Literatura árabe y musulmana en Gran Bretaña
Hoy en día, los escritores musulmanes enfocan el islam de forma más sutil, aunque se muestran críticos con las prácticas y el crecimiento de la religión.
Claire Chambers
Desde 1855, tanto los musulmanes árabes ortodoxos como los no practicantes han creado una obra artística fascinante, politizada y de alta calidad. Su objetivo, entre otros, es describir las preocupaciones de los miembros del grupo religioso transnacional (ummah) que residen en Gran Bretaña. Mi investigación indica que, especialmente en los años posteriores a los disturbios en el Norte de Inglaterra en 2001, los atentados contra Estados Unidos ese mismo año y el inicio de la llamada “guerra contra el terrorismo”, la literatura, el cine y los medios de comunicación británicos se preocupan cada vez más por el islam. En la ficción al menos, las estrategias para representar a las comunidades musulmanas empiezan a sufrir importantes cambios. Tras el punto de inflexión que supuso el asunto de Salman Rushdie, que se aceleró con el estallido de guerras de dudosa legalidad a principios del siglo XXI, el aumento de la islamofobia, la Primavera/Invierno Árabe y la crisis de los refugiados, cada vez más escritores representan a las comunidades específicas de musulmanes británicos de una forma más matizada de lo que habían hecho antes. Algunos autores no musulmanes como Martin Amis, John Updike e Ian McEwan se centran en la figura del terrorista. Los escritores musulmanes árabes tienden a enfocar el islam de manera más sutil, aunque a menudo siguen mostrándose muy críticos con las prácticas y el crecimiento de la religión. Novelistas como Leila Abulela y Robin Yassin-Kassab rechazan los intentos de limitar el islam a una identidad exclusiva y singular por considerarlos distorsiones de la historia pluralista de la religión.
La comunidad del Sur de Asia constituye la población inmigrante musulmana más importante y más reconocible en Gran Bretaña. Sin embargo, los árabes, especialmente los yemeníes, también llegaron en un número relativamente elevado desde finales del siglo XIX. En 2002, Caroline Nagel calculaba que había 200.000 árabes en el país, la mayoría de ellos iraquíes, libaneses, egipcios y marroquíes. Hacia 2011, cuando el censo británico incluyó “árabe” como categoría étnica por primera vez, su número había aumentado hasta los 230.600. Esto convierte a los árabes en una de las comunidades más grandes de fuera de la Commonwealth que viven hoy en día en Gran Bretaña.
Desde que se descubrió que los terroristas de Londres de 2005 (ninguno de ellos de origen árabe) se educaron en Gran Bretaña, algunos analistas culturales como David Goodhart y Trevor Phillips han sostenido que el multiculturalismo es el culpable del aislamiento, de la falta de cohesión comunitaria e, incluso, del terrorismo. Sin embargo, coincido con Tariq Modood, quien mantiene justo lo contrario: es decir, que si Gran Bretaña quiere inculcar a su población un auténtico sentimiento de ciudadanía (y necesariamente diverso), se necesita más multiculturalismo y no menos.
La literatura desempeña un papel significativo en este proyecto multicultural. Como señalan Gerrit-Jan Berendse y Mark Williams, las representaciones culturales son fundamentales para el proceso de “concebir una realidad modificada” en nuestro orden político cambiante posterior a la guerra fría y a la Primavera Árabe. Teniendo en cuenta este carácter fundamental, es importante darse cuenta de que las representaciones literarias de los musulmanes árabes británicos tienen una larga historia. En mi libro Britain Through Muslim Eyes: Literary Representations, 1780-1988, sostengo que la obra académica sobre la literatura musulmana británica da por sentado demasiado a menudo que esta literatura es contemporánea, en líneas generales posterior al 11-S y que es un fenómeno anglófono.
Ahmad Faris al Shidyaq (1805-87) era un escritor, traductor e intelectual público árabe libanés que viajó mucho. De origen cristiano maronita, se convirtió al islam en la década de 1850. Al Shidyaq pasó varios años en distintas ciudades y pueblos británicos y, en septiembre de 1851, se convirtió en ciudadano británico. El cuarto y último volumen de Al Saq ala al Saq (en inglés Leg Over Leg), publicado en 1855, es un divertido libro lleno de digresiones, que contiene un relato cómico y semiautobiográfico de las épocas que el autor pasó en Inglaterra y París. Leg Over Leg, que puede leerse en inglés desde 2014, demuestra que pocos escritores tienen la extrema desfachatez que se aprecia en la batalla verbal subida de tono entre Fariyaq y Fariyaqiya, los protagonistas de Al-Shidyaq.
El autor egipcio Yahya Hakki escribió su novela corta Qindil Umm Hashim(en inglés The Lamp of Umm Hashim) durante la Segunda Guerra mundial. En su texto, Ismail deja a Fátima, su novia no oficial, para estudiar oftalmología en una ciudad sin nombre de Inglaterra. Fátima sufre una infección ocular degenerativa. Al regresar a Egipto, Ismail, al que sus estudios científicos y su relación con Mary, una mujer británica serena y sensata, han cambiado, se horroriza porque su madre está tratando los ojos de Fátima con un aceite aparentemente sagrado de la lámpara del santo Umm Hashim. Ismail, enfurecido por esta “superstición”, destruye la venerada lámpara. Después de casi ser linchado por su acto iconoclasta, Ismail usa la medicina occidental para tratar los ojos de Fátima, pero siguen empeorando. El 27º día del Ramadán, Ismail tiene una visión representando una luz en un cuadrado. A partir de esto, desarrolla una práctica adaptada al contexto de “ciencia y medicina […] [con] el apoyo de la fe”. La extendida metáfora de Haqqi sobre la luz y la oscuridad, y la visión y la ceguera, se explica mediante el pensamiento espiritual islámico. La fe se yuxtapone a la razón, pero solo la fe está totalmente respaldada por la luz de Dios.
Ningún análisis de la literatura musulmana árabe en Gran Bretaña sería completo sin hablar de Mawsim alhijra ila al-shamal o en inglés Season of Migration to the North, de 1966, la revolucionaria novela en árabe de Tayeb Salih. En este texto trascendental y muy estudiado, Salih describe el desplazamiento cultural que sufren dos campesinos musulmanes sudaneses durante sus estancias educativas en Gran Bretaña y su respectivo regreso a África. Al igual que la novela corta de Haqqi, esta se centra en la vuelta a casa del hombre árabe con estudios. Salih utiliza el manido tropo de la historia de amor entre un musulmán y una mujer europea, lo junta con la figura de lo que Sumita Mukherjee llama emigrante “retornado de Inglaterra”, y lo convierte de paso en el peor escenario de pasión, violencia y locura. Como demuestra Frantz Fanon de forma tan convincente en Los condenados de la tierra, el colonizador es quien “lleva la violencia a la mente del nativo”. Las acciones de Mustafá, el personaje principal, son sadomasoquistas porque ha sido persuadido por el imperialismo cultural, económico y político respaldado por una ideología racista, y todas ellas son unas fuerzas extremadamente violentas.
A continuación, la escritora Ahdaf Sueif, nacida en El Cairo y residente en Londres, publicó su colección de ocho historias, Aisha, en 1983. Las influencias transculturales de las dos vidas de Sueif en Gran Bretaña y Egipto se aprecian claramente en el libro y en el conjunto de su obra de ficción en inglés. Al igual que la mayoría de los escritores aquí mencionados, es difícil definirla como una escritora que describe Gran Bretaña, ya que su obra rechaza circunscribirse a las fronteras nacionales. Sus obras de ficción, publicadas entre 1983 y 1999, entre las que se incluyen las novelas In the Eye of the Sun (1992) y El mapa del amor (1999), explora los encuentros culturales y sexuales entre británicos y árabes. Las intervenciones políticas de Sueif a través de sus obras de no ficción (incluida la reciente Cairo: My City, Our Revolution) y la creación de un festival literario palestino, Palfest, también han tenido gran influencia.
Rushdie, punto de inflexión
Fue el asunto Rushdie, en mi opinión, más que el 11-S, el que marcó un punto de inflexión en las percepciones de los musulmanes y por parte de los musulmanes en Gran Bretaña. Por tanto, hablaré brevemente de Los versos satánicos (1988), la controvertida novela del británico de origen asiático, y del fragor intelectual que provocó el asunto de Rushdie a partir de 1989. La novela trata de la inmigración india, en su mayoría musulmana, a Reino Unido, del Londres multicultural, y de la pérdida de la fe religiosa. Hay una parte claramente intangible en la que el personaje de Gibreel, que es un psicótico, sueña con alguien llamado “Mahund”, que es un término oriental ofensivo para referirse al profeta Mahoma. Es difícil decir si lo hace el propio Rushdie, o Gibreel, o su enfermedad, pero se describe a Mahund como un libertino pedófilo y un empresario despiadado. Existen insinuaciones, basadas en el mito de Los Versos Satánicos, que ha sido muy rebatido, de que hay partes del Corán que fueron dictadas por el diablo y que unas prostitutas se hacían pasar por las mujeres reales de Mahoma.
Dichas descripciones ofendieron mucho a numerosos musulmanes, especialmente a los del subcontinente, donde existe una enorme veneración por el profeta. Los propios Versos satánicos, así como el famoso asunto con el que se relacionan, marcaron un hito, y según Talal Asad se ha usado “como una vara para golpear a los inmigrantes”. El asunto ensombreció considerablemente la posterior producción literaria y las percepciones de los musulmanes por parte de los no musulmanes. Desde mediados de los años noventa hasta mediados de la década de 2000, algunos escritores como Hanif Kureishi (El álbum negro), Zadie Smith (Dientes blancos), Martin Amis (El segundo avión), Ian McEwan (Sábado), John Updike (Terrorista) y Sebastian Faulks (A Week in December), describieron el islam de forma más bien reduccionista y, por lo general, como un indicador de fundamentalismo o terrorismo.
Sin embargo, autores como Leila Abulela, Fadia Faqir y Robin Yassin-Kassab están respondiendo a estos estereotipos. La ficción de Abulela se centra excepcionalmente en los periplos de los protagonistas hacia la religión, más que en su alejamiento de ella. Su primera novela, La traductora (1999), ambientada en Aberdeen y en Jartum, es una historia de amor entre una traductora sudanesa, Sammar, y la persona para la que trabaja, el profesor escocés Rae Isles. Abulela ha descrito el libro como la Jane Eyremusulmana porque gira en torno al dilema de Sammar, que no se puede casar con Rae hasta que este no se convierta al islam. Su siguiente novela, Minarete (2004,) sigue la trayectoria decadente de Najwa, su protagonista occidentalizada, desde su posición privilegiada como hija de un ministro sudanés hasta su exilio como criada de una familia árabe en Londres, cuando un golpe de Estado desbanca a su padre del poder. Durante este recorrido, el desarrollo de sus creencias religiosas sostiene a Najwa y la consuela de sus pérdidas. Para los personajes de Abulela, el islam es un código apolítico de comportamiento ético y una seña de identidad fundamental en el fragmentario mundo de la emigración, el asilo y la desintegración familiar.
La novela de 2007 Mi nombre es Salma, por la cual es más conocida la autora británica de origen jordano Fadia Faqir, también trata de la emigración árabe a Gran Bretaña. Su protagonista, la mujer beduina Salma, solicita asilo en Reino Unido porque ha tenido un hijo fuera del matrimonio, y su hermano y los habitantes de su pueblo le “pegarán un tiro entre los ojos” si dan con ella. Sin embargo, tiene dificultades para encontrar las palabras adecuadas para entenderse con el agente de inmigración que la recibe al llegar a Gran Bretaña. Este se impacienta cuando ella le informa de que quiere ir donde “el río se encuentra con el mar”, en vez de Exeter. En este inquietante encuentro, queda claro que la búsqueda de asilo tiene algo de representación, que en sí, como dice Judith Butler, no supone ni “improvisación, ni presentación teatral de uno mismo […] [sino] una repetición constante y obligada de normas”. Evidentemente, una persona no nace siendo un refugiado, sino que se convierte en uno.
En su primera y aclamada novela The Road from Damascus (2008), el novelista británico de origen sirio Robin Yassin-Kassab sigue un escrupuloso camino intermedio entre la descripción condenatoria de Rushdie del islam basado en las normas y estrecho de miras, y la celebración de la religión como medio para crear una identidad de Abulela. The Road from Damascus es una novela sobre ideas y, como tal, sus personajes musulmanes tienen visiones del islam diferentes y a veces opuestas. Por ejemplo, la decisión de Muntaha de llevar el simbólico hiyab pone a prueba las convicciones laicas de Sami. Como muchas mujeres musulmanas, luce esta prenda en contra de los deseos de su marido. Asimismo, se insinúa que el binomio entre narrativa y religión, elaborado en una charla del escritor Rashid Iqbal, es falso. Los paralelismos entre este personaje de ficción indio- británico y Rushdie se ponen de manifiesto por el hecho de que es un “posmodernista y un polemista”, y es autor de varios libros que parecen sospechosamente anti-islámicos. El musulmán converso responde furiosamente a la charla de Iqbal mencionando “la mezcla colorida que era la España islámica. […] El crisol greco, judío, indio y persa del Bagdad medieval. […] El sincretismo y las visiones sufíes, y los diarios de viaje musulmanes”. Básicamente, la novela señala que el islam, lejos de oponerse a las narraciones como afirma Iqbal, en realidad está repleto de ellas.
Conclusión
Las representaciones literarias de la controvertida categoría de “musulmán británico” han sufrido cambios sustanciales desde la publicación del libro Leg Over Leg de Ahmad Faris al-Shidyaq en 1855. Los primeros textos, como los de Haqqi, Salih y Sueif, se preocupaban más por los efectos que tenía una estancia en Gran Bretaña una vez que los personajes regresaban a su país natal, y no les interesaba tanto Gran Bretaña en sí. El punto de inflexión que supuso la publicación de Los versos satánicos y sus consecuencias políticas causó preocupación entre los no musulmanes debido al estereotipo del islamista en los años noventa y 2000. Sin embargo, más o menos a lo largo de las dos últimas décadas, los escritores musulmanes han analizado el islam en Reino Unido sin obviar los problemas sociales que ha acrecentado, pero manteniendo un juicio matizado de la naturaleza polifacética de la comunidad musulmana británica.