La política energética de los países del Magreb

Argelia y Libia, “países rentistas”, acumulan más del 64% de la riqueza de la región, más del 87% de las reservas de petróleo y más del 71% de las de gas.

Nouri Fethi Zouhair

Sin duda, la Unión del Magreb Árabe (UMA) es, en primer lugar, una unión política. También lo es económica y, especialmente, energética. En efecto, si la colonización fue un vector de unión entre los pueblos del Magreb, actualmente la energía debería acercarlos incluso más. La cuestión es saber si ha llegado la hora de integrar el mercado de la energía y de intensificar la cooperación en este campo, con el fin de garantizar el suministro a todos los países de la región y aligerar la carga de los que no poseen recursos suficientes. Desde los años cincuenta, los dirigentes magrebíes han tomado conciencia de la importancia de la energía como motor de crecimiento y palanca de integración regional, y no han dejado de reforzar y consolidar su cooperación, beneficiosa y real en este ámbito, aunque sea tímida. Esta cooperación se ha concretado esencialmente en el intercambio bilateral de electricidad; la primera interconexión eléctrica regional tuvo lugar en 1952, entre Túnez y Argelia.

Desde entonces, se han sucedido otras actuaciones diversas e intentos de integración, entre ellos, el Reglamento Magrebí de la Energía que elaboraron en Marraquech, en marzo de 2007, los expertos magrebíes responsables de la planificación general y del control de la energía. Esta labor adquirió dimensión oficial con la apertura en Argel de la XVIIIª sesión del Consejo de ministros de Energía de la UMA (julio de 2008). Durante esta asamblea, se presentaron propuestas para pasar de los mercados nacionales al mercado regional, aumentando el volumen de intercambios entre los países y compartiendo los recursos energéticos (todavía están en la etapa de la electricidad y del derecho de tránsito). En la actualidad, el sector de la electricidad experimenta una evolución interesante.

Pero, desgraciadamente, todavía no nos hallamos en la fase de garantizar el suministro de productos derivados del petróleo. Y lo que es peor, a veces se cambian los itinerarios para que el gas magrebí se transporte directamente a Europa, privando a algunos vecinos de un canon importante. Existe una voluntad política de coordinar las políticas energéticas, pero la historia siempre ha demostrado que los proyectos surgidos de las reuniones regionales se ejecutan con lentitud. Al final, los resultados siguen siendo moderados, con gran perjuicio para los agentes económicos magrebíes.

Situación energética del Magreb

Antes de hacer balance de las relaciones y de los proyectos de integración regional en el ámbito de la energía, presentamos la situación energética en el Magreb, poniendo de relieve las características de cada uno de los países que lo integran y las posibles oportunidades de cooperación.

– Distribución de los recursos

En todas las fases de la cadena energética, los países del Magreb viven situaciones energéticas diferentes y variables, incluso opuestas, que se ponen de manifiesto esencialmente por: la abundancia o la escasez, y la desigual dotación de recursos; la considerable diferencia entre los niveles de consumo y de intensidad energética; el sistema energético, muy arraigado en algunos países y en estado embrionario en otros; el diferente peso de los ingresos y de la factura energética en la economía; y el avance de algunos países y el retraso de otros en cuanto a política de control de la energía. Por otro lado, en vista de la difícil adecuación de la oferta, la regulación de la demanda reviste un carácter altamente estratégico para el futuro. Sin embargo, hay que relativizar esta visión, ya que se aprecian esfuerzos de todos los dirigentes magrebíes por remediar esta situación, al tiempo que se repite constantemente que el “no Magreb” le cuesta entre un 1% y un 2% del PIB a cada nación. Por otra parte, si se quiere comprobar realmente la situación energética, merece la pena señalar todas estas diferencias para hacerse una idea del panorama general de la región. Una interpretación meticulosa exigiría considerar la configuración geológica, económica y política de la zona.

– La oferta

Los geólogos saben en general que tanto el suelo como el subsuelo del Magreb rebosan de riquezas energéticas y mineras que sitúan a la región entre las más ricas del mundo en recursos fósiles. Las reservas de hidrocarburos se evalúan en más de 7.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Tep) y alrededor de seis billones de metros cúbicos de gas natural, lo que representa el 3% y el 3,3% de las reservas mundiales, respectivamente. No obstante, algunos países son más ricos que otros en energías fósiles. Los “países rentistas”, Argelia y Libia, acumulan más del 64% de la riqueza de la región. También más del 87% de las reservas de petróleo y más del 71% de las de gas de la zona mediterránea. En este sentido, desempeñan un papel dominante y son los proveedores ineludibles de energía para la orilla septentrional del Mediterráneo.

El segundo grupo de países, Marruecos y Mauritania, padecen escasez de recursos. Son los “parientes pobres”, geológicamente hablando. Túnez, por su parte, se aprovecha de una situación intermedia que, ciertamente, le ayuda a garantizar su desarrollo con menos dificultades, pero también con menos desahogo que los demás países de la región. Por otra parte, es interesante tener en cuenta que el origen de esta riqueza no sólo está en la suerte. Cientos de empresas petrolíferas se han esforzado sin descanso en la exploración y en la investigación de la región. Durante el periodo 1950-2007, han perforado más de 4.400 pozos. Los descubrimientos más importantes tuvieron lugar durante el periodo 1950-1980.

La tendencia ha cambiado durante las dos últimas décadas, en la línea bajista mundial de las detecciones, a excepción de Argelia y Libia, donde se siguen anunciando nuevos hallazgos. La relación entre reservas y descubrimientos muestra que, al ritmo de producción actual, Libia y Argelia pueden vivir mucho tiempo de las rentas del petróleo. Disponen de casi 39 y 43 años de reservas. La situación de Túnez ha mejorado claramente gracias a los últimos hallazgos y a su éxito en la política de control de la energía. Por otra parte, hay que anotar un punto positivo en el haber de los dirigentes magrebíes, que han cooperado en los campos de la investigación y de la exploración. En efecto, los países del Magreb han iniciado varios proyectos de cooperación. Joint Oil, empresa libiotunecina creada en 1988, ya está en su segundo programa de exploración. En 2002, Argelia y Túnez crearon Nyhmud, más activa que la primera, que ha obtenido tres permisos de investigación en las aguas tunecinas y en territorio argelino. Se está a la espera de los resultados de un primer pozo en fase de perforación.

– La demanda

El aumento de la demanda de energía en el Magreb es un problema crucial para la región y especialmente para los países carentes de recursos. Esta demanda se acelera bajo el efecto de un doble crecimiento. En primer lugar, el demográfico, que es de más de un 1,3% anual (la población se caracteriza por su juventud). Y a continuación, el económico, aunque se considere moderado en comparación con el de otras regiones. Esta situación irá inevitablemente acompañada de un aumento de las necesidades, esencialmente de energía eléctrica y también de productos derivados del petróleo. La respuesta a estas exigencias requiere un crecimiento económico sostenido y sostenible. Por otra parte, un país exportador como Argelia podría ver reducida su capacidad de exportación para hacer frente a su demanda interna. Mientras que en 2000 este país sólo consumía un 39% de su producción, en 2007 la demanda interna alcanzó el 56% de la misma. En Libia se observa la misma tendencia. Es interesante destacar también que, ciertamente, los países importadores verán aumentar su dependencia.

El consumo

El consumo medio de energía primaria alcanzó los 75 millones de Tep en 2006, con una tasa de crecimiento medio anual del 6% durante los últimos 40 años y del 34 % y el 16,7% durante los dos últimos quinquenios. En la práctica, estos países se caracterizan por diferencias importantes. Argelia, con un 44% del consumo regional, se sitúa en cabeza, seguida de Libia (25%), Marruecos (19%), Túnez (12%) y Mauritania (2%). Los cuatro países juntos (dejando aparte a Mauritania) consumieron 813.000 barriles por día (bbl /d) de productos derivados del petróleo en 2007, de los que la mayoría se reparte casi por igual entre Argelia y Libia. Mientras que Marruecos se sitúa como un nuevo país gran consumidor de energía, a raíz del buen nivel de crecimiento económico conseguido en estos últimos años, Túnez representa la parte más débil de la región, con sólo el 10% del consumo de la zona.

Es interesante resaltar que, además de por la dimensión demográfica, este resultado se justifica por el éxito del país en su política de control de la energía debido esencialmente al buen resultado obtenido en la eficiencia energética, sin olvidar el recurso a un nuevo abanico de fuentes de energía. Se comprobará también que el conjunto de los países del Magreb dispone de una capacidad de refinado superior a su demanda interna. La diferencia es que el déficit de Marruecos y Túnez, que sólo representa un 16% de la capacidad de sus vecinos, se importa del extranjero con precios de mercado que cargan excesivamente su finanzas públicas, sin compasión por sus “países hermanos”. ¿No es indispensable poner la capacidad de refinado al servicio de la región, garantizando el suministro a los países que más lo necesitan y cuyas tesorerías están minadas por los precios?

Recordemos que la distancia entre la zona de producción y la de consumo apenas supera los 700 kilómetros. Los estudios de viabilidad han demostrado que un conducto entre Libia y Túnez para transportar productos blancos desde Ezzauia (Libia) hasta Sjira (Túnez) puede ahorrarle a Túnez 13 dólares por metro cúbico en el transporte de estos productos importados de Europa. La recomendación es la misma para el suministro de gas. El programa de Control de la Energía, elaborado por un grupo mixto de trabajo de los países de la UMA en 1997, presenta resultados interesantes. Por ejemplo, Túnez puede abastecerse de su vecino argelino a 33 dólares la Tep (disponibilidad de gas en 2020). Por lo que se refiere a la oferta, se observa que, lógicamente, los países importadores netos de energía son los grandes beneficiarios de la integración magrebí.

Factura energética y subvención de precios

El sistema magrebí de tarificación energética confirma la diversidad de sus sistemas energéticos. A nuestro juicio, observar este sistema es el mejor modo de juzgar y evaluar el grado de cooperación y de apoyo mutuo entre los países de la región. Sin duda, las condiciones económicas y sociales de los países del Magreb se parecen. Pero mientras que en todo el mundo, los economistas recomiendan el precio real como único medio de alcanzar la eficiencia económica, los gobiernos magrebíes intentan controlar y/o subvencionar los precios de la energía o de algunos productos energéticos por distintas razones: reducir la volatilidad, mejorar la competitividad de sus industrias, sobre todo las exportadoras, o mantener un sector económico estratégico como la agricultura.

A pesar del papel amortiguador de la subvención, todavía se distingue una situación inquietante dentro de un espacio político que reúne a países vecinos sujetos a las mismas exigencias de desarrollo, y que continúan ignorándose, al menos en este punto. Así, los marroquíes compran cuatro veces más cara la gasolina súper que sus vecinos directos, los argelinos, y nueve veces más cara que los libios. La situación de Túnez no es mejor: el diésel es cuatro veces más caro que en Argelia y siete veces más costoso que en su país hermano, Libia. En cuanto a Mauritania, debe buscarse la vida.

La paradoja es que las dificultades de Marruecos, Túnez y Mauritania apenas preocupan a los vecinos rentistas, que, en estos últimos años, ven crecer de manera vertiginosa el valor de su excedente energético. ¿Acaso no es urgente para la UMA solucionar esta paradoja? Un barril de petróleo no le cuesta mucho a Argelia y a Libia, pero puede aligerar la carga de sus vecinos. La todavía cercana colonización supuso un vector de apoyo mutuo.

– La factura energética

Para reducir el impacto de la escalada de precios para los consumidores y los sectores productivos, y dado que los precios internacionales siguen oscilando, el apoyo del presupuesto de los Estados a los productos derivados del petróleo aumenta cada año. La intensidad de la exigencia energética afecta profundamente a estos países que consagran una parte importante de sus recursos externos a la energía. Está previsto que su factura energética sea más importante, ya que los costes de suministro son cada vez más elevados. Las facturas energéticas de Marruecos y de Túnez ya han alcanzado un 10% de su PIB (corriente). En 2008, Marruecos y Túnez han subvencionado las tarifas de los productos derivados del petróleo hasta alcanzar un total de 3.216 y 1.876 millones de dólares, respectivamente; es decir, en el caso de Marruecos, 810.000 dólares al día o 367 dólares por minuto.

Esta situación se complica cuando se sabe que la subvención ya ha alcanzado el 4% del PIB del país. Si se tiene en cuenta la subvención indirecta que concede el gobierno tunecino a las empresas públicas de la energía para la compra del petróleo crudo que suministra a su empresa de refinado, y del gas para producir electricidad, la factura energética del país alcanza un 5% de su PIB, un porcentaje ampliamente superior al del déficit presupuestario. Ello supone la pérdida de un 5% de crecimiento y de creación de riqueza. Ante esta situación, ambos países se han encontrado frente a decisiones difíciles y han tenido que recurrir a recortes presupuestarios, la desaceleración y aplazamiento de algunos proyectos de desarrollo, seguidos por subidas sucesivas de los precios de los productos.

Intercambios energéticos

Todos los estudios que se ocupan de los intercambios comerciales exteriores dentro del Magreb coinciden en afirmar que éstos funcionan al ralentí y no alcanzan los límites previstos, lo que sí ocurre en otras regiones. Las similitudes de las estructuras comerciales, añadidas a las exigencias de la economía política son los principales obstáculos para la integración regional. En el ámbito de la energía, la situación no es mejor, a pesar de la urgente necesidad de cooperación de algunos países para garantizar al menos la seguridad de sus suministros energéticos. Además, los países del Magreb disponen de posibilidades importantes para la producción de energías renovables que pueden explotarse conjuntamente.

Los intercambios energéticos entre los países del Magreb apenas superan el 1,5% de los intercambios de los países de la región con el resto del mundo. Así, los países rentistas sólo envían el 1,4% de sus exportaciones de hidrocarburos a sus vecinos, los cuales se abastecen en el extranjero, pagando así elevadísimos costes de transporte y sufriendo todos los inconvenientes del alza de los precios. Es necesario subrayar que:

– Argelia no vende petróleo a sus vecinos y sólo exporta productos petrolíferos y gases licuados del petróleo (GLP) a Marruecos y Túnez, lo que representa apenas un 1% de sus exportaciones petroleras. En 2008, los intercambios de hidrocarburos de Argelia con los países árabes supusieron solamente un 2,5% del total de sus exportaciones de hidrocarburos. Éstos representan un 98% del total de las exportaciones argelinas al mundo, lo cual confirma el estado rentista de esta economía;

– la cantidad de gas natural que Argelia le vende al Magreb es sólo de 0,5 gigametros cúbicos (Gm3) anuales, lo que representa menos del 1% de sus ventas de gas natural. Intercambia menos de 0,6 teravatios hora (TWh) con sus vecinos inmediatos, o sea, menos del 2% de su producción de electricidad (datos de 2006);

– Libia exporta menos de un millón de toneladas de petróleo (menos del 2% de sus intercambios energéticos) a Túnez y no exporta gas natural con destino a este último. La estructura del comercio exterior de Libia es similar a la de Argelia, con el predominio de los hidrocarburos (97%) en el volumen de los intercambios exteriores;

– los intercambios de Marruecos con sus vecinos del Magreb (en importe) son sólo de 699 millones de dólares, es decir, un 10% del total de sus intercambios energéticos. La importación energética no sobrepasa el 20% del importe de los intercambios exteriores del país;

– Túnez es el único país que se abastece más de sus vecinos, especialmente de Libia (un 35% de sus importaciones de crudo) y Argelia (GLP). Las importaciones energéticas representan un 12% de sus importaciones, mientras que sus exportaciones alcanzaron el 16% en 2007;

– Mauritania sólo importó el 2% de sus necesidades de petróleo de Argelia y de Marruecos en 2007. El total de sus importaciones de energía representa un 30% de sus intercambios exteriores;

– el único aspecto positivo es que Marruecos y Túnez aprovechan sus derechos de tránsito del gas argelino hacia Europa. Esta situación empeora la dependencia del extranjero de estos países. Ha hecho perder puntos de crecimiento a las economías del Magreb y retrasa la integración regional, la cual ha demostrado sus ventajas en el caso de otras regiones.

Según las previsiones del Peterson Institute for International Economics, los intercambios entre los países del Magreb podrían superar los 18 millones de Tep en 2020, lo que supondría un 15% de la demanda total de energía de la región. Estos intercambios incumbirían a:

– los productos derivados del petróleo: 8,5 millones de toneladas (Mt), un 18% de la demanda regional (47 Mt);

– el gas Natural: 9,5 Gm3, lo que representa el 12% de la demanda regional, 80.000 millones de metros cúbicos (80 bcm);

– la electricidad: 15 teravatios hora, lo que significa un 7,5% de la demanda regional (200 TWh).

Así, Túnez podría importar de Argelia hasta el 50% de sus necesidades de gas natural y cubrir entre el 20% y el 30% de su demanda de petróleo importando entre 1,5 y dos millones de toneladas de este país. Por su parte, Marruecos podría importar de Argelia entre un 35% y un 40% de sus necesidades de productos derivados del petróleo y dispondría así de entre tres y cuatro gigametros cúbicos de gas argelino para unas necesidades que se evalúan en 5,7 gigametros cúbicos en 2020, es decir una cobertura del 50% al 70% de su demanda de gas natural para este fin. La confianza, la buena voluntad y los retos comunes de desarrollo son las claves de una futura colaboración rentable.

La electricidad

La cooperación energética entre los países del Magreb arrancó en los años cincuenta, cuando Argelia y Túnez conectaron sus redes eléctricas para poder intercambiar energía en caso de necesidad. Una cooperación similar se ha desarrollado regularmente a lo largo de los años en todo el norte de África. En 1975, Argelia, Túnez y Marruecos crearon el Comité de Electricidad del Magreb, al que se unieron Libia y Mauritania en 1989. Las redes eléctricas de estos países se interconectan del siguiente modo: Egipto-Libia-Túnez-Argelia-Marruecos (ELTAM); en 1998, entró en servicio una conexión Libia-Egipto de 220 kW; la conexión Libia-Túnez de 220 kW se inició en 2001; el enlace de 220 kW entre Túnez, Argelia y Marruecos funciona en sincronización con el sistema europeo Unión para la Coordinación del Transporte de Electricidad (UCTE) desde 1997, gracias a un cable submarino de 400 kW entre España y Marruecos. Sin embargo, hay que recordar que interconexión no significa integración. En realidad, el nivel de utilización de estos parques sigue estando por debajo de lo esperado.

En 2006, los intercambios apenas llegaron a 0,7 TWh, lo que representa un 7% del consumo regional. La única red activa es la que conecta Marruecos y España, que permite importar 1.900 gigavatios hora (GWh). El eje Túnez-Argelia intercambia apenas 135 GWh. En cuanto al eje Libia- Túnez, aún no ha entrado en funcionamiento. A modo de conclusión, podemos recordar que cualquiera que sea la fase de desarrollo de los programas de control de la energía de algunos países y el impresionante estado de las reservas de otras naciones del Magreb, los gobiernos de la región están obligados a superar varios retos: en primer lugar, saber adaptarse a las convulsiones del entorno energético, y también económico y financiero, que sufre el mundo actual.

A continuación, demostrar que la integración de los mercados locales energéticos o comerciales es una tarea y una iniciativa con posibilidades que no hay que dejar escapar. Desgraciadamente, la característica principal que se dibuja es una ausencia casi total de cooperación que les permita superar todos estos desafíos. La región no se aprovecha de estos recursos y el concepto de saber compartir aún no está arraigado en la mentalidad de algunos dirigentes. El panorama parece un tanto sombrío.