Mil y una iniciativas y manifestaciones en treinta siete países: teatro, música, danza, cine, encuentros, coloquios, etc., jalonan 2008, declarado Año europeo del Diálogo intercultural por el Parlamento europeo, y también, aunque nos olvidemos un poco de ello, Año internacional de las Lenguas, por decisión de la Asamblea general de Naciones Unidas en mayo de 2007.
¿Son dos hechos paralelos o una mera coincidencia? ¿El diálogo intercultural puede prescindir del conocimiento de la lengua del Otro? En 1845, el escritor Théophile Gautier, en el relato de su Voyage pittoresque en Algérie[1] (“Viaje pintoresco por Argelia”), escribía: «El francés, y sobre todo el parisino, no puede concebir que no se comprenda su lengua; da una orden cualquiera en este idioma a un indígena, el cual, naturalmente, adopta una expresión soñadora y estúpida, buscando en su cabeza lo que el rumí[2] le manda, y hace lo primero que se le ocurre como prueba de su buena voluntad. Entonces el francés sube el tono y repite la frase con voz de trueno, creyendo que se le entenderá mejor si grita como un sordo. El árabe, asombrado, se para y pone los ojos en blanco, con una mirada de interrogación. El europeo, furioso, hace una traducción libre de su discurso con el pie o con la mano. Los franceses no tenemos don de lenguas. Hay mucha gente establecida en África desde la conquista que todavía no sabe ni una palabra de árabe y que nunca jamás lo aprenderá. […] ¡Cuántos errores, cuántas faltas y cuántas traiciones se habrían evitado con el conocimiento de la lengua! Tanto en una parte como en la otra, muchos actos crueles no se habrían cometido si hubieran podido entenderse entre ellos». Por desgracia, un siglo después esta observación sigue estando de actualidad.
Hay que aunar todos los esfuerzos en vistas al éxito de la empresa, aunque se trate de un tema bastante poco relevante para los que se han dado en llamar grandes medios de comunicación y aunque su denominación sea un tanto ambigua. Con frecuencia lo intercultural se confunde con lo interreligioso, una problemática de la que ya hablamos en el número anterior de Quaderns de la Mediterrània, y así lo dan a entender los títulos de varios trabajos de este número. La problemática todavía está por resolver —muchos coloquios y trabajos se dedican a ello—, ya que es un tema muy difícil de dilucidar: ignorar la aportación de lo religioso a la cultura reduciría a esta última a la nada; pero convertir a lo religioso en la única inspiración de la cultura y el único motor del diálogo intercultural tampoco sería válido, sino que equivaldría a ignorar todo aquello que en la cultura no procede de la fe o de la creencia stricto sensu.
Los objetivos del diálogo no pueden ser más nobles y alentadores: combatir el racismo y la xenofobia, redescubrir las raíces y el patrimonio común, y desarrollar el sentimiento de una comunidad de destino. Todos los organismos de buena voluntad han sido invitados a manifestarse, y a impulsar, crear e intercambiar opiniones; entre ellos, por supuesto, la Comisión Europea y los Ministerios de Cultura, pero también la red de poderes locales y regionales, las asociaciones y fundaciones —como la Fundación Anna Lindh para el diálogo entre culturas y su red de organizaciones no gubernamentales, y la Biblioteca de Alejandría, donde la Fundación tiene su sede—, el Instituto Europeo del Mediterráneo, con sede en Barcelona, la Fundación del Laboratorio Mediterráneo de Nápoles y su Euromed Café —que pretende promover la comprensión mutua a través de la imagen y la música, y que organiza un concurso anual de cortometrajes sobre el tema «La Otra Mirada»—, así como las universidades, los institutos, las escuelas, etc.
El mes de mayo constituye un momento fuerte del año. La noche del día 22 es la del Diálogo euromediterráneo; en ella se dan cita el teatro, la música, la danza y el mimo (estas tres últimas actividades son las más fáciles de aprehender), así como la gastronomía y la buena mesa. Inmediatamente después, el día 23, el IEMed organiza en la capital catalana un encuentro de escritores e intelectuales a favor del diálogo euromediterráneo, cuyas contribuciones se ven reflejadas en este número. Durante ese mismo fin de semana, en el extremo meridional de Italia, en Bari, se celebra la Bienal de jóvenes creadores y artistas del Mediterráneo, en la que durante tres días unos mil participantes debaten, crean e intercambian puntos de vista sobre aquellos temas que les interesan o preocupan, entre los que cabe citar la movilidad de los artistas. La Bienal cuenta con la participación del FEMEC, Foro euromediterráneo de las culturas, cuya Asamblea general se celebra en esos días.
Todas estas manifestaciones tienen que culminar, a finales de mes, en la reunión de Atenas de ministros de Cultura euromediterráneos. Pero algunos ya apuntan que, con el aumento del número de los miembros de la Unión Europea, también aumenta la diversidad cultural europea, mientras que la de los Estados ribereños del Mediterráneo se mantiene más o menos estable. ¿Un letón puede entender a un marroquí, un portugués a un turco, o un griego a un alemán? Sí, se podría responder, ya que la proximidad no es en absoluto garantía de entendimiento, sino que más bien algunas veces produce desacuerdo, tal como muestran los múltiples ejemplos contenidos en la historia y la actualidad. En cualquier caso, es una lástima, como manifiestan numerosos responsables de asociaciones, que los ministros de Educación o de Enseñanza no puedan sumarse a sus homólogos de Cultura.
Cuando finalice el año habrá que hacer balance de todo este zafarrancho intercultural, esperando que al menos haya conseguido que se reduzcan los estereotipos y las ideas preconcebidas. Pero las dificultades seguirán siendo considerables si el esfuerzo baja, como un soufflé, cuando se acabe 2008. André Azoulay, consejero del rey de Marruecos, Mohammed VI, experto en relaciones internacionales y partidario de un acercamiento árabe-israelí, es, desde el 5 de marzo de 2008, presidente de la Fundación Anna Lindh para el diálogo entre culturas. El sábado 29 de marzo, desde las ondas de Radio France International, Azoulay rechazó vigorosamente la «malvada tesis» del «choque de civilizaciones», a la que calificó de «clara impostura», y respecto a la que la comunidad internacional se mostrado, en su opinión, muy pasiva. Azoulay tiene la intención de impulsar lo máximo posible «el diálogo de civilizaciones».
Pero todavía falta saber en qué lengua se habla. Y en este campo, la batalla, no por ser más discreta, es menos dolorosa. Se habla de «lenguas dominantes» y «lenguas dominadas».[3] Hablamos de una «neolengua» empobrecida y empobrecedora creada por el liberalismo económico a la buena de Dios, que sustituye la «relación de fuerza» por la «relación de sentido».[4] Por otro lado, no sólo hay que hablar la misma lengua, sino también el mismo lenguaje, ya que de otro modo el tema podría ser objeto de una u otra designación.
En cualquier caso, si hay lugares en los que se considere que el diálogo intercultural puede entablarse plenamente, está claro que son las Ferias del Libro. ¿Acaso no resultan el lugar ideal para que se reúnan escritores, lectores, editores y todos aquellos apasionados por el pensamiento y el conocimiento, y por su literatura nacional o por la extranjera? ¿No son los lugares en los que la apertura al Otro debería poder hacerse lo más fácilmente posible? ¿La política acaba sembrando la confusión, o acaso es la cultura la que no sabe imponerse a política? Invitada a la Feria Internacional del Libro de Francfort, celebrada del 10 al 14 de octubre de 2007, la «cultura catalana» sembró cizaña en España; invitado de honor de la XXVIII Feria del Libro de París, del 14 al 19 de marzo de 2008, Israel sembró cizaña en Francia, y provocó el boicot de la manifestación por parte de varios países y autores árabes, palestinos e israelíes; también invitado de honor de la XXI Feria del Libro de Turín que se celebra del 8 al 12 de mayo, Israel ha desatado las mismas polémicas, a pesar de las exhortaciones del jefe del Estado italiano, Giorgio Napolitano, quien ha querido subrayar «el mensaje de paz y tolerancia» que es «el deber de la cultura y la literatura». Podríamos seguir citando infinidad de ejemplos de las crispaciones que ha provocado la discordia entre israelíes y palestinos. Dichas crispaciones durarán tanto tiempo como dure el conflicto.
El Mediterráneo nos reserva, sin embargo, felices encuentros y agradables sorpresas, como el XIV «Magreb de los Libros», organizado cada año por la asociación Coup de Soleil y que se celebró en un ambiente muy cordial los días 23 y 24 de febrero en París, o la deliciosa obra de Julie Sibony, Méditerranée, un an de route et d’échanges[5](“El Mediterráneo, un año de carretera e intercambios”) muestra que, así como el movimiento se demuestra andando, el diálogo intercultural se demuestra viajando y dialogando. Tras partir en agosto de 2004 en compañía de una amiga por los caminos del Mediterráneo, las dos jóvenes tardaron un año en rodearlo en una pequeña camioneta verde (sin tener ni una sola avería). Y a lo largo del camino fueron cambiando objetos a merced de sus encuentros, haciéndolos pasar de mano en mano y de país en país. «Proponíamos a la gente que nos dieran algo que, para ellos, representara el Mediterráneo, bien fuera por su historia, su uso, su procedencia, su textura o su poder de sugestión, sin tener nunca en cuenta su valor comercial de ninguna clase. Salimos de París con una planta de olivo, y en Gibraltar la cambiamos por un primer objeto, que más adelante, a su vez, cambiamos por un segundo, y así sucesivamente, hasta formar, al cabo de un año, una cadena de 85 trueques: 85 encuentros y otras tantas miradas al Mediterráneo». Además de este libro ilustrado, ambas han producido una película, fotos, recuerdos y amistades en cadena. Con este hermoso ejemplo de intercambio y diálogo intercultural entran ganas de gritar: «¡Partamos todos en una camioneta verde por los caminos del Mediterráneo!».
Notas
[1] Editado en francés con introducción y notas de Madeleine Cottin, Librairie Droz, Ginebra-París, 1973.
[2] Rumí (romano): nombre que utilizan los musulmanes para designar a un cristiano o a un europeo.
[3] Título de una obra publicada bajo la dirección de Laurence Villard y Nicolas Badar por las Universidades de Rouen y de El Havre, Francia, 2008.
[4] Dany-Robert Dufour: Le Divin marché: la révolution culturelle libérale. París, Denoël. 2007.
[5] Editado en francés por Éditions Transboréal, París, 2007 y http://www.terre-mediterranee.net