Elecciones presidenciales en Egipto

Elecciones presidenciales en Egipto “Hemos vivido una experiencia muy dura, pero fundamental para el futuro del país. Creo que hemos demostrado que estamos dispuestos a pagar el precio de la libertad”.

ENTREVISTA con Bothaina Kamel por C.F.

En un piso once de un edificio de la calle Ramsés, Bothaina Kamel intenta ordenar sus ideas, analizar lo que le ha ocurrido durante el último año y medio, y recuperar energía para seguir ayudando a construir un “nuevo Egipto” democrático y en el que el respeto de los derechos humanos sea el principal objetivo. Cuando mantenemos esta conversación, en mayo de 2012, Kamel acaba de reconocer ante sus seguidores, los que la han acompañado por todo el país en la campaña para lograr ser candidata a las elecciones, que no ha sido capaz de reunir las 30.000 firmas (deben proceder de varios puntos de Egipto) y que se retira de la carrera electoral a la presidencia del país. Con un fuerte carácter, convencida de que está luchando por algo que quizás vean cumplido sus nietos, Bothaina Kamel mezcla las sensaciones personales con sus apreciaciones sobre la situación política del país. Usa un lenguaje cercano, fácil de comprender. Esta comunicadora defiende cada etapa de la joven revolución egipcia porque de todas han aprendido y con todas están sufriendo u obteniendo una recompensa, ninguna les está dejando indiferentes; como ocurrió durante más de 30 años bajo la dictadura de Hosni Mubarak.

AKAR/IDEAS: ¿Qué opina como ciudadana egipcia cuando contempla la situación actual de su país?

BOTHAINA KAMEL: He vivido una experiencia importante y muy rica durante el último año. Tras el 25 de enero decidí presentarme a las elecciones presidenciales, anuncié que lo haría en abril de 2011. He vivido momentos importantes en primera línea, me he enfrentado a las balas, a gases lacrimógenos y venenosos… he visto la sangre. He perdido a amigos e “hijos”, ha sido una gran experiencia. Muy dura pero fundamental para el futuro del país que queremos construir. Egipto y los egipcios merecen libertad y dignidad. Creo que hemos demostrado que estamos dispuestos a pagar el precio de la libertad. He notado un cambio fuerte, una situación nueva a partir del anuncio oficial de las candidaturas a las elecciones. He tenido que enfrentarme al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) y a sus agentes de otra manera, y he descubierto que la SCAF no es el único enemigo definido de la revolución.

Hay individuos, quizás algunos algo naif, supuestos amigos o gente cercana, que han intentado confundirme. Quizás estén infiltrados y quizás sean más peligrosos para nuestra revolución, por eso he regresado al punto cero. Recibo llamadas por la noche en las que me advierten sobre el peligro de mis actividades o ideas, para que me quede claro que me están vigilando. Ahora trabajamos juntos para aprender de nuestra experiencia y para construir un nuevo discurso tras las elecciones presidenciales, intentando no cometer los mismos errores y trabajando… Estoy contenta, pero al mismo tiempo lloro por la mañana, para después coger aire nuevo e ideas. ¡Estoy viva! Como la revolución egipcia. Seguimos trabajando y ganaremos. Quizás no yo, porque yo llevo trabajando en esto desde mucho antes del 25 de enero de 2011 y soy consciente de que no trabajo para mí sino para los hijos de mi hija.

A/I: ¿Se refiere al programa de radio en el que escuchaba los problemas de la gente y más tarde el de televisión en el que logró tratar asuntos considerados tabú?

B.K.: Sí, pero siempre intenté desarrollar mis herramientas. Durante los últimos 10 años trabajé en un programa de televisión que se llamaba: “Por favor intenta comprenderme”, y descubrí una forma de acercarme a la gente, a través de la autoayuda, dando prioridad a lo positivo de la forma de pensar de cada uno.

A/I ¿Logró que funcionara?

B.K.: Para mí sí.

A/I: ¿Y para su audiencia?

B.K.: No siempre, porque no puedes ayudar a alguien que no quiere ayudarse a sí mismo, pero funcionó algunas veces. Si no trabajas por ti mismo, no funciona. No soy una bruja, pero siempre es eficaz en un momento determinado, para descubrir algo… me he dado cuenta de la fuerza de esa experiencia cuando intentas ayudar a tu gente. Como periodista, a veces haces un artículo, un programa, y el modelo que quieres alcanzar es uno pero por el camino, mientras lo estás intentando, descubres que has ayudado a alguien a quien no tenías previsto llegar. Por eso me gusta mi trabajo.

A/I: ¿Qué necesitan los egipcios?

B.K.: Autoestima, después de haber sufrido durante mucho tiempo bajo un régimen dictatorial, la policía impone un régimen securitario que hace todo lo posible por “romperte” y decirte que eres débil, que no puedes hacer nada. No solo en el régimen de Mubarak… Cuando lees la historia de Egipto, un país estratégico por su geografía y sus relaciones, la mayor parte de las revoluciones han sido a través del colonialismo. Hasta lo que está ocurriendo en estos momentos en las calles, los egipcios no creían que pudieran liderar la situación por ellos mismos, siempre han tenido la necesidad de que alguien les dirija. Pero eso no es lo correcto, porque nadie te puede ayudar si no te ayudas a ti mismo. Por eso he intentado trabajar en equipo.

Después de haber sufrido un régimen dictatorial, los egipcios necesitan autoestima

A/I: Usted ha declarado que es el momento del “trabajo duro”. ¿A qué se refiere? ¿Qué deficiencias ha percibido en su recorrido por el país para darse a conocer cuando intentó optar a la candidatura de las presidenciales?

B.K.: Los ciudadanos son muy inteligentes. Son tranquilos y pacíficos, sus herramientas no son de lucha sino de supervivencia, tienen mucho sentido del humor, hacen chistes sobre lo que les rodea… es una forma de seguir adelante. Y, al mismo tiempo, lo entienden todo, saben que el sistema no es honesto y que solo quieren de ellos su voto. Son conscientes de que solo acudirán a buscarles cuando les necesiten, y ese momento únicamente llega en la época electoral. Por eso venden su voz a cambio de aceite, azúcar… no son corruptos sino inteligentes. Les venden mentiras todo el tiempo. En las fiestas o en las celebraciones que organizan los políticos, y es cuando logran sacar algo.

A/I:¿Cree que han comprendido lo que ha supuesto la revolución? ¿Existe una percepción diferente a la de las ciudades?

B.K.: Mi sensación es que están preocupados, que se sienten bajo presión. Pero no creo que la percepción de lo que está ocurriendo varíe mucho en las ciudades o en el campo.

A/I: Usted asegura que ahora está en una nueva etapa de reinventarse para seguir avanzando. ¿Cómo va a conseguir que la población siga luchando por asentar sus derechos básicos? ¿Cómo va a lograr que no se caiga en el pesimismo?

B.K.: Quizás deba buscar a algún científico que me dé la fórmula para encontrar a las miles de personas que estoy segura de que tienen mi misma visión de lo que está pasando. Un hombre que estuvo conmigo en la campaña me dijo tras la conferencia de prensa en la que anuncié que no había logrado todas las firmas y que no podría ser candidata: “Me has dejado en una situación muy complicada… porque eres una persona muy honesta respecto a los valores, y será muy difícil para mí encontrar a alguien como tú”. Le dije: “Por qué encontrar a alguien, sé tú como yo, sé un valor, una luz para otros”… Creo en los derechos humanos.

A/I: ¿Y cree que son posibles en el Egipto actual?

B.K.: Sí, por supuesto, porque nunca es el momento adecuado. Lo importante es vivir con una misión, cuando la tenemos nos sentimos muy afortunados. La lucha contra la pobreza, la corrupción, no significa nada sin libertad.

A/I: ¿Por qué cree que el nuevo partido de Mohamed el Baradei puede ser una salida a la inestabilidad y la falta de rumbo actual? ¿Qué puede aportar al panorama político egipcio?

B.K.: Creo en la unidad del movimiento revolucionario, y estoy convencida de que es el momento. Mohamed el Baradei tiene experiencia y es una figura lo suficientemente respetada para encabezar esa unión de fuerzas.

A/I: ¿Dónde están los jóvenes de la revolución del 25 de enero? ¿Por qué no están presentes en el sistema político por el que han luchado?

Los jóvenes están muy decepcionados. Sufren ‘anemia’ desde el punto de vista psicológico

B.K.: Están muy decepcionados. Me da la sensación de que sufren “anemia” desde el punto de vista psicológico. No son capaces de encontrar la esperanza. Ellos hicieron la revolución para sobrevivir, pero ahora deben esmerarse en encontrar y desarrollar las herramientas que les permitan avanzar y sentirse realizados. Siguen estando muy perdidos.

A/I: Pero, ¿por qué no crean un grupo político, por qué no se unen a un movimiento que dé el paso hacia una mayor implicación oficial?

B.K.: Sí que lo están haciendo, pero encuentran a líderes corruptos. Los problemas de Egipto no están en la gente, en los jóvenes, sino que los principales problemas están en los líderes, no se puede confiar en ellos. Eso no ha cambiado, es necesaria una nueva mentalidad, comenzar desde cero a construir un sistema en el que no estén permitidas las prácticas que nos han hundido.

A/I: ¿Cómo se puede terminar con un sistema tan asentado, en el que en estos momentos está a la cabeza la SCAF, el ejército?

B.K.: No lo sé, pero lo tenemos que intentar. No soy Dios, pero tengo la esperanza y algunas pequeñas ideas, y trabajaré duro. Además, no estoy sola, no soy Egipto, sino solo una persona. He crecido en esta revolución, he trabajado mucho antes como periodista, pero me he convertido en una nueva persona, con mis valores renovados gracias a lo que empezó a ocurrir en mi país a partir del 25 de enero de 2011. Me siento otra persona tras esta revolución, es un proceso similar al que está pasando en mi propio país.

A/I: ¿Le gusta en lo que se ha convertido?

B.K.: Hasta el momento sí, estoy satisfecha. Tanto en lo personal como en lo profesional y social estoy viviendo una etapa muy intensa, que me obliga a replantearme cosas, a dudar, pero en la que básicamente me siento bien.

A/I: Hace unos minutos recibía una llamada anónima e intimidatoria que la alteraba… ha asegurado que los días previos a que anunciara que no se presentaría a las elecciones presidenciales fueron muy duros. ¿Qué está aprendiendo del momento actual?

B.K.: Todo y nada (risas)… No me gusta dar el final de la historia, creo que es más interesante que el lector trabaje, que observe lo que está pasando en Egipto.

A/I ¿Cree que la SCAF abandonará el poder tras las elecciones presidenciales? ¿Cree que cumplirá su palabra?

B.K.: No lo sé, no soy aficionada a imaginar lo que les pasa por la cabeza. Intento solo comprender por qué toman una decisión u otra.

A/I: ¿Pero está preocupada por ello?

B.K.: No, en absoluto. ¿Por qué debería estarlo? Sé que es un camino largo, nada fácil. Los europeos nos dijeron que no podemos hacer una transición de la dictadura a la democracia de una vez, y al mismo tiempo nos envían sus preocupaciones, sus mensajes de alarma. No lo entiendo. No estoy preocupada porque espero las señales de éxito que estoy convencida de que llegarán. Nada me puede parar, ni a mí ni a millones de personas en este país. Estoy dispuesta a morir por lo que creo, porque creo en mi gente, en los egipcios. Alguien vendrá después de mí, es la historia de la humanidad. Matan la crisis pero no la visión. ¿Por qué sentir miedo? Eso es una enfermedad, y yo no estoy enferma, soy una persona normal, con problemas normales, solo soy una persona que debe trabajar para alcanzar sus objetivos. Somos una civilización agrícola, y como les ocurre a los agricultores, debemos conseguir el agua, las semillas, cultivar con esmero la tierra… Estamos aquí para trabajar, para realizarnos, y en eso debemos concentrarnos.

A/I: Pero, ¿se trabaja para lograr algo, con un objetivo definido?

B.K.:No, eso es egoísmo. Hay que trabajar para los otros, para el futuro; no para ti, ni por una sola razón. Ese es mi consejo final.