Por una política de apoyo a las remesas

Es necesario acabar con las regulaciones y políticas financieras y monetarias que suponen una barrera al flujo de remesas y a su inversión eficaz.

Heba Nassar, directora del Centro de Estudios Económicos y Financieros y vicedecana de la Facultad de Ciencias Económicas y Políticas de la Universidad de El Cairo

Las remesas de dinero enviadas por los trabajadores emigrantes constituyen una fuente de financiación externa cada vez más importante y enormemente estable para muchos países en vías de desarrollo (Ratha 2003). La proporción de las remesas y los canales de envío dependen de los servicios de migración y de envío de dinero y, más en general, de la infraestructura económica por la que fluyen las remesas. Para muchos hogares y países pobres, las remesas constituyen una fuente de financiación y divisas muy importante, que ayuda a estabilizar rentas irregulares y a construir un capital humano y social.

Los receptores se encuentran normalmente en mejor situación que sus iguales que carecen de esta fuente de ingresos. En el plano nacional, el envío de dinero influye de manera significativa en la balanza de pagos y en la recepción de divisas extranjeras. Además, las ventajas documentadas de las remesas serían incluso mayores si se calcularan y se tuvieran en cuenta los grandes movimientos no registrados. Los medios de envío informales son el transporte de dinero en mano por parte de los emigrantes o sus familiares y amigos, así como las transferencias a través de agentes no controlados.

Ambas formas de transferencia de dinero han llenado el vacío dejado en muchos países por una infraestructura financiera inadecuada que afecta no sólo al flujo de las remesas y a sus canales, sino también a las opciones de uso e inversión de los fondos. Sin embargo, al explorar los vínculos reales y potenciales entre las remesas y el desarrollo, hallamos obstáculos que limitan posibles contribuciones mayores.

Tipo de migración y remesas

Mientras que el tamaño de los envíos depende de la interacción de muchas variables, la forma en que se dispone de ellos se adapta estrechamente a los objetivos que los individuos y las familias habían puesto inicialmente en la emigración. El tipo de migración influye de manera importante en el asunto de las remesas. Se supone que la migración por movilidad es más relevante que la de supervivencia.

Los emigrantes por movilidad no sólo ganan más, sino que es más probable que presenten unas características más elevadas de capital humano antes de emigrar y puedan aprovechar mejor las oportunidades para potenciar dichas características mientras están en el extranjero. Al mismo tiempo, sin embargo, también es probable que reciban más ofertas para quedarse en el extranjero, lo cual puede gradualmente reducir o aumentar las remesas. Las características del capital humano de cada emigrante, su situación legal y la corriente migratoria de la que forma parte influyen fuertemente en su éxito en la sociedad de acogida.

Este éxito –a menudo medido en función de los ingresos– puede impactar en la comunidad de envío si conduce a un flujo continuado de remesas. La propensión a remitir dinero y el uso que se dé a las remesas están fuertemente influidos por factores como las oportunidades de reagrupación familiar y asentamiento permanente en el extranjero. Es probable que dichas oportunidades reduzcan los envíos cuando se toma la decisión de radicarse en el extranjero.

Remesas y desarrollo

Las remesas son uno de los efectos sobre el desarrollo de la emigración. Sin embargo, los patrones de migración y envío de dinero no son reflejo claro uno de otro, y sus respectivos flujos no se corresponden estadísticamente. Se pueden producir distorsiones porque el valor de las remesas enviadas por los emigrantes internacionales supera con mucho al de las enviadas por los emigrantes intrarregionales o internos, aun cuando los internacionales son menos en número. Otra fuente de distorsión potencial es que a menudo los refugiados remiten o reciben el dinero en países vecinos, y no en sus países de origen.

Además, los niveles de envío difieren según los grupos de emigrantes y de acuerdo con la intención así como con la duración migratoria, entre otros factores. A lo largo de los últimos 25 años, las remesas se han convertido de hecho en un enorme mecanismo de “redistribución” de los países ricos a los pobres. La discusión no es si contribuyen a aliviar en parte los desequilibrios en las balanzas de pagos de los países exportadores de emigrantes, ni si contribuyen a la formación de capital y a la renta nacional per cápita de un país, sino si esta enorme redistribución produce en las sociedades exportadoras de emigrantes el aumento neto de desarrollo. No se puede negar que, como mínimo, las remesas amplían significativamente la capacidad del sistema bancario nacional, al aumentar el suministro de fondos que después pueden ser prestados para el desarrollo de infraestructuras y expansión de la producción.

Además, al estimular la demanda de dichos fondos, las remesas conducen a niveles crecientes de formación de capital. Ésta es sólo una percepción unidimensional de las remesas. Para apreciar cómo afectan a la estructura general del país que las recibe, debemos determinar si dichos fondos se usan o no productivamente y si afectan, y cómo, al nivel de vida de la familia del emigrante y a la distribución de las rentas en la comunidad. En primer lugar, las pautas de gasto dejan claro que a menudo los objetivos de los individuos y de la sociedad divergen. Los emigrantes usan su dinero de maneras esencialmente congruentes con los objetivos que los llevaron a emigrar. Lo estudios muestran que la inversión en vivienda y suelo absorbe normalmente tres cuartas partes de los fondos totales.

El resto suele destinarse a la compra de bienes de consumo, al pago de deudas y a otras actividades centradas en la familia. Normalmente, sólo una pequeña fracción del total se dedica a instrumentos financieros o a inversiones en actividades productivas como la compra de equipamiento agrícola y la financiación de actividades del sector de los servicios, pequeñas tiendas y gasolineras, furgonetas, camiones y taxis. Pero dicho comportamiento de gasto puede tener consecuencias sociales y económicas adversas, como la distorsión de los precios y la creación de un nuevo sistema de estratificación social entre los hogares que tienen trabajadores emigrantes y los que no. En segundo lugar, las inversiones en vivienda pueden distorsionar los mercados inmobiliarios locales. Si se hacen a gran escala, pueden inflar los salarios y los materiales en todo el sector de la construcción.

La construcción de viviendas presenta una compleja relación con los efectos multiplicadores: conduce a una elevada demanda de materiales de construcción, pero muchos de esos artículos hay que importarlos. Al mismo tiempo, aunque la construcción puede ofrecer una baja tasa de rentabilidad social, tiene un elevado efecto multiplicador y puede distorsionar los costes de mano de obra y de material. También puede aumentar las desigualdades económicas y sociales, ya que se produce una hiperinflación del mercado inmobiliario y la compra de terrenos queda muy por encima del alcance de muchos ciudadanos, lo cual podría incrementar las desigualdades de renta. En tercer lugar, la tendencia de los miembros de familias con emigrantes a comprar bienes de consumo puede conducir a un fuerte tirón de la demanda y, gradualmente, a una inflación de los costes en toda la estructura económica de un país.

En cuarto lugar, las remesas pueden conducir a una creciente demanda de importaciones de lujo. Mediante el efecto demostración, esto puede conducir a un comportamiento similar en los no emigrantes, y a cambios en la pauta de consumo que aumenten la demanda de reservas de divisas exteriores para importar bienes de lujo innecesarios. En quinto lugar, las remesas han estimulado un entorno de independencia, en el que el resto de los miembros de la unidad familiar dependen de ellas, lo cual afecta a la contribución marginal de la población activa. Por último, la concesión restrictiva de licencias para prestar servicios de transferencia de dinero limita el impacto potencial de las remesas en muchas áreas. Otras reglamentaciones y políticas crean entornos poco atractivos para la inversión y bloquean las mejoras de los servicios financieros, y pueden limitar el uso de las remesas para proyectos productivos.

Conclusión

En otras palabras, el uso de las remesas mejora ciertamente las condiciones de vida y a menudo incluso aumenta la situación social y económica de la unidad familiar de los emigrantes. Dicha mejora parece relacionada con la propensión de las familias a construir casas, establecer pequeños negocios, y comprar no sólo terrenos agrícolas de calidad, sino también maquinaria agrícola, semillas mejoradas, fertilizantes químicos, insecticidas y similares.

Para que estas opciones de inversión tengan un impacto acumulativo pronunciado, debe aumentar la productividad agrícola, crear empleo para los miembros no emigrantes de la familia y trabajadores contratados y, a la larga, contribuir significativamente a la transformación social y económica de las sociedades agrarias. Sin embargo, en varios países, las políticas y regulaciones financieras y monetarias han creado barreras al flujo de remesas y a su inversión eficaz.

Algunos gobiernos, reconociendo las valiosas contribuciones de las remesas, han facilitado las transacciones de divisas extranjeras o proporcionado incentivos a la inversión. La eliminación de los obstáculos –y la ampliación y adaptación de productos y servicios financieros adecuados, como opciones de inversión y de planes de ahorro– potenciaría los flujos de remesas y aumentaría el impacto de éstas sobre el desarrollo. Es necesario investigar mucho más sobre los flujos de remesas, los sistemas de transferencia de dinero, y las infraestructuras financieras relacionadas.