Entrevista a José Manuel Durão Barroso, Presidente de la Comisión Europea

Quaderns de la Mediterrània : La Comisión Europea, especialmente a partir de su presidencia, ha manifestado su convicción sobre el papel central que la cultura debe desempeñar en el proyecto europeo. En este sentido, la Agenda Común Europea para la Cultura que propuso la Comisión en 2007 ya establecía como objetivo la promoción del diálogo intercultural. Finalmente, el año 2008 ha sido declarado Año Europeo del Diálogo Intercultural. ¿Qué tipo de iniciativas espera que surjan en este marco y qué resultados desearía que se consiguiesen?   

José Manuel Durão Barroso : Europa es cada día culturalmente más diversa. La globalización, la ampliación, la inmigración, han aumentado el carácter multicultural de muchos países, añadiendo lenguas, religiones y tradiciones. El diálogo intercultural se ha situado en el centro de nuestras relaciones intraeuropeas, potenciando así la ciudadanía y la identidad europea.

Al mismo tiempo, a partir del desconocimiento, la intolerancia y la falta de respeto, que generan tensiones y enfrentamientos entre culturas y religiones, ha surgido un profundo sentimiento de inseguridad en un sector importante de nuestros ciudadanos. Por lo tanto, el diálogo intercultural se ha convertido también en un instrumento clave de nuestras relaciones exteriores.

El Año Europeo del Diálogo Intercultural, que ha sido también declarado Año Euromediterráneo del Diálogo entre Culturas, debería ayudarnos a reconocer que la diversidad cultural es un reto, pero sobre todo una gran oportunidad. Debería potenciar en todos nosotros la tendencia a explorar los beneficios de nuestra riqueza cultural, de nuestro patrimonio común y, sobre todo, darnos la oportunidad de aprender más sobre las tradiciones y culturas de otros pueblos del mundo.

Las actividades de este año deberían también sensibilizar a los europeos sobre la importancia de una ciudadanía abierta al mundo, respetuosa de la diversidad cultural y basada en valores universales que nos son comunes a todos. La Comisión tiene la intención de poner a disposición de los ciudadanos instrumentos fáciles que nos permitan adquirir conocimientos y habilidades para gestionar la compleja multiculturalidad de nuestro entorno, de manera que percibamos en ella algo enriquecedor y positivo.

Este Año Europeo del Diálogo Intercultural apoya, con un presupuesto de 10 millones de euros, una serie de proyectos a nivel europeo, nacional y de países terceros, así como una campaña de información y sensibilización ciudadana. La participación activa de la sociedad civil será el indicador del éxito de esta iniciativa.

Q.M : Usted ha dicho que la globalización no debe implicar uniformidad, sino que debe considerarse como una extraordinaria oportunidad para promover y conseguir un reconocimiento a escala mundial de la producción cultural europea. ¿Cómo cree que la diversidad cultural creciente de nuestras sociedades puede reforzar esta producción cultural?  

J. D. B : Globalizar el conocimiento es darnos la opción de incorporar en nuestro quehacer cotidiano aportes que vienen de otros. La producción cultural se enriquece con el conocimiento. Las “fusiones”, hoy tan de moda, son fruto de la mezcla de culturas que tanto enriquece la producción cultural.

A su vez, la globalización nos da también la oportunidad de saber, de conocer mejor quiénes somos y de mostrarlo a los demás. En nuestro espacio mediterráneo, este intercambio ha sido constante. Así se ha ido tejiendo nuestra historia, así han vivido y seguirán viviendo nuestros pueblos.

Q.M : La gestión de la convivencia de diversas religiones en el seno de los países europeos ha pasado a ser una cuestión controvertida. ¿Qué papel puede desempeñar el diálogo entre culturas para favorecer la existencia de diversos cultos en Europa?  

J. D. B : El diálogo entre culturas incluye, sin lugar a dudas, el diálogo entre religiones. La religión, además de una opción personal, es evidentemente un elemento de identidad no sólo personal, sino también social. Históricamente las religiones o, mejor dicho, el uso identitario de las mismas, ha originado muchas disputas: guerras nacionales, masacres, expulsiones; en fin, barbaridades que deberíamos haber dejado atrás. Desgraciadamente, hoy en día sigue siendo fuente de discordias. Por esta razón, es necesario que los líderes religiosos sean conscientes de los mensajes que trasmiten; que profundicen en aquellos aspectos comunes entre las diferentes religiones, pero también en el desarrollo humano; que no radicalicen sus posiciones ni interpreten negativamente los contenidos de los textos religiosos. También es necesario que cada uno de nosotros, en el ejercicio de nuestra religiosidad o laicidad, reivindiquemos su carácter personal y moral, no simplemente el social e identitario.

Como en muchos otros aspectos de nuestra vida, el conocimiento, la tolerancia y el respeto deben constituir la base de nuestras relaciones con aquellos que no profesan la misma religión que nosotros.

Q.M : Las nuevas tecnologías de la comunicación están cambiando la manera de producir y distribuir conocimiento y cultura. Suponen un reto de adaptación para los medios tradicionales, pero son también una oportunidad para optimizar el potencial creativo de todos los ciudadanos. ¿Cuál es su opinión sobre las posibilidades que abre la era digital para la promoción del diálogo intercultural? En este marco, los medios de comunicación son instrumentos privilegiados para el conocimiento del otro. ¿Qué acciones están llevando a cabo las instancias europeas para promover dicho conocimiento y diálogo?

J. D. B : No creo equivocarme mucho si digo que hoy día la mentalidad de un joven es más parecida a la de otro joven de cualquier cultura o continente que a la de su abuelo o bisabuelo, aunque nunca se haya apartado de su entorno familiar. Esto se debe a los medios de comunicación y, más aún, a los audiovisuales y electrónicos, que facilitan el compartir no sólo ideas, sino también imágenes. Ya no imaginamos cómo son o viven en otro lugar, lo sabemos porque lo vemos. Los medios audiovisuales llegan además a un mayor número de gente, pues requieren menos conocimientos técnicos para procesarlos.

Como vemos todos los días, los medios de comunicación pueden constituir puentes de conocimiento, pero también convertirse en fuente de discordia y tensión, si son utilizados de manera parcial o sectaria. Por ello son tan importantes la educación, la lectura y la apertura de espíritu, para que los ciudadanos tengan mayor capacidad de reacción e interpretación de la información que reciben.

La Comisión es consciente de la importancia de los medios de comunicación como informadores, como creadores de opinión, pero también como posibles catalizadores de reacciones humanas. En este sentido, tienen una gran responsabilidad social y por ello debemos apoyar la transmisión de mensajes de interculturalidad, de diversidad y sobre todo de respeto mutuo y tolerancia. La Comisión tiene muchos productos de comunicación y programas de cooperación. Por ejemplo, en la región Euromed, se ha comprometido fuertemente con los medios de comunicación. Tras años de trabajo a nivel bilateral con los países mediterráneos, el primer programa de cooperación regional Euromed “Información y Comunicación” se lanzó en 2003 como una medida de formación de capacidades, pero sobre todo de promoción de la  confianza mutua. Actualmente se está preparando un nuevo programa (2007/8-2010) que prevé la consolidación de redes de escuelas y universidades de periodismo, así como la continuación del grupo de trabajo EuroMed creado como comité consultivo para la Comisión y los medios de comunicación de la región. Este grupo de trabajo es el núcleo central del mecanismo de reacción rápida previsto en el programa.

Q.M : Parece fundamental la idea de que en el marco del diálogo entre Europa y sus vecinos mediterráneos se tenga en cuenta el papel y liderazgo de los intelectuales, creadores y escritores. Favorecer el flujo de conocimiento e ideas, la producción cultural conjunta, significa traducción, movilidad, foros de intercambio… ¿Cómo plantea Europa favorecer esta dinámica, esencial en la creación de valores mediterráneos compartidos?

J. D. B : El “Partenariado” euromediterráneo, desde su origen en la Declaración de Barcelona de 1995, reconoce el diálogo entre culturas como imprescindible para la coexistencia pacifica y el desarrollo de la región y, por ello, uno de los tres pilares del propio Partenariado es el desarrollo humano, social y cultural.

El Mediterráneo siempre ha sido visto como crisol de culturas, lugar de intercambio de bienes pero también de ideas y conocimientos, a pesar de todos los conflictos que se han vivido en este espacio común.

Desde el principio, el Partenariado euromediterráneo ha sido muy activo en el sector cultural, y la cooperación en esta área data de su propia creación. Programas como EuroMed Heritage, Audiovisual, Juventud o la Fundación Anna Lindh para el diálogo entre culturas son muestras claras del compromiso conjunto con la interculturalidad y han permitido potenciar la creatividad de la región. A título de ejemplo, el programa Audiovisual, con 15 millones de euros, ha formado a unos 500 profesionales del sector de países mediterráneos, ha apoyado la realización de más de 100 películas conjuntas y ha potenciado la distribución de coproducciones o producciones de una región a otra.

Por otra parte, este año tendrá lugar la tercera reunión de Ministros de Cultura (la primera desde hace 10 años). En esta reunión, la Comisión confía en que se reconocerá la importancia del diálogo entre culturas, se dará un gran impulso a la Fundación Anna Lindh y, sobre todo, se lanzará la reflexión para la elaboración de una estrategia euromediterránea de cultura.

Q.M : Iniciativas como la Alianza de civilizaciones han resaltado la importancia de la complementariedad de un diálogo de civilizaciones global, con los objetivos de la Fundación Anna Lindh. En esta nueva etapa que se abre,  ¿cuál es el papel que otorga a la Fundación Euro-mediterránea Anna Lindh para el Diálogo entre Culturas?

J. D. B : La Fundación Anna Lindh nace con un objetivo claro: potenciar el diálogo entre culturas. Conscientes de la importancia de este objetivo, hemos creado una institución, la única dentro del Partenariado, apoyada no sólo políticamente, sino también financieramente por todos los socios euromediterráneos.  

Conscientes también de que el diálogo es entre personas y que, por ello, la sociedad civil de cada uno de los países tiene un papel esencial, la Fundación, desde su inicio, ha basado su trabajo en redes nacionales de órganos e instituciones afines a sus objetivos.

Hasta ahora, la Fundación ha tenido dos grandes tareas: la primera, organizarse; no es fácil crear un organismo de estas características. Hoy, con los nombramientos del Presidente, André Azoulay, y del Director Ejecutivo, Andreu Claret, la Fundación estará dotada de un equipo de dirección y de un nuevo liderazgo que deben permitirle concentrarse prioritariamente en el contenido de su trabajo. Su segunda gran tarea es, precisamente, ésta. La Fundación hasta ahora ha financiado proyectos centrados en grandes temas: educación, medios de comunicación, juventud, etc. Hoy, sin abandonar el apoyo a proyectos, la Fundación debería a mi entender elaborar una estrategia de acción que incluya, entre otros, la observación, el análisis, la reflexión, la prevención de conflictos, la sensibilización y el liderazgo en su campo de acción. Y todo ello, apoyada por las redes nacionales. En este sentido, es importante la reciprocidad, es decir, que las redes nacionales se vean a su vez apoyadas por la Fundación Anna Lindh, que deberá ayudarlas y capacitarlas en el desempeño de su trabajo. La Fundación, en definitiva, debe convertirse en el referente euromediterráneo del diálogo entre culturas.