La eficiencia energética aplicada a la construcción en el Mediterráneo

Henri-Luc Thibault

Director del Plan Azul

El Habib El Andaloussi

Responsable del programa Energía del Plan Azul

Pese a los gritos de alarma lanzados desde 1992 en conferencias internacionales que tenían por objetivo frenar el calentamiento global, y pese a las perspectivas de disminución de los recursos energéticos fósiles que aconsejan moderar el consumo energético, lo cierto es que se han emprendido pocas acciones o medidas incentivadoras (y ael caso dedure alarma lanzadaia,ún menos coercitivas ) para incidir en la demanda energética. Sin embargo, hay medidas muy concretas que pueden tener importantes repercusiones en este ámbito. Tal es el caso de todo lo relacionado con la mejora de la eficiencia energética en la construcción. A partir de la labor realizada en el marco del Plan Azul, que ha diseñado un escenario de ruptura (para el año 2030) en el campo de la energía para los países del sur y el este del Mediterráneo, los autores comienzan recordando la importancia de la construcción en el consumo energético regional y los distintos instrumentos que podrían utilizarse para reducirlo.


Los países del sur y el este del Mediterráneo (PSEM) tienen aproximadamente 280 millones de habitantes[1]. De aquí a 2030, si se mantienen las actuales tendencias, la población de estos países aumentará en unos 80 millones de habitantes, 25 ó 30 millones de ellos en las costas. Ello equivale a 20 ciudades adicionales de más de un millón de habitantes que, en un plazo de 20 a 30 años, ocuparán el litoral mediterráneo. Se prevé que, en 2030, más de tres cuartas partes de la población de los PSEM será urbana. Bajo el efecto combinado de la presión demográfica y el crecimiento económico, la región mediterránea se verá sometida a un fuerte incremento de la demanda de energía y electricidad, que para 2030 se habrá multiplicado por más de 1,5. Se prevé que esta demanda crezca de cuatro a cinco veces más deprisa en los PSEM que en los países del norte del Mediterráneo (PNM) hasta representar, en 2030, casi el 43% de la demanda energética de la cuenca mediterránea frente al actual 30% (y el 47% de la de electricidad frente al actual 28%). Estos cambios se traducirán en un aumento de las emisiones de CO2.

Dicha evolución se producirá en un contexto de cambio climático, puesto que la región mediterránea esta considerada ahora como uno de los puntos calientes. Los PSEM especialmente vulnerables sufrirán un notable aumento de las temperaturas medias, así como una disminución significativa de las precipitaciones. Así pues, a las cuestiones demográficas se sumarán enormes desafíos para dar respuesta a las demandas de agua, energía y productos alimentarios de una población cada vez más urbana y concentrada en el litoral. También aumentará la necesidad de construir nuevas viviendas.

Un escenario de ruptura necesario

En cuanto a la demanda energética prevista, el Plan Azul ha diseñado un escenario energético de ruptura alternativo basado en la mejora de la eficiencia energética y el desarrollo de fuentes renovables, tomando como ejemplo el informe especial sobre las fuentes de energía renovables y las medidas para mitigar el cambio climático elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y publicado en mayo de 2011[2]. Este escenario alternativo se traduciría en una disminución de la demanda unitaria, lo que permitiría, al menos en parte, cubrir los incrementos de la demanda global ligados al desarrollo económico y demográfico de la región. En la actualidad, los PSEM representan el 30% del consumo de energía primaria en la región, y los PNM, el 70%. Desde principios de la década de 1970, la tasa media de crecimiento anual del consumo de energía primaria ha sido del 5,2% en los PSEM (de 48 a 291 Mtep [millones de toneladas equivalentes de petróleo] en el periodo de 1971 a 2007) frente al 1,9% en los PNM (de 340 a 665 Mtep de 1971 a 2007). Aunque el porcentaje de los PSEM en el consumo total no ha dejado de crecer desde principios de la década 1970, la igualación del consumo per cápita entre el norte y el sur de la cuenca va a un ritmo más lento: la proporción ha pasado de ser de cinco en 1970 a casi tres en la actualidad.

El progresivo aumento del nivel de vida global en los PSEM propiciará previsiblemente la tendencia a que, en 2050, el consumo energético de los PSEM iguale el de los PNM. Ese ritmo de evolución del consumo energético no es sostenible desde el punto de vista medioambiental, debido al agotamiento de recursos fósiles, por un lado, y a los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero y sus repercusiones en el clima, por otro. Por ello es urgente inventar nuevos tipos de desarrollo y ordenación territorial que consuman menos energía. Ello se aplica en especial al gas licuado de petróleo y a la electricidad, cuya demanda está experimentando un crecimiento muy fuerte. Por lo tanto, según las previsiones del Plan Azul, la demanda de electricidad podría duplicarse e incluso triplicarse para satisfacer las necesidades en materia de alumbrado y electrodomésticos. En el caso del gas licuado de petróleo, se podría registrar un crecimiento de dos dígitos en algunos países (Marruecos, Egipto y Turquía) para usos de cocina, agua caliente y calefacción. A título de ejemplo, en 2009, en los mercados marroquí y tunecino se vendieron más de 350.000 aparatos de aire acondicionado frente a los menos de 100.000 de antes de 2004[3]. Un estudio de la Sociedad Tunecina de Electricidad y Gas, así como el censo nacional de Túnez, demostraron también que el porcentaje de calefacción y aire acondicionado ha aumentado del 20,4% de 1989 al 25,7% de 2004 en el balance del consumo de los hogares[4]. Según las previsiones del Plan Azul, en 2030 las necesidades de calefacción/refrigeración de las viviendas de los PSEM pasarán a representar del actual 30% del consumo final a más del 60%. Por lo tanto, la construcción, que es el principal consumidor de electricidad y el segundo de energías fósiles, es un sector fundamental en lo que se refiere al potencial de ahorro energético de los países mediterráneos.

La construcción, instrumento para gestionar la demanda energética

En las dos orillas del Mediterráneo viven unos 450 millones de personas que consumen cerca de 1.000 Mtep de energía primaria al año, es decir, algo más del 8% de la demanda mundial. La construcción es el sector que mas electricidad consume y el segundo –tras el transporte– en cuanto a energías fósiles.

Nuevas viviendas: una necesidad sin precedentes

Casi la mitad de la población urbana mediterránea se concentra en 3.000 ciudades de menos de 300.000 habitantes. Pese a los avances registrados durante más de 20 años, en los PSEM se registran fuertes desequilibrios entre ciudades grandes y pequeñas, entre áreas urbanas centrales y periféricas, entre barrios pobres y ricos. Las periferias suelen desarrollarse en forma de asentamientos informales. La falta de control reglamentario de este tipo de viviendas, la inseguridad jurídica en la que se encuentran y los bajos ingresos de la mayoría de sus ocupantes hacen que este sector sea especialmente impermeable a las medidas de eficiencia energética. Esta doble dinámica –urbanización y boom demográfico– generará una considerable necesidad de viviendas. Según el Plan Azul, en 2030 se habrán tenido que construir en los PSEM casi 42 millones de nuevas viviendas, con lo que se pasará de los 66 millones de 2007 a un total de unos 108 millones. Esta perspectiva lleva a prever un fuerte crecimiento del consumo doméstico de energía y electricidad en el sector de la vivienda.

El ahorro energético en la construcción

El sector de la construcción representa por sí solo más del 32% del consumo final de energía en todo el mundo y contribuye aproximadamente a un tercio de las emisiones de CO2. A escala mundial, se calcula que el potencial de ahorro energético del sector de la construcción se sitúa en torno al 40%[5], en gran parte a través de medidas económicamente viables según el escenario «450» ​​de la Agencia Internacional de Energía (2009) [6].

En los países del sur del Mediterráneo, la construcción es responsable de más de un tercio del consumo energético (una media del 38%, con una variación de entre el 27% y el 65% ​​en los PSEM para la energía, y entre el 21% y el 51% para la electricidad). Aplicar medidas en este sector es, por lo tanto, una buena manera de incidir en la demanda (medidas de eficiencia energética) y al mismo tiempo en la oferta (integración de energías renovables). Entre los diferentes tipos de edificios existentes en los PSEM –administrativos, comerciales y viviendas– las viviendas representan ya más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector. No es previsible que estas tendencias se modifiquen en los próximos años dadas las perspectivas de crecimiento de la población en la región y el previsible aumento del nivel de vida, lo que implica el crecimiento de la tasa de equipamiento. Por lo tanto, el sector de la vivienda entraña un significativo potencial de ahorro energético, y a unos precios relativamente competitivos. Así, varios proyectos piloto[7] han demostrado que, con un gasto adicional para la construcción de entre el 10% y el 25%, se podría lograr hasta un 60% de ahorro energético (principalmente en relación con el uso del aire acondicionado y la calefacción). Un estudio elaborado por la Agencia Nacional para el Desarrollo de las Energías Renovables y la Eficiencia Energética de Marruecos ha demostrado que, en el sector de la vivienda, con unos costes adicionales de entre el 2% y el 8%, con un promedio nacional de 112 dírhams (unos 10 euros) por metro cuadrado, se conseguirían reducir del 39% al 64% las necesidades de calefacción y refrigeración, según la zona climática. En vista de los desafíos en juego y de los resultados de los proyectos piloto, los países ribereños han ido adoptando progresivamente medidas reguladoras o normativas. De todos modos, en la práctica, el nivel de aplicación de estas medidas difiere significativamente de un país a otro.

En los PSEM, la mayoría de viviendas se siguen construyendo sin aislamiento térmico (excepto, en parte, en Israel, Túnez y Turquía). Sin embargo, el aislamiento térmico de los edificios se ha convertido, en las últimas dos décadas, en un elemento fundamental de las políticas energéticas de los gobiernos. Asimismo, las barreras para el desarrollo de un mercado a gran escala para la gestión de la energía en el sector de la construcción siguen siendo numerosas, y son de carácter informativo, económico, organizativo y técnico. Dichas barreras no son en absoluto específicas de los PSEM, pero son muy importantes en su contexto energético, social y económico. Las barreras de tipo técnico están relacionadas sobre todo con la falta de conocimientos especializados y con el escaso dominio, por parte de los profesionales de la construcción a todos los niveles, de las tecnologías relacionadas con las medidas de ahorro energético. Por otra parte, la carencia de una oferta creíble de soluciones energéticas y de materiales para su construcción –calentadores solares de agua, materiales de aislamiento, electrodomésticos eficientes, etc.– constituye un freno para introducir en la construcción cualquier modelo de gestión de la energía. Además, la ausencia, en la mayoría de países, de una auténtica producción nacional de materiales aislantes –el ladrillo tiene unas buenas características, pero su conductividad térmica (superior a 0,067 vatios por metro cuadrado kelvin 10) no permite clasificarlo como material aislante– es una desventaja adicional.

El papel de la construcción en un escenario de ruptura

El escenario de ruptura del Plan Azul plantea el ahorro energético que se podría obtener si una parte de la creciente demanda de viviendas –de nueva construcción o rehabilitadas– se cubriera respetando unas normas de construcción que facilitaran dicho ahorro. Entre las medidas previstas cabe destacar: 1) el uso generalizado de envolventes eficaces para los edificios nuevos (aplicación de una normativa térmica revisada periódicamente); 2) la eliminación gradual de las lámparas incandescentes; 3) la renovación térmica de los edificios (aislamiento, ventanas); 4) la difusión de electrodomésticos y aparatos de calefacción y refrigeración eficientes; y 5) la difusión de calentadores de agua solares. Por otra parte, para cada zona climática deben definirse las medidas prioritarias según su potencial de ahorro energético y su viabilidad económica. El escenario de ruptura prevé los cambios que se producirían con la aplicación de dicha política.

Repercusiones del escenario de ruptura para los PSEM

La aplicación de estas medidas en los PSEM revela un potencial de ahorro energético estimado en más de 320 Mtep  de energía final para el período de 2010 a 2030 en el sector de la construcción. El ahorro anual de alrededor de 40 Mtep correspondería en un 41% al gas natural, en un 34% a la electricidad, en un 22% a los productos petroleros y en un 2% al carbón. Las reducciones más significativas, según los usos, provienen de la calefacción y el aire acondicionado, con cerca del 60%, seguidos del alumbrado, con casi el 50%, y los electrodomésticos, con aproximadamente el 33%. Teniendo en cuenta la evolución del mix energético en los PSEM y una penetración de las energías renovables del orden del 11% en el año 2030, la reducción anual de emisiones de CO2 sería de 179 millones de toneladas de CO2 (MtCO2) en los PSEM. La reducción acumulada de emisiones de CO2 durante el periodo 2007-2030 sería de 2.000 millones de toneladas de CO2 respecto al escenario de referencia (que acumularía casi 7.000 millones de toneladas de CO2 en 2030; es decir, una reducción del 30%)[8], debido únicamente a los esfuerzos en el sector de la construcción.

Las necesidades de inversión

El Plan Azul calcula que la construcción de edificios eficaces en los PSEM en los próximos 20 años requiere un importe adicional de 262.000 millones de euros, que se deben añadir a la inversión necesaria para los edificios convencionales. Ello quiere decir que, entre 2010 y 2080, cada tonelada de CO2 que se evite tendría un coste de entre 38 y 42 euros durante la vida útil de las viviendas (la vida útil es de 50 años).

Valoración del potencial de puestos de trabajo

Además, este escenario tiene también repercusiones en la evolución de los puestos de trabajo. Según las estimaciones iniciales del Plan Azul, la adopción de las cinco medidas antes mencionadas permitiría la creación en los PSEM, para 2030, de más de dos millones de empleos. Dichas estimaciones incluyen el empleo informal. La creación de nuevos puestos de trabajo está condicionada a la aplicación de políticas industriales que promuevan la producción local de los materiales y equipamientos necesarios para la construcción de viviendas eficientes. El desarrollo de competencias y sectores de actividad relacionados con la construcción permitiría la creación de economías de escala. Dado el aumento de productividad en los sectores de actividad, la creación de empleo podría ser más elevada en los primeros años y más lenta al final del periodo.

La construcción es un sector clave para afrontar el nuevo orden energético y climático del Mediterráneo, y reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero. En los PSEM, donde lo más importante en la estructuración del sector de la construcción aún está por hacer, sólo una acción concertada entre los diferentes actores (arquitectos, operadores y proveedores de materiales de aislamiento…) permitirá la aparición de un mercado estable para la construcción sostenible. Por lo tanto, es urgente replantearse la construcción en su conjunto y en su contexto territorial. Estos esfuerzos deben centrarse principalmente en los nuevos edificios (debido a la importancia del aumento previsto del parque de viviendas nuevas: más del 60%, es decir, 42 millones que se sumarán a los actuales 66 millones), para los que se han identificado soluciones técnicas adecuadas al contexto mediterráneo, entre las que destacan una mejor aplicación de las prácticas arquitectónicas tradicionales de acuerdo con los principios bioclimáticos: calefacción solar pasiva, ventilación natural, orientación del edificio, etc. El desarrollo de un mercado estable para la construcción sostenible exige organización del sector, financiación y apoyo a largo plazo; es decir, la creación de un sector de la construcción sostenible (apoyo institucional adaptado, acceso a ayudas internacionales, un marco regulador), la financiación de la construcción sostenible (creación de mecanismos incentivadores; promoción de asociaciones público-privadas), y la consolidación del mercado de la construcción sostenible (control de calidad de equipamientos y obras, formación de los profesionales).

Los resultados que se esperan del escenario de ruptura del Plan Azul son numerosos: el diseño de innovaciones técnicas que faciliten la racionalización y una mejor eficiencia del uso de la energía; la creación de empleo mediante la promoción de herramientas y tecnologías eficaces, principalmente en el sector de la construcción; una gestión más sostenible de las demandas energéticas, que se base ​​en mecanismos económicos incentivadores y tenga en cuenta las dimensiones sociales y ambientales; y, por último, reducciones significativas de las emisiones de CO2.

En resumen, se invita a los países mediterráneos a comprometerse en una acción decidida en favor del sector de la construcción. Los programas de rehabilitación en el norte y de construcción en el sur abren un amplio abanico de futuros posibles para la región, que permitirá a los actores implicados elegir las opciones menos caras para la energía y las más moderadas en materia de emisiones.

Notas

[1] Se ha publicado una versión de este artículo en la revista Futuribles, 376, julio-agosto de 2011.

[2] Special Report on Renewable Energy Sources (SRREN): Summary for Policy Makers. Ginebra, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC), mayo de 2011.

[3] Cf. ADEREE (Agencia Nacional para el Desarrollo de las Energías Renovables y la Eficiencia Energética), Les Éléments techniques du projet de la réglementation thermique du bâtiment au Maroc, Rabat, ADEREE, 2011. 

[4] Ver los estudios efectuados, para el Plan Azul, por los expertos nacionales: Rafia Missaouri (en Túnez), Adel Mourtada (en el Líbano), y Naïm Lahlou y Mohamed Berdai (en Marruecos); disponibles en la web del Plan Azul, www.planbleu.org.

[5] Ver Missaoui, R., y A. Mourtada, Case Studies : Instruments and Finantial Mechanisms of Energy Efficiency Measures in Building Sector, Londres / París, Consejo Mundial de la Energía / Agencia del Medio Ambiente y Gestión de la Energía, agosto 2010.

[6] Ver Agencia Internacional de la Energía, World Energy Outlook, París, Agencia Internacional de la Energía / Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, 2009.

[7] Ver los proyectos piloto estudiados en el proyecto MED-ENEC (Energy Efficiency in the Construction Sector in the Mediterranean) en 10 PSEM: www.med-enec.com/fr/projets/projets-pilotes. 

[8] Una acumulación de cerca de 6.800 MtCO2 para el escenario Business as usual (tendencial) y de 4.700 MtCO2 para el escenario de ruptura del periodo 2007-2030; es decir, un 30 % de reducción.