La Fundación Euromediterránea Anna Lindh para el Diálogo entre Culturas, creada en noviembre de 2004 por la Conferencia Ministerial de La Haya, surge como la primera institución común del Proceso de Barcelona con el propósito de mejorar el conocimiento recíproco y el acercamiento entre los pueblos de las dos orillas del Mediterráneo y como respuesta a las necesidades de diálogo transfronterizo expuestas a lo largo de este dossier. Dicha institución está concebida como una «red de redes» que alberga en su seno la sede central de Alejandría y 35 redes estatales, entre las que destaca la española, que cuenta con un total de 32 miembros coordinados por el IEMed.
Con demasiada frecuencia, en la región euromediterránea las generaciones anteriores han limitado la idea del diálogo entre culturas a un diálogo entre naciones, lenguas y religiones. De ese modo, y pese a las mejores intenciones, se posibilitó que se hiciera un mal uso de la cultura como arma en la preparación para un choque de civilizaciones.
Ese choque se puede orquestar a escala global, según el escenario descrito por Samuel Huntington. No cabe duda de que el terrorismo global, y, por desgracia, algunos de los enfoques adoptados para combatirlo, se alimentan deliberadamente de las diferencias culturales.
La conmoción del 11 de septiembre y sus secuelas no deberían, sin embargo, oscurecer la «multitud de reivindicaciones y tensiones locales sobre unos recursos escasos», que, según el ex secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, han quedado ocultas durante mucho tiempo por las confrontaciones de los bloques de la Guerra Fría. Éstas «encajonaron a la gente entre los estrechos muros de la identidad de grupo, alimentando una nueva oleada de confrontaciones de menor envergadura entre comunidades étnicas, religiosas y nacionales». Es la cotidiana «lógica del rechazo» y el «narcisismo de las pequeñas diferencias» lo que, para Pérez de Cuéllar, «amenaza la paz y la seguridad, y viola la dignidad intrínseca de cada persona».
Amin Maalouf, en su análisis de las «identidades asesinas»,2 nos proporciona la experiencia mediterránea en ese aspecto. Es siempre el mismo mecanismo, consistente en trazar líneas divisorias entre los seres humanos a través de la asunción e imposición de identidades colectivas, en lugar de respetar los principios de igualdad y no discriminación que forman parte de los derechos humanos. Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, en sus estudios sobre La personalidad autoritaria, publicados poco después de 1945 como un primer análisis del culto al poder y a la violencia en la Alemania nazi, profundizaron en la terminología psicoanalítica del ego y el etnocentrismo. Javier Pérez de Cuéllar y Amin Maalouf llegan a conclusiones similares: las políticas culturales deben evitar conceptos esquemáticos como la popular distinción entre «nosotros» y «ellos». Incluso desaconsejan que se siga utilizando la expresión «el otro», habitual en casi todos los conceptos de educación intercultural, puesto que abre la puerta a la imposición de identidades colectivas sobre el individuo. No hay ninguna alternativa viable a su propuesta de adoptar un enfoque basado en los derechos a la hora de abordar la diversidad cultural.
La Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, adoptada por la Conferencia General de la Unesco en noviembre de 2001, constituye el primer instrumento normativo internacional que reconoce la importancia de las identidades múltiples y superpuestas de individuos y grupos. «En nuestras sociedades, cada vez más diversas, resulta esencial asegurar la interacción armónica entre personas y grupos con identidades culturales plurales, variadas y dinámicas, así como su voluntad de convivir. Las políticas de inclusión y participación de todos los ciudadanos son garantía de la cohesión social, de la vitalidad de la sociedad civil y de la paz. Así definido, el pluralismo cultural da expresión política a la realidad de la diversidad cultural» (artículo 2).
El diálogo entre culturas es esencialmente un diálogo entre seres humanos, no entre entidades culturales anónimas. Hay que dotar, pues, a las generaciones presentes y futuras de instrumentos de diálogo. En la región euromediterránea, hay que darles la oportunidad de aprender al menos una lengua extranjera, preferiblemente más de una, y de adquirir conocimientos sobre todas las religiones y tradiciones culturales que han configurado esta región como encrucijada de civilizaciones.
Partenariado Euromediterráneo y Fundación
El Partenariado Euromediterráneo se constituyó en noviembre de 1995 en Barcelona. La Declaración de Barcelona establece la necesidad de garantizar la diversidad cultural y religiosa. Diez años después, el 14 de marzo de 2005, en El Cairo, la primera Asamblea Parlamentaria Euromediterránea celebraba la Fundación Euromediterránea Anna Lindh para el Diálogo entre Culturas, constituida el 30 de noviembre de 2004 por la Conferencia Ministerial Euromediterránea de La Haya, como «la primera institución común del Proceso de Barcelona con sede en un país socio del sur del Mediterráneo y cofinanciada por todos los miembros del Partenariado», por citar las palabras del nuevo Informe EuroMeSco «Barcelona Plus». Este Informe, que presentó en febrero de 2005, fue elaborado por la Red Euromediterránea de Instituciones de Ciencias Políticas a instancias de la Conferencia Ministerial de La Haya con el fin de evaluar los progresos realizados, las deficiencias detectadas y el potencial identificado para el futuro del Proceso de Barcelona.
La Asamblea agradecía el programa trienal de la Fundación para 2005-2007, aprobado en enero por su junta de gobierno, y subrayaba su papel a la hora de «eliminar prejuicios y estereotipos, fomentar el pluralismo y el respeto por ‘el otro’, proyectar el patrimonio común de la región euromediterránea y profundizar en el papel de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales como fomentadoras del desarrollo, la modernización, la reforma, y la comprensión y el respeto mutuos».
Dado que se decidió constituir la Fundación como una red de redes, soy optimista en cuanto al hecho de que, en estrecha colaboración con los directores de las 35 redes nacionales y los coordinadores de las redes regionales EuroMed actualmente existentes, es posible convertirla en un instrumento clave para aproximar aún más a los pueblos y a las personas en un espacio euromediterráneo común.
Diez años después de Barcelona 1995, el nuevo Informe EuroMeSco parece resultar muy esclarecedor. Identifica los progresos realizados, en particular en lo relativo a los capítulos 1 y 2 de la Declaración de Barcelona, sobre cooperación política y de seguridad, además de comercial y mercantil. Las deficiencias se identifican particularmente en el tercer capítulo, sobre cooperación humanitaria, social y cultural. El objetivo general establecido en el Informe es la transformación del Partenariado Euromediterráneo en una «Comunidad de Estados Democráticos» en el año 2015. Este marco temporal de veinte años no se deriva del proceso de Helsinki, aunque éste tuvo un papel decisivo para unir a Europa oriental y occidental menos de veinte años después de la firma de la Carta de Helsinki (1975). El informe ve el potencial de aproximar Europa y el Mediterráneo en el fortalecimiento del Proceso de Barcelona como un instrumento para el Sur dentro (y no fuera) de la Política Europea de Vecindad actualmente diseñada. El Informe recomienda destacar mucho más el tercer capítulo de Barcelona.
Las siguientes conclusiones del Partenariado Euromediterráneo (PEM) tienen una relevancia directa para la Fundación:
1. Sobre la diversidad cultural: «La Declaración de Barcelona establece la necesidad de garantizar la diversidad cultural y religiosa, pero este aspecto no ha sido abordado […] Combatir el racismo y la xenofobia no se ha planteado explícitamente como objetivo del PEM, y, en consecuencia, han faltado iniciativas en este ámbito. Se espera que la Fundación Anna Lindh aborde la cuestión».
2. Sobre el diálogo: «El diálogo entre civilizaciones suele verse como una alternativa a la reforma política. Pero eso equivale a institucionalizar la falta de comprensión mutua […] El concepto de ‘hospitalidad’, y no el ‘diálogo entre civilizaciones’, debe guiar la cooperación cultural. Ello significa situar el pluralismo cultural como núcleo de la cooperación […]. Éste debe ser el principio rector de la Fundación Anna Lindh».
3. Sobre educación: El informe sugiere que la educación debe ser una prioridad, centrándose en el intercambio, la movilidad, las redes y el uso de internet.
4. Principios para potenciar la eficacia del Proceso de Barcelona: más coherencia, visibilidad e interconexión; menos burocracia.
Programa de la Fundación Euromediterránea Anna Lindh para el Diálogo entre Culturas
El Programa de la Fundación se inspiraba en el Informe del Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre el tercer capítulo de Barcelona, establecido por el anterior presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, en diciembre de 2003. El primer programa de la Fundación se elaboró tras consultar a las redes y al comité asesor en noviembre de 2004. Sus principales ingredientes parecen responder directamente a las recomendaciones de EuroMeSco:
1. El diálogo entre culturas y civilizaciones tiende a ir más allá del intercambio de palabras, hacia la cooperación. El diálogo, concebido como un diálogo entre seres humanos, debe dar lugar a la expresión de identidades plurales, superpuestas y dinámicas. El programa se basa, pues, en el objetivo de poner en práctica los derechos humanos.
2. El objetivo de aprender a convivir fue subrayado por la Comisión Mundial de Educación para el Siglo XXI, presidida por el anterior presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors. Hay que convertir los sistemas de educación formal en entornos de aprendizaje; a los profesores, de instructores en organizadores de aprendizaje; y las escuelas, en centros para la práctica diaria de la tolerancia dando paso a los puntos de vista de los demás. La «multiperspectividad», es decir, la capacidad intelectual de observar las cosas desde más de una perspectiva, constituye un elemento fundamental en una educación de calidad.
3. Educación de valores. En sintonía con el Informe Delors, «los valores […] no pueden enseñarse en sentido estricto: el deseo de imponer desde fuera unos valores predeterminados acaba finalmente por negarlos».
4. La estrategia de la Fundación se une al reciente consenso internacional que considera la diversidad cultural tan esencial para la humanidad como lo es la biodiversidad para la naturaleza. El respeto a la diversidad y el pluralismo resultan esenciales para la coherencia social.
Un rasgo principal del trabajo de la Fundación es la fórmula 2+2. Cualquier proyecto de la Fundación requiere la participación de al menos dos socios del norte y dos del sur del Mediterráneo. Los jóvenes constituyen el grupo objetivo prioritario. Resulta esencial esforzarse en lograr sinergias y dar un valor añadido a las actividades actualmente vigentes. La Fundación invita a los fructíferos proyectos de cooperación bilateral Norte-Sur a aceptar propuestas de terceros y cuartos socios. De ese modo, la Fundación proporcionará incentivos a la creación de múltiples vínculos entre los mundos, en gran medida no relacionados, de la cooperación bilateral y multilateral. La Fundación vinculará los proyectos de la sociedad civil en la región en sus principales ámbitos de actividad: juventud, cultura, educación, comunicación, ciencia, derechos humanos, desarrollo sostenible, ciudadanía democrática y potenciación de la mujer.
Para los años 2005-2007, la Fundación cuenta con los seis programas siguientes, tal como fueron aprobados por su junta de gobierno el 27 de enero de 2005:
1. «Nuestro futuro común» proporciona oportunidades para aprender a convivir, con actividades en música y escritura creativa, una red de escuelas y formación del profesorado.
2. «Caminos de multiperspectividad» ofrece materiales educativos en numerosas lenguas, con un servidor de educación multilingüe, documentación sobre libros de texto, y cultura de las religiones.
3. «Nuestra diversidad creadora» explora los numerosos modos de creación cultural, con proyectos como el patrimonio EuroMed en manos jóvenes y el diálogo entre culturas en las aulas.
4. «Ciencia sin fronteras» invita a los jóvenes investigadores a unir sus talentos. El programa aspira al establecimiento de una red de enseñanza superior, la concesión de becas de viaje, la organización de Universidades Modelo EuroMed y la creación de grupos de investigación transfronterizos.
5. «Sociedad de la información» da acceso a oportunidades digitales en un mundo globalizado, como una continuación de la Cumbre Mundial (Túnez, noviembre de 2005), y fomentará el periodismo educativo y cultural.
6. «Potenciación de la mujer» promueve la participación de niñas y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad mediante programas de formación y planes de becas de viaje.
La Fundación llegará a la juventud invitando a los jóvenes a aprender y trabajar juntos. Las formas tradicionales de diálogo intercultural no serían de interés para ellos. Trabajar juntos fomenta la responsabilidad y la confianza mucho más que las palabras.
El trabajo conceptual se centrará en la cuestión de la unidad en la diversidad, y pretende identificar los beneficios del debate internacional sobre la diversidad cultural para la cooperación euromediterránea.
¿Cómo puede traducirse todo esto en programas? Un buen ejemplo es la música como parte esencial del diálogo entre culturas. Incluso allí donde el intercambio de palabras parece haberse agotado, los músicos pueden continuar. La Fundación participará en la organización de conciertos y talleres de trabajo de forma regular. Tenemos por delante interesantes tareas, como la de ayudar a los jóvenes de Europa a descubrir las raíces mediterráneas de «su música», y devolver al Sur lo que ha hecho Europa con la inspiración que obtuvo de la región árabe. Descubrir las raíces mediterráneas orientales del fado, el flamenco y el sirtaki es algo que va mucho más allá de la etnomusicología académica. La juventud de El Cairo aprecia especialmente las canciones de El-Arabi Sureyar —un tipo de canciones centradas en el lenguaje que los europeos podrían calificar de «rap árabe»—, totalmente desconocidas en Europa ya que este cantante no ha sacado ningún CD. El creciente éxito de casi todas las variedades de «música universal» ofrece nuevos caminos para una fertilización mutua del raï, el rap y muchos otros géneros, tradicionales y contemporáneos. Todo el mundo de los inmigrantes en Europa es también rico en música, que merece la atención de un público más amplio. Existen buenos auspicios para la música universal euromediterránea. La música representa el mejor embajador en nuestros esfuerzos por explicar a los jóvenes lo rica que es la diversidad cultural, y que diversidad no significa conflicto.
Espero, no obstante, que la Fundación, que cuenta con unos recursos modestos en comparación con anteriores propuestas, no será entendida erróneamente como una entidad de financiación, y no se la dejará sola a la hora de abordar el racismo y la xenofobia. Las prioridades para los próximos tres años incluyen el establecimiento de 35 redes nacionales bien organizadas y la creación de nuevos vínculos entre ellas. La buena práctica en la cooperación bilateral debe inspirarse en lo que sugiere el Informe EuroMeSco: un multilateralismo eficaz.