Mañana del viernes 31 de octubre de 2008; vestíbulo del Palacio de Congresos de Marsella, en Francia, en medio del parque Chanot; algarabía de idas y venidas de unos doscientos cincuenta participantes en el Foro Civil Euromed 2008, que va a inaugurarse con el tema «Circular y vivir juntos en el espacio Euromed», y que se prolongará hasta el 2 de noviembre. Nos cruzamos con numerosos «mediterraneístas» convencidos, de los de toda la vida. Pero al mismo tiempo lamentamos la presencia demasiado escasa de jóvenes procedentes del sur y el este del Mediterráneo.
Este Foro Civil se celebraba por segunda vez en Marsella, justo antes de la reunión en esta misma ciudad de los cuarenta y cuatro ministros de Asuntos Exteriores del «Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo», que tendría lugar los días 3 y 4 de noviembre. El primero se celebró, hace ya trece años, en la capital catalana, del 29 de noviembre al 1 de diciembre de 1995, justo después de la conferencia de los ministros de Asuntos Exteriores que había impulsado el Proceso euromediterráneo. Entonces reunió a más de mil doscientos participantes y en su transcurso se decidió, entre otras cosas, que el encuentro se celebraría cada dos años, en el norte y en el sur del Mediterráneo alternativamente. El segundo encuentro debía tener lugar en Túnez, pero ante el veto del gobierno sirio a que árabes e israelíes se sentaran juntos en suelo árabe, se celebró en Malta. Habría que esperar hasta 2006 para que una ciudad del sur, Marrakech, en Marruecos, acogiera la reunión.
En 2008, Año europeo del diálogo intercultural y Año euromediterráneo del diálogo entre culturas, se constituyeron seis talleres para debatir los siguientes temas: cultura, juventud y educación, derechos humanos, medio ambiente, mujeres de ambas orillas y cuestiones socioeconómicas. Aquí nos interesan dos talleres en especial: el de cultura, a menudo pariente pobre de estos encuentros, y el de juventud y educación. El tema de reflexión del primero era «La representación recíproca»; el del segundo, «¿Qué postura adoptar en el seno del partenariado euromediterráneo?» (formulación, a nuestro parecer, un tanto extraña). Es necesario constatar que hoy día, además de la familia y la escuela, la representación recíproca pasa por los medios de comunicación llamados de masas —prensa escrita, radio, televisión, así como otro nuevo y poderoso medio, Internet— antes que por los libros. ¿Un ensayo pertinente, con una tirada de algunos miles de ejemplares, e incluso de algunas decenas de miles de ejemplares, puede luchar eficazmente contra la difusión de una imagen rencorosa, e incluso simplemente errónea, ante varios millones de telespectadores, y contra la impresión duradera que dicha imagen deja en sus espíritus?
El párrafo del proyecto de declaración final dedicado al problema, formulado de manera muy modesta, apenas refleja la riqueza de los debates: «Pedimos apoyo, protección y ayuda para los medios de comunicación independientes y alternativos, en el marco de un nuevo dispositivo regional que hay que crear. Hoy día […] se ponen trabas a la movilidad de los hombres y las mujeres, mientras que las imágenes deformadas y sesgadas circulan libremente. Ahora bien, gracias a los medios de comunicación alternativos y a sus redes, los mediterráneos, en su pluralidad cultural, tendrán la posibilidad de producir sus propias imágenes y escritos.»
En lo que respecta a la juventud, el Foro pide que «todos los países del Partenariado euromediterráneo pongan en marcha una política educativa y de lucha contra las discriminaciones, el sexismo, la xenofobia y el racismo», y que las políticas impulsadas en el marco de dicho Partenariado «integren, en particular, la movilidad de la juventud, un elemento destinado a reforzar por su propia naturaleza, y conforme a los Objetivos del Milenio[1] para el desarrollo, los sistemas educativos que todos deben aprovechar».
Con motivo de un viaje a Beirut para asistir a la Feria del libro francófona que se celebró en dicha ciudad, del 24 de octubre al 2 de noviembre de 2008, tras dos años de interrupción, pudimos comprobar que los chicos jóvenes —e incluso los niños— prefieren circular por la ciudad empuñando un arma de plástico que llevando un libro en la mano; extraña manera de considerar «que esta región del mundo sólo podrá conocer la estabilidad y la democracia si se mantiene la paz», tal como se vuelve a enunciar en las conclusiones del Foro de Marsella, siguiendo las de otros encuentros anteriores. Otra ciudad, otra Feria del libro: la de Argel, a partir del 27 de octubre de 2008, con no pocas obras. Pero las enviadas por las editoriales francófonas están fuera del alcance de los bolsillos argelinos; los únicos libros baratos son los de carácter religioso de los editores saudíes, egipcios y libaneses.
Pero ¡albricias!, en otoño de 2008 hubo un motivo literario para alegrarse. El francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, el escritor del «exilio y la fraternidad», como lo presentó el diario Le Monde, obtuvo a principios de octubre el premio Nobel de literatura.[2] El último francés de lengua francesa que lo había recibido era Claude Simon, en 1985, y en 2000 se lo concedieron al francés de lengua china, Gao Xingjian. Aunque varios escritores de Grecia, Italia, Portugal y España se han visto galardonados con este premio, hasta el día de hoy sólo se le ha concedido a un escritor perteneciente al mundo árabe: el egipcio Naguib Mahfuz, en 1988. Entre otros escritores árabes, Adonis, un poeta sirio-libanés, merecería dicha recompensa.
Otra razón, esta vez más política, para regocijarse fue el nombramiento, por parte de los ministros reunidos en Marsella, de Barcelona como sede del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo, después de la retirada de la candidatura de Túnez y de unas prolongadas deliberaciones. No faltan maliciosos que se preguntan si había que discutir tanto para llegar a esta conclusión.
Pero el Foro Civil Euromed de Marsella también ha señalado de una manera aguda y punzante todo el camino que a los mediterráneos les falta por recorrer para convertir su mar en un lugar de intercambios intelectuales amistosos. Andreu Claret, que dirigió el IEMed de 2002 a 2005, antes de convertirse en mayo de 2008 en director ejecutivo de la Fundación Anna Lindh con sede en Alejandría, tuvo la idea de celebrar una videoconferencia entre los participantes del Foro y los representantes, casi todos ellos muy jóvenes, de la sociedad civil de Gaza, a los cuales les era imposible acudir a Marsella. Sólo de este modo pudieron participar. Únicamente seis israelíes, entre los que había tres árabes de Jerusalén, habían podido desplazarse a Francia. El encuentro en la pantalla sirvió para ilustrar de una manera muy triste el tema de la movilidad y la situación de numerosos ciudadanos mediterráneos que, a pesar de desearlo, no habían podido desplazarse y se hallaban ausentes por habérseles negado el visado de entrada a Francia, o a cualquier otro país de la Unión Europea. También se pusieron de manifiesto otros casos, como el del profesor, crítico y traductor sirio Hassan Abbas, ausente porque las autoridades de su propio país le prohibieron la salida cuando ya había facturado su equipaje en el aeropuerto de Damasco. Estos intercambios a distancia mostraron el camino que aún queda por recorrer antes de que los seres humanos puedan atravesar las fronteras con tanta facilidad como el dinero y las mercancías.
Notas
[1] Declaración firmada en 2000, y que contiene ocho objetivos que los Estados miembros de la ONU convinieron en alcanzar desde el momento de la firma hasta 2015.
[2] Este autor ha publicado, desde 1963 hasta 2008, unas cuarenta obras, prácticamente todas en Éditions Gallimard, París.