La revista semestral Quaderns de la Mediterrània lleva más de dos décadas dedicada a reflejar de forma interdisciplinar las voces, la historia, el imaginario y el conocimiento de ambas riberas del Mediterráneo, con el objetivo de entablar un mayor diálogo en el que las aportaciones de los autores sean complementarias y no excluyentes. Actualmente, la memoria interesa no solo a los historiadores y filósofos, sino también a los neurólogos, psicólogos, antropólogos o teóricos de la literatura. Es un tema crucial, en suma, para los ciudadanos de nuestra aldea global, que, en gran medida, tiene como epicentro el Mediterráneo. En este sentido, hemos creído oportuno dedicar el número 33 de Quaderns de la Mediterrània al «Viaje y memoria mediterránea», en un momento en que es necesario tener presente la historia y la actualidad en las que se sigue batiendo este mar proceloso, como lo denominaba Homero.
El Mediterráneo es un laboratorio de larga duración donde la memoria está hecha de mitos, historia y narraciones; de imágenes y sentimientos no solo de los vencedores, sino también de aquellos viajeros voluntarios o forzosos que han ido añadiendo visiones calidoscópicas a este crisol de culturas. Narraciones verdaderas o fantasiosas, con memorias a menudo compartidas, pero tamizadas por los avatares de la historia local.
Los autores son especialistas en diversos campos y nos evocan, a partir de la historia, la antropología, la literatura o el arte, la complejidad del alma humana ante los acontecimientos que han vivido ellos mismos, o analizando documentos históricos, biografías y visiones artísticas. Todos estos trabajos constituyen una compleja memoria de los países mediterráneos tejida por identidades múltiples, casi siempre enfrentadas, pero que comparten muchos elementos comunes en sus prácticas cotidianas.
En la época presente, intentamos salir con dificultad de la pandemia del Covid-19, que ha asolado el mundo desde hace dos años, un mundo donde millones de desplazados ucranianos y sirios, víctimas de la guerra, así como aquellos que huyen de conflictos sociales y económicos de sus países de origen, intentan preservar su memoria para acceder a nuevas realidades. El mundo constituye, pues, un lugar ordenado solo en apariencia, que en cualquier momento puede moverse, desequilibrarse o desplazarse.
A través de una veintena de artículos, los autores nos muestran la importancia de la memoria en la identidad, al tiempo que nos recuerdan la inestabilidad de la vida, los mapas o las fronteras. Algunos autores rememoran a su familia, que también vivió el exilio como ellos; para otros, los viajes, sean iniciáticos o no, de personajes históricos que se embarcaron en diversos periplos también nos ofrecen narraciones evocadas por poetas, escritores, comerciantes, aventureros o misioneros. No podemos abordar la memoria sin contar con la historia de esos viajeros y errantes que, aunque a veces medio olvidados, ha impregnado la cultura mediterránea mucho más de lo que sabemos o creemos. Tampoco debemos olvidar en qué momento estamos hoy, un momento crucial para el planeta.
La cultura es un concepto dinámico que se adapta a los cambios impuestos por la contemporaneidad. La aceptación de este hecho es uno de los principales elementos que conforman su evolución. Por ello, reivindicamos que la cultura, aunque no esté explícitamente manifiesta, se convierte en el factor clave que impregna transversalmente los temas fundamentales de nuestra contemporaneidad. La reivindicación de la cultura es, pues, un elemento clave en el inmenso reto que suponen los nuevos, o a veces no tan nuevos, desafíos de nuestro tiempo. Los diecisiete Objetivos del Desarrollo Sostenible que componen la Agenda 2030 propuesta por Naciones Unidas resultan, por ello, de vital importancia, tanto a nivel local como planetario, para los ciudadanos comprometidos. Según estos objetivos del desarrollo sostenible, el patrimonio cultural, ya sea material o inmaterial —tal y como explican, también, nuestros autores en «Viaje y memoria mediterránea», refiriéndose sobre todo a este último—, es un recurso necesario para valorar nuestras identidades múltiples, lejos de las identidades asesinas que ya denunció en su día el escritor Amin Maalouf.