Negociaciones UE-Turquía

La opinión del mundo de la cultura y los medios de comunicación sobre la relación UE-Turquía son tan importantes como el propio proceso de negociación.

Marc Pierini

La posible integración de Turquía en la Unión Europea (UE) tiene cuatro ejes fundamentales: las negociaciones para la adhesión, la naturaleza global de la relación UE-Turquía, las reformas en Turquía y la brecha existente entre las percepciones en ambos lados.

El proceso de negociación y las relaciones UE-Turquía

Por lo que respecta al primer punto, el proceso de negociación, tras las conclusiones del Consejo Europeo del 11 de diciembre de 2006, la situación es mucho clara: el proceso de negociación prosigue con 27 capítulos. De hecho, incluso a finales de diciembre, la UE decidió abrir un nuevo capítulo, “Política empresarial e industrial”. Ahora la Comisión espera recibir de Turquía su posición negociadora, para seguir adelante con la apertura. Asimismo, la Comisión seguirá presentando los informes de evaluación del resto de capítulos y, a partir de éstos, los Estados miembro decidirán si abrir o no más capítulos.

Sin embargo, hay que recordar que se han “congelado” ocho capítulos, que no podrán abrirse hasta que se haya aplicado el Protocolo de Ankara con respecto a todos los Estados miembro de la UE. En las actuales circunstancias, éstos coincidían en que no era adecuado iniciar negociaciones sobre capítulos en que Turquía no estaba en condiciones de cumplir el acervo comunitario. Así, a pesar de entender la decepción turca tras la decisión de diciembre, es fundamental darse cuenta de que se sigue trabajando y hay múltiples oportunidades de progresar. Nadie ha vetado la petición de adhesión de Turquía, mientras que Francia vetó al Reino Unido en dos ocasiones. Quienes comprendan la importancia de la relación UE-Turquía deben hacer todo lo posible para aprovechar esas oportunidades.

En ocasiones, las señales sobre la negociación son tan importantes como la propia negociación. El segundo punto fundamental es que la relación Turquía- UE es global. Pase lo que pase durante el proceso de negociación para la adhesión, esta relación seguirá siendo fundamental, y en ello coinciden ambas partes. De hecho, el interés mutuo, la interdependencia, son hoy más profundos que nunca. Turquía, como miembro de la OTAN y miembro fundador del Consejo de Europa, se consideró un aliado cercano durante la guerra fría. Hoy, cuando el mundo se encuentra frente a nuevas oportunidades, pero también frente a nuevas amenazas, Turquía es importante para Europa, por lo menos en cuatro aspectos:

– Contribuye al crecimiento económico y a una mayor prosperidad para todos mediante su economía dinámica y emergente y su joven mano de obra. Un ejemplo es el anuncio de la inversión de Vodafone y Renault en Turquía de más de 1.100 millones de euros. Decenas de miles de puestos de trabajo de la UE dependen del crecimiento económico de Turquía, al tiempo que la creación de empleo en Turquía depende en gran medida de su interdependencia, cada vez mayor, con la UE.

– Turquía es un socio fundamental para garantizar la seguridad de Europa, debido a su situación geoestratégica, ya sea como país de tránsito para los suministros energéticos procedentes de Asia central y Oriente Próximo o como Estado de primera línea para hacer frente al tráfico de drogas y de personas, el crimen internacional y la emigración ilegal. El diálogo UE-Turquía sobre la energía es cada vez más necesario, al tiempo que crece la colaboración en cuestiones sobre seguridad de baja intensidad.

– Los vínculos históricos de Turquía con algunas de las regiones con más problemas del mundo actual y su conocimiento sobre ellas aumentan la capacidad de la UE de participar en los esfuerzos para resolver los conflictos y garantizar la paz y la estabilidad en Oriente Próximo y el Cáucaso. La diplomacia turca desempeña un papel muy activo en Oriente Próximo y las fuerzas armadas turcas trabajan codo con codo con las fuerzas armadas de los Estados miembros de la UE en Líbano, Afganistán y los Balcanes.

– Como país secular, con una población mayoritariamente musulmana, puede ejercer una misión especial como puente entre el mundo islámico y Occidente, como lo refleja su papel en la Alianza de Civilizaciones. De todo esto se deduce que hay nuevas vías para el diálogo que deben promoverse, aprovechando las oportunidades de fomentar los intereses mutuos. Asimismo, la relación UE-Turquía contará con unos cimientos sólidos más allá de las negociaciones para la adhesión.

Las reformas internas

El tercer punto clave tiene que ver con las reformas en Turquía. Como ha señalado el comisario europeo para la Ampliación, Olli Rehn, y como reiteró el ministro de Asuntos Exteriores turco, Abdullah Gül, el 10 de enero, en Turquía las reformas las llevan a cabo los turcos por el bien del país. Como observadores, vemos claramente que la sociedad turca está transformándose profunda y rápidamente. Esos cambios de gran calado pueden generar tensiones en el seno de la sociedad. Esta situación no es nueva para la UE, es normal que se dé esta circunstancia en un proceso de modernización.

Las reformas internas en Turquía también contribuyen a las negociaciones para la adhesión, no solo porque ayudan poco a poco a ajustarse al acervo comunitario, sino porque contribuyen a proyectar una nueva imagen del país en el extranjero. Por consiguiente, desde el punto de vista de la UE, cuanto más rápido avancen y más profundas sean las reformas, mejor será para las negociaciones. Al gobierno turco le corresponde encontrar un equilibrio entre profundidad, velocidad y buena preparación.

En este punto, cabe recordar que el proceso de reformas turco cuenta con un gran apoyo por parte de la UE: en 2006, los programas de preadhesión gestionados por la Comisión han superado los 500 millones de euros al año en fondos de compromiso, y los préstamos aprobados por el Banco Europeo de Inversiones han ascendido a más de 2.000 millones de euros. El programa gestionado por la Comisión en Turquía es el mayor programa de país del mundo. Al frente está la mayor delegación para un solo país, constituida por un equipo de 123 personas.

Los programas financiados por la UE en Turquía tratan casi todos los sectores: infraestructuras, medio ambiente, reformas legislativas y económicas, creación de empresas, desarrollo económico, educación, sanidad, reforma del sistema jurídico, sociedad civil, cultura. Estos programas han crecido tan rápido (en solo seis años se han cuadruplicado los fondos de la Comisión) que en buena parte han pasado inadvertidos.

Percepciones mutuas

Sin embargo, nos enfrentamos a una amplia brecha entre las percepciones. Actualmente, en el seno de la UE, los aspectos estratégicos mencionados no se valoran lo suficiente, y puede que en Turquía no se tengan en cuenta en su justa medida las evoluciones de la UE, así como las dificultades históricas de esta organización, como el fracaso a la hora de adoptar una Constitución o la necesidad de reformas institucionales para permitir el funcionamiento adecuado de una Unión formada por 27 miembros.

¿Por qué es importante superar la brecha de percepciones? Porque está claro que, sin un amplio apoyo público, tanto por parte de Turquía como de la UE, la adhesión no será posible, aunque las negociaciones se hayan completado técnicamente. El apoyo público y el proceso técnico de negociación constituyen dos ingredientes complementarios de la misma relación. Imaginemos que, por ejemplo, en 2015, se hayan completado satisfactoriamente las negociaciones, pero, debido a los estereotipos todavía existentes sobre Turquía o a una visión populista de la ampliación de la UE, el referéndum en uno o dos Estados miembros diera un No por respuesta. Habríamos trabajado duro en vano. Recordemos un ejemplo: a finales del año pasado, algunos políticos de la UE declaraban que “en la Unión no había lugar para Turquía”, mientras un escritor turco recibía el Premio Nobel de Literatura.

Cualquiera que haya leído estas declaraciones políticas y el discurso de Orhan Pamuk en Estocolmo (titulado “La maleta de mi padre”) entenderá a qué me refiero cuando hablo de la brecha entre las percepciones. En este sentido, y dada la dificutad para cambiar las ideas, es necesario empezar cuanto antes. Hay que implicar a más actores por ambas partes, no solo los negociadores: en concreto, los académicos, los medios de comunicación, la gente del mundo de la cultura, la sociedad civil, que pueden aportar perspectivas diferentes y más amplias al debate sobre la incorporación de Turquía a la UE. La UE y Turquía necesitan entenderse mejor.

Debemos centrarnos en nuestra relación de conjunto, por encima de los asuntos concretos y los problemas temporales que colman los titulares de los medios de comunicación. Es vital que se reconozca en toda su dimensión la admirable fuerza y vitalidad de nuestra continua relación. La Delegación de la Comisión para Turquía realiza cada vez más actividades de carácter informativo y comunicativo, para que el debate sobre la UE en Turquía esté mejor fundado. La Comisión dispone de un centro de información en Estambul y tiene previsto abrir otro en Ankara. Habrá más iniciativas, especialmente con los medios de comunicación.

Hay otras oportunidades, en el ámbito de la cultura por ejemplo, un ingrediente fundamental en el camino hacia un mejor entendimiento mutuo: es el caso de la cita en Estambul, Capital Europea de la Cultura 2010, una gran oportunidad para representar a Turquía en toda su generosa diversidad. En conclusión, toda negociación pasa por altibajos, lo que constituye una realidad en la vida política. Estamos en un momento en que tanto la UE (en diciembre) como el gobierno turco (en enero) han reiterado enérgicamente que las negociaciones están en marcha. Debemos observar siempre la imagen global de la relación UE-Turquía, no solo la de los obstáculos de hoy.

La UE apoya sin reservas el proceso de reformas turco. Debemos hacer que esta realidad sea más manifiesta tanto para el público turco como para el de la Unión. En esta etapa del proceso de adhesión, los puntos de vista del mundo de la cultura y los medios de comunicación sobre la relación UE-Turquía son tan importantes como el propio proceso de negociación.