconocer que no estamos solos, que pertenecemos a un ecosistema complejo que debe salvaguardarse para salvarnos mutuamente. Como nos recuerdan nuestros colaboradores, también es importante respetar y proteger nuestros orígenes, saberes y tradiciones, que se incluyen en el humanismo como parte fundamental del desarrollo sostenible.

También debemos desterrar todas aquellas mentalidades basadas en estereotipos que no permiten el crecimiento humano. Sin duda, para lograr los objetivos propuestos por la Agenda 2030, debemos avanzar hacia una educación que nos ayude a adquirir conocimientos y promover hábitos de armonía con la naturaleza. En esta última década, han tomado protagonismo nuevas generaciones de jóvenes y mujeres a través de distintos movimientos sociales, especialmente implicados a la hora de pedir cambios y espacios de apertura y reconocimiento, como se ha demostrado en las últimas campañas masivas que han tenido lugar tanto en el norte como en sur del Mediterráneo y también a escala global. Los valores del pluralismo, la inclusión, la dignidad y el reconocimiento aparecen cada vez más como herramientas necesarias en la construcción de espacios de reconciliación y diálogo, para hacer frente a las amenazas reales que la pandemia ha hecho aún más evidentes. En un entorno permanentemente interconectado y en continua transformación, debemos hacer frente a estos nuevos retos para avanzar hacia la imprescindible sostenibilidad a través de la Agenda 2030.

La necesidad de invertir y cooperar en la investigación científica y la innovación tecnológica en el cambio climático, el desarrollo de las energías limpias y las empresas también pasa por desterrar la narrativa de la violencia, el conflicto y los estereotipos para potenciar, en definitiva, la inclusión social. No es una empresa fácil. Los textos de nuestros colaboradores incitan a tener en cuenta la relevancia de las sociedades y culturas y a reconocer aquellas competencias globales y locales que ayuden a establecer unas relaciones sólidas mediterráneas. Pero para conseguir ese cambio de paradigma hemos de conocernos y escucharnos. En este sentido, el diálogo intercultural que tanto promovemos desde el Instituto Europeo del Mediterráneo, a través también de los diferentes números de Quaderns de la Mediterrània, se posiciona como instrumento activo y reconocido en la construcción de un proyecto mediterráneo renovado y compartido al servicio de la ciudadanía mediterránea y a favor del acercamiento de los pueblos y las culturas que lo conforman.