De la historia mediterránea a la historia global en la edad moderna: un recorrido historiográfico de ida y vuelta

27 December 2023 | | English

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Se suele comparar la historia global con la historia mundial por la dificultad en distinguir dos formas de hacer historia con una perspectiva espacial similar.[1] Por el contrario, la comparación entre la historia global y la historia mediterránea puede parecer fuera de lugar si consideramos a esta última como la historia de una de esas regiones tan caras a las otrora florecientes “Area Studies”. Al fin y al cabo, la historia mundial y la historia global habrían nacido para superar las limitaciones de esta forma de estudiar las distintas partes del mundo.[2] Sin embargo, el ejercicio de comparar la historia mediterránea con la historia global puede resultar interesante y productivo.

La separación entre ambas formas de hacer historia es más ficticia que real y quienes practican una forma y otra tienen mucho que aprender mutuamente. Solemos explicar la evolución de la disciplina histórica como una concatenación de corrientes o escuelas historiográficas que se sustituyen unas a otras.[3] La imagen resultante es la de diferentes formas de hacer historia compitiendo por la atención y los recursos académicos como si de un juego de suma cero se tratara. La realidad es mucho más compleja: distintas formas de hacer historia coexisten como demuestra un vistazo rápido a las publicaciones especializadas sobre historia mediterránea e historia global.

El primer número de la Journal of World History fue publicado en 1990, mientras que el de la Journal of Global History apareció en 2006. Exceptuando el caso de la decana Cahiers de la Méditerranée (fundada en 1970), la mayoría de las revistas que han venido publicando trabajos sobre Historia Mediterránea aparecieron a partir de la segunda mitad de la década de 1980. La Mediterranean Historical Review apareció en 1986, al-Masâq: Journal of the Medieval Mediterranean en 1988, Mediterranean Studies en 1989, Journal of Mediterranean Studies dos años después, Rives Méditerranéennes en 1998, Quaderns de la Mediterrània / Cuadernos del Mediterráneo dos años después y Mediterranea: ricerche storiche en 2004.

Algo parecido sucede con las series editoriales. Brill (una macroeditorial académica de referencia) inauguró su colección “The Medieval Mediterranean” en 2021 y ha publicado casi 140 volúmenes. La serie “Mediterranean Reconfigurations” ha publicado cuatro libros entre 2019 y 2021. La serie “Cultural Interactions in the Mediterranean” ha publicado siete libros entre 2018 y 2023. Por último, la serie “Mediterranean Art Histories” ha publicado otros siete libros entre 2014 y 2023. Esta misma casa editorial ha publicado diversas colecciones en Historia Global. “European Expansion and Indigenous Response” ha publicado 42 libros desde su aparición en 2009. La “Global Economic History Series” ha publicado 20 libros desde 2009. En 2008 apareció “Studies in Global Social History” que ha publicado decenas de libros y desde 2013, una serie hermana “Studies in Global Migration History” ha publicado 16 volúmenes y desde hace dos años “Studies in Global Slavery” ha publicado 15 libros.

La proliferación de revistas y series que publican trabajos de historia mediterránea y de historia global coincide en un periodo de tiempo muy definido desde la década de 1990 hasta la actualidad. Según Lynn Hunt la causa de este repentino interés reside en cambios en los paradigmas intelectuales y en los debates sobre los desafíos del mundo globalizado de finales del siglo XX. Es entonces cuando crece la demanda sobre temas como el impacto de flujos económicos a escala planetaria, los efectos del movimiento de personas, la circulación de ideas, prácticas y productos, etcétera.[4]

Es precisamente el interés por estas temáticas donde podemos trazar la conexión entre historia global e historia mediterránea. Así lo hizo David Abulafia cuando afirmó que la historia mediterránea compartía aspectos fundamentales de la historia mundial como el interés por las conexiones entre sociedades distantes, por los imperios que gobernaban diferentes gentes, o por el movimiento de seres humanos.[5] Este punto lo desarrolló en un texto en el que explicitaba el carácter intercambiable de la historia mediterránea y la historia global enfatizando las influencias entre las diversas gentes que habitaron el Mare Nostrum.[6] Sin embargo, los paralelismos entre ambas formas de hacer historia van más allá de unos intereses comunes e incluyen aspectos en los que ambas formas de hacer historia divergen.

La diferencia más evidente entre la historia global y la historia Mediterránea deriva de sus marcos espaciales. De nuevo esta diferencia es más aparente que real ya que rara vez los ejercicios de historia global abarcan el mundo entero igual que muy pocos ejercicios de historia Mediterránea han abordado la totalidad del mundo Mediterráneo. Esto introduce un aspecto capital: ¿qué espacios quedan fuera? Una crítica común a ambas formas de hacer historia incide en el desequilibrio entre zonas estudiadas e ignoradas. Julia Thomas señaló que la producción histórica sigue anclada en un marco geográfico resultante del colonialismo europeo con el que tenemos que romper para poder ofrecer mejores respuestas a nuestros desafíos actuales.[7]

En el ámbito de la Historia Mediterránea se ha avanzado mucho en las últimas décadas en términos de extensión geográfica del análisis. La obra de Fernand Braudel abarcaba las llanuras del norte de Europa, el Sáhara y Oriente Medio. Ahora bien, a pesar de abarcar tanto el tratamiento de las distintas partes era un tanto desigual. Muchos han criticado el eurocentrismo de la obra de Braudel, pero a mediados del siglo pasado era revolucionario integrar el mundo musulmán y europeo y por aquél entonces era muy poco lo que sabíamos sobre la historia del Mediterráneo musulmán.[8] Hemos avanzado mucho a este respecto, sobre todo en el ámbito del Mediterráneo otomano, pero como ha señalado Julia Clancy Smith, las gentes y lugares de la orilla sur, esto es, del Maghreb han sido relegadas a un más que discreto segundo plano en una historia mediterránea en la que las sombras del imperialismo contemporáneo todavía pesan demasiado.[9]

Ambas formas de hacer historia comparten la necesidad de rebasar las categorías espaciales dadas.[10] Por eso mismo, tanto la historia global como la historia mediterránea han experimentado con escalas espaciales más reducidas llegando incluso a adoptar marcos aparentemente propios de la historia local. Hace 15 años el libro The Global City abrió un próspero campo de estudio aplicando algunas perspectivas de la historia global al estudio de la Lisboa de la Edad Moderna.[11] En The City of Blue and White Anne Gerritsen se centra en Jingdezehen para analizar el impacto en la vida de sus habitantes de la demanda global de las porcelanas que se producían allí y se consumían en prácticamente todo el mundo.[12] Desde el ámbito de la historia mediterránea se está explorando el potencial analítico de la historia urbana para arrojar nueva luz sobre antiguas problemáticas. Así, un libro colectivo reciente analiza ciudades mediterráneas como enclaves en los que diferentes gentes interactuaban configurando percepciones de pertenencia, pero también de exclusión.[13]

Tanto la historia global como la historia mediterránea han reducido la escala de análisis al máximo hasta adoptar enfoques propios de la microhistoria. En los últimos años han ido apareciendo volúmenes que abordan problemáticas de una y otra centrándose en las experiencias de personajes concretos. El ejemplo más conocido es el libro de la recientemente desaparecida Natalie Z. Davis sobre el humanista magrebí Al-Hasan al-Wazzan.[14] Dominic Sachsenmaier ha rescatado a otro intelectual a caballo entre dos mundos, Zhu Zhongyuan, para analizar las conexiones globales de la intelectualidad china que abrazó los saberes de la Europa cristiana en el siglo XVII.[15] Su caso recuerda al de Peiresc, cuya documentación ha servido para reconstruir el mundo mediterráneo de este conocido polímata.[16] Estos ejemplos pueden llevar a pensar que sólo los intelectuales pueden servir para el estudio de las conexiones a larga distancia tan caras a la historia global y la historia mediterránea, pero nada más lejos de la realidad.

La historia mediterránea ha demostrado un especial interés a la hora de dotarse de un carácter “humano” privilegiando el estudio de las gentes en movimiento a través del Mare Nostrum. David Abulafia tituló su libro A Human History of the Mediterranean.[17] El adjetivo “humano” sirve aquí como contrapunto a la obra de Braudel. Abulafia no fue el primero en apuntar en esa dirección. En 1973 John Elliott criticó la obra maestra de Braudel señalando que en ella “las montañas de Braudel movían sus hombres, pero sus hombres no movían montañas”.[18] Sin embargo, la historiografía reciente sobre las movilidades humanas ha puesto de manifiesto la contribución clave de Braudel y su obra a la hora de definir el Mediterráneo como un espacio articulado por las redes y circulaciones humanas.[19]

            En los últimos años la historia global ha sido el objeto de críticas que han fomentado un debate sobre su futuro en un momento en el que parece perder terreno.[20] Parte de este debate gira en torno al significado de las nociones de conexión en la historia global. La historia global ha sido acusada de privilegiar el estudio de quienes movían, se desplazaban (física o intelectualmente) más allá de las barreras políticas, geográficas y culturales. Esto ha provocado un cierto rechazo para quienes ven a estos actores (de ayer pero también de hoy) como una suerte de extraños (cuando no amenazas) en unas narrativas en las que la comunidad local sigue siendo el refugio al que volver. Además, la historia global ha enfatizado demasiado los aspectos positivos de la conexión. Esto no quiere decir que los historiadores globales hayan obviado aspectos negativos de conexiones globales como la explotación o el desplazamiento forzado de seres humanos. Lo que se ha criticado es que esas conexiones muchas veces generaron rechazos, enfrentamientos violentos y vueltas hacia formas comunitarias más excluyentes que no han atraído tanta atención.

            Si algo ha caracterizado a la historia mediterránea a lo largo de las últimas décadas ha sido precisamente el estudio de la tensión constante entre el carácter conector o divisor del Mare Nostrum. Aunque este interés esté presente en obras sobre el Mediterráneo de la antigüedad o de la Edad Media, es la historiografía sobre el Mediterráneo en la Edad Moderna la que más énfasis ha prestado a esta cuestión. A ello contribuyó sobremanera el que la obra de Fernand Braudel insistiera en el carácter conector del mundo Mediterráneo en la edad moderna. Esta visión fue contestada por Alfred Hess en su libro The Forgotten Frontier sobre la confrontación entre el imperio otomano y el imperio español en la frontera ibero-magrebí.[21] Sin embargo, la historiografía reciente prefiere visiones más complejas que reemplazan una imagen en blanco y negro (conexión / separación) por otra mucho más rica en la que lo que prima es la complejidad (e incluso la complementariedad) de los mecanismos de conexión y enfrentamiento, las prácticas de acomodación y el carácter fluido de muchas categorías.[22]

            Este último punto en el que la historia mediterránea puede ayudar a superar algunas de las limitaciones de la historia global permite recapitular nuestra idea principal: ambas formas de hacer historia pueden entablar intercambios provechosos sobre la base de sus múltiples puntos en común, fortalezas, flaquezas y divergencias. Para que este diálogo sea fructífero es necesario ser conscientes de las potencialidades, pero también de las limitaciones de una y otra perspectiva. Aunque nunca seamos capaces de alcanzar una perspectiva o metodología definitiva para repensar nuestro pasado, siempre podremos combinar aportaciones de unas y otras para seguir mejorando en nuestro conocimiento de un ayer compartido.


[1] Bruce Mazlish, “Comparing Global History to World History”, The Journal of Interdisciplinary History 28, no 3 (1998): 385–95.

[2] Patrick Manning, navigating world history: historians create a global past (New York: Palgrave, 2003), 119–62.

[3] Daniel Woolf, A Concise History of History: Global Historiography from Antiquity to the Present (Cambridge: Cambridge University Press, 2019).

[4] Lynn Hunt, Writing History in the Global Era, History (New York: W.W. Norton & Company, 2015), 56–77.

[5] David Abulafia, “Mediterranean History”, en The Oxford Handbook of World History, ed. Jerry H. Bentley (Oxford: Oxford University Press, 2011), 493–507.

[6] David Abulafia, “Mediterranean History as Global History”, History and Theory 50, no 2 (2011): 220–28.

[7] Julia Adeney Thomas, “Why Do Only Some Places Have History? Japan, the West, and the Geography of the Past”, Journal of World History 28, no 2 (2017): 187–218.

[8] Alessandro Stanziani, Eurocentrism and the Politics of Global History (Cham: Springer International Publishing, 2018), 122–28.

[9] Julia A. Clancy Smith, “The Mediterranean of the Barbary Coast: Gone Missing”, en The making of the modern Mediterranean: views from the South, ed. Judith E. Tucker (Oakland: University of California Press, 2019), 36–65.

[10] La influencia de la geografía crítica es evidente en este respecto. Martin W. Lewis, The Myth of Continents a Critique of Metageography (Berkeley: University of California Press, 1997).

[11] K. J. P. Lowe y Annemarie Jordan Gschwend, eds., The Global City: On the Streets of Renaissance Lisbon (London: Paul Holberton, 2008).

[12] Anne Gerritsen, The City of Blue and White: Chinese Porcelain and the Early Modern World (Cambridge: Cambridge University Press, 2020).

[13] Giovanni Tarantino y Paola von Wyss-Giacosa, eds., Twelve Cities-One Sea: Early Modern Mediterranean Port Cities and their Inhabitants (Napoli: Edizioni Scientifiche Italiane, 2023).

[14] Natalie Zemon Davis, Trickster Travels: A Sixteenth-Century Muslim between Worlds (London: Faber, 2007).

[15] Dominic Sachsenmaier, Global Entanglements of a Man Who Never Traveled: A Seventeenth-Century Chinese Christian and His Conflicted Worlds (Columbia University Press, 2018).

[16] Peter N. Miller, Peiresc’s Mediterranean World (Cambridge: Harvard University Press, 2017).

[17] David Abulafia, The Great Sea a Human History of the Mediterranean (Oxford: Oxford University Press, 2011).

[18] Cfr. Geoffrey Parker, “Braudel’s ‘Mediterranean’: The Making and Marketing of a Masterpiece”, ed. Fernand Braudel y Siân Reynolds, History 59, no 196 (1974): 241.

[19] Guillaume Calafat y Mathieu Grenet, Méditerranées. Une histoire des mobilités humaines (1492-1750) (Paris: Éditions Points, 2023).

[20] “Is Global History Still Possible, or Has It Had Its Moment? | Aeon Essays”, Aeon, accedido 29 de noviembre de 2023, https://aeon.co/essays/is-global-history-still-possible-or-has-it-had-its-moment. Richard Drayton y David Motadel, “Discussion: The Futures of Global History”, Journal of Global History 13, no 1 (2018): 1–21.

[21] Andrew C. Hess, The Forgotten Frontier: A History of the Sixteenth-Century Ibero-African Frontier (Chicago; London: University of Chicago Press, 1978).

[22] Eric R. Dursteler, “On Bazaars and Battlefields: Recent Scholarship on Mediterranean Cultural Contacts”, Journal of Early Modern History 15, no 5 (2011): 413–34.


Watch again the lecture by José Miguel Escribano at the Aula Mediterrània series.