Este 2009 ha sido un año difícil en lo que respecta a las relaciones políticas en la región euromediterránea. Las discusiones acerca del grado de participación de la Liga Árabe en el futuro de la Unión por el Mediterráneo, el doloroso conflicto de Gaza y la cancelación de reuniones oficiales ministeriales y de expertos a nivel regional han sido algunos de los acontecimientos negativos que han marcado la agenda política de este último año. Sin embargo, las esperanzas depositadas en el nuevo proyecto de la Unión por el Mediterráneo, posibles gracias al trabajo realizado desde el Proceso de Barcelona, mantienen vivo el espíritu euromediterráneo.
La ausencia de reuniones ministeriales hasta entrado el segundo semestre de este año se ha compensado, en parte, por las actividades de nuestras instituciones y de las ONG, que han mantenido viva la llama del diálogo en una situación muy delicada. Quisiera mencionar en especial a la Fundación Anna Lindh para el diálogo entre culturas, que ha creado sinergias para reconstruir puentes de confianza con acciones multilaterales de manera rápida y oportuna con las redes asociativas, así como una nueva sinergia entre la Fundación Anna Lindh y la Alianza de Civilizaciones en la reunión conjunta de alto nivel celebrada en París en marzo de 2009.
Pese al difícil período transcurrido, la creación de las nuevas instituciones y reglas de la Unión por el Mediterráneo ha requerido el trabajo de muchas personas e instituciones y deseamos que el próximo año, bajo la égida de la presidencia española, se avance decisivamente en la puesta en marcha de la Unión por el Mediterráneo, y que el deseo de paz y codesarrollo esté más cercano y se amplíe en los diversos puertos y territorios euromediterráneos. Como nos recuerda desde la Europa nórdica Risto Veltheim, aunque no se ha presenciado el progreso y la dinámica del Partenariado Euromediterráneo que se esperaba, éste ha sido un año de aprendizaje y reflexión porque la labor no es sólo un proyecto de cooperación técnica o un programa económico. Es básicamente un proyecto político para respaldar el proceso de paz y consolidar los cimientos de la cooperación regional.
No obstante, es muy difícil que se avance, a pesar de los buenos designios, si no existe un verdadero conocimiento y aprecio por la diversidad cultural y por las posibilidades interculturales en el proceso euromediterráneo. En mayo de 2008 se convocó, por segunda vez en la historia del Proceso de Barcelona, la Conferencia Ministerial Euromediterránea de Cultura. El resultado más interesante fue la reflexión sobre una estrategia que debía estar anclada en dos ejes principales: el diálogo intercultural y la política cultural. En este sentido, el Instituto Europeo del Mediterráneo contribuyó a pensar esta estrategia por medio de un Encuentro de Escritores e Intelectuales para el diálogo intercultural Europa-Mediterráneo, propiciado por la Comisión Europea y celebrado en Barcelona. En este encuentro, y previamente a través de una encuesta y una serie de trabajos más amplios, se elaboraron y aprobaron unas recomendaciones que fueron recogidas en las conclusiones de la Conferencia Ministerial de Atenas. En el presente número de Quaderns de la Mediterrània ofrecemos íntegramente este documento, de gran importancia estratégica.
A pesar de que la Unión por el Mediterráneo supone una nueva etapa que quiere consolidar voluntades e ir más allá dentro del Proceso Euromediterráneo, en relación a las estrategias político-culturales supone un gran vacío. Aprovecho para señalar que la nueva estructura prevé la copresidencia durante dos años de un país del Norte (actualmente Francia) y uno del Sur (actualmente Egipto), el establecimiento de una secretaría en Barcelona con seis secretarios adjuntos, propuestos por otros tantos países, y la realización de seis grandes proyectos relativos a: descontaminación del Mediterráneo, infraestructuras de interconexión marítimas y terrestres, protección civil, plan solar euromediterráneo y energías alternativas, enseñanza superior e investigación, y plan de apoyo a la pequeña y mediana empresa. Ninguno de los proyectos afecta al ámbito cultural propiamente dicho, aparte del referido a la cooperación en enseñanza superior e investigación.
Una gran esperanza para paliar este vacío cultural, tan necesaria para acercar mentalidades, es la magna reunión que la Fundación Anna Lindh realizará en marzo del 2010 en Barcelona con motivo de sus cinco años de existencia y con el objetivo de que una parte representativa de las casi 3000 asociaciones pertenecientes a las 43 redes nacionales de Europa y de los países del sur y este del Mediterráneo se den cita en el ágora, espacio crítico y proactivo donde no sólo emerjan ideas sino también acciones conjuntas. Así podremos consolidar desde la sociedad civil, y también desde las instituciones locales e internacionales, un verdadero diálogo a partir del conocimiento. Hace falta, para ello, reforzar las actividades, los puentes de confianza con los programas culturales de la Comisión Europea y de la Liga Árabe y con el Consejo de Europa, la Unesco y la Alianza de Civilizaciones.
En este sentido, la religión es uno de los temas claves dentro del diálogo ya que se halla en el corazón de las culturas como símbolo de credo y de pertenencia. Estos elementos esenciales frecuentemente son instrumentalizados por las ortodoxias y las ideologías y, desgraciadamente, han servido más para separar que para unir. A menudo la visión de los valores del otro viene marcada especialmente por la diferencia religiosa, sin tener en cuenta que compartimos representaciones espirituales semejantes surgidas de las mismas fuentes y de las aportaciones trasmitidas en momentos históricos. Más allá de las ortodoxias, es necesario encontrar aquellos símbolos que constituyen un imaginario compartido. Por esta razón, el dossier del presente número de Quaderns de la Mediterrània está dedicado a “Representaciones y Espiritualidades en el diálogo intercultural”, con el objetivo de lograr un mayor conocimiento de los aspectos simbólicos compartidos. Para ello contamos con los artículos de relevantes académicos, artistas y escritores de las dos riberas mediterráneas que tratan de personajes y representaciones poéticas, musicales, plásticas, de gran valor simbólico para cada religión, pero cuyos elementos representativos y comunicativos son compartidos en gran medida por los místicos cristianos, musulmanes y judíos.
En el número 12 de Q.M. también aparecen recomendaciones para impulsar las estrategias políticas en la próxima Conferencia Ministerial Euromediterránea de Cultura, a partir de la voz de las principales redes de la sociedad civil que trabajan de forma operativa y desarrollan buenas prácticas en el proceso euromediterráneo. De esta forma, el IEMed no sólo contribuye a la reflexión orientativa para el diálogo y el conocimiento mutuo, sino que apuesta por un 2010 en el que se puedan concretizar realidades que ayuden a afianzar el Proceso Euromediterráneo.