afkar/ideas
Co-edition with Estudios de Política Exterior
El mes del Magreb de la política exterior española
La visita de los reyes a Argelia y la Reunión de Alto Nivel con Marruecos, muestran el progesivo nivel estratégico de las relaciones entre Rabat, Madrid y Argel.
Domingo del Pino
Con escaso margen de tiempo entre ellas, dos importantes misiones españolas al más alto nivel devuelven en marzo al Magreb al centro de las preocupaciones y de la actividad de la política exterior española. Los reyes viajan a Argel del 13 al 15 de marzo en su segunda visita de Estado a Argelia, y el presidente del gobierno preside en Marruecos unos días antes la 8ª Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos. Son dos visitas de la máxima importancia dado el nivel estratégico que han alcanzado las relaciones de España con Marruecos y con Argelia. Como ya es recurrente en la política exterior española, gobierno y monarquía se reparten los roles conciliadores en una región donde a España le resulta difícil mantener la cordialidad con los dos países al mismo tiempo.
Esa recurrencia no es extensible a los negocios, afortunadamente para España, que han mantenido una velocidad de crucero en constante aumento en todas las etapas, incluidas las más conflictivas. Es en el presente cuando constituyen aquel colchón de intereses de que se hablaba en la década anterior. Una vez más los reyes, cuyas visitas al extranjero han aumentado considerablemente durante el gobierno de Zapatero, intentarán suavizar los problemas que esos difíciles equilibrios que el gobierno debe realizar entre un país y otro causan casi siempre con uno de ellos. También es cierto que las amistades particulares del ejecutivo español han cambiado con frecuencia con las alternancias en el poder en Madrid.
En este caso las dificultades de la diplomacia y del actual gobierno español con Argelia proceden más que del cierto cambio real del gobierno de Zapatero en la posición tradicional de España en relación al conflicto del Sáhara Occidental, de declaraciones oficiales contradictorias al respecto. La prensa argelina ha recordado en estos días que el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, declaró al diario El Mundo en julio de 2004 que “la organización de un referendo provocaría una crisis generalizada en el norte de África”, y que antes, en mayo, había declarado a ABC que “haremos compatible el derecho a la autodeterminación con un acuerdo consensual”, así como otras en las que se mostraba partidario de coordinar con Francia, para quien la solución del conflicto debe ser encontrada en un diálogo directo entre Argelia y Marruecos.
La oferta de mediación entre ambos países hizo decir al ministro de Asuntos Exteriores argelino, Abdelaziz Beljadem, en respuesta a unas declaraciones en Argel de Zapatero también en 2004, que “Argelia no necesita tutores en sus diálogos con Marruecos”. Todos los gobiernos españoles después de los Acuerdos Tripartitos de Madrid de 1975, habían sostenido la tesis de que España ha transferido sus responsabilidades a las Naciones Unidas, donde el expediente fue trasladado como caso de descolonización inconclusa.
La ONU dispuso la celebración de un referendo de autodeterminación para que los habitantes originarios del territorio del Sáhara Occidental pudieran decidir sobre su futuro. Cualquier modificación de esos términos de referencia ha tenido y tiene consecuencias en las relaciones de España con sus vecinos y en las del gobierno español con su sociedad civil, mayoritariamente solidaria con los saharauis. El gobierno de Zapatero y el propio Moratinos, se inclinan hoy por la tesis de que la independencia, que debe ser una de las opciones de la autodeterminación para ser consecuente, no es una condición sine qua non para que los saharauis se puedan autodeterminar. Dicho con palabras de Zapatero, “la autodeterminación no hace más felices a los pueblos”.
De acuerdo con ello, tanto el presidente como el ministro de Asuntos Exteriores, han optado, como el llamado “grupo de amigos del Sáhara Occidental” del Consejo de Seguridad (Francia, Estados Unidos, Reino Unido, y Rusia), por explorar la posibilidad de una “solución del conflicto mutuamente aceptable para las partes”. El Frente Polisario y los países que le apoyan rechazan esa visión por entender que lo que procede es decidir cómo y cuándo aplicar las resoluciones sobre el Sáhara Occidental. Al igual que en los últimos 30 años, el expediente del Sáhara Occidental incide todavía en las relaciones de España con el Magreb.
De la misma manera que la política magrebí del ex presidente José María Aznar, era para los marroquíes desequilibrada en favor de Argelia, Argelia percibe ahora como desequilibrada la del presidente Zapatero que privilegia de nuevo a Marruecos. El fondo del problema se enmarca en el carácter de la proyección española hacia el Magreb y no es coyuntural. Tiene raíces históricas muy profundas: desde los tiempos de Joaquín Costa, antes y después, la política africana de España había sido siempre fundamentalmente marroquí. Pero esa centralidad de Marruecos en la política exterior española hacia el Sur ya no responde en lo económico a ninguna exigencia económica insuperable. Las relaciones económicas y comerciales con Argelia alcanzan progresivamente volúmenes parecidos a los de las relaciones con Marruecos y el margen de recorrido para aumentarlas está abierto.
La dependencia española y europea de los suministros energéticos de Argelia impone a las relaciones de Europa en general con el Magreb un enfoque global y pragmático que España tiene dificultad en adaptar a su propia política magrebí. Cuestiones como la inmigración ilegal o irregular, el terrorismo, el tráfico de estupefacientes y personas, el crimen organizado, han obligado también a un tratamiento global de esos problemas, aunque la proximidad física de España a Marruecos imponga una dedicación especial a lo marroquí. Por eso y desde ese punto de vista, los objetivos de la diplomacia española en Argelia y en Marruecos son similares: lograr una estrecha cooperación de los respectivos servicios de inteligencia y seguridad; establecer una amplia cooperación judicial que incluya las extradiciones y el reenvío de los penados; confirmar los acuerdos de devolución; y cooperar en la impermeabilización de las fronteras por donde transita la inmigración irregular.
Elecciones locales y legislativas
Las dos visitas españolas al Magreb coinciden con años electorales en los dos países vecinos. En Argelia, los ciudadanos están convocados para elegir a sus representantes parlamentarios el 17 de mayo; en Marruecos, las elecciones locales y legislativas deben haber concluido en septiembre. Desde el punto de vista español, solo la evolución política de Marruecos despierta inquietudes. Un sondeo del International Republican Institute (IRI), del Partido Republicano norteamericano, atribuía la intención de voto del 47% del electorado marroquí en favor del islamista Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD); el 17% por el partido Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP); y un 12% por el nacionalista Istiqlal.
Si esas intenciones se vieran confirmadas en las urnas constituirían una auténtica revolución en la historia política de Marruecos. Por el momento toda previsión es prematura, y la que se atribuye al ministerio del Interior marroquí, ministerio clave desde todos los puntos de vista en los comicios marroquíes, incluyendo los resultados, reflejan un mapa electoral muy parecido al actual. La hipótesis que baraja, según algunos medios marroquíes, es de 50/53 escaños para el nuevo invento de ese ministerio, la Unión por un Movimiento Popular (UMP); de 47/50 escaños para la USFP; 43/48 para el Istiqlal; y 35/40 para el Reagrupación Nacional de Independientes (RNI). Una visión radicalmente diferente a la del IRI.
Se trata de una incógnita electoral que puede modificar tanto la redistribución de las circunscripciones electorales que haga el Ministerio del Interior, por la cual ya han comenzado a protestar los islamistas, como las gestiones finales que haga el entorno de Palacio con los lideres del PJD para se abstengan, como en las legislativas de septiembre de 2002, de presentar candidatos en todas las circunscripciones. El margen de maniobra de Palacio en 2007 es, no obstante, más reducido que en 2002, cuando Mohamed VI aún mantenía intacto lo esencial de su imagen, y cuando el otro gran movimiento islamista, Al Adl Wal Ihsane no parecía tener tantos deseos de entrar en la liza política como hoy. La carestía de la vida atenaza hoy a la mayoría de los marroquíes y el boomeconómico, según los medios marroquíes, solo alcanza a un “puñado de privilegiados”.
En Argelia, la inestabilidad interna en que vivió el país desde 1992 ha remitido aunque de vez en cuando se produzcan atentados terroristas aislados como los ocurridos en febrero en la Cabilia. Es en esta región argelina donde parecen quedar algunos grupúsculos terroristas que las autoridades evalúan en unos 200 hombres armados. Para algunos comentaristas argelinos la revelación de la cooperación entre Al Qaeda y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate es un elemento de preocupación. El periodista Mohamed Benchicou, director del diario de Argel Le Matin, escribía recientemente que los servicios de inteligencia norteamericanos y europeos consideran que Argelia puede ser en 2007 escenario de inestabilidad y vulnerabilidad al terrorismo islamista, pero lo cierto es que el país parece vivir normalmente.
En cualquier caso, la reanudación de los vuelos de las compañías francesas, a las cuales se han sumado en enero Iberia y Spanair, así como la reanudación de los intercambios habituales de visitas de empresarios y otros actos culturales o científicos, parece reflejar una normalidad real.
Unas relaciones económicas buenas
España es el segundo proveedor de Marruecos y su tercer cliente, con unos intercambios comerciales que rondan los 2.000 millones de euros anuales. España apoya a Marruecos para que logre un estatuto avanzado en la Unión Europea y que pueda recibir, según ha dicho algún político español, fondos estructurales, y el gobierno español va a financiar la creación de una Universidad de los Dos Reyes en Tetuán, que debe abrir sus puertas en 2008. Empresas tan dinámicas como Gamesa, Fadesa, Repsol, Endesa, Altadis, Telefónica, y, según la vicepresidenta del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, otras 900 pequeñas y medianas empresas, están firmemente implantadas en Marruecos.
La segunda licencia GSM en Marruecos, por la cual la filial de Telefónica pagó 1.000 millones de dólares, sigue siendo un caso de estudio en los organismos financieros internacionales. Según datos oficiales españoles, el 40% de las empresas españolas instaladas en Marruecos son catalanas y ellas por sí solas representan más del 30% de los intercambios. La cartera de asuntos con Argelia es igualmente abultada y relacionada en su mayor parte con una decena de importantes planes energéticos, entre los que el gasoducto Medgaz es el proyecto insignia. Medgaz unirá los yacimientos argelinos con España y Europa directamente, sin pasar por Marruecos como el gasoducto Magreb-Europa ya existente.
Su entrada en servicio está prevista para 2009 y su capacidad inicial de transporte será de unos 8.000 millones de metros cúbicos de gas al año. La idea de que no pase por Marruecos es del anterior gobierno del Partido Popular quizá como precaución ante las complicaciones de aquella segunda legislatura del PP con el reino marroquí. El triunfo del PSOE en las elecciones de marzo de 2004 introdujo un poco de incertidumbre sobre el futuro del gasoducto, que duró hasta junio de 2005 cuando el gobierno concedió al proyecto Medgaz prioridad A1 en el Plan energético español, tranquilizando con ello a los argelinos y a las grandes empresas involucradas.
Convertido en un auténtico proyecto euro-argelino, Medgaz es un consorcio donde Sonatrach y Cepsa tienen cada una el 20% del accionariado, y Endesa Generación, Iberdrola Gas, BP Gas España, Gaz de France, y Total Gas and Power el 12% cada una. Por otro lado, el contrato de Repsol YPF sobre el yacimiento de Gassi Touil-Rhourde Nouss, que realiza la sociedad Gas Natural, es el primero que Argelia atribuye a un consorcio extranjero e incluye la exploración, la producción, el transporte y la licuefación de gas natural en Argelia. Concretamente una planta de gas natual licuado con una capacidad de cuatro millones de toneladas al año que estará situada en la zona de Arzew y que se convertirá en estratégica en el escenario energético español al garantizar los aprovisionamientos entre 2010 y 2040.
España ha prometido tener una participación activa en las actividades que se organicen en Argelia con motivo de la proclamación de Argel capital de la cultura árabe en 2007. Así lo prometió Fernández de la Vega durante su visita de septiembre a Argel y solo cabe esperar que esa participación sea más eficaz que el compromiso que contrajo el gobierno español de apoyar la celebración del Año de Marruecos en España en 2006. Aunque los indicadores de gobernanza tanto del PNUD como del Banco Mundial sugieren un retroceso del Marruecos de Mohamed VI con respecto a los últimos años de Hassan II, no cabe la menor duda de que en los dos países, Argelia y Marruecos, el cambio político más importante parece estar relacionado con una prensa que ha adquirido en poco tiempo cotas de libertad impensable en los años noventa.