La primera vez que me encontré personalmente con Fatema Mernissi fue en la IV Feria Internacional del Libro Feminista, que tuvo lugar en Barcelona del 19 al 23 de junio de 1990. Coordiné la mesa redonda «Feminismo, fundamentalismo religioso y laicismo multicultural», título que propuse a la organización; participaban en ella Fatema Mernissi, Nawal El Sadawi, Rosa Rossi y Wedad Zénie-Ziegler. Todas ellas acababan de sacar alguna publicación; en el caso de Mernissi: El harén político. El Profeta y las mujeres (1987) y Las sultanas olvidadas (1990). En esos libros proponía nuevas lecturas del Islam. Más de cuatro mil mujeres se inscribieron en la Feria Internacional del Libro Feminista. La enorme sala abarrotada demostraba el éxito del debate. Durante esos días hablé con Fatema, tal y como he hecho en varias ocasiones durante los siguientes 25 años, y siempre me ha sorprendido su poder de comunicación, como si se tratara de la auténtica Scheherazade.
Fatema Mernissi ha venido varias veces a Barcelona, y también al IEMed. Uno de los momentos álgidos fue el de la celebración del Foro Civil Euromed el 29 de noviembre de 1995, en cuyo acto inaugural tuvo uno de los papeles protagonistas, junto con el heredero de la Corona española, el príncipe Felipe, quien en 2003 le entregó el Premio Príncipe de Asturias. En esa época todos teníamos depositadas grandes esperanzas en el Proceso de Barcelona, ya que, por primera vez, la Declaración daba visibilidad a la sociedad civil como instrumento primordial al servicio de los pueblos para llevar a cabo proyectos y librarse de los integrismos autoritarios. En Barcelona, Mernissi representaba a un tiempo a la sociedad civil, los intelectuales y las mujeres de la orilla sur.
Fatema Mernissi ha sido siempre pionera, no solo en el ámbito intelectual, sino también como activista de la sociedad civil. Si miramos cronológicamente sus publicaciones, podremos ver qué temas le han interesado a lo largo de los años. Su web ofrece ejemplos de su pensamiento y actividades, antes incluso de la aparición de las publicaciones. Tras la Guerra del Golfo, escribió antes que nadie de la importancia de las nuevas tecnologías de la información en el mundo árabe-musulmán. Fatema Mernissi es también un amplificador coral, con los talleres de escritura que no ha dejado de organizar desde los años noventa, dando voz a las mujeres, las asociaciones para el desarrollo, los jóvenes y la sociedad civil marroquí. Entre 1997 y 2004 trabajó con el equipo del proyecto Synergie Civique. La mayoría de los actores de Synergie Civique siguen activos con sus propios proyectos e iniciativas. El ranking de 2013 publicado por la revista internacional Arab Business de Dubái proponía a Fatema Mernissi como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo árabe, situándola en el número 15 de la lista.
He tenido la suerte de visitarla en su barrio de Agdal, en Rabat, en varias ocasiones, la última de ellas el pasado 16 de noviembre de 2013, cuando acababa de publicarse la nominación de Arab Business. Tan hospitalaria como siempre, tras una excelente comida durante la cual me explicó el surtido de platos originarios de distintas regiones de Marruecos, Fatema Mernissi fue analizando los temas que despiertan actualmente su interés. Me animó a salir de casa para ir al zoco dedicado al mercado electrónico, donde quería enseñarme los numerosos gadgets tecnológicos que se podían encontrar, así como demostrarme que se podían obtener a un precio muy bajo películas, música, y hasta sermones islamistas: todo lo que se pudiera desear al aire libre.
La reunión de Rabat fue muy fecunda. Aproveché el viaje para asistir a un seminario en la Universidad de Casablanca; pero me arrepentí de no haber llevado un dictáfono para grabar las nuevas experiencias y proyectos de Fatema Mernissi. Solo llevaba una cámara fotográfica.
Dado que en 2014 el IEMed celebra su 25 aniversario, tenía en mente publicar en el próximo número de Quaderns de la Mediterrània una entrevista con Fatema Mernissi como figura emblemática muy cercana a los valores del IEMed. Pero debía cerrar el número en abril y con la mayor brevedad posible, por lo que le escribí enviándole un borrador de preguntas y proponerle una entrevista telefónica.
Maria-Àngels Roque: Fatema, ¿has recibido mi correo? El IEMed celebra estos días su 25 aniversario y vamos a sacar un número especial sobre Mediterranian Scenarios, en el que me gustaría publicar una entrevista contigo.
Fatema Mernissi: Sí, Maria-Àngels, pero ya no concedo entrevistas porque hay una cola enorme de periodistas del mundo entero que me lo piden. Además de la selección de las 100 mujeres de la revista Arab Business de Dubái, una fundación estadounidense que ayuda a los ciudadanos a tener una mejor comprensión de Oriente ha seleccionado 25 libros de autores musulmanes distribuidos en 900 librerías, entre los que se encuentra mi Dreams of Trespass, donde hablo de mi infancia. Por desgracia, no puedo dedicar tiempo a las entrevistas, tengo mucho trabajo. Esta tarde tengo una reunión, preparo un taller de escritura sobre los jóvenes e internet. La última entrevista se la concedí a Driss Ksikes para una publicación que acaba de salir. ¿Conoces a Driss Ksikes? Podrías pedirle…
M.A.R.: Sí, conozco a Driss Ksikes e incluso estamos en contacto en Facebook. Le escribí para pedirle la introducción, pero también está muy ocupado con la promoción de la obra.
F.M.: Ven a Rabat y podrás hablar con personas muy interesantes con las que trabajo en estos momentos. Oye, ¡me llaman por el otro teléfono! Llámame mañana a las 11 y tendremos más tiempo para hablar y ver qué hacemos.
Cada vez que hablo por teléfono con Fatema Mernissi me sorprende esa voz tan sensual que tiene. Un poco decepcionada por la entrevista, miré la publicidad del libro de Ksikes, Le métier d’intellectuel : dialogues avec quinze penseurs du Maroc; vi que de los quince pensadores seleccionados, diez habían venido al IEMed, y algunos de ellos varias veces. Eso me dio más fuerza para insistir de nuevo al día siguiente con Fatema.
M.A.R.: Buenos días, Fatema. ¿Estuvo bien, la reunión sobre los jóvenes? De hecho, en los años noventa ya empezaste a investigar sobre el impacto del satélite y la aparición de las parabólicas, pero también sobre la importancia de la comunicación para el éxito de los jóvenes. Les Sindbads marocains. Voyage dans le Maroc civique es un libro que recopila tu trabajo en ese sentido –artículos, reuniones con jóvenes y mujeres–, y en el que expresas sobre todo la vitalidad de la juventud rural del Alto Atlas y del desierto de Figuig y Zagora. Unos jóvenes que se mueven y utilizan cada vez más internet y la energía solar, en mayor medida incluso que los ciudadanos que viven en Casablanca. Un libro que derriba los estereotipos sobre lo rural y lo urbano.
F.M.: Sí, pero ahora hablo de una tercera generación. Ahora el fenómeno que me interesa es distinto. Tienes que leer la revista L’internaute (www.linternaute.ma). Ahmed Moumnine es el jefe de la empresa Buzz Comunication y director de la publicación. Verás cómo los jóvenes hablan y enseñan las bambas Nike –o de otras marcas muy caras para ellos– que han robado. Hay un gran debate en torno a la sociedad de consumo, he hablado con psicólogos que trabajan con jóvenes en hospitales o cárceles. Si vienes a Rabat el 22 de mayo, tengo previsto otro taller con gente a la que deberías conocer y entrevistar, ¡no a mí!
M.A.R.: Primero tengo que terminar la revista. Tenemos una fecha límite para sacar el número. Podría hacerte una especie de retrato con las ideas que has expresado en los diferentes encuentros que hemos tenido, ya sea en Barcelona, Granada o Rabat… Edgar Morin y tú sois los dos pensadores que más me han influido en mi trayectoria en el IEMed.
F.M.: No veo muy clara esa historia del retrato, porque me hará decir cosas que ya no figuran entre mis actuales objetivos. Ahora me interesan los talleres de escritura. El último lo he hecho con mujeres periodistas.
M.A.R.: Recuerdo muy bien que, cuando fui a tu casa en Rabat en febrero de 2012, estabas preparando un taller de escritura con siete jóvenes periodistas, fundadoras de la Red de Mujeres Periodistas. Actualmente, esas jóvenes, de procedencias distintas –la prensa en árabe, en amazigh y en francés–, ocupan cargos importantes. ¡Una de ellas es jefa de redacción de la revista Economie & Entreprises! Me explicaste que representan la nueva clase media que está surgiendo en Marruecos. Han estudiado en universidades marroquíes, a diferencia de la antigua élite, que acostumbraba a estudiar en Francia o Estados Unidos.
F.M.: El libro del que habla, Journalistes marocaines. Génération Dialogue, se publicó en 2012. En esa obra hablan de sus trayectorias, sus familias y las motivaciones de sus padres. Pese a su procedencia rural, los padres querían que sus hijas cursaran estudios superiores. La Red de Mujeres Periodistas tiene la ambición de promover la posición de las periodistas, favorecer su presencia y mejorar su representación en todos los niveles de responsabilidad de los medios de comunicación. Este nuevo taller del que te he hablado se ha realizado con mujeres periodistas que, además de escribir en revistas, periódicos, etc., tienen blogs y son usuarias de Facebook. El título Pourquoi suis-je sur Facebook es el resultado de este último taller de escritura, coordinado por Nouzha Guessous.
M.A.R.: Cuando fui a Marruecos en noviembre de 2013, abordamos numerosos temas. Como siempre, estabas apasionada por la influencia de las nuevas tecnologías de la información, pero en esa ocasión querías mostrarme lo que sucede en las calles de Rabat y me llevaste a una esquina donde vendían CD. Siempre encuentras personajes populares muy astutos que te transmiten informaciones. Hay un personaje que sigue apareciendo en tus publicaciones, un colega de la universidad que desempeña el papel de oponente dialéctico, el profesor Kamal. ¿Es una persona real?
F.M.: Tengo la costumbre de pasear todos los días durante unas cuatro horas por los barrios más populares; mi favorito es Akkari. Escuchar a la gente y hablar con ella es para mí una auténtica fuente de inspiración. La cultura oral es apasionante. Y es cierto que así me entero de las últimas novedades. También me integro en la naturaleza: una de las cosas que me gusta enormemente es mirar la puesta de sol sobre el mar, y vista desde Akkari es fantástica. Eso me resulta más gratificante que ir a una cafetería elegante o a un hotel de cinco estrellas de Dubái. Me gusta mucho la interacción con la gente, porque me proporciona la dialéctica y el humor que se encuentran en mis obras. Te confieso que prefiero darme el gusto de mirar esa puesta sol en un barrio popular como Akkari a que me inviten a dar conferencias en Dubái. ¿Por qué? Porque detesto hablar ante una audiencia de 1.000 o 3.000 personas que no pueden cuestionar nada de lo que digo en mi intervención.
Ah, ¡Kamal sí existe! Pero se trata de una amalgama de cuatro o cinco personas que conozco y con quienes me gusta mucho discutir: un profesor y gran especialista de Las mil y una noches, o un colega sociólogo de mi facultad… Eran personajes de mi edad, pero ahora en ese personaje introduzco a otros más jóvenes con los que también hablo. Trato de pensar como los maestros sufíes. Te paso un mensaje del maestro Ibn Arabi: «Para superar la ansiedad, el mejor medio es comunicarse».
M.A.R.: Siempre has trabajado con jóvenes y no solo con tus estudiantes universitarios, sino también con miembros de asociaciones cívicas, mujeres tejedoras de alfombras que se convierten en grandes artistas… El libro Les Aït Débrouille (1998) es muy clarificador para ver cómo un douar –un pueblecito del Alto Atlas– puede desarrollar, con la ayuda de las ONG rurales, valores cívicos y participar de ellos. Son historias reales, no recomendaciones. Lo mismo pasa con otras publicaciones, como À quoi rêvent les jeunes? (2007). Siempre has utilizado simbólicamente a Scheherazade y Simbad –los dos grandes héroes literarios del mundo árabe– en varias publicaciones, como Chahrazad n’est pas marocaine, autrement elle serait salariée (1988) y Scheherazade Goes West (2001). ¿Crees que los héroes clásicos de los países musulmanes han quedado superados con la actualidad de la comunicación ?
F.M.: No, de ninguna manera. Estos personajes siguen vivos en la cultura oral. Me hablas de Les Sindbad marocains, un libro que a ti te gusta mucho, en el que escribí: «Imagínense, esos Simbad bereberes tan espabilados del Marruecos de 2004 tienen una ventaja abrumadora respecto a los héroes de Las mil y una noches. Mientras que el Simbad de Bagdad navegaba por el océano Índico con frágiles embarcaciones de tecnología primitiva, los jóvenes del Alto Atlas y Zagora descubren el mundo sin pasaporte ni visado navegando hábilmente por satélite y participando activamente en las asociaciones cívicas más dinámicas.»
En relación con Scheherazade, en algunas entrevistas concedidas durante las revueltas árabes comenté que la juventud y las mujeres, así como las periodistas de la publicación Diálogo Generación, confirman mi teoría de que la revolución árabe se debe a fuerzas internas y no a las manipulaciones del extranjero. A partir del año 2000 las mujeres invadieron los canales por satélite y acabaron con el monopolio de la palabra en el espacio público por parte de los hombres. La imagen de la Scheherazade obediente e invisible que dejaba de hablar al amanecer para obedecer la ley que le imponía su marido, el rey Schariar, ha desaparecido. Armadas de las nuevas tecnologías, las modernas Scheherazades, como las presentadoras de Al Yazira o esas periodistas que han creado esa red en Marruecos, hablan las 24 horas del día.
M.A.R.: En el libro El harén y Occidente (2001) tratas varios temas con humor y simpatía. Explicas, con cuentos tradicionales, por qué los árabes temen que las mujeres levanten el vuelo y por eso las encierran, mientras que los occidentales dominan a las mujeres con la publicidad para que se mantengan delgadas y jóvenes. ¡El último capítulo de la falda de la talla 42 es genial! Vimos en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona la exposición de pinturas de mujeres artistas inspiradas en tu libro sobre el harén. Tú diste la conferencia inaugural en el IEMed.
En noviembre de 2013 te visité en tu casa y hablamos de tu libro Les 50 noms de l’amour. Le jardin des amoureux d’Al-Imam Ibn Qayyim al-Jawziyya. Un hermoso libro de arte publicado en 2011 por Marsam con excelentes caligrafías de Mohamed Idali e ilustraciones de Mohamed Bannour y Fatima Louardighi. Tu introducción está escrita con ironía; entra en un juego dialéctico con el iraní Abbas, un joven que te incita a utilizar las 50 palabras de amor del imán Ibn al-Jawziyya ¡para crear un juego electrónico sobre la inteligencia emocional!
F.M.: La joven generación de los países musulmanes siempre me sorprende por su creatividad, sobre todo los musulmanes de los países asiáticos: malasios, paquistaníes, iraquíes, iraníes… Utilizan mis escritos para crear obras de arte en varios campos artísticos. Acabo de recibir un correo electrónico de una profesora y artista paquistaní que da cursos en la Universidad de Nueva Jersey y ha creado una performance musical basada en mi libro Scheherezade Goes West.
M.A.R.: Fatema, si te parece bien, ¿puedo volver a llamarte esta tarde o mañana para que me informes sobre el libro que estás preparando ahora en inglés sobre el miedo al islam, Why islam scares West ? Me gustaría que me lo comentaras.
F.M.: Mi querida Maria-Àngels, como te considero como una hermana, te enviaré la respuesta que sobre ese mismo tema les he dado a Driss Ksikes y Fadma Aït Mous para su publicación. Tendrás suficiente para escribir en Quaderns de la Mediterrània.
Fatema Mernissi me envía su respuesta al caer la noche, el momento en que Scheherazade aprovecha para explicar cuentos a su marido, el rey Schariar.
F.M.: Creo que en el siglo XXI el Islam da más miedo que nunca a los países occidentales porque dicha religión niega la existencia de fronteras geográficas establecidas por los seres humanos, y afirma nuestro privilegio de circular libremente por la tierra, a la que el Corán describe como una alfombra en la sura Nuh n.º 71. Querida Maria-Àngels, medita conmigo sobre el versículo 19, que me encantaba de niña y siempre me hace soñar con el movimiento cuando me siento paralizada, ya sea física o mentalmente: «Él os concedió la tierra a modo de alfombra para que recorrierais sus amplios caminos.» Si tienes un problema, ¡alza la cabeza, mira las estrellas y muévete! Al darnos el privilegio de estar anclados en nuestro entorno cósmico, el Islam nos invita a viajar y a sentirnos como en casa en todas partes, ya sea en la India o en Bruselas. Y no debemos olvidar que fueron los países europeos los que se inventaron, en el siglo XVI, la mayoría de las actuales fronteras geográficas, como explica Jared Diamond: «En el año 1500, menos del 20% del territorio mundial estaba dividido por fronteras que delimitaban unos estados dirigidos por burócratas y regidos por leyes. En la actualidad, está dividido así todo el territorio mundial, excepto la Antártida.» Por lo tanto, no es demasiado sorprendente que las naciones occidentales, que inventaron las fronteras geográficas cuando colonizaron el planeta, sean las primeras en alarmarse ante una globalización que las pone en tela de juicio y que insiste en la dimensión cósmica de nuestro entorno natural, que nos enraíza a todos en una misma base común. Y de pronto, ¡los occidentales se obsesionan con el medio ambiente! Y se da la causalidad de que en el Islam, como en la mayoría de las religiones del libro, lo sagrado y la naturaleza son una misma cosa. Una evidencia que no ha pasado inadvertida a los científicos occidentales más perspicaces: el Dios invocado por Albert Einstein se aproxima al del filósofo holandés Spinoza, quien sostenía, en el siglo XVII, que Dios y la naturaleza son dos nombres para una misma realidad, que Dios es la propia naturaleza.
Así pues, cuando en las calles de las capitales europeas persiguen el velo como símbolo de lo sagrado, de repente se dan cuenta de que este reaparece en el horizonte como una obsesión en un entorno que no se había previsto. De repente Occidente se da cuenta de que su ciencia no le ha permitido controlar el entorno natural y de que, además, ¡este se puede vengar provocando cataclismos devastadores!
M.A.R.: Me imagino a Fatema mirando la puesta de sol sobre el mar y repito en voz alta lo que acabo de leer: «Si tienes un problema, ¡levanta la cabeza, mira las estrellas y muévete!