La memoria de las mujeres fotógrafas

Judith Martin-Razi

Fotógrafa

Las mujeres han practicado la fotografía desde los inicios de esta disciplina, nacida a mediados del siglo xix. Muchas de las pioneras, la mayoría de ellas británicas o francesas, conocieron esta técnica porque eran esposas o hijas de fotógrafos y, por lo tanto, podían acceder a los costosos materiales necesarios para su práctica. Poco a poco, esas mujeres salieron del entorno familiar para dedicarse al fotoperiodismo. La Primera Guerra Mundial implicó el reconocimiento definitivo de esas fotógrafas, que no solo dieron a conocer la vida en las trincheras, sino que también revelaron el trabajo realizado por otras mujeres en la retaguardia. Desde entonces, las fotógrafas han sabido ver lo que otros no ven y han conseguido expresarlo en sus obras utilizando la fotografía como arma y a la vez como un arte capaz de ir a lo esencial.


Introducción

La fotografía es una técnica reproductiva con 179 años de edad. El 7 de enero de 1839 es la fecha en la que convencionalmente se ha fijado el nacimiento de este medio de expresión. Es la fecha en la que Arago presentó, en la Academia de Ciencias, el «invento» de Daguerre, el daguerrotipo, que, en realidad, solo era una mejora del invento de Niepce. En 1861, Thomas Sutton hizo la primera foto en color.

La evolución técnica de los materiales (peso, volumen, procesos de impresión de planchas, películas, tarjetas de memoria, la química del revelado e impresión, los precios del material etc.) ha permitido ampliar el espectro de posibilidades de las tomas y sacar la cámara fotográfica al exterior del estudio.

Se pasa de un único tema, el retrato de una persona que acude al estudio voluntariamente, al fotógrafo que se desplaza para «capturar y sorprender» su propio tema, que ya no es exclusivamente un humano delante de una tela pintada que representa un paisaje. Su objetivo es ahora imprimir en un soporte múltiples temas de su época: arquitectónicos, animalistas, paisajistas, etnográficos e incluso pornográficos.

El fotógrafo se convierte en reportero, es decir, testigo de acontecimientos sociales o políticos (se fotografían las huelgas y las sublevaciones de la Comuna en 1871). A veces se aplica también un punto de vista sociológico ligado a la etnología, como las fotos de las condiciones de vida del campesinado, los obreros de las fábricas o los mineros que extraen carbón, etc. El fotógrafo va al campo de batalla y cubre las guerras. En Francia se captan escenas de la guerra de 1870 y también de las de 1914 y 1939, escenas que incluso se imprimen en postales mediante los nuevos procesos de multiplicación de la imagen. Encontramos, asimismo, las llamadas fotos exóticas o coloniales.

La foto también es judicial, carcelaria y administrativa: se pueden tomar retratos de maleantes, asesinos y ciudadanos de a pie (foto de identidad) y captar imágenes de las escenas de un crimen. Todo ello constituye el material de los archivos de la policía y las diferentes administraciones.

La foto es periodística y, en ocasiones, incluso policial, hecha por profesionales o aficionados. Los fotógrafos pueden denunciar unos hechos mediante la imagen. Mencionaré dos ejemplos más recientes: Mayo del 68, cubierto por periodistas independientes –los periódicos estaban en huelga– y por la policía (véase la exposición en Arles de los archivos fotográficos de la policía sobre Mayo del 68) o, más recientemente, el caso Benalla, aunque el soporte consista en imágenes en movimiento y las tomas sean obra de ciudadanos de a pie. Porque ahora todo el mundo fotografía o filma con el teléfono.

La foto es, por lo tanto, una fuente documental e histórica, pero ¿sigue siendo auténtica? He ahí otro tema de controversia con respecto a la imagen estática o en movimiento. También podemos formularnos preguntas sobre los niveles de lectura, pero no es el tema que quiero tratar ahora.

Las mujeres fotógrafas

Son numerosas, pero mucho menos que los hombres, y llegan más tarde a la fotografía. ¿Les daba miedo la técnica, la química necesaria para revelar las fotos? No lo creo. De hecho, las mujeres de las clases privilegiadas son las que se apropian de este medio de expresión porque el material es caro, aunque la mayoría de las veces lo hacen como amateurs y mantienen su papel de «guardianas de la memoria familiar». Otras, las menos privilegiadas socialmente, tenían que ser mujeres o hijas de fotógrafos para poder salir del anonimato de la eterna ayudante. En cambio, a partir del siglo xx las mujeres se convierten en verdaderas profesionales con un dominio perfecto de la técnica, igual al de los hombres. Y por una sencilla razón: ni el aprendizaje técnico ni la práctica en sí estaban reguladas, a diferencia de lo que sucedía en el ámbito de la pintura o la escultura, lo que dificultaba el acceso de las mujeres a dichas prácticas artísticas. Muchas de ellas vieron en la fotografía una fuente de ingresos y un medio para desarrollar su creatividad. En cualquier caso, todas encontraron en ella la oportunidad para llevar una existencia independiente de las obligaciones familiares y, por lo tanto, para sacar partido de su capacidad de observación y juicio.

Toma de conciencia del feminismo

Doy un gran paso atrás en el tiempo para hablar del momento en el que las mujeres cobran conciencia de que la fotografía es un medio para reflejar y dar valor a lo íntimo y a la experiencia femenina. De hecho, en el terreno de la diferencia entre los sexos, los retos del arte femenino de la figura humana se afrontan desde la perspectiva de un posicionamiento frente a la mirada masculina. Ya sea cliente, amigo o esposo, ya esté vestido o desnudo, el modelo, el hombre fotografiado, está en presencia de una mujer que está investida del poder de comunicar su visión de la virilidad a través de él. A partir de esta toma de conciencia, la fotógrafa se emancipa hasta mostrar a travestis y exhibir a las «nuevas mujeres» fumando, bebiendo, yendo en bicicleta y bañándose, encarnando así la protesta contra los roles sociales tradicionales y los códigos de conducta o vestimenta. También aparecen los primeros desnudos efectuados por mujeres artistas, algo inconcebible hasta entonces en los circuitos oficiales de las bellas artes. Podemos decir que empieza la reapropiación, por parte de las mujeres, de la imagen de sus cuerpos. Y eso ya es eminentemente político. Aún no es el cuerpo político de las activistas de Femen, pero sí que es su embrión.

La fotografía y el feminismo

Las fotógrafas británicas simpatizantes o personalmente comprometidas con el movimiento sufragista (1907) fueron quienes, a través de sus fotos, reflejaron y dieron visibilidad a la lucha por el derecho de las mujeres al voto: «Deads not words» [Hechos, no palabras]. También querían contrarrestar las imágenes que solía difundir la prensa ilustrada, que las presentaba como extremistas irreflexivas y peligrosas.

Así pues, las fotógrafas representaron a las líderes feministas como mujeres respetables y moderadas, y también fotografiaron sus manifestaciones pacíficas y legales, los desfiles y las exposiciones. Esas fotos se destinaban a la prensa generalista y sufragista, así como a la edición de postales, y contribuyeron a ocupar el espacio mediático y financiar organizaciones. La declaración de la Primera Guerra Mundial interrumpió su combate pero, por primera vez en su historia, las feministas tuvieron en sus manos el control de su imagen pública y política.

La guerra se convierte en un campo de exploración para la representación del frente y el esfuerzo de las mujeres en la retaguardia. Pioneras y sometidas a las leyes de la censura, unas pocas profesionales tendrán un estatus oficial para documentar la movilización de los ejércitos o realizar en el frente reportajes fotográficos destinados a la prensa estadounidense. Pero esas fotógrafas también inmortalizaron a los miles de mujeres que, en la retaguardia, se convirtieron en mecánicas, torneras de obuses y jefas de tren, demostrando así su capacidad para asumir responsabilidades hasta entonces exclusivas de los hombres. Todo ello permitió sacar a la luz el presente de esas trabajadoras y dejar constancia del mismo, pese a que la mayoría de ellas regresó a las tareas domésticas en cuanto terminó el conflicto en 1919. Gracias a esas imágenes, la opinión pública inglesa cambió de opinión y concedió el derecho al voto a las mujeres mayores de 30 años.

Y todo ello porque ese nuevo medio de comunicación, sin tradiciones ni maestros, dio a las fotógrafas la oportunidad de liberarse de la supremacía masculina con mucha mayor facilidad que sus homólogas del ámbito de las bellas artes. También fue una puerta abierta, tras esos años de militancia, para fundar una organización profesional basada en la sororidad (sisterhood).

Las fotógrafas

Sería restrictivo decir que estas mujeres tenían una visión fotográfica femenina. Mencionaré algunas de las grandes fotógrafas internacionales. Dorothea Lange, quien fotografió los granjeros norteamericanos durante la gran depresión económica de 1929. Gerda Taro, quien fotografió la guerra civil española junto a su compañero, Robert Capa. Murió aplastada por un tanque el 26 de julio de 1937. Cabe señalar, a título anecdótico, que Capa publicó bajo su nombre varias fotos de Gerda. La superchería se descubrió cuando se encontraron unos negativos perdidos hacía mucho tiempo (es la historia de lo que ha dado en llamarse la «maleta mexicana»). Diane Arbus, cuya obra se centró en los freaks (los monstruos, los fenómenos de feria). Germaine Krull, quien tomo la primera fotografía de espacios y máquinas industriales. Lee Miller, la espléndida y liberada amiga de Man Ray. Nan Goldin, que se sumergió y estuvo a punto de perderse en los círculos cosmopolitas norteamericanos de la droga y la prostitución. Sarah Moon, que trabajó tan bien los flous. Martine Franck y también la escandalosa Irina Ionesco. También cabe mencionar una gran fotógrafa feminista francesa, Catherine Deudon, que ha cubierto una gran parte del movimiento feminista francés desde 1970 y a quien debemos importantes archivos fotográficos de nuestras manifestaciones y los retratos de nuestras primeras dirigentes feministas.

Conclusión

La foto es un importante medio de expresión que da visibilidad a nuestras acciones y combates, pero que también da a conocer a todas esas mujeres y hombres que aspiran a la igualdad de género y quieren construir un mundo mejor para todos. Fotos que captan momentos de verdad. La fotografía es la huella de todas esas mujeres que dirigen nuestras luchas, y también las de los hombres. Es una manera de rendirles homenaje al volverlas visibles. Es trascender la muerte. Es también un instrumento para denunciar y mostrar todas las atrocidades, injusticias y violencias que presenciamos y revelamos. La fotografía es un arma de combate. Es un rastro visible de lo que otros querrían que siguiera siendo invisible. Es nuestra memoria.

Las fotógrafas son artistas que nos hacen pensar, eso es lo que dice Robert Delpire. Saben ver lo que otros no ven. Y para eso no hay escuelas. Es un don que se tiene desde la infancia. La buena foto se construye para resaltar lo esencial. Sin lugar a dudas, la fotografía es un arte.