Para educar e inculcar a las personas, y especialmente a los niños y jóvenes, la diversidad religiosa, existen varias alternativas pedagógicas que deben ser consideradas. Además de explicar las diversas religiones de una manera honesta e intelectual, huyendo de los estereotipos, es muy importante tener en cuenta el factor de la trascendencia. En efecto, el hecho religioso es, fundamentalmente, la búsqueda de un sentido. Asimismo, la noción de complementariedad es muy importante en el aprendizaje del acercamiento al «otro»: es un elemento enriquecedor, una unidad profunda y superior que asegura la armonía del fenómeno religioso en su conjunto.
¿Es posible aprehender la educación en la diversidad religiosa sin clarificar desde el principio dos nociones: la de hecho religioso y la de diversidad?[1]
Dos nociones que hay que clarificar: el hecho religioso y la diversidad
Primera noción: el hecho religioso
Por honradez intelectual, y para evitar tanto los equívocos como las desviaciones en la aplicación, en la historia del pensamiento hay una doble alternativa. La primera alternativa, antirreligiosa o arreligiosa, consiste en considerar el hecho religioso como un epifenómeno, una deriva que depende de la psiquiatría, un opio para aliviar la miseria humana. La segunda alternativa considera el hecho religioso como una actitud frente a la trascendencia y, por tanto, un problema real con variantes, que deben aprehenderse de un modo distinto al de cualquier otro hecho natural o biopsicológico. Cada una de estas dos alternativas desemboca en diferentes modalidades, desigualmente operacionales, en la educación en la diversidad religiosa.
Los autores que elaboran manuales y sistemas pedagógicos en materia de diversidad religiosa basculan entre una u otra alternativa. Su indecisión los conduce hacia una perspectivaexclusivamente cognitiva. Para ellos, se trata de explicar con autenticidad las diversas religiones para corregir las imágenes estereotipadas y alteradas.
Pero el hecho religioso implica una relación con la trascendencia, una búsqueda de sentido. Podemos creer o no en la trascendencia. ¡Pero ello ya implica una actitud respecto a la trascendencia! No podemos descuidar esta dimensión cuando queremos explicar la religión, o hacer comprensibles otras religiones, y la religión del otro.
La sociología religiosa estudia las manifestaciones externas de la religión, pero no es la religión. Aunque reconocer la especificidad de lo religioso no implica necesariamente ser creyente, sí implica, al menos, mucha honradez intelectual. Por otra parte, a partir del momento en que se admite dicha especificidad, o cuando se empieza a reconocerla, ya se está en otra vía… Me pregunto, incluso, si los sociólogos de la religión pueden hacer una buena sociología de las religiones, si no son conscientes desde el principio de los límites de la sociología religiosa en cuanto a la aprehensión de la problemática trascendental de la religión.
Secunda noción: la diversidad
Nos enfrentamos al problema de la diversidad. Lo diverso, del latín diversus, «opuesto», presenta varias caras, varias apariencias. Es heterogéneo, disparatado, múltiple, mediocre, incoherente, en oposición a…
¿Cuándo se transforma la diversidad en variedad, riqueza y armonía? Pues cuando a través de ella se descubre la complementariedad, la unidad superior y profunda que garantiza la armonía del conjunto.
Cuando se aprehende la diversidad religiosa sólo para dar a conocer la diversidad, sin entrever a través de ella lo que nos reúne y une, bien es verdad que, aunque hagamos comprensibles los fenómenos religiosos, no estamos buscando un acercamiento entre los hombres. En la búsqueda y la explicación de toda diversidad y toda unidad, la frase de Terencio (Cartago, c. 190-159 a.C.) siempre tiene que inspirar el trabajo: «Soy hombre, y nada humano me es ajeno» (Homo sum: humani nil a me alienum puto).
En su obra Trois messagers pour un seul Dieu,[2] Roger Arnaldez muestra, en la primera parte del libro, lo que hay de diverso, de oposicional, en los dogmas de las tres religiones: la judía, la cristiana y la musulmana. En la segunda parte, dedicada a las místicas de estas tres religiones, se descubre la unidad de la fe en frases casi calcadas de un místico a otro, más allá del tiempo y el espacio.
La diversidad religiosa y su gestión cultural y pedagógica
Varias razones justifican la promoción de una cultura religiosa en la educación, basada en el respeto, el reconocimiento y la aceptación de la diversidad religiosa:
- El retroceso de las ideologías, con la emergencia o el retorno de lo religioso, a veces en calidad de sustituto, en los procesos de movilización política, de las ideologías globalizadoras del pasado.
- La proliferación de los grupos que, debido a la ampliación de la democratización, hablan en nombre de la religión. Entre estos grupos hay organizaciones fanáticas y terroristas que buscan una legitimidad de origen sagrado.
- La pontificación de la religión, es decir, la explotación de la religión en la competición política, por el hecho de que la religión, en tanto portadora de valores, es movilizadora y plantea problemas que no son negociables por naturaleza.
Riesgos a evitar en la pedagogía intercultural
Los riesgos a evitar son cuatro:
- Reducir la educación en la diversidad religiosa a una dimensión cognitiva.
- Ampliar la dimensión de lo religioso, sin considerar la importancia de la cultura de la legalidad para la regulación pacífica de los conflictos.
- Amplificar la dimensión dogmática y ritual en detrimento de la espiritualidad, que une en una fraternidad más amplia y hasta universal.
- Disculpar y absolver a los creyentes y adeptos de las diversas religiones en lo relacionado con sus imágenes alteradas en nombre de la imagen del otro. ¡Cada persona también es responsable de su imagen! En todas las religiones hay prácticas que hacen referencia a numerosas imágenes peyorativas… ¡Y no siempre debido a los estereotipos y la ignorancia…! A propósito de los cristianos, decía Nietzsche: «Para creer en su Salvador, sería preciso que tuvieran más aspecto de redimidos».
Los componentes interculturales de la diversidad religiosa
La cultura y la pedagogía de la interculturalidad religiosa conllevan tres componentes:
- La enseñanza religiosa con los dogmas, ciertamente, pero sin dogmatismo, para ayudarnos a volver a encontrar en nuestros días el alma de todas las religiones.
- La cultura religiosa, que es necesaria para comprender la historia, la arquitectura, la literatura, la música… Sin embargo, hay que insistir en los comportamientos y los testimonios de todos los tiempos, y en las oraciones de todas las épocas y de todas las religiones…
- La rehabilitación en la enseñanza de las Humanidades, verdaderos factores de comprensión y humanismo.
La Tarea de la Fundación Anna Lindh en materia de educación en la diversidad religiosa es pionera, innovadora y necesaria. En consecuencia, es preciso ampliar su gestión, así como sus aplicaciones.