Europa y la sociedad civil árabe: un apoyo no exento de críticas
A raíz de la caída del muro de Berlín en 1989 y el importante papel que desempeñó en los países emancipados del control soviético, el concepto de sociedad civil recibió un impulso mundial. En los países árabes, especialmente los del Levante, que carecen de democracia en su práctica totalidad, existía una forma particular que los académicos denominan «sociedad comunitaria». Se trata de una organización social basada en estrechos lazos comunitarios, en la que los individuos se identifican y reúnen en función de su pertenencia a una comunidad específica, como la religión, la etnia, la cultura o el lugar de residencia. En cambio, la sociedad civil se refiere al conjunto de agentes no estatales y no mercantiles que actúan al margen del gobierno y las empresas, con el objetivo de promover el interés general, defender los derechos humanos, participar en la toma de decisiones públicas y contribuir al desarrollo de la sociedad. Incluye organizaciones no gubernamentales (ONG), asociaciones, sindicatos, movimientos sociales, grupos de presión, medios de comunicación independientes, etc. No obstante, hay que subrayar que el concepto de «sociedad civil» existe en los países norteafricanos desde mucho antes que en los países del Levante. Las publicaciones árabes sobre la sociedad civil experimentaron un notable aumento con el lanzamiento del Proceso de Barcelona en 1995. Los cimientos para los intercambios entre las sociedades civiles del Norte y del Sur se vieron reforzados. Además, los regímenes árabes instrumentalizaron el concepto para aprovechar las oportunidades que brinda el Proceso de Barcelona. La situación varía de un país a otro en función de diversos factores, como el contexto político, el nivel de represión, las dinámicas sociales y los recursos disponibles. Han prestado su apoyo a las organizaciones apolíticas de la sociedad civil, al tiempo que han seguido adoptando una estrategia restrictiva hacia aquellas que defienden la democracia y los derechos humanos (restricciones jurídicas y políticas a la libertad de expresión, la asociación y el activismo, autorización previa, limitación de la financiación extranjera, acoso, intimidación, encarcelamiento, etc.). En algunos casos, los regímenes autoritarios se han apropiado de las organizaciones de la sociedad civil, creando instituciones de fachada que sirven a sus intereses políticos y limitan el espacio para las voces independientes.
Las primeras damas, mujeres de presidentes o de líderes políticos, han creado asociaciones y organizaciones con considerables recursos (gran parte de su financiación procede de donantes occidentales). Se trata de una nueva forma de captar el espacio público y canalizar mejor el trabajo de las asociaciones. Estas, a menudo centradas en ámbitos como la educación, la sanidad, el bienestar de las mujeres y los niños, el desarrollo social y la filantropía, pueden variar en cuanto a estructura, escala y ámbito de actuación, dependiendo del país y de las mujeres implicadas.
No obstante, el Proceso de Barcelona ha abierto nuevas oportunidades de diálogo y cooperación entre Europa y la sociedad civil árabe. Las relaciones entre los actores de la sociedad civil de ambas orillas del Mediterráneo se han visto consolidadas. Entre otras cosas, el municipalismo ha abierto perspectivas de cooperación entre las ciudades mediterráneas. Los acontecimientos de 2011 brindaron nuevas perspectivas y oportunidades a la sociedad civil, pero también han ido acompañados de desafíos y dificultades.
EUROPA Y LA SOCIEDAD CIVIL ÁRABE DESPUÉS DEL PROCESO DE BARCELONA
Se han establecido mecanismos de consulta y participación que permiten a los actores de la sociedad civil participar en los debates y en los procesos de toma de decisiones relativos a la cooperación euromediterránea. Europa ha tratado de apoyar a la sociedad civil en la región proporcionando recursos financieros, asistencia técnica, formación e intercambios de experiencias, con el fin de reforzar las capacidades de las organizaciones y promover los derechos humanos, la democracia, la buena gobernanza, la participación ciudadana y el desarrollo sostenible.
El Programa de Apoyo a la Sociedad Civil de la Unión Europea en los países socios se ejecuta mediante diversos instrumentos financieros, como el Instrumento Europeo de Vecindad (IEV), el Instrumento Europeo para la Democracia y los Derechos Humanos (IEDDH) y el Instrumento para contribuir a la Estabilidad y la Paz (IcSP). Las modalidades de participación y financiación pueden variar en función del país y del plan en cuestión. El programa presta apoyo financiero y técnico a organizaciones de la sociedad civil en varios ámbitos clave:
- el fortalecimiento de capacidades: se aspira a reforzar las competencias y las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil mediante cursos de formación, talleres e intercambio de experiencias. Esto permite a las organizaciones mejorar su gobernanza interna, sus campañas de promoción, su gestión financiera y sus estrategias de comunicación.
- el activismo y la participación política: el programa anima a las organizaciones de la sociedad civil a participar activamente en el proceso democrático y a fomentar la participación ciudadana. Apoya iniciativas destinadas a influir en las políticas públicas y a promover los derechos humanos, la igualdad de género, el buen gobierno y la transparencia.
- el desarrollo social y económico: se apoyan iniciativas de la sociedad civil destinadas a mejorar las condiciones de vida de la población local. Esto puede incluir proyectos en los ámbitos de la educación, la salud, el medio ambiente, el empleo, la inclusión social y el desarrollo económico sostenible.
- el diálogo y la colaboración: se fomenta el diálogo y la colaboración entre la sociedad civil, las autoridades locales, los agentes económicos y otras partes implicadas. Su objetivo es reforzar las redes y las asociaciones para una acción colectiva más eficaz y duradera.
Es cierto que, a pesar de los esfuerzos realizados, se han expresado algunas críticas en cuanto a la insuficiencia del programa. Estos son algunos de los puntos planteados:
- recursos limitados: los fondos asignados pueden ser insuficientes para responder a todas las necesidades de la sociedad civil en los países socios de la UE, lo que puede dar lugar a una mayor competencia por los fondos disponibles.
- complejidad de los procedimientos de financiación: los trámites administrativos y de financiación pueden ser complejos y burocráticos, lo que dificulta el acceso de las organizaciones de la sociedad civil a los fondos y crea obstáculos para los actores locales.
- limitaciones geográficas: el programa se centra principalmente en los países vecinos de la UE, dejando de lado otras regiones del mundo en las que la sociedad civil también necesita apoyo. Esto puede dar la impresión de que el enfoque es limitado desde un punto de vista geográfico.
- falta de flexibilidad: algunos actores de la sociedad civil han recalcado la falta de flexibilidad a la hora de responder a las necesidades y prioridades concretas de las organizaciones locales. Los criterios de financiación pueden no estar suficientemente adaptados a la realidad, lo que limita la eficacia del apoyo prestado.
- falta de alineación estratégica: se ha insinuado que el programa podría beneficiarse de una mayor alineación estratégica de los países socios de la UE con los objetivos a largo plazo de la sociedad civil. Esto podría incluir una mejor coordinación con otras iniciativas de desarrollo y una visión más clara de cómo el apoyo contribuye al cambio sostenible.
RELACIONES ENTRE ACTORES DE LA SOCIEDAD CIVIL DE LAS DOS ORILLAS
Las relaciones entre los actores de la sociedad civil de las dos orillas del Mediterráneo han evolucionado desde el lanzamiento del Proceso de Barcelona y la Unión por el Mediterráneo. Se caracterizan por los intercambios, la colaboración y el diálogo destinados a fomentar la cooperación, el intercambio de ideas y el refuerzo mutuo:
- intercambios y encuentros: los actores de la sociedad civil de los países mediterráneos, ya sean ONG, sindicatos, grupos de jóvenes, organizaciones de mujeres o universidades, han tenido la oportunidad de reunirse en foros, conferencias y encuentros bilaterales o multilaterales. Estos foros han fomentado el intercambio de experiencias, buenas prácticas y conocimientos entre los actores de las dos orillas;
- cooperación y asociaciones: los actores de la sociedad civil también han desarrollado la cooperación y las asociaciones para trabajar juntos en temas comunes. Estas asociaciones pueden adoptar diferentes formas, que van desde la ejecución de proyectos conjuntos hasta la coordinación de campañas de promoción relacionadas con asuntos regionales;
- redes y plataformas para facilitar la coordinación y el intercambio de información. Estas redes contribuyen a la visibilidad de la sociedad civil, facilitan la colaboración y fomentan la cooperación a distintos niveles;
- intercambios entre estructuras académicas de enseñanza e investigación.
No obstante, es importante señalar que, a pesar de estos esfuerzos, persisten las dificultades en las relaciones entre los actores de la sociedad civil de ambas orillas del Mediterráneo. Entre otros obstáculos, están las diferencias culturales, las barreras lingüísticas y las diferencias políticas, así como las restricciones a la libertad de expresión y el activismo en algunos países. Por último, las restricciones a la concesión de visados en el espacio europeo impiden intercambios reales basados en el desplazamiento de los miembros de las distintas ONG del Sur al Norte.
EL PAPEL DEL MUNICIPALISMO Y LA COOPERACIÓN ENTRE CIUDADES DEL MEDITERRÁNEO
El municipalismo y la cooperación entre ciudades desempeñan un papel cada vez más importante en la región mediterránea. Estos conceptos hacen hincapié en la autonomía local, la participación ciudadana y la cooperación transfronteriza entre ciudades, con el fin de resolver retos comunes y fomentar un desarrollo sostenible e integrador.
En cuanto a los aspectos clave del papel del municipalismo y la cooperación, podemos subrayar que refuerzan la gobernanza local participativa, resuelven desafíos comunes, estimulan el desarrollo económico local, fomentan la cooperación transfronteriza y promueven la sostenibilidad medioambiental. Estos planteamien-tos son esenciales a la hora de construir un futuro más cohesionado y próspero para la región:
- gobernanza local participativa: el municipalismo fomenta una gobernanza local más participativa y democrática, da voz a los ciudadanos en la toma de decisiones y favorece la responsabilidad de las autoridades locales hacia sus comunidades. Esto refuerza la legitimidad de las decisiones adoptadas y permite que se adapten mejor a las necesidades locales;
- resolución de desafíos comunes: las ciudades mediterráneas se enfrentan a retos similares, como la gestión de los recursos naturales, el desarrollo urbano sostenible, la movilidad, las desigualdades sociales y las migraciones. La cooperación entre ciudades les permite intercambiar conocimientos y buenas prácticas, y encontrar soluciones comunes a estos retos, promoviendo el aprendizaje mutuo;
- desarrollo económico local: el municipalismo impulsa el desarrollo económico local al fomentar las iniciativas empresariales y la innovación. Las ciudades mediterráneas pueden cooperar para promover el comercio local, la artesanía, el turismo sostenible, los sectores agrícolas y las agrupaciones industriales, creando así oportunidades económicas y reforzando la resiliencia económica de los territorios;
- cooperación transfronteriza: las ciudades mediterráneas pueden colaborar más allá de las fronteras nacionales para promover la cooperación transfronteriza. Esto incluye iniciativas como el hermanamiento entre ciudades, los programas de intercambio de experiencias, los proyectos conjuntos de desarrollo y la coordinación de políticas públicas. La cooperación transfronteriza refuerza los vínculos entre comunidades y facilita la resolución de problemas comunes;
- sostenibilidad medioambiental: las iniciativas de cooperación pueden incluir el intercambio de buenas prácticas, la gestión de residuos, la preservación de los recursos naturales, el fomento de las energías renovables y la lucha contra el cambio climático. Estos esfuerzos conjuntos contribuyen a la protección del medio ambiente mediterráneo y fomentan el desarrollo sostenible.
LA PRIMAVERA ÁRABE: NUEVAS OPORTUNIDADES, NUEVOS DESAFÍOS
En los primeros años tras el fin de las revueltas, Europa manifestó un interés renovado por la sociedad civil en el mundo árabe y le dio su respaldo. Los países europeos, así como la UE en su conjunto, expresaron su apoyo a las aspiraciones democráticas y los derechos humanos de los ciudadanos árabes. En este sentido, han tratado de reforzar los vínculos con los actores de la sociedad civil proporcionándoles apoyo financiero, formación y programas de intercambio. Además, han puesto en marcha iniciativas de capacitación, promoción y asistencia técnica para apoyar a la sociedad civil en diversos ámbitos como la libertad de expresión, la participación política, la igualdad de género, los derechos humanos y el desarrollo social.
Sin embargo, algunos actores y observadores de la sociedad civil se han mostrado críticos con los programas europeos. Se han planteado deficiencias como:
- selectividad del apoyo: algunos han criticado a Europa por apoyar más a los actores cercanos a sus intereses políticos y económicos, en lugar de defender realmente a los movimientos y las organizaciones independientes;
- incoherencia política: aunque Europa defiende públicamente los valores democráticos y los derechos humanos, ha sido criticada por mantener relaciones estrechas con regímenes autoritarios y represivos, comprometiendo su apoyo a la sociedad civil;
- impacto limitado: a pesar de los esfuerzos y recursos asignados, el apoyo de Europa no siempre ha tenido un impacto significativo en la sociedad civil de la región. Los obstáculos estructurales y los regímenes autoritarios han limitado a menudo la capacidad de los actores de la sociedad civil para actuar libremente e influir realmente en las políticas y reformas. Los regímenes autoritarios han podido esquivar las presiones europeas y siguen reprimiendo a la sociedad civil. Además, algunos programas y subvenciones se han considerado inefica-ces o mal adaptados a las necesidades concretas de los actores de la sociedad civil en la región;
- instrumentalización política: algunos han acusado a Europa de utilizar a la sociedad civil como palanca para promover sus intereses políticos y de seguridad en lugar de apoyar realmente la autonomía y las reivindicaciones de los actores de la sociedad civil;
- falta de coordinación: se critica la falta de coordinación y coherencia entre los distintos actores europeos, como los Estados miembros y la UE, en su apoyo a la sociedad civil. Esto ha dado lugar a una dispersión de esfuerzos y a una duplicación de iniciativas, limitando el impacto global del apoyo europeo;
- complejidades locales: las realidades locales en los países árabes pueden variar considerablemente, lo que dificulta la elaboración de estrategias unificadas para apoyar a la sociedad civil en toda la región. Los contextos políticos, sociales y culturales pueden requerir planteamientos específicos adaptados a cada país;
- falta de perdurabilidad: en algunos casos, el apoyo europeo a la sociedad civil árabe antes de 2011 se centraba más en proyectos a corto plazo que en la mejora a largo plazo de las capacidades de las organizaciones locales. Esto ha limitado en ocasiones el impacto duradero del apoyo prestado y la capacidad de las organizaciones para mantener sus actividades una vez finalizados los proyectos financiados;
- insuficiencia de recursos: los fondos asignados por Europa han sido a menudo limitados en relación con las necesidades y los retos a los que se enfrentan las organizaciones locales. Esto ha implicado un aumento de la competencia por los fondos disponibles y mayores dificultades para algunas organizaciones a la hora de acceder a estos recursos.
En general, aunque el Proceso de Barcelona ha abierto oportunidades para la sociedad civil en algunos países árabes, aún queda mucho por hacer para consolidar y promover plenamente su papel. Con la ola de revoluciones árabes, muchos regímenes han visto desmoronarse su legitimidad en los últimos años, legitimidad que antes se derivaba de un protagonismo en la lucha por la independencia, o del enfrentamiento con un enemigo exterior, o de una ideología desarrollista y una política social modernizadora. La usura les ha transformado en un aparato represivo y corrupto. Siguiendo esta lógica, la sociedad civil ha sido confiscada o transformada en un aparato corrupto, al igual que el poder. Además, lo público se ha convertido en un delito de lesa majestad. Los medios de comunicación se han vuelto mudos y se han convertido en cómplices. La protección de los derechos humanos, incluida la libertad de expresión y el espacio para el activismo cívico, es esencial para que la sociedad civil ejerza un protagonismo constructivo en la región./