El Mediterráneo es un espacio geográfico y cultural único en el mundo que une a 22 países y más de 450 millones de habitantes. Tiene una larga historia que ha generado progreso y desarrollo a ambos lados de las orillas. Pero sigue siendo un espacio con un frágil equilibrio impactado por múltiples crisis que ponen en riesgo su futuro. Varios son los factores que contribuyen a ello. A nivel ambiental, el cambio climático y la contaminación humana degradan el acceso a los recursos naturales, al agua y la producción alimentaria local. A nivel social, la inestabilidad política y los conflictos armados fomentan migraciones y tensiones. A nivel económico, la falta de integración regional y la poca diversificación del tejido industrial impiden un desarrollo equitativo e inclusivo.
Quizás el cambio climático sea un revulsivo que nos ayude a transformar el paradigma actual y nos sirva para ser más respetuosos con la naturaleza. Este es uno de los mayores desafíos que afronta la humanidad para mantener sus fuentes de vitalidad y bienestar. Como manifiestan los expertos que participan en este número, una de sus graves consecuencias será el aumento de las desigualdades sociales entre las diferentes naciones y dentro de ellas mismas, además de los efectos especialmente negativos hacia ciertos grupos vulnerables como las mujeres o los niños. No obstante, en la última década, junto al deterioro de los ecosistemas, también han surgido buenas prácticas de carácter local e intentos de concertación global que se están llevando a cabo para contrarrestar estos problemas, como las recientes cumbres del clima, que se han llevado a cabo recientemente en París y Marrakech, y la próxima tendrá lugar en Bonn.
El Instituto Europeo del Mediterráneo, IEMed y la asociación eco-union, ambos con una larga trayectoria centrada en las diversas problemáticas mediterráneas, desean aportar una serie de reflexiones en este número de Quaderns de la Mediterrània, titulado «Naturaleza y sostenibilidad. Convivir en el Mediterráneo». En este análisis de carácter interdisciplinar participan pensadores, filósofos, biólogos, expertos en diversas disciplinas técnicas y sociales para abordar los diferentes retos vividos por el mar Mediterráneo. El dossier pretende ofrecer respuestas colectivas y compartidas hacia una mayor sostenibilidad y equidad en la región mediterránea. Este gran objetivo debe ser considerado por todos los actores de la sociedad, con el fin de encontrar soluciones a unos problemas que afectan no solo a los que vivimos actualmente en estos territorios, sino también a las generaciones futuras.
El pensador Edgar Morin, en la entrevista que publicamos en el número 16 de Quaderns de la Mediterrània sobre «Ecología y cultura», manifiesta la necesidad de desarrollar en el siglo xxi el pensamiento ecologizado, basándose en tres puntos: primero la reintegración de nuestro entorno en nuestra conciencia antropológica y social; segundo, la resurrección ecosistemática de la idea de naturaleza y tercero, la aportación decisiva de la biosfera a nuestra conciencia planetaria.
Las limitaciones de espacio que impone esta publicación nos obligan a escoger aquellos temas que consideramos más urgentes, así como algunas buenas prácticas representativas que nos pueden ayudar a afrontar ese gran desafío ecológico. Por esta razón hemos dividido los diferentes trabajos en cuatro partes: 1) «Hacia una conciencia ecológica»; 2) «Por un Mediterráneo limpio»; 3) «Retos para obtener nuevos recursos»; y 4) «Sostenibilidad pública y privada».
Para conseguir una conciencia ecológica, el filósofo Jordi Pigem nos advierte que «es necesario aprovechar esta época de crisis, de cambio, en la que todo queda abierto, para afrontar el paso de nuestra sociedad a la madurez serena, a la reconciliación con el entorno que nos rodea, a un equilibrio planetario que pueda sostenernos».
La filósofa ecofeminista Alicia Puleo manifiesta, en relación al cambio climático, que las catástrofes mal llamadas «naturales» no afectan ya solamente a zonas geográficas tradicionalmente conocidas por sus fenómenos climáticos extremos, azotadas por huracanes, inundaciones o sequías, sino a todo el planeta. Driss Khrouz, director de la Fondation Esprit de Fes, lamenta que a pesar de los diversos intentos de concertación global, el hecho de que Estados Unidos haya decidido abandonar el acuerdo de París en el último momento pone en serio riesgo la viabilidad del acuerdo. El socioecólogo Ramon Folch resalta la importancia de las dos funciones paisajísticas: el mantenimiento homeostático de sí mismo y su dimensión educadora en cualquier parte y, especialmente en el Mediterráneo.
Lydia Chaparro, ecóloga marina, y Luis Jiménez Meneses, técnico en ciencias ambientales, nos alertan de la gran asignatura pendiente que es salvar el Mediterráneo de la basura y la contaminación. La biodiversidad y la gestión de los residuos es un problema mundial que afecta todos los océanos, por ello, la ecóloga Lily Venizelos expone una serie de iniciativas conjuntas llevadas a cabo por diferentes ONGs en la región mediterránea.
Hussein Abaza, exdirector del Servicio de Economía y Comercio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, nos da pistas en relación a Oriente Medio y el Norte de África para que los gobiernos sigan una vía ecológica sostenible. Para ello, se deberá adoptar un enfoque vinculante integrado entre el agua, los alimentos y la energía, que asegure la presencia de complementariedades y sinergias entre los tres sectores. En el mismo sentido, el experto para temas medioambientales en el mundo árabe, Najib Saab, manifiesta cómo el cambio hacia una economía verde y sostenible ha venido desencadenado en gran medida por la mera necesidad de abordar problemas cruciales y situaciones de escasez de recursos en relación con el agua, el alimento y la energía.
Aleksandar Rankovic, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales, siguiendo las llamadas soluciones basadas en la naturaleza que han sido objeto de creciente atención en los últimos años, señala cómo Marruecos y Túnez son dos de los países que han prestado mayor atención al uso de los ecosistemas en sus estrategias climáticas.Por su parte, Vicent Garcès, de la Fundación Asamblea de Ciudadanas y Ciudadanos del Mediterráneo, partiendo de un ejercicio prospectivo nos presenta la proposición que firmaron países del norte y sur mediterráneo para promover iniciativas de alimentación responsable y sostenible para ayudar a sustituir el modelo agroindustrial, que supone una amenaza para la diversidad alimentaria de estos países mediterráneos.
Dentro de las buenas prácticas, el empresario Gunter Pauli nos presenta el proyecto de El Hierro, en las Islas Canarias. Se trata de un proyecto basado en la energía eólica con un resultado de éxito que ha estimulado las industrias locales.
Varios ejemplos de sostenibilidad promovida de forma pública y/o privada los encontramos con Maria Serena Mancini y Alessandro Galli, de Global Footprint Network, a partir del programa Contabilidad de la huella ecológica aplicada a Montenegro. El profesor Michel Scoullos, Director de la Cátedra y la Red UNESCO de Gestión y Educación para el Desarrollo Sostenible en el Mediterráneo, se refiere a la iniciativa Estrategia Mediterránea para la Educación en Desarrollo Sostenible, aprobada por los ministros de la Unión por el Mediterráneo (UpM) en 2014.
Maria Àngels Roque, desde el campo de la antropología, expone un debate entre diferentes actores públicos y privados en la Sierra de Tramontana, en Mallorca. Intenta mostrar el posicionamiento y el juego de poder político y económico a partir del turismo cinegético desarrollado en esta zona.Susanne Hirschmann, de Som Energia, concluye que si bien es necesaria la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, se cuestiona: ¿Quién será el principal actor en este nuevo juego de poder que cambiará el sistema energético: las grandes empresas o los ciudadanos?
Cerramos el dossier con las conversaciones entre el pensador Jorge Wagensberg y el profesor Joan Martínez Alier que inciden en diversos momentos cruciales del ser humano con la naturaleza, recordándonos que solo tenemos un planeta.
Todo ello nos lleva a una cuestión clave: la exigencia de impulsar una buena gestión de nuestro espacio común, el Mediterráneo. Sin un cambio radical de rumbo, el Mediterráneo agravará los conflictos, las injusticias y la decadencia de nuestra civilización. En el lado opuesto, un Mediterráneo en buena salud, inclusivo y sostenible contribuirá a la paz, el progreso y el bienestar compartido. Necesitamos, pues, esta cooperación horizontal, transnacional y local para abordar juntos tanto los temas que tienen una dimensión global como los locales. Solo así se podrán tratar, conjunta y solidariamente, cuestiones básicas para que el Mediterráneo no sea únicamente cuna de grandes civilizaciones, sino también un lugar donde las futuras generaciones puedan cumplir sus deseos de forma armónica con la naturaleza.