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Palestina

Alicia Chicharro
Profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales- Universidad Pública de Navarra
Palestina. De los Acuerdos de Oslo al apartheid.
José Abu- Tarbush e Isaías Barreñada
Catarata, Madrid, 2023 176 pág. 

La cuestión palestina está de nuevo de actualidad. La llama, siempre incandescente, del conflicto sin resolver más largo de la época moderna, se ha reavivado. Los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 han desencadenado una nueva operación de castigo colectivo por parte de Israel sobre la población de Gaza.  

Palestina. De los Acuerdos de Oslo al apartheid, de José Abu-Tarbush e Isaías Barreñada, desgrana el desarrollo de los acontecimientos y de las políticas israelíes en los territorios ocupados en estos últimos 30 años, calificando el actual sistema de apartheid. Aunque escrito antes del conflicto actual, la obra arroja luz sobre las causas del prolongado enfrentamiento, un problema que persistirá si atendemos a la lógica que nos muestra una resistencia palestina activa durante más de 75 años. Las negociaciones entre el Estado de Israel y la OLP, auspiciadas por Estados Unidos, supusieron un punto de inflexión en las relaciones entre israelíes y palestinos. El proceso comenzaba en una casilla de salida que apuntalaba la desigualdad de las dos partes: mientras la OLP reconocía el derecho a existir de Israel, las autoridades de este país se limitaban a considerar a la OLP como representante del pueblo palestino, sin aceptar su derecho de autodeterminación ni renunciar a los territorios ocupados en 1967. Sin embargo, de cara a la galería, ambos actores se comprometían a cooperar para poner fin al dilatado conflicto. La realidad que han vivido los palestinos demuestra el fracaso de Oslo, descartando la posibilidad de revitalizarlo, ya que ha desaparecido por completo la base material y territorial en la que apoyar la solución de los dos Estados.

La asimetría de poder entre las partes, la carencia de un principio rector y la mediación parcial de EEUU son algunas de las causas del descalabro de Oslo, aunque más determinante parece la falta de voluntad de Israel para acoger cualquier solución más allá de sus propios planes de apropiación del territorio palestino. Israel buscó mejorar su imagen internacional sentándose a negociar, pero nunca tuvo la intención de hacer factible la posibilidad de un Estado palestino. Los autores advierten de que el fracaso de Oslo no es una novedad que se desvele tres décadas después.  

De hecho, cada año que transcurría se constataba el carácter irrevertible que iba adoptando la política de ocupación colonial en la versión empleada por Israel: el colonialismo de asentamiento. Este incumplimiento flagrante del compromiso alcanzado y del principio fundamental del derecho Internacional pacta sunt servanda, no ha supuesto un descrédito de la potencia ocupante, amparada siempre por un apoyo cuasi ilimitado de las democracias liberales occidentales. Sobre el terreno, Israel ha continuado con la construcción de nuevos asentamientos coloniales en territorio palestino.

Abu-Tarbush y Barreñada recalcan el aumento de colonos tanto en Cisjordania, como en Jerusalén Este, lo que ha provocado la desconexión de ambos territorios que han quedado fragmentados por las barriadas coloniales, los destacamentos y bases militares, la construcción de un muro ilegal de separación, una red de carretas de uso exclusivo israelí y numerosos puestos de control. A su vez, los frecuentes bombardeos de la Franja de Gaza, sumados al bloqueo, dan como resultado una población atrapada sin posibilidad de crecimiento, creación de riqueza y desarrollo, pese a contar con recursos humanos capacitados y educados. En definitiva, la política israelí ha sido la de reforzar sistemáticamente los cimientos de la ocupación como si nunca fuera a ponerle fin.  

Con una mirada depurada, los autores ponen el foco en un paisaje de los territorios palestinos, retocado y refinado después de Oslo, que presenta una amalgama de guetos y bantustanes donde se concentra la población autóctona, sometida a un régimen que combina el colonialismo de asentamiento y el apartheid. Las restricciones y prohibiciones de movilidad de los palestinos en la actualidad son incomparablemente peores que hace 30 años. Verificado el retroceso en sus condiciones de vida, se impone una relectura crítica y honesta de la deriva de las políticas israelíes.  

Israel ha sabido alinearse con potencias que han dado cobertura a sus violaciones de la legalidad internacional, desde el apoyo británico con la Declaración Balfour, pasando por el patrocinio incondicional estadounidense, hasta las más actuales alianzas con los países árabes. Igualmente, una UE débil en el plano geoestratégico, además de asegurar la dinámica de sus relaciones comerciales, ha resultado el mejor aval para las regulares operaciones de castigo colectivo contra la población de Gaza, ya que la reconstrucción corre de cuenta de los europeos. Por todo ello, muy acertadamente los autores ponen de relieve que Israel no puede seguir siendo catalogada como una democracia por más tiempo y sugieren, como más pertinente, el término de etnocracia: un régimen de fachada democrática, en el que el grupo dominante que controla las estructuras de poder, se expande por el territorio en disputa y en el que los recursos, derechos y poderes se reconocen solo a un colectivo étnico/nacional –en este caso el constituido por los judíos–, negando la igualdad al resto de los habitantes originarios del territorio.  

El hecho de que las democracias liberales sostengan el régimen israelí, al no reconvenir ni sancionar sus políticas de forma creíble y efectiva, resta credibilidad a los Estados artífices del orden internacional basado en reglas. El apoyo, pero también la pasividad o neutralidad ante un régimen colonial que aplica políticas de apartheid, son expresiones de complicidad con la injusticia. Y la injusticia prevalece cada día que pasa sin que se decrete un alto el fuego, sin que se impongan sanciones –como a Rusia por la invasión de Ucrania–, o sin que se apueste por una resolución justa para ambas partes. Hoy más que nunca, “Never Again!” parece un eslogan vacío de contenido. La muerte de millones de personas como consecuencia de políticas criminales no ha servido para que no se repitan estas atrocidades, sino que se han utilizado para aprender prácticas monstruosas y aplicarlas en otro lugar del mundo, ante la pasividad de la comunidad internacional. 

Desde el ámbito académico, este libro contribuye a exponer una perspectiva crítica de la situación en Palestina, que no sigue la retórica de la mayoría de los medios oficiales occidentales. Su contribución a dar voz a las reivindicaciones de los protagonistas es, sin duda, su mayor fortaleza. Por ello, se trata de una obra de lectura imprescindible si se quieren entender algunos de los aspectos claves del conflicto.  

Alicia Chicharro, profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales- Universidad Pública de Navarra

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