Inversiones extranjeras directas en la región mediterránea: hacer frente a la crisis

Según la UNCTAD, la zona mediterránea debería sufrir un retroceso de la IED inferior a la tendencia mundial (- 17%), gracias a África del Norte y Egipto.

Pierre Henry

Los países de la orilla sur y este del Mediterráneo (países Med) están atrapados en la crisis económica mundial, aunque sea con un cierto retraso y una posible moderación. Esta crisis que afecta directamente a los principales socios comerciales de la región disminuye los ingresos de la exportación, tanto en el caso de los países con recursos naturales, afectados de lleno por la volatilidad de las cotizaciones y por la reducción de la demanda de materias primas, como en el de las economías exportadoras de productos acabados y de servicios, desde automóviles y electrodomésticos turcos hasta la industria textil y el turismo marroquí. Además, los países Med, de cuyo seguimiento se encarga la red euromediterránea de agencias de promoción de la inversión (ANIMA), están amenazados por otros efectos secundarios, como los riesgos de reducción de la ayuda extranjera (de la que dependen países como Jordania o Egipto) o la disminución de las remesas de la emigración.

Según un estudio de Standard & Poor’s, los flujos de capital generados por los marroquíes, tunecinos, libaneses, egipcios y jordanos establecidos en el extranjero, que representaron 27.000 millones de dólares transferidos en 2008, deberían experimentar una reducción “comprendida entre el 5% y el 10%” en 2009, según el esquema más razonable. En España, con una importante población magrebí las remesas han caído un 7,1% en 2008 (-20% en el último trimestre). Por último, entre los motivos de preocupación de los gobiernos del sur del Mediterráneo ocupa un lugar preferente el descenso de las inversiones extranjeras directas (IED). Ya antes de la crisis, los proyectos extranjeros eran poco numerosos. Demasiado a menudo están mal insertados en las cadenas locales de valor y crean muy pocos empleos como para absorber por sí solos las nuevas incorporaciones al mercado de trabajo Med. Según los cálculos de ANIMA, en seis años se han creado de esta manera más de dos millones de empleos directos, lo que supone tres o cuatro veces más en empleos indirectos.

Pero la necesidad de creación de empleo es realmente muy superior (tres a cuatro millones de puestos de trabajo anuales). A pesar de ser insuficiente, la IED sigue siendo –y más en época de crisis– un recurso codiciado, una fuente inestimable de inversión productiva, de adquisición de conocimientos técnicos, de creación de actividades y de empleo, de ingresos para la exportación, y de estímulo de la oferta local.

La IED, víctima de la crisis

La zona Med se había beneficiado ampliamente del aumento general de los flujos mundiales de IED entre 2002 y 2006. Para 2008, la UCNTAD estima en un 21% el retroceso de los flujos mundiales de IED (1,4 billones de dólares) y prevé que esta tendencia bajista se mantenga en 2009. Teniendo en cuenta que el volumen global está disminuyendo, la zona Med consi- Pierre Henry, gue mantener sin embargo su modesta cuota de mercado en el 3%. En 2008 la crisis ha minado profundamente los fundamentos de la inversión, hundiendo a las empresas en la incertidumbre. Según los datos nacionales parciales de la UNCTAD, la zona Med debería experimentar un retroceso de IED ligeramente inferior a la tendencia mundial (-17%), gracias a la buena resistencia del norte de África (-5,2%) y de Egipto en particular (10.900 millones de dólares en 2008 frente a 11.600 en 2007). Al lado de Egipto, se ven afectados con más crudeza otros dos pesos pesados de la economía regional, Turquía (-26%) e Israel.

El barómetro de inversiones de la red ANIMA (Observatorio ANIMA MIPO), elaborado a partir de datos microeconómicos, confirma esta tendencia. Aunque el número de proyectos de IED contabilizados por ANIMA sólo flaquea ligeramente en 2008 (722 proyectos, -6%), los importes anunciados para los países Med acusan una reducción pronunciada: el flujo anualizado de 2008 se redujo en un 37%, situándose por debajo de la barrera de los 40.000 millones de euros (35.500 millones de euros en 2008), 40.000 millones de euros y 778 proyectos si se añaden Libia, Chipre y Malta-Med13), frente a 57.000 millones en 2007 y 68.000 millones en 2006.

Impacto de la crisis en la distribución sectorial de los proyectos

Pocas cosas han cambiado en 2008: como en 2007, construcción y obras públicas, infraestructuras e hidrocarburos supusieron el grueso de la IED en la región Med. Entre los sectores que más sufren la crisis están el inmobiliario y la energía. El presupuesto medio por IED anunciada en estos dos sectores, que habían atraído muchos de los megaproyectos en 2006- 07, disminuye claramente, y en 2008 alcanzó 176 millones de euros en construcción y obras públicas (-40% frente a 2007) y 149 millones de euros en energía (es decir, una reducción anual de casi el 50%). El presupuesto medio por proyecto, sin distinción de sectores, sigue el mismo camino, hasta situarse en 2008 en 88 millones de euros (frente a 129 millones de euros en 2007). Las telecomunicaciones, a falta de concesión de nuevas licencias o de privatizaciones, esperan la próxima ola de IED. Entre los sectores en alza figuran los servicios a empresas, informático, aeronáutica, química y minorista.

El número de proyectos extranjeros anunciados en la construcción y los transportes está en descenso, después de algunos años locos (más de 100 proyectos anuales desde hace tres años), mientras que el presupuesto bruto acumulado se ha dividido por dos en un año (22.600 millones de euros brutos en 2008). En cambio, las industrias de materiales (vidrio, cemento, minerales, madera, papel) son víctima de la prudencia de los grandes del sector que, desde 2008, han preferido recortar sus programas de inversión, o incluso suspender algunos proyectos anunciados en la euforia de 2007. Aunque todas las inversiones anunciadas hasta ahora en el cemento no llegaran a buen término, la demanda local debería encontrar pronto una oferta equivalente, o incluso excedentaria. Con el fin de la escasez, debería cesar la especulación con los materiales de construcción.

Del mismo modo, la suerte de muchos de los grandes proyectos anunciados en 2007 y 2008 en las industrias pesadas (metalúrgicas, químicas, plásticas o de fertilizantes) parece incierta. Las perspectivas para la exportación (automóvil, construcción y obras públicas, química especializada) o para los mercados locales aún en expansión (grandes proyectos de infraestructuras, agricultura local) no son claras y, sumadas a las dificultades de financiación de los proyectos de capital elevado, deberían provocar aplazamientos o anulaciones. A pesar de todo, la metalurgia atrajo en 2008 una quincena de proyectos (frente a cinco de media entre 2003 y 2006). Nos queda desear que el estrangulamiento financiero de la economía internacional no dificulte también el desarrollo de la química mediterránea (alrededor de 30 proyectos anuales desde 2005, que suponen 7.600 millones de euros en 2008, sobre todo destinados a Turquía).

El sector de los fertilizantes, cuyos protagonistas se están agrupando, sigue siendo atractivo: el gas natural (empleado para la producción de nitrógeno) se ha vuelto barato, aumentando otro tanto los márgenes. La crisis mundial está afectando de lleno a las industrias manufactureras con gran repercusión local. El caso típico es el de la industria del automóvil. Sin embargo, este sector nunca ha sido tan atractivo como en 2008, y no sólo en Turquía (unos 30 proyectos al año desde 2003, con importes que se aproximan a los 800 millones de euros en cuatro años consecutivos). La instalación de empresas de montaje y de subcontratistas en el Sur (Renault en Tánger-Med por ejemplo) debería continuar a medio plazo a pesar de todo. En un entorno mundial de presión sobre los costes, otras industrias (aeronáutica, construcción naval, materiales ferroviarios), sometidas a las mismas dificultades de competitividad de precios y de proximidad con los contratantes o con los nuevos mercados, ponen también rumbo al Sur.

Las industrias de componentes electrónicos, electrónica para el gran público, equipos eléctricos y electrónicos y máquinas y equipamientos mecánicos no logran atraer inversiones extranjeras significativas (aparte de Turquía y de Israel), a pesar de la clara vocación del Mediterráneo como base manufacturera para unos mercados locales en crecimiento y para la cobertura de los mercados europeos a menor coste. Mal que bien, el textil sigue atrayendo una quincena de proyectos. En 2008, las industrias agroalimentarias atrajeron 1.700 millones de euros: resultado medio habida cuenta del potencial de los mercados mediterráneos, debido sobre todo a los beneficios en Turquía. Las buenas noticias vienen del sector servicios. El turismo continúa retrocediendo (pocos nuevos proyectos anunciados en 2008), lo que parece razonable dada la cantidad de megaproyectos divulgados en años anteriores. Es cierto también que los servicios financieros y las telecomunicaciones siempre están en el candelero y mantienen una revolución más silenciosa después de los proyectos estrepitosos de los últimos años.

El sector de la gran distribución prosigue su expansión en la región, a pesar de algunos fallos. Sin embargo, la novedad está en los servicios a empresas. Los servicios informáticos atraen alrededor de 50 proyectos anuales desde hace cuatro años en Israel, pero no sólo allí: los jóvenes ingenieros informáticos de los países Med comienzan a ser apreciados en su justo valor. La asesoría y otros servicios empresariales, desde la ingeniería o el asesoramiento jurídico hasta la gestión de espacios e instalaciones, pasando por los centros de llamadas y la contratación, se benefician de una demanda creciente. En el caso de la exportación, la competencia se va a hacer más dura para los centros de llamadas o para la externalización de algunas funciones de apoyo. Sin embargo, la dinámica del sector se basa en buena medida en factores locales, vinculados con la difusión de técnicas modernas de gestión de empresa, fuente de una demanda inagotable.

Una situación nueva en el Mediterráneo

En 2007, ANIMA no veía en la tenue consolidación de la IED, entonces medible, un verdadero cambio de tendencia. En efecto, las causas del creciente entusiasmo por el Mediterráneo observado desde 2004 –petrodólares, auge de las materias primas, del sector inmobiliario, de los materiales de construcción y del turismo, desarrollo de la subcontratación por parte de los mercados europeos, despegue de Turquía, la toma de conciencia del potencial de los mercados Med y el nuevo interés referido al espacio Euromed en general– no parecían que fuesen a desaparecer. Pero en 2008, este entorno cambió radicalmente: hundimiento de las cotizaciones de la energía que amenaza los programas de inversión pública y podría causar el agotamiento progresivo del flujo de petrodólares desde la península arábiga hacia el Mediterráneo; acceso más restringido al crédito; caída del turismo; estallido de la burbuja inmobiliaria en el Golfo; recesión en los mercados desarrollados, etcétera.

Sin embargo, no faltan razones para esperar que se mantenga los flujos de IED en la región. Para 2009, el Banco Mundial prevé un crecimiento del 3,9% en los países del sur y este del Mediterráneo. Por otro lado, la bajada de las cotizaciones del petróleo que afecta a los países Med productores beneficia, con una inflación también más débil, a otros países Med. Finalmente, el Mediterráneo aparece siempre como una solución para la industria europea, un recurso posible en lo que se refiere a mercado, control de costes o asociaciones. Se dibuja una nueva geografía económica, en la que Europa recupera el papel protagonista: el Viejo Continente, seguido de cerca o superado por el Golfo estos últimos años, ha recuperado en 2008 su lugar de primera región emisora de IED hacia los países Med (un 41% de los flujos anuales en 2008, según ANIMA).

Este gran reto industrial de la integración económica euromediterránea es precisamente la razón de ser del programa Invest in Med, respaldado por la Comisión Europea. Según Bénédict de Saint Laurent, delegado general de ANIMA y director del programa Invest in Med, “la crisis también es beneficiosa. En griego, “crisis” significa el momento de la decisión. Para los países afectados, ésta es la ocasión de reflexionar sobre una estrategia para atraer proyectos más duraderos, socialmente más útiles”. Fomentar los proyectos más modestos, mejor integrados, menos móviles, junto a los grandes proyectos de las multinacionales que dominan actualmente el paisaje de las IED en el Mediterráneo podría convertirse en una prioridad. Las pymes originan apenas el 15 % de los proyectos de IED contabilizados por ANIMA en el periodo 2003-08 (y el 5% del importe bruto anunciado, frente al 60% de las multinacionales).