La evolución de los valores en Francia

Jean-François Tchernia

Sociólogo, Tchernia Études Conseil, París

Este artículo presenta los principales resultados de la última Encuesta Europea de Valores en Francia dentro del marco europeo, indicando lo que acerca o aleja a los franceses de sus vecinos europeos; también ofrece los medios para comprender la situación de los valores de los franceses, los cuales han participado desde el primer momento en el programa EVS.

Introducción

La sociedad francesa ha evolucionado mucho en el transcurso de los últimos 20 o 30 años. Hay bastantes indicadores económicos, sociales o demográficos que nos permiten observar importantes avances, como el descenso de la natalidad, la disminución del número de matrimonios y el aumento de los divorcios, la aparición y el desarrollo de las familias monoparentales, el aumento de la duración de los estudios, la prolongación de la juventud, la importancia creciente de las actividades para la tercera edad, el declive de la práctica religiosa, el aumento de la inquietud debida a la inseguridad, o la distancia creciente entre los ciudadanos y las instituciones o la clase política. Los resultados de la encuesta Valores reflejan estas evoluciones pero permiten ir incluso más allá de la mera constatación.

Del análisis de las opiniones expresadas en el marco de esta encuesta se desprenden las tendencias latentes y los sistemas de valores que rigen las acciones de los individuos en ámbitos como la moral, la religión, la política, la familia, las relaciones sociales o el trabajo. Francia participó desde el primer momento en el programa EVS de estudio sobre los valores de los europeos, con Jean Stoetzel y Hélène Riffault como integrantes del grupo fundador de la encuesta desde 1979. Ambos desempeñaron un papel activo en las investigaciones previas, realizando una exploración sistemática de los datos relacionados con los valores recogidos en Francia y en las encuestas europeas de los años precedentes. El equipo francés contribuyó también a la evolución y a la dirección de la primera versión del cuestionario, en 1980.

Concretamente, Jean Stoetzel presentó los resultados de la primera encuesta europea en Les valeurs du temps présent, y Hélène Riffault, tras haber dirigido la de 1981 en Francia, llevó a cabo también la de 1990. A partir de aquel año, el equipo responsable de la misma en Francia se organizó en el seno de la asociación ARVAL, que agrupa a los investigadores con un papel activo en la encuesta Valores, como Pierre Bréchon, presidente de ARVAL desde 1999, Olivier Galland, Elena Game, Nicolas Herpin, Yves Lambert,Yannick Lemel, Etienne Schweisguth o Jean-François Tchernia. El equipo de ARVAL publicó dos libros sobre los valores de los franceses en 1994 y 2000, y produjo dos números especiales de la revista Futuribles, en 1995 y 2002, enteramente dedicados a los europeos.

La encuesta de 1999 en Francia se llevó a cabo sobre una muestra de 1.615 personas representativas de la población francesa y con una edad superior a los 18 años, según el llamado «método de las cuotas». Se interrogó también a una muestra adicional de 206 jóvenes entre 18 y 29 años para poder hacer un análisis más preciso de esta franja de edad. Las entrevistas se llevaron a cabo entre marzo y abril de 1999 y fueron realizadas en privado, en el domicilio de las personas encuestadas, con un cuestionario de aproximadamente una hora de duración. El siguiente documento presenta los resultados principales de esta última encuesta en Francia y dentro del marco europeo, indicando lo que le acerca o aleja de sus vecinos europeos; por último, ofrece los medios para comprender la situación de los valores en Francia, ya sea mostrando la evolución de las opiniones, ya sea analizando el efecto de las características personales y sociales sobre éstas. Los resultados de la encuesta que se presentan a continuación están reagrupados en torno a siete grandes temas:

• la visión de la vida;
• la sociabilidad y las relaciones sociales;
• el trabajo;
• la familia;
• la moral y el lugar de la religión;
• la política;
• la nación y el Estado.

La visión de la vida

La encuesta Valores trata distintas cuestiones relativas a la visión general de la vida que tienen los franceses y los ciudadanos de los demás países europeos. Estas cuestiones abordan especialmente dos grandes temas: la vida y la moral de los individuos. En Francia, los dos ámbitos que aparecen como especialmente importantes son la familia y el trabajo.Todos los franceses, o casi todos, consideran que la familia es algo muy importante en sus vidas, y dos de cada tres personas piensan que el trabajo es algo muy importante. Hay otros dos ámbitos que tienen una importancia relativa: una persona de cada dos concede mucha importancia a los amigos, y algo más de una de cada tres, al ocio. Por último, casi nadie considera que la política o la religión sea algo muy importante en su vida.

Estos primeros resultados destacan dos rasgos muy característicos de los franceses: su inversión afectiva en el trabajo y la distancia que adoptan frente a la religión. Los franceses parecen ser bastante felices. Prácticamente una de cada tres personas se declara muy feliz, y este sentimiento de felicidad se ha visto aumentado en el transcurso de los años noventa. También parecen estar bastante satisfechos con la vida que llevan: algo menos de uno de cada dos declara estar muy satisfecho con su vida. Las variaciones del estado de ánimo dependen de la edad y de la vivencia de situaciones de ruptura o estrés, como una separación, un divorcio, el fallecimiento del cónyuge o una situación de desempleo.

Sin embargo, conviene señalar que el ánimo de los franceses parece ligeramente peor que el de sus vecinos del norte de Europa (Reino Unido, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Suecia, Irlanda) o del este (Alemania, Austria, Luxemburgo). De hecho, este rasgo, que es aún más acentuado en Italia, España o Grecia, parece ser característico de los países de la zona mediterránea: tal y como se desprende de las declaraciones de las personas encuestadas, el estado de ánimo es peor que en el resto de países europeos.

La sociabilidad y las relaciones sociales

La sociabilidad y la calidad de las relaciones sociales ocupan un lugar importante en la organización de los valores de una sociedad. La encuesta Valores aborda esta cuestión, especialmente a través de indicadores relativos al compromiso asociativo y la confianza espontánea. Algo menos de uno de cada dos franceses es miembro de una asociación. La participación asociativa es un poco más baja entre los jóvenes y las personas con un bajo nivel de estudios, aunque no por ello deja de ser bastante elevada en esas categorías.

De hecho, la intensidad de la participación asociativa tiende a ser menor entre las jóvenes generaciones. Los jóvenes siguen participando en las asociaciones, pero sobre todo en las deportivas o culturales: en este caso, la adhesión asociativa es más la expresión de una participación en una actividad de ocio que un verdadero compromiso para con una causa liderada por una organización. Para acabar con este tema, conviene señalar que la participación asociativa es menos fuerte en Francia que en otros países de Europa, como sobre todo Suecia, Holanda, Dinamarca y Bélgica. En Francia, a diferencia de muchos países europeos, las relaciones sociales no suelen caracterizarse por la confianza: tres de cada cuatro franceses consideran que se debe ser prudente en las relaciones con los demás, contra una media de dos de cada tres personas de la Unión Europea. Según estos dos criterios de la confianza espontánea y de la adhesión asociativa, los franceses parecen dedicarse menos fácilmente a las relaciones sociales que el resto de europeos; no es así cuando se trata de relaciones afectivas con amigos.

El trabajo

Los franceses,sea cual sea la generación y la condición social a la que pertenezcan, dan importancia a su trabajo: es, para ellos, un lugar de desarrollo personal y social. No obstante, esta tendencia, que es tradicional en Francia, tiende a evolucionar: por un lado, para los jóvenes, el trabajo tiene una importancia relativa, aunque se hayan empleado a fondo para lograr un alto nivel de instrucción; y, por otro, de entre todos los europeos, los franceses son los que más desean que disminuya la importancia del trabajo en la vida. En el conjunto de la Unión Europea, la relación con el trabajo está evolucionando. Se observan dos tendencias: por un lado, las expectativas se centran más en la manifestación de la persona que en el éxito material, y por otro, las relaciones humanas van adquiriendo cada vez más importancia.

Esta doble evolución va unida a una forma de relativización del trabajo, que se vive menos como una obligación social o económica y más como un objetivo de realización personal. Sin embargo, pueden aparecer otros ámbitos de expresión que le hagan la competencia, como el deporte, las actividades asociativas, las actividades culturales, etc., y en este último caso, el trabajo es considerado sobre todo como un recurso alimenticio. Para las personas menores de 40 años, esta evolución es menos clara en la medida en que la moral tradicional del trabajo ejerce menos influencia en ellos, y arrojan más dudas sobre la primacía del trabajo sobre la vida privada.

La familia

La familia es un valor central en las sociedades europeas. La encuesta EVS se ocupa de ella desde distintos ángulos y, en particular, a través de dos temas: el matrimonio y el deseo de tener hijos. Los franceses, como la mayoría de los europeos, siguen dando importancia al matrimonio, se oponen a la idea de que sea una institución desfasada y creen aún que una relación estable es indispensable para ser feliz. Sin embargo, el descrédito del matrimonio ha aumentado desde 1990, sobre todo entre los jóvenes: de todos los países de la Unión Europea, Francia es el país donde más ha progresado la opinión de que el matrimonio es una institución pasada de moda. Para una gran mayoría de franceses, el matrimonio es ante todo el lugar de completo desarrollo de la pareja.

Por lo demás, cuando se les pregunta sobre qué asegura el éxito de un matrimonio, los franceses anteponen los rasgos que están relacionados con la calidad de la relación: respeto mutuo, fidelidad, comprensión, intercambio. En cambio, consideran menos significativos los factores que se desprenden del entorno cultural o social y de las condiciones de vida. Para los franceses, tanto hombres como mujeres, tener hijos es un factor de desarrollo personal y una elección. Por otro lado, el aborto está bastante aceptado en Francia. En el tema de los hijos, los franceses se acercan a los daneses, para quienes el hecho de tenerlos es una elección personal que les aportará felicidad, diferenciándose con ello del resto de países europeos. En Francia, las relaciones entre padres e hijos se caracterizan por ciertos deberes mutuos: los padres deben hacer todo lo posible por sus hijos, y éstos, por su parte, tienen un deber de amor y respeto. La mayor parte de países europeos comparten esta posición moral, a excepción de los países del norte de Europa, como Holanda, Suecia y Dinamarca.

La moral y el lugar de la religión

Los franceses tienen una visión relativista del bien y el mal: para la mayoría de ellos, el bien y el mal, además de no estar casi nunca claros, dependen de las circunstancias. Como casi todos los europeos, distinguen dos grandes categorías de problemas morales: los que se refieren a la vida privada, como pueden ser los problemas sexuales, la vida y la muerte, y los que atañen a la vida pública, es decir, los asuntos públicos, los comportamientos individualistas. Se muestran más permisivos en lo que concierne a los primeros: cada vez hay más tolerancia en lo que respecta a la vida privada, mientras que se fortalece el rigor respecto a la moral pública. Un rasgo de esta última tendencia es también el gran aprecio por las instituciones que garantizan el orden público. Por otro lado, Francia es un país poco religioso.

La creencia en Dios está bastante extendida (más de uno de cada dos franceses), pero sólo una minoría declara creer en la vida después de la muerte, el pecado, el infierno o el paraíso.Apenas uno de cada dos franceses declara profesar a alguna religión, católica en la mayor parte de los casos, y una de cada dieciocho personas va a misa al menos una vez al mes. Prácticamente todos los criterios de religiosidad, a excepción de las creencias, están en declive desde hace 20 años y en todas las franjas de edad. El laicismo y la débil religiosidad de Francia la distinguen del resto de la Unión Europea: es uno de los pocos países, juntamente con Holanda, donde casi una de cada dos personas declara no profesar religión alguna. Los países más practicantes son Irlanda, Italia, Portugal y Austria.

Las iglesias están relegadas a un papel espiritual, que además es reconocido por la mayoría de franceses, pero tienen menos credibilidad cuando se trata de dar respuesta a los problemas familiares y sociales, o incluso de que sirvan como guía moral. En ciertos países europeos, como Italia y Portugal, se les reconoce en cambio la función de guía moral.

La política

Los franceses se implican poco en la vida política. Para una gran mayoría, se trata de un ámbito que no es importante en su vida. Además, raras veces discuten de política con su entorno: uno de cada tres no habla nunca de política. Sin embargo, son capaces de movilizarse para realizar acciones de protesta: dos de cada tres ha ido a una manifestación. Se observa que la tendencia a actuar así tiende a aumentar, tanto en Francia como en el resto de países de la Unión Europea. No obstante, conviene señalar que la propensión a participar en movimientos de protesta es particularmente fuerte en Francia, así como en Suecia, el Reino Unido, Holanda y Dinamarca. En la mayor parte de los países europeos,la población está más o menos satisfecha con el funcionamiento de la democracia en su país. Con todo,en el año 1999, en Bélgica, en Grecia, en Italia y también en Francia, aunque en menor medida, predominaba la insatisfacción. Los franceses son partidarios de la democracia, pero algunos demuestran interés también por otros regímenes políticos: una de cada tres personas ve bien la idea de que el país pueda ser dirigido por un hombre fuerte, y casi una de cada dos personas ve bien la opción de un gobierno regido por expertos.

La nación y el Estado

Igual que el resto de europeos, los franceses se sienten ante todo cercanos a la vida local o regional: es en este nivel donde mejor parecen comprender las posturas políticas. Sin embargo, los franceses sienten apego por la nación y lo expresan especialmente al declararse orgullosos de su país. Por otro lado, la mayoría de ellos estarían dispuestos a combatir por el país. Además, la confianza en las instituciones varía mucho según la institución y el país. En particular, la confianza en las instituciones de protección social, como la sanidad o la seguridad social, es buena en casi todos los países y sobre todo en Francia, excepto en Grecia, Italia, Portugal, el Reino Unido y Alemania.

La confianza en la Unión Europea que se tiene en Francia es bastante buena, pero menos que en Italia, en Portugal, en Irlanda o en España; ha disminuido desde 1990. La confianza en la administración y en el Parlamento es baja, contrariamente a lo que ocurre en Dinamarca y Portugal. En cuanto a la confianza en las instituciones que garantizan el orden, por tradición es menor en los sectores de la izquierda, pero la diferencia con la derecha se ha reducido: los franceses de izquierdas confían cada vez más en el ejército o la policía; este aumento de la confianza en las instituciones que garantizan el orden es, por lo demás, uno de los resultados señalados de la última encuesta sobre los valores en Francia. Los franceses son partidarios de una economía de mercado: consideran que la competencia es algo bueno, que el Estado debe dar más libertad a las empresas y que los parados deben aceptar cualquier trabajo que se les ofrezca a menos que estén dispuestos a perder los subsidios en caso de negarse.

Se puede fácilmente comparar a Francia con la media europea: los países más liberales son Alemania, Austria y Suecia; los menos liberales son Bélgica, Grecia, España, Holanda y Portugal. Una minoría de la población se opone a esta tendencia y prefiere una orientación más social: las personas políticamente de izquierdas son mucho más favorables a esta visión de la economía. Para tres de cada cuatro franceses, la justicia social consiste en garantizar que las necesidades básicas de todos, como la alimentación, la vivienda, la indumentaria, la educación o la salud, estén cubiertas. Los que dan prioridad a esta orientación son más de izquierdas y tienen un mayor nivel de estudios. La importancia atribuida a esta cuestión es especialmente fuerte en Francia, Grecia, Portugal e Irlanda.

Conclusiones

El vistazo rápido a los valores dominantes en Francia que acabamos de presentar permite poner en perspectiva algunas tendencias fuertes de la sociedad francesa. La primera es que los franceses se caracterizan, a la vez, por una sociabilidad muy selectiva y una clara demanda de solidaridad económica. La conciliación entre estos dos rasgos pasa por un papel privilegiado que se atribuye al Estado: el de mediador del contrato social, la entidad que cumple con las expectativas de justicia social.

Este lugar central del Estado viene heredado a la vez de la filosofía política de los derechos humanos y de la fuerte cultura católica centralizadora que caracterizó a Francia durante tanto tiempo: aunque los franceses se alejaron de la religión, en su modo de funcionamiento político y social aún se pueden apreciar los vestigios de ésta. La segunda tendencia atañe a la relación con la política. La distancia creciente que mantienen los franceses frente a los responsables y las instituciones políticas viene acompañada de una expectativa renovada de autoridad y de orden público. Esta combinación de oposición entre los escenarios de autoridad del Estado y una fuerte demanda de orden hace que una minoría nada despreciable de franceses sostenga la idea de sistemas de gobierno no democráticos, como puede ser la dirección del país por un hombre fuerte o por expertos. Lejos de considerarla despreciable, esta evolución de la relación que tiene una minoría considerable de franceses con la política fue sin lugar a dudas la causante de los resultados obtenidos por Jean-Marie Le Pen en las elecciones presidenciales.

Por otro lado, Francia tiende también a inscribirse en un movimiento general de evolución de la mentalidad, como se puede observar en la mayor parte de países desarrollados, sobre todo en los de la Unión Europea. Llegados a este punto, merece la pena hacer hincapié en dos rasgos. El primero es que los franceses, igual que muchos otros europeos, sobre todo de los países nórdicos, defienden cada vez más una mayor libertad individual en las cuestiones morales. Todo lo que atañe a las opciones individuales, así como en las relativas especialmente a la sexualidad o la disposición del cuerpo, son objeto, tanto en Francia como en bastantes países europeos, de una permisividad creciente. Las costumbres no varían necesariamente, pero ahora las nuevas tendencias se sitúan más del lado de la tolerancia que de lo prohibido.

A la vez, otro punto en común entre Francia y muchos países europeos es que parece que evoluciona la manera de ver los escenarios sociales donde se produce la interacción social, principalmente la familia y el trabajo. La familia, que a ojos de los europeos en general y de los franceses en particular tiene un valor considerable, pasa a concebirse desde un nuevo punto de vista: ya no importa tanto como entidad social capaz de aportar un reconocimiento y una identidad, sino más bien como lugar de seguridad afectiva y de apertura a posibilidades de desarrollo personal. Del trabajo se valoran menos las ventajas monetarias que aporta o el estatus social que proporciona, y más la expresión de la persona, su integración en un marco social agradable o a la sensación de realización que produce. En pocas palabras, en estos escenarios sociales, como lo son la familia y el trabajo, los franceses son, como la mayoría de europeos, cada vez más postmaterialistas.

El estudio comparativo de los valores de los franceses y de los del resto de países europeos nos muestra que Francia es un país que se caracteriza a la vez por tener tendencias completamente propias y otras que la acercan mucho a sus vecinos de la Unión Europea. Este estudio también pone en perspectiva algunos de los grandes acontecimientos que han acontecido en la Francia de hoy en día. La responsabilidad de los observadores y de los analistas, su responsabilidad científica, ya que tienen que asegurarse de que los resultados de los que se valen sean muy significativos, está totalmente comprometida en un trabajo como el estudio de los valores de los europeos. Sin embargo, también está en entredicho su responsabilidad ciudadana, en la medida en que se mueven en ese ámbito de los valores al que prestan especial atención los responsables políticos y económicos.