La dispersión de los libaneses por el mundo

Choghig Kasparian

Socióloga, Université Saint-Joseph, Beirut

En la actualidad, la pirámide de edades de la población emigrada del Líbano se caracteriza por una forma muy particular. Se trata de una pirámide asimétrica, que refleja la preponderancia del sexo masculino y el hecho de que la emigración en el Líbano afecta especialmente al grupo de adultos jóvenes, de entre 25 y 39 años. Estos y otros factores, como los motivos que inducen a los libaneses a emigrar, los períodos de ausencia de su país de origen y la distribución geográfica de esta emigración son analizados con atención por la autora.


Conocer la dispersión de los libaneses por el mundo es una operación muy compleja. Son escasos los países de acogida que disponen de estadísticas adecuadas y actualizadas. Es un fenómeno tanto más difícil de conocer cuanto que, a menudo, la obtención de la nacionalidad del país de acogida lleva a perder el rastro de los orígenes. Además, el tiempo es un factor que borra los rastros.

En el estudio1 realizado por el Observatoire Universitaire de la Réalité Socio-Économique (OURSE) de la Université Saint-Joseph de Beirut, las informaciones referentes a las personas que emigraron después de 1975 y que aún tenían parientes próximos en el Líbano se obtuvieron de la propia familia residente en dicho país. Esta investigación a escala nacional se llevó a cabo sobre el terreno a finales de 2001 y sus resultados se publicaron en mayo de 2003. Gracias a las conclusiones de este estudio, que ha afectado a una quincuagésima parte de las familias residentes en el Líbano (18.243 familias), disponemos de información detallada sobre unos 20.000 emigrantes que se marcharon después de 1975; ello nos permite rastrear los períodos de partida, describir el perfil de los emigrantes libaneses, descubrir las razones de su marcha y reconstruir sus trayectorias geográficas.

No obstante, la valoración de la importancia de la emigración puede presentar algunas desviaciones debido, por una parte, al fenómeno del olvido de los acontecimientos acaecidos en un período lejano y, por otra, al hecho de que los emigrantes que no tengan ya parientes próximos en el Líbano quedan excluidos de esta técnica de observación.

Resumiremos los datos recogidos agrupándolos en tres temas:

1. La situación actual de los emigrantes.

2. Las circunstancias, los períodos de salida del país y la implantación geográfica de los emigrantes libaneses.

3. Los vínculos con el país de origen y las intenciones en cuanto al futuro.

La situación actual de los emigrantes

Algo menos de la mitad de las familias libanesas (46,2%) cuenta por lo menos con un miembro residente en el extranjero cuya marcha definitiva se produjo en el período entre 1975 y 2001. El importante fenómeno de las salidas del país tiene un efecto evidente en la composición demográfica de la población libanesa residente, así como consecuencias en la estructura del mercado laboral. Los hijos de la familia representan un porcentaje importante de las personas emigradas después de 1975. Los hijos varones son dos veces más numerosos que las hijas.

La tabla 1 refleja esta distribución en cada una de las regiones administrativas (mohafazats) libanesas. La pirámide de edades de la población emigrada se caracteriza por tener una forma muy peculiar: es disimétrica, ya que se estrecha en los extremos y se ensancha en la parte central. Es complementaria de la pirámide de edades de la población libanesa no emigrada y explica el bajo porcentaje de hombres en edad activa observado entre la población residente.

La pirámide de edades de los emigrantes empieza a ensancharse a partir de los 25 años, alcanza su máximo en la franja de 35 a 39 años y se vuelve más estrecha que la de la población residente a partir de los 55 años. De ello se deduce que, comparativamente, el mayor número de emigrantes se registra entre los adultos jóvenes.

Por otra parte, la pirámide denota que los hombres tienen mayor propensión a emigrar que las mujeres. De la población emigrada desde 1975, el 64,4% eran hombres frente al 35,6% de mujeres. El censo de población emigrada masculina es muy elevado en comparación con el de la femenina: 180 hombres por cada 100 mujeres. Este indicador, que aún es más elevado entre la población emigrada con una edad entre 25 y 54 años, explica el déficit de hombres observado entre la población residente de la misma franja de edad.

La pirámide de edades de los emigrantes explica también su actividad económica. En su gran mayoría (aproximadamente dos tercios) están activos y los escolarizados son mucho menos numerosos. No obstante, cabe señalar que, en este estudio, los escolarizados en el extranjero que dependen de padres residentes en el Líbano no tienen la consideración de emigrantes.

La tasa de actividad para los emigrantes con una edad de 15 a 64 años es más elevada que la del conjunto de residentes, diferencia que es mucho más acusada en lo que se refiere a las mujeres. Así, la tasa de actividad de las mujeres emigradas de 15 a 64 años alcanza el 31%, en tanto que sólo es del 19,2% para las que residen en el Líbano. El nivel de estudios de los emigrantes, sin diferenciarlo por franjas de edad, es mucho más elevado que el del conjunto de los residentes: el 25,4% de los emigrantes ha cursado estudios universitarios y el 23% tiene el bachillerato frente al 8,1% de universitarios y el 14,2% de bachilleres de los residentes que han finalizado sus estudios.

Estas diferencias aún son más pertinentes si tenemos en cuenta las franjas de edad. Así, los universitarios representan el 28%, de los emigrantes de 30 a 34 años, en tanto que sólo suponen el 17,3% de los residentes de la misma franja. Entre los emigrantes de 35 a 45 años, la proporción de universitarios es aún más elevada y, en comparación, encontramos el doble de universitarios que entre los residentes de la misma edad (el 32,5% y el 15% respectivamente).

Una gran mayoría de emigrantes ha obtenido el título en el Líbano, sobre todo los títulos escolares hasta el bachillerato. En cuanto a los emigrantes que tienen un título universitario, la situación es distinta: sólo el 52% lo ha obtenido en una universidad del Líbano; el 24,3%, en una universidad de América (especialmente, Canadá y Estados Unidos), y el 19,7%, en una universidad europea.

Las circunstancias, los períodos de salida del país y la implantación geográfica de los emigrantes libaneses

Los emigrantes censados en este estudio se han clasificado según el año de salida y los países de destino. Para presentar los resultados hemos delimitado tres períodos. Dichos períodos tienen una extensión desigual, pero corresponden a situaciones económicas y políticas específicas del Líbano. Así, el primer período, que se extiende de 1975 a 1990, corresponde a los años de disturbios internos; el segundo, de 1991 a 1995, es el de la posguerra y la recuperación económica, y el tercero, que abarca de 1996 a finales de 2001, fecha de la investigación realizada sobre el terreno, se caracteriza por una situación económica difícil.

Cabe señalar la posibilidad de que las salidas indicadas en los diferentes períodos fueran más numerosas, no sólo porque algunas de ellas son imposibles de controlar (fenómeno del olvido de los acontecimientos lejanos y desaparición de rastros, ya sea debido al fallecimiento del emigrante o porque éste ya no tiene parientes próximos que vivan en el Líbano), sino también a causa de los movimientos de regreso: el 6,8% de los actuales residentes del Líbano vivió una larga temporada en el extranjero durante el período de 1975 a 2001. Entre 1975 y 1990, algo más de la mitad de los emigrantes, el 54,4%, abandonó el país durante la guerra del Líbano; es decir, una media del 18% por lustro.

El período de la posguerra, que se extiende de 1991 a 1995, también se caracterizó por un ritmo de salidas aparentemente de igual intensidad. No obstante, es posible que las salidas anteriores fueran en realidad más numerosas, puesto que, evidentemente, los acontecimientos lejanos dejan menos rastros en el presente.

En cambio, en los cinco últimos años se ha registrado una clara recuperación de los movimientos migratorios: el 26,6% de los emigrantes declarados salió del Líbano entre 1996 y 2001.

América del Norte acogió aproximadamente a un tercio de los emigrantes libaneses que abandonaron el país entre 1975 y 2001 y que tenían parientes próximos. Los países árabes acogieron al 20,4%, en tanto que una cuarta parte de emigrantes escogió como destino los diferentes países europeos y el 13,1% se estableció en Australia.

Los datos de la tabla 3 ilustran la distribución de los emigrantes por oleadas y según el país de destino. Cabe destacar la importancia comparativa de los países árabes durante los cinco últimos años: el 28,1% de los emigrantes frente al 20,5% del período entre 1991 y 1995, y el 16,3% de los años 1975-1990. En cambio, Europa, América del Norte y Australia tienen un menor peso durante el último lapso de tiempo. Estas tendencias tal vez sean sólo aparentes, ya que es imposible controlar las salidas que no dejan rastros de vínculos familiares directos en el Líbano. Por otra parte, las salidas hacia los países árabes pueden ser en muy buena parte provisionales; de ahí que su importancia resulte infravalorada en el caso de los períodos más lejanos.

La mayoría de los emigrantes libaneses que abandonaron el país hace unos 25 años se ha instalado definitivamente en el país de acogida. Ello se manifiesta esencialmente en la obtención de una segunda nacionalidad por parte de aproximadamente dos tercios de los emigrantes. El 75,4% de los emigrantes instalados en América del Norte tiene una segunda nacionalidad, al igual que el 61,5% de los que residen en Europa y el 87,8% de los que han emigrado a Australia. Son escasos los libaneses emigrados a los países árabes que tengan otra nacionalidad (9,7%).

El estudio describe también la situación del emigrante en el momento de la salida del país: así, el 60,4% de los emigrantes censados en la investigación abandonó el Líbano entre los 20 y los 34 años de edad, de los que el 28,1% se fue entre los 20 y los 24 años; el 20,8%, entre los 25 y los 29, y el 11,5%, entre los 30 y los 34.

Algo más de la mitad de emigrantes (53%) estaban aún solteros en el momento de la salida, pero la situación era distinta para las mujeres, quienes en aproximadamente el 70% de los casos estaban ya casadas. Entre estas últimas, son menos numerosas las que abandonan el país sin su familia: el 25,5% frente al 63,2% de hombres.

Las principales causas de la emigración son la búsqueda de trabajo o el acceso a mejores condiciones económicas. Algo más de la mitad de los emigrantes abandonó el país para encontrar un empleo o lograr mejores condiciones de trabajo (el 41,3% y el 10,9% respectivamente). El 17,1% de las salidas se deben a la situación general y el 5,3% a la guerra, entendiendo por situación general un malestar político, económico o social. El reagrupamiento familiar, al que se pueden añadir las salidas para contraer matrimonio, ha sido el motivo de aproximadamente una salida de cada cinco (el 21,1%, de cuyo porcentaje el 2,4% corresponde a las salidas para contraer matrimonio). El 9,2% de emigrados ha abandonado el país para cursar estudios en el extranjero y el 2,9% para la obtención de otra nacionalidad.

Los motivos que llevan a los hombres a emigrar difieren de los de las mujeres. De hecho, las causas que se mencionan son parecidas, pero su orden de importancia es totalmente distinto. Así, la principal razón de la emigración femenina es acompañar al cónyuge o a un miembro de la familia (50%), seguida de la búsqueda de empleo o la mala coyuntura económica. A la inversa, más de la mitad de hombres ha emigrado para poder trabajar o debido a la situación económica (69%), y sólo el 5% para proceder a un reagrupamiento familiar.

Mientras que el 5,1% de las mujeres abandonó el país para casarse en el extranjero, sólo un número muy reducido de hombres (0,9%) menciona este motivo. La voluntad de seguir estudios en el extranjero es una razón para emigrar mencionada más veces por los hombres que por las mujeres: el 11,9% frente a tan sólo el 4,3%.

Numerosos emigrantes salieron del país porque un pariente o amigo les alentó a hacerlo. En el 60,4% de los casos, tomaron la decisión de marcharse alentados, directa o indirectamente, por miembros de la familia, o amigos o conocidos. El resto, el 30,8%, decidió abandonar el país por iniciativa propia.

Los vínculos con el país de origen y las intenciones en cuanto al futuro

En este estudio se entrevieron muy someramente los comportamientos y las actitudes de los emigrantes en cuanto a la emigración y el apego al país de origen. Era difícil conocer la opinión real del emigrante a ese respecto interrogando a un miembro de su familia en el Líbano. De todos modos, se formularon algunas preguntas para intentar saber los vínculos que el emigrante mantenía con su familia y su país, y también para averiguar si la emigración era definitiva y si él mismo alentaba a otros miembros de la familia a abandonar el país.

A partir de una serie de criterios, se pudieron evaluar, de un modo aproximativo, los vínculos que los emigrantes han mantenido con su familia en el Líbano y, en general, con el país. Dichos criterios son las visitas efectuadas a la familia, las ayudas económicas remitidas, los bienes conservados en el Líbano y también, en otro sentido, la dependencia económica del emigrante respecto a su familia.

Pese a su implantación —a menudo culminada con éxito— en el país de acogida, los emigrantes libaneses mantienen unos vínculos muy estrechos con el país de origen. Así, el estudio demuestra que la mayoría de emigrantes regresa al Líbano para efectuar visitas regulares (29%) o no regulares (48%). Las frecuencias difieren muy ligeramente entre los hombres y las mujeres, ya que entre estas últimas son menos numerosas las que no visitan a la familia en el Líbano (el 20,7% frente al 24,1% de hombres).

Entre los emigrantes que abandonaron el Líbano después de 1975, las frecuencias de quienes visitan regularmente a la familia son prácticamente las mismas: en torno al 28,5%. En cambio, el elevado número de emigrantes más recientes que no regresan se puede deber a que su estancia en el extranjero no es aún lo suficientemente prolongada, por lo que con el tiempo podrían volver, de manera regular o no, para visitar a su familia en el Líbano.

Algunos emigrantes envían a su familia en el Líbano una ayuda económica, más o menos regular, que es menos cuantiosa en el caso de los emigrantes más recientes. Esa diferencia se debe a que quienes han emigrado hace poco no han tenido tiempo de consolidar una situación económica que les permita ayudar a su familia. Además, no hay duda de que entre estos últimos es mayor el número de estudiantes que dependen de su familia en el Líbano.

En torno al 40% de los emigrantes que abandonaron el país después de 1975 mantienen aún vínculos con el país mediante bienes inmobiliarios, terrenos o inversiones. Quienes no tienen ninguna relación económica con el Líbano representan el 56,8%. Pero esta cifra no indica necesariamente la voluntad de romper con el Líbano, ya que es posible que algunos de ellos no estuvieran en posesión de ningún bien en su país en el momento de su marcha. Por otra parte, el estudio indica que el 30,9% de los emigrantes libaneses que se marcharon después de 1975 ha adquirido bienes en el país de destino.

Las informaciones recogidas por la investigación permiten conocer también cuáles son las intenciones de los emigrantes en cuanto al regreso a su país. Debemos recordar que sabemos de esas intenciones a través de una tercera persona, en este caso un pariente en el Líbano. Gracias a otras informaciones, menos subjetivas, podemos saber si el emigrante anima a emigrar a uno o más miembros de su familia.

Más de la mitad de los emigrantes abandonó el Líbano definitivamente. Las respuestas a la pregunta referida a la intención de volver al país nos permiten distinguir entre quienes han partido definitivamente, quienes piensan regresar y quienes aún no han tomado una decisión. Así, el 16,4% de los emigrantes tiene la intención de volver, según las declaraciones de su familia en el Líbano; el 57% no quiere volver, y el 14,8% aún no ha tomado una decisión.

La intención de regresar es más elevada entre los emigrantes instalados en los países árabes y en África. En cambio, los establecidos en América del Norte y Europa occidental son los que se muestran menos deseosos de volver. Los emigrantes atraen al extranjero a algunos miembros de su familia. Así, entre los instalados en Australia es donde se da el mayor número de quienes alientan a los suyos a emigrar (56,8%), seguidos de los residentes en América del Norte y Europa (el 52,2% y el 48,8% respectivamente). Este porcentaje parece ser más bajo entre los que han emigrado a los países árabes (34,7%).

Sin duda alguna, las salidas de los libaneses al extranjero se remontan a épocas muy lejanas. Afectan, y siempre han afectado, a las estructuras de la sociedad libanesa, pero también han sido un factor de bienestar económico para las familias, que se han beneficiado de las ayudas financieras enviadas por sus allegados. Sería interesante valorar el impacto de dichas ayudas en el desarrollo económico del país en estas últimas décadas, y hacer un balance de las ventajas y los inconvenientes de la emigración.

Notas

[1] Choghig Kasparian, «L’entrée des jeunes libanais dans la vie active et l’émigration», Beirut, PUSJ, 2003.